Hay caminos y hay huellas en el camino. Pero mientras el camino existe en
lo físico, las huellas esencialmente pertenecen
al mundo de la mente y se comienzan a borrar casi desde el primer momento en
que se hacen, aún la de aquellas personas que han dejado una profunda impresión
en nuestros corazones.
Advierto, al menos, cuatro categorías
de huellas que dejan los seres desaparecidos: sentimental, social, histórica y
geológica
La Huella sentimental
Este es el tipo de huella más profundo pero, tristemente, el de más corta
duración. Su intensidad depende de las características
personales de quien la deja, del grado de impresión que haya producido entre
quienes lo conocieron y el tipo de
relación que haya mantenido con quien le sobrevive. Es dejada por la madre ejemplar,
la noble esposa, el padre o el amigo digno y recto, la generada por un gran
amor. Esta es una huella muy hermosa, muy
intensa, la cual reside en el corazón de quienes amaron a la persona que ha
dejado de existir, pero es de muy breve duración, limitada por la existencia de
los miembros íntimos de su entorno, a lo sumo una a dos generaciones. Es la
huella que deja el inolvidable e
irremplazable cónyuge, los padres, abuelos y el amigo entrañable. Es una huella de gran
fuerza íntima. Una vez su entorno íntimo,
la que guarda su huella, va desapareciendo, la persona muere por segunda vez,
esta vez de manera más definitiva. Para
las generaciones posteriores la huella se hace incierta y frágil, como la estela de un pequeño bote que desaparece en
el océano infinito o como los granos de arena de la playa que son cubiertos por
nuevos sedimentos acarreados por los ríos.
La Huella Social
Es la generada por una vida que tuvo un impacto colectivo en la sociedad a
la cual la persona ausente perteneció, destacado (a) en las actividades
políticas, artísticas, literarias o científicas. Es el gran poeta, el médico
que salvó vidas, el (la) atleta excepcional. Hay hospitales, plazas en los
pequeños pueblos o calles que llevan sus nombres. La sociedad de la cual formó parte lo (la)
reconoce con especial afecto. Esta es una huella que dura varias generaciones,
entre cuarenta o más años, pero se va
difuminando en el tiempo hasta que, a lo sumo, unos cien años después su
memoria se pierde y es remplazada por otras más recientes, de similar prestancia.
La Huella Histórica
Esta es la huella que imprimen los héroes de una sociedad, hombres y mujeres quienes han modificado el
curso de la historia en sus comunidades y países. Han descubierto un remedio
contra el cáncer, han ido a la Luna, han
sacado a sus países de la miseria o los han liberado del yugo extranjero, han descubierto nuevos mundos, han escrito
epopeyas. Son recordados (adas) por centurias,
es decir, por porciones importantes del tiempo histórico, el cual puede llegar
a medirse en miles de años. Pero, algo pasa con su memoria en el curso del
tiempo, que se van transformando en leyenda o se van relegando a polvorientos textos
de historia o se refieren, cada vez más, a los hechos que ellos protagonizaron
y no a la persona que él o ella fueron. Sus figuras se van idealizando, lo cual
equivale, en cierta forma, al olvido de la persona, a su transmutación en monumento.
LA HUELLA GEOLÓGICA
Finalmente, hay una huella geológica, de la cual el ser humano apenas
participa, ya que solo llegó a la escena hace un “minuto” del reloj geológico
de 24 horas. Aunque los primates, los primeros antecesores del hombre, se conocen
desde el cretácico - unos 80 millones de
años - y los primeros antropoides datan de unos 2.5 millones de años, del
paleolítico inferior, los primeros
indicios del Homo sapiens apenas surgen
desde unos 300.000 años. Los restos
fosilizados de estos antecesores representan su huella pero es una huella de la
especie, no del individuo. Tengo en mi mesa de trabajo un trilobites fosilizado
que debe tener entre 350 y 380 millones de años. Solo puedo llamarlo trilobites,
su nombre filogénico. No sé “quién” era, donde andaba, quienes fueron sus
compañeros, que hizo en su vida. No tiene
huella histórica, social o sentimental.
La huella imborrable es una aspiración humana, bella pero imposible, como
lo es el mismo sentido de la vida.
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