PEMEX siempre ha sido una carga financiera para los
gobiernos y un reducto de corrupción en el estado
mexicano. Todos los intentos de colocar la industria petrolera mexicana en un
plano comercial racional, en el cual pueda ser financieramente viable y pueda
hacer efectivos aportes a la Nación, se han estrellado en contra de la muralla
ideológica construida desde los años de Lázaro Cárdenas. Hoy en día aquella
actitud patriotera de Cárdenas que dio origen al desastre ha sido recogida y
amplificada por Andrés Manuel López Obrador, quien ha decidido hacer de la
industria petrolera mexicana un monopolio de PEMEX. En efecto, de la declinante
producción petrolera de México de unos 1,6 millones de barriles diarios, el 97%
ya es generado por PEMEX y solo el 3% por el sector privado. López Obrador,
populista de izquierda, comparte la suicida política de estatización de la
industria petrolera que ha mantenido en la mediocridad y la corrupción a las
empresas petroleras del estado en Venezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia y
Perú.
El cuadro financiero que presenta PEMEX es desolador. Presenta
una deuda corporativa del orden de los $115.000 millones. La deuda con las 520
empresas proveedoras subió dramáticamente en un 41% durante el último año,
colocándose en unos $U.S. 15.000 millones, lo cual amenaza seriamente a todo el
sector industrial mexicano. En lugar de racionalizar la actividad petrolera en
el país López Obrador ha decidido pagar parte de la deuda de PEMEX con inyección
de dinero del estado. Durante este año le inyectará a PEMEX unos $6.200.000
para pagar deuda.
Pero eso no es todo. López Obrador ha decidido rebajar la
carga impositiva a PEMEX de manera significativa, al pasar el Derecho de Utilidad Compartida de una tasa del 54% al 40%. Por supuesto que ello aliviará
la situación de la empresa pero ello será a costa de una disminución dramática
en los ingresos del gobierno. Ahora, en vez de que PEMEX se endeude
directamente, el gobierno tendrá que endeudarse por la empresa. López Obrador
dice que esto es positivo porque el gobierno pagará menos intereses por
endeudarse que los que PEMEX debe pagar.
López Obrador confirmó que el esquema de refinanciamiento
de PEMEX por parte del estado será estable en el tiempo y que desea utilizar
dinero obtenido del Fondo Monetario Internacional para financiar la deuda de
PEMEX. Esencialmente eso significa la utilización de parte de las reservas
internacionales de México para pagar deuda petrolera, algo que va en contra de
todos los objetivos financieros racionales que debería perseguir un país.
Estos subsidios por la vía impositiva y préstamos
puntuales no van a resolver el problema de la deuda petrolera de PEMEX, el cual
no es de coyuntura sino estructural. Es decir, PEMEX, la empresa petrolera
estatal de México no es viable porque se maneja como bandera ideológica y no
como una empresa comercial.
Esta es la misma tragedia que ha arruinado a PDVSA, aunque
el colapso de la empresa venezolana ha sido mucho más terrible, debido a la
extrema corrupción e incompetencia de quienes han sido colocados en sus posiciones
de dirección durante los últimos 18 años.
México y Venezuela: Los dos gigantes petroleros
latinoamericanos fueron condenados a la ruina y a la prostitución gerencial por
culpa del gran complejo de inferioridad que animó y anima a populistas de izquierda como Hugo Chávez y
Andrés Manuel López Obrador.
Y ya Perú
tiene su López Obradorcito.
Complejos de inferioridad que pagan los pueblos con hambre y miseria. ¿Han visto y oído ustedes al nuevo presidente del Perú? ¿Cómo es posible que “eso” pueda ser presidente de un país o, apenas, de una junta de condominio? Ya anunció la intervención del gas de Camisea, porque –dice- quiere “comprar ese pleito”.
Ya veremos lo que pasa.
Afortunadamente para los guyaneses, ya se están asesorando con sus padrinos británicos para no cometer las tonterías que Chávez cometió y asegurarse un futuro con apenas 700.000 habitantes. Será un nuevo Emirato. Ojalá que los guyaneses pongan barba en remojo.
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