La lectura del estupendo libro de Marco Tulio Brunicelli,
ver: https://www.amazon.com/-/es/Marco-Tulio-Bruni-Celli/dp/9804250713 sobre el 24 de Noviembre de 1948 - día en el cual los militares venezolanos
tumbaron al primer presidente electo por voto directo, Rómulo Gallegos - me ha
llevado a reflexionar sobre nuestro problema
de fondo, si es que ello es posible de
identificar. Cuando Gallegos fue derrocado, poca gente en el exterior pudo
comprender ese acto. Se trataba de un novelista de fama continental, un
educador de prestigio, un hombre admirado por sus compatriotas por su
verticalidad. Fue desalojado de la presidencia por el grupo de militares que
tres años ya habían conspirado para derrocar
a otro presidente democrático, Isaías Medina Angarita.
Nos resulta difícil comprender como el primer gabinete
ministerial formado después de este manotazo de gorilas fuese integrado por venezolanos de gran prestigio intelectual y cívico
como Pedro Ignacio Aguerrevere, Augusto Mijares, Antonio Martín Araujo, Amenodoro
Rangel Lamus, Luis Emilio Gómez Ruiz, compartiendo la dirección del nuevo
gobierno con los militares golpistas Marcos Pérez Jiménez, Carlos Delgado
Chalbaud y Luis Felipe Llovera Páez. Entre los gobernadores nombrados por los militares
se encontraban José Giacopini Zárrraga, Santiago Ochoa Briceño, Julio César
Vargas y otros. El primer embajador del gobierno golpista en Washington fue
nada menos que José Rafael Pocaterra, admirado por su postura aguerrida frente
a la dictadura de Juan Vicente Gómez.
No menos sorprendentes fueron las razones que se
utilizaron para explicar y justificar el golpe contra Gallegos. Entre ellas, se
mencionaban:
·
Que Rómulo Gallegos carecía de la astucia necesaria para negociar con los golpistas,
·
Que Gallegos se
mostró demasiado apegado a los principios,
·
Que Gallegos fue inflexible al negarse a aceptar un pliego
de peticiones de los militares golpistas
y por pensar que el sector militar debía ser un cuerpo obediente a las
autoridades civiles elegidas por el pueblo.
En el idioma vulgar que suele utilizarse en la política venezolana se dijo que el presidente Gallegos
fue derrocado porