Hoy fui al bello cementerio del condado
de Fairfax, Fairfax Memorial Park, a visitar a mi querida Marianela, que hoy
cumpliría 86 años y quien falleció en Julio del año pasado. Fui con mi hija
Corina a llevarle flores y a llorar frente a su tumba, como lo hago todavía
casi todos los días.
En ese sitio tan apacible, lleno de
árboles majestuosos, de flores, de césped muy verde, acariciado hoy por una
suave brisa precursora del verano, sentí en su plena majestad la fuerza de la naturaleza,
sentí ser una parte muy pequeña de ella. Estuve rodeado por el vigoroso canto
de las chicharras, ese canto que podría ser estruendoso pero que lo escuché
como lo que es realmente, un canto al amor. Es la llamada de la chicharra a la
pareja, una llamada que es un canto a la vida y, a la vez, un canto de
despedida. Las chicharras salen, se aparean y mueren, todo en breves 10 a 15
horas.
Pensé que, en la casi infinita escala
cósmica, nuestro canto de amor humano es también muy breve. Marianela y yo
tuvimos 62 años juntos, años de casi total felicidad, basados en el diario y
constante compartir. Pero, ahora que ella ya no está conmigo me parece que esos
62 años fueron demasiado breves. Y por eso lloro su ausencia.
De regreso a casa, en el auto, oigo en
la radio a Pavarotti, con su bellísima voz, cantando el aria de “Turandot” que
lo hizo aún más famoso: Nessum Dorma.
Nessum Dorma
Nessum Dorma
Tu pure, O, Principessa
Es un canto contra la muerte: que nadie
duerma…. Es un canto que anuncia la victoria al despuntar del alba. Pero no es
Pavarotti a quien escucho, es a su voz. Pavarotti también se nos ha ido.
Lo que canta Pavarotti es como el canto
de la chicharra. Y, ese canto me hace llorar, porque es también una canción de
amor y de vida, un noble desafío a la muerte.
Que nadie duerma, canta quien ya está dormido.
Me ha pasado que pienso últimamente en algo, Por algún extraño designio no sabe uno por qué los malvados, algunos en Venezuela, siguen tan campantes deshaciendo y fregando mientras los buenos se nos van. Inexplicable.
ResponderEliminar
ResponderEliminarNuevamente mis condolencias por la ausencia de Marianela.
Lo único que mitiga el dolor es pensar en los buenos recuerdos y mantenerte activo.
Marianela que en paz descanses.
MT