La Venezuela de hoy está dividida en tres grupos: los
malhechores del chavismo/madurismo, para quienes el poder ha sido la puerta
abierta para saquear al país; los venezolanos quienes se oponen al régimen y
están decididos a expulsarlo del poder, y, un tercer grupo que piensa que es
necesario ir a un gobierno en el cual tengan cabida opositores y chavistas, en
aras de una reconciliación nacional. Este grupo genera, sin quererlo o
queriéndolo, un serio problema ético para el país.
Pertenezco al segundo grupo, aquellos quienes piensan que
integrar una ‘nueva” Venezuela con componentes demócratas y chavistas es como
barrer la basura debajo de la alfombra. Promover esta vía podría representar
una estrategia válida para “sacar” al régimen del poder pero es éticamente
inaceptable. Inclusive, desde el punto de vida estratégico, integrar el
chavismo (para diferenciarlo del madurismo)
a una nueva estructura de gobierno sería contraproducente porque le deja
a la Nación la ponzoña adentro.
Es miope y un grave error ético pensar que el chavismo,
lo que se ha dado en llamar el chavismo originario para diferenciarlo del
desastre madurista, es aceptable para conformar una nueva Venezuela. Leemos,
por ejemplo, a Ricardo Combellas, un demócrata, diciendo que es necesario que la
Venezuela demócrata de Guaidó sea “generosa” con el chavismo. En su escrito
“Decálogo para Guaidó” dice textualmente:
-Le
recomendaría (a Guaidó) acercarse al
chavismo disidente. Oírlo, darle confianza y hacer todo lo posible por unirlo a
su redil. Guaidó se llevaría más de una sorpresa, pues en el chavismo hay mucha
desilusión, defraudados por un dirigente, Maduro, que consideran se ha
apartado del proyecto original. Esta tarea debe llevarla a cabo con sutileza,
con delicadeza, respetando su amor propio, y nunca olvidando
que los veinte años del régimen han dejado huella y no han pasado en
vano. La herencia de un liderazgo carismático como el de Chávez no se
borra fácilmente y Guaidó tiene que entenderlo y convivir con él, sin negarles
las oportunidades que ellos nos negaron a nosotros. En suma, le recomendaría
ser generoso con el adversario.
Según
este enfoque, los chavistas quienes se oponen a Maduro son aptos para integrar
la nueva Venezuela. Esta perspectiva olvida que Maduro es el legado de Chávez y
que durante la etapa de Chávez en el poder se cementaron las bases del desastre
venezolano, tarea eficientemente completada por Maduro.
En
esta misma onda parece estar Luis Vicente León, para quien Chávez tiene el 50%
de aceptación mientras que Maduro solo
el 13% y Guaidó un débil 17%. Estas son
estadísticas sorprendentes pero, aun admitiendo su validez, lo que no debe derivarse
de ellas es que el chavismo represente una opción moralmente aceptable para la
Venezuela post Maduro. La Venezuela post Maduro debe ser también y por igual
razón, la Venezuela post Chávez. De otra
forma tendríamos venezolanos indignos como Rafael Ramírez Carreño, uno de los cuatro
principales destructores de la nación venezolana (PDVSA) como candidato a la
presidencia del país, apuntalado por los millones que desaparecieron de PDVSA
durante su funesto mandato.
Jesús
Chuo Torrealba apoya esta recomendación de Combellas.
En
esta misma onda está Enrique Ochoa Antich, bastante vehemente en su
acercamiento con el régimen chavista/madurista, cuando dice en “la Tercera
Unidad”:
“estos hombres y mujeres, chavistas unos, demócratas otros, empresarios
éstos, sindicalistas aquéllos, con las iglesias y la Fuerza Armada, están
suscribiendo el acuerdo que nos conducirá a unas elecciones libres y
competitivas que, incluyéndonos a todos, y asegurando que quienes las pierdan
participarán si no del gobierno, sí del Estado, abrirá finalmente los caminos
de la Venezuela posible.
… Porque un día comprendimos que este país no
se dividía entre chavistas y antichavistas sino que todos somos hijos de la
misma patria”.
Esta
prédica de Ochoa Antich suena muy bonita pero contiene un mensaje muy dañino,
según el cual el chavismo debe ser
incorporado a una nueva Venezuela.
