A principios de 1983 estaba yo en
Harvard, como Investigador Asociado en el Centro de Estudios internacionales (Fellow),
terminando de escribir un libro sobre la Nacionalización de la Industria Petrolera
venezolana (publicado por Lexington Books, 1993, 1994). En esos días recibí una
llamada de un funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo, basado en
Washington, quien me dijo que el banco estaba interesado en entrevistarme para
una posición de Especialista en Energía, la cual sería llenada por concurso.
Como yo estaba listo para reintegrarme a lo que en Harvard llaman “la vida
real”, accedí a la entrevista, la cual
se realizó poco después y fue seguida por dos entrevistas adicionales. Lo cierto es que gané el concurso, al cual
asistieron unos 50 candidatos y se me ofreció la posición. En el BID permanecí
por seis años, hasta mi regreso a Venezuela en 1989, cuando decidí,
erróneamente, que Venezuela me necesitaba.
Esos años en Washington fueron
maravillosos. Con el producto de la venta de nuestra casa en Caracas pudimos
adquirir una casa en la zona de Bethesda, suburbio de la capital, en una
pequeña calle ciega llena de árboles y rodeada de jardines primorosos llamada
Kenfield Court. Poco a poco fui conociendo a la colonia venezolana de aquellos
años, comenzando por la familia del Dr. Matheus (+), quien se hizo nuestro
médico y los venezolanos del Banco,
entre ellos Tomás Rodríguez Müller, Armando Chuecos, Kenneth Mathison (+), Antonio
Vives, Carlos González Naranjo (+), Noemí Peschard, Aracelis León, Maritza
Izaguirre, Guillermo Pimentel (+) y algunos otros compatriotas que se me
escapan de la memoria. Hice amistades con todos ellos que han durado muchos
años, ahora consolidadas y aumentadas con nuevas amistades hechas durante mi
actual etapa en la zona de Washington, esta vez una etapa sin regreso.
En aquellos años de la década de 1980 también
frecuenté a dos venezolanos excepcionales, quienes se encontraban en Washington
en actividades relacionadas con el Fondo Monetario Internacional: Mauricio
García Araujo (+) y César Egaña Pietersz. Ellos vivían relativamente cerca de
mi nuevo hogar y comencé a visitarlos en sus casas. Mi esposa Marianela se hizo muy amiga de
Irene, la esposa de Mauricio y de Berta,
la esposa de César, una amistad que se hizo muy estrecha e incluyó a todos los
miembros de nuestras familias, una vigorosa y bella amistad que continúa hoy .
Comencé a ir con frecuencia a la casa de
César Egaña, la cual estaba a unas 10 cuadras de la mía. En esa primavera de
1983 caminábamos juntos, conversando de
todo un poco, compartiendo nuestra admiración por los cerezos en flor que
proliferaban en la zona. César era hijo de Corina Pietersz Rincón, descendiente
de familias de Maracaibo y Trujillo, y de un notable venezolano, el Dr. Manuel
Egaña (1900-1985), de destacada actuación en los primeros años de la democracia
venezolana post gomecista en el campo de la legislación y políticas petroleras.
César era uno de siete hijos de la
familia. Estaba casado con Berta Toro, a quien rápidamente comenzamos a llamar
Bertica.
Estar con los Egaña era una fiesta. Berta
mostraba un sentido del humor muy fino y César, siempre sonriente, le llevaba
la corriente. Era difícil estar con ellos sin reír alegremente. De aquellas
caminatas con César recuerdo su amor por el campo venezolano, por la gente de
nuestra provincia. Su padre era llanero, creo que nacido en Zaraza y César
tenía una finca, no sé si en esa zona, en la cual pensaba constantemente y
adonde viajaba a cada posible oportunidad.
César era un economista y su amor era el
agro y la agroindustria. A su regreso a Venezuela se dedicó a esta actividad y,
además de trabajar su finca, fue gerente
general de INDULAC durante la década de 1990, así como asesor de varias
empresas del sector.
En una ocasión, hablando de música, le
comenté que me gustaba mucho la Fuga Criolla de Juan Bautista Plaza. César me
comentó que el compositor era tío político suyo, casado con la pianista Nolita
Pietersz Rincón, hermana de su mamá, Corina.
Ah, le dije: “entonces eres primo de
Gonzalo Plaza, un gran caballero”. El
mundo venezolano es ( o era) pequeño y estrechamente interconectado.
Con los Egaña y García Araujo pasamos numerosos
momentos agradables. En especial
recuerdo una noche de navidad en casa de
Mauricio García Araujo, celebrada en medio de una nevada espectacular. Esa
noche andábamos con nuestro primer nieto, a quien llevábamos en una cesta, de
meses de nacido.
Fue una noche de navidad nórdica
enriquecida con los ingredientes de cordialidad, olor y sabor de hallacas y pan
de jamón de nuestra patria.
Regresamos a Venezuela y seguimos en
contacto con nuestros buenos amigos hechos en Washington. Tuvimos varias
ocasiones para reanudar nuestra amistad, la sal de la vida.
Acabo de recibir la triste noticia del fallecimiento de
César en Caracas.
Cerré los ojos por un instante y lo vi
tan joven y tan alegre como solía verlo en nuestras caminatas de 1983, siempre
sonreído. Era un hombre cordial, con esa cordialidad de los venezolanos
mejores.
Pasé muchos años sin verlos, a César y
Bertica, pero nunca dejamos de estar en contacto. En especial, Marianela y Bertica
se hablaban con mucha frecuencia por internet, una amistad que solo la muerte
de Marianela pudo interrumpir.
Dejo aquí un emocionado recuerdo para mi
querido César, el cordial César de mis primer año en Washington, tan bondadoso
y tan venezolano en el mejor de los sentidos. Esa primavera fue para nosotros
inolvidable, los cerezos, el sol radiante, el calor venezolano de las familias
Egaña y García Araujo.
Ahora, con la partida de Marianela, sé,
queridos Egaña, que no hay recuerdo -
por más dulce que sea - que pueda
llenar el vacío de la ausencia. Sé que la ausencia de César les dejará un vacío
imposible de llenar.
Un
estrecho abrazo solidario para Bertica y sus hijos e hijas, una familia ejemplar,
a la cual llevamos en el corazón.
Los Egaña son todos originarios de Zaraza. Allí en el campo venezolano hay muchos todavía sobreviviendo al chavismo.
ResponderEliminarAunque no es fácil para los productores. Arruinados a más no poder por esta hecatombe.
QEPD César.
Tu Amigo,
Humberto Acosta.
Belo Horizonte.
Brasil.
ResponderEliminarQue de gratos recuerdos. QEPD.
Sentido pésame para tí también.
MT