Franklin Brito: un héroe moral que nunca olvidaremos
Aunque el tipo de coraje más admirado es
el coraje físico, el tipo de coraje que
determina en mayor grado - con su
presencia o ausencia - el éxito o fracaso de una sociedad es el coraje moral.
El coraje físico no requiere explicación pero el coraje moral es una cualidad
menos obvia y precisa de ejemplos concretos para comprenderla: Gandhi, a riesgo
de su vida, abogando por la no-violencia en su lucha por la independencia de la
India; Lutero, clavando su documento de objeciones religiosas en la puerta de
la iglesia de Wittenberg porque “no podía hacer otra cosa”; el sacrificio de Franklin Brito en su lucha
contra el dictador por obtener justicia.
Lo que distinguió la acción de estos
hombres era (1) que obraban por convicción y (2) no tomaban en cuenta – en línea con los
dictados de Kant - las posibles
consecuencias adversas de su acción.
¿Cómo definir el coraje moral? Podríamos
decir que es la actitud basada en
principios de rango universal que conoce los peligros de rechazo, impopularidad,
oprobio o hasta daño físico a los cuales se expone, pero está determinada a enfrentarlos.
En su libro “Sobre el Coraje Moral” el novelista Compton Mackenzie
dice que “una de las pruebas más duras que el coraje moral debe enfrentar
es la de exponerse al rechazo de amigos, de compatriotas, de gente suya, por
mantener una posición que permita estar en paz con la conciencia”. En su
libro “Por qué es Importante el Coraje Moral”
el gran héroe estadounidense John McCain
dijo que “esta es la virtud que abarca todas las demás, es la que permite que
se conserve la integridad personal a riesgo de toda consecuencia”.
El Instituto de Ética Global (Institute
of Global Ethics), basado en Middleton,
Wisconsin, enumera los cinco valores que forman la médula del coraje moral,
así: Honestidad, Responsabilidad, Respeto, Equidad (justicia) y Compasión. Estos valores fueron obtenidos de
encuestas hechas a 18000 personas de 30 países, de manera que trascienden
fronteras culturales, étnicas o territoriales, alcanzando rango universal (“Moral Courage”, Rusworth
Kidder, página 45).
Reflexionar sobre esta cualidad, en la
cual poco se piensa hoy en día, es de importancia para enfrentar los terribles
dilemas de nuestros tiempos, en los
cuales la humanidad está aquejada de una horrible fiebre de odios,
resentimientos y desconfianza en sus congéneres. Como muchos otros, en mi
pequeño mundo, enfrento dilemas que exigen coraje moral como base para la
acción. Dos ejemplos que no son de dimensión universal pero regional ilustran
la naturaleza de estos dilemas: uno, negociar o no negociar con el régimen de
Nicolás Maduro; el otro, Apoyar a Daniel Trump porque su gobierno ha sido
positivo para Venezuela, sin tomar en cuenta el impacto global de su postura. Mi
posición sobre ambos ha sido objeto de algunas agresivas críticas, aún por
parte de gente que he considerado amiga.
1. NEGOCIAR
CON MADURO O NO NEGOCIAR
Mi
posición sobre este dilema es que no debemos negociar. La tesis que parece
ganar adeptos en Venezuela y en muchos países que influyen sobre la situación
venezolana, es que debemos negociar con Maduro, porque no hay alternativas. Se
ha dicho que lo importante es “salir de Maduro” y, para lograrlo, será
necesario negociar una salida que le garantice al chavismo/madurismo posiciones
en un futuro gobierno de transición. Mis objeciones a esta postura son:
(1), creo que lo fundamental es salir
del sistema, del cual Maduro es apenas la punta del témpano. Integrar el
gobierno de transición con miembros del sistema que ha probado ser corrupto,
ruinoso e inmoral, es equivalente a barrer la basura debajo de la alfombra y
pretender que hemos limpiado la casa; (2), negociar con la pandilla de
criminales y hacerle concesiones que serán inevitables representa una entrega
de principios éticos fundamentales y un mensaje funesto al pueblo venezolano, eso
de admitir que “el crimen si paga”. Ello sería equivalente a una entrega y
sería un mensaje que causaría daños trágicos a la fibra moral de la sociedad venezolana,
ya muy resentida por tantos años de excesivo pragmatismo del liderazgo político
en el manejo de nuestras políticas públicas.
Por razones
de principios y hasta de estrategia una negociación con el chavismo/madurismo
sería altamente indeseable.
Así hay
que decirlo, aunque la corriente pro-negociación parece haber tomado cuerpo
hasta en el nuevo liderazgo político que se oponía a ella hasta hace poco
tiempo.
2. APOYAR A
DANIEL TRUMP PORQUE SU GOBIERNO HA SIDO BUENO CON VENEZUELA O, NO APOYARLO
DEBIDO A SUS PÉSIMAS CONDICIONES MORALES E IRRESPONSABLE MANERA DE EJERCER LA
PRESIDENCIA
Este es
un dilema que se ha tornado virulento porque quienes argumentan que debemos
apoyar a Trump porque su gobierno ha sido bueno con Venezuela argumentan que
quien no lo haga no es buen patriota, es mal venezolano.
Yo me
opongo a Trump, aun reconociendo que su gobierno ha sido “bueno” para Venezuela,
al establecer severas sanciones. Me opongo a Trump por la sencilla razón de que,
si bien Venezuela es mi patria nativa, ello no significa que los intereses de
mi patria deban prevalecer por sobre los intereses de la humanidad entera, del planeta
entero. Considero que Trump es una amenaza para la humanidad por su rechazo a
las medidas ambientales sobre cambio climático, por su identificación con
dictaduras como las de Filipinas, Turquía, Arabia Saudita;; por su blandura
frente a Putin, el dictador ruso; por su complacencia frente al dictador de Corea
del Norte, por su actitud agresiva frente a los aliados tradicionales de USA en
Europa; por su manera autoritaria de ejercer la presidencia, en violación de
las normas democráticas que han hecho de USA el gran país que es; por su conducta
personal tan censurable con las minorías de color , su manejo irresponsable de
la salud pública en tiempos del virus, su actitud machista, su nepotismo, su irresponsabilidad
ciudadana como pagador de impuestos, etc.
Por todo
ello, pienso que mi rechazo a Trump tiene mayor rango moral que mi aceptación
de tal persona porque sea “bueno” con mi país. Hace años le critiqué a un amigo
que fuera tan obsequioso con Lusinchi en medio del escándalo del control de
cambios y me respondió: “Tengo que serlo, él me mandó a poner un teléfono en mi
finca”. Esa no es mi medida de la
lealtad. Somos venezolanos, sí, pero somos ciudadanos del planeta, el único que
tenemos. O trabajamos por el planeta o nos hundimos todos. Nuestros deseos y
objetivos parroquiales tienen un rango menor al destino de la humanidad.
Bastantes
de los comentarios que recibo por esta postura son duros, aún de gente con
quien he tenido buenos y antiguos lazos de amistad. No todos los comentarios
adversos son agresivos, pero todos muestran sorpresa por mi postura en ambos
ejemplos arriba descritos. Por eso, pienso que es conveniente continuar explicando las razones de mi postura. Me
resisto a actuar en base a la pasión o al fanatismo.
El
coraje moral exige el apego a nuestras convicciones, no importan las
consecuencias.
Solo a Leopoldo López se le ocurre asociarse con Vladimir Padrino y el
ResponderEliminarmelcocho del Maikel Moreno para "gobernar en tándem".
A Venezuela le tocó riquezas pero con todos estos bicharracos salía mejor
no tenerlas.
Humberto Acosta
Belo Horizonte.
Maduro debe estar ligando que monten a Biden ya que así ahora si es verdad que va a tener un gran chance de negociar con el futuro "presidente"; ya sabemos que el actual lo que tiene es unas ganas de echárselo po'el pico.
ResponderEliminarSi Maduro sabe jugárselas bién entonces tiene chance de sobrevivir, por lo menos durante los próximos cuatro años; el nuevo gobierno gringo de los demócratas son tipejos que adoran a los gobiernos sucialistas.
El presidente se llama Donald no Daniel
ResponderEliminarEs verdad. Mis excusas.
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