He
tomado estos ejemplos por ser muy recientes pero existe toda una tendencia,
representada por Falcón, Fermín, Mujica, Puche, Ochoa Antich, Eduardo Fernández,
Américo Martín y otros líderes de larga trayectoria para quienes - con algunos
matices importantes de diferenciación - sería deseable unir a las dos Venezuelas, a
fin de formar una nueva Venezuela en la cual quepan ambas posturas ante el país.
Esa
actitud no es nueva en Venezuela. Responde a una posición que podría ser vista
como loable y positiva cuando
corresponde a posturas idealistas, pero muy nociva cuando se relaciona con posturas
oportunistas. Independientemente de su motivación esa tendencia nos ha causado
muchos problemas en el pasado y podría
causarnos problemas aún más graves en el futuro. Tiene que ver con hacer borrón
y cuenta nueva. Tiene que ver con un falso sentido de solidaridad. Tiene que
ver con la creencia de raíz bondadosa pero también de un acentuado astigmatismo
moral, según la cual todos los venezolanos somos hermanos y somos “chéveres” y,
al final de cuentas debemos salir abrazados, como si no hubiera sucedido nada. Esa
tendencia al perdón ha sido frecuente en nuestra historia, por ejemplo, en las
etapas finales del gomecismo y en el caso del sobreseimiento de la causa a
Chávez después de su golpe criminal, el cual fue pedido por muchos demócratas
convencidos y llevado a cabo por el Presidente Caldera II. Ya sabemos cual fue
el resultado de esta acción tan conciliadora.
Con la
actitud de este grupo proclive a la generosidad con el chavismo que se ha
peleado con Maduro podríamos estar
asistiendo a un nuevo capítulo de esta costumbre. La disidencia de los
chavistas con Maduro es parte de la pelea política intestina y no está precisamente basada en una actitud de
rechazo a su corrupción porque ellos, los disidentes, también fueron - en su inmensa mayoría - corruptos durante la etapa de Hugo Chávez. Y
hablo de corrupción en su sentido más amplio para incluir su responsabilidad
directa en el manejo desastroso de los
fondos públicos (Fondos Paralelos) y de
las políticas públicas que fue característica premeditada del régimen de Hugo Chávez. Chávez fue un gran corrupto que
violó repetidamente la Constitución que él mismo impuso y que permitió a su
familia y a sus correligionarios robar impunemente. Le gustaba abusar de su
poder en la utilización de los bienes públicos, desde regalar petróleo y dinero
a sus amigotes cubanos, nicaragüenses y bolivianos, usar los aviones de PDVSA para
pasear a Naomi Campbell y a Danny Glover hasta los viajes faraónicos con 150
personas alojadas en los hoteles más costosos del mundo, así como su colección
de relojes de hasta $50.000 que su sueldo no podía comprar. Formar parte del
gabinete de Chávez y guardar silencio clasificó a gente como Giordani, Navarro,
Osorio, etc. como corruptos, para no
hablar de los híper-corruptos como Ramírez Carreño, Tobías Nóbrega
y los casi todos panzudos ministros de
la Defensa.
La
Venezuela nueva, si quiere ser realmente nueva e incontaminada, no debe aceptar la inclusión de esta
marabunta de falsos arrepentidos. Al contrario, debe aplicarle todo el peso de
la justicia.
Repetir
los errores del pasado nos condenará a permanecer en el grupo de países más
complacientes, atrasados y corruptos del planeta.
Ahora hasta un hijo fue a reclamarle a su madre por unos dineros de Alejandro Andrade. En Valencia varios sectores sociales que han engordado su fortuna por los negociados con el régimen empeoran la tradicional fama que tiene la nueva oligarquía que es poderosa y con sus valores chavistas desviantes.
ResponderEliminarHumberto Acosta.
La noticia nos la da Tamara Sujú que vive en República Checa:
https://twitter.com/TAMARA_SUJU/status/1296710386205548545?s=20
HOME » ACTUALIDAD CORRUPCIÓN DINERO SUCESOS TENDENCIAS
ResponderEliminarGustavo Mirabal: El empresario venezolano acusado por su hermana de testaferro
Coordinador Primer InformePOSTED ON 23 AGOSTO 202002
Share On Facebook
Tweet It
Telegram
Anuncios
El nombre de Gustavo Mirabal vuelve a salir a la luz después que su hermana, María Gabriela Mirabal relatara en un hilo de twitter cómo su propio hijo la golpeó en su casa para amedrentarla por las denuncias hacia su hermano.
El Estímulo
«Tras haber vivido el dolor más profundo que cualquier madre pueda imaginar, regreso para relatar éste horror». Con esta frase, iniciaba un hilo en twitter de la abogada María Gabriela Mirabal, hermana de Gustavo Mirabal Castro, señalado como testaferro de Alejandro Andrade, el ex Tesorero Nacional y ex escolta de Hugo Chávez que fue arrestado en EEUU.
La historia con la que continúa relata lo que le sucedió hace una semana, cuando su hijo, tras 10 años de ausencia, tocó a su puerta y la golpeó, para que callara. Este ha sido el último acecho que ha denunciado María Gabriela Mirabal, tras hace más de un año denunciar a su hermano, Gustavo Mirabal Castro, de participar como testaferro en actos de corrupción.
«Mi hijo Gustavo Arrieche Mirabal, a quien no veía desde hace 10 años, apareció en mi puerta el domingo 16. Mi alegría fue inimaginable! Solo duró 2 seg!!!. Corrí a abrazarlo:»mi amor, mi bebé»!!. Sacó una pistola, la puso en mi sien, me roció con gas pimienta. El matón que vino con él estaba desconcertado”, relató Mirabal en su cuenta oficial Twitter.
LEA TAMBIÉN «Estés donde estés», el mensaje de Emanuel Andrade a su padre preso, «el tuerto» Alejandro Andrade
¿Quién es Gustavo Adolfo Mirabal?
Muchos conocen a Gustavo Mirabel como empresario ligado al entrenamiento ecuestre. Otros lo ven como el abogado de una importante firma venezolana, su hermana lo señala como un testaferro más dentro del régimen chavista.
En el papel, Gustavo Mirabel es un empresario venezolano, propietario del centro de entrenamiento ecuestre G&C Farm, ubicado en Florida, y extendido en 2015 hacia España. También es presidente de Farm G&C Inc., y gerente de la empresa Wellington Property Holding LLC. Sin embargo, sus relaciones con Alejandro Andrade, ex escolta de Chávez, elevan la sospecha de su supuesto vínculo con el gobierno en el papel de testaferro.
“Para quienes no conocen mi historia, mi hermano, Gustavo Adolfo Mirabal Castro, es testaferro de Alejandro Andrade. Se robó $ 250 millones. Compró a mis padres, hermanas, finalmente a mis hijos. Nunca fui partícipe de sus actos ilícitos; lo repudié y denuncié ante autoridades, a través de las redes sociales, dentro y fuera de Venezuela. Hoy se esconde en Dubai, rodeado de lujos y caprichos que el dinero mal habido compra. A raíz de mis denuncias se le cerraron muchas puertas, congelamiento de bienes y dinero. Las represalias no tardaron en llegar: Víctima de terrorismo judicial, secuestro, injurias, agresiones físicas y psicológicas. Prohibición de salida del país. No pudieron conmigo!..Hasta hoy”.
La historia nos enseña, duela o nó, que la única forma de derrotar al enemigo es aniquilándolo completamente hasta lograr la victoria total. Ahí tenemos los ejemplos de diferentes ideologías que han salido victoriosas con ésta formula como lo es caso de los aliados en la segunda Guerra mundial contra la Alemania Nazi; lamentablemente el del caso Cubano con la victoria comunista contra las fuerzas democráticas, ó sin ir muy lejos, el caso nuestro venezolano durante la Guerra de Independencia contra España.
ResponderEliminarLas soluciones intermedias, como la que ofrecería ese “tercer"grupo al que se refiere Coronel en su artículo, no permitirían arrancar el cáncer del Socialismo de raíz como debería ser ya que se corre el riesgo de que se vuelva a reproducir nuevamente ayudado por éstos tontos útiles.
No se puede dar cabida en una nueva Venezuela a los que la destruyeron, robando sus arcas, acabando con sus industrias, destrozando el campo y las zonas naturales en busca de oro y dejando que entraran al país cuanto bicho con uña, terrorista y malparido le haya dado la gana.
ResponderEliminarSe puede conversar y llegar a acuerdos con grupos políticos de distintas tendencias pero que hayan demostrado respeto a la democracia y los valores patrios. Así sucedió entre AD, Copei y algunos partidos a la caída de Pérez Jimenez.
Pero con la malandrería narcotraficante corrupta, nada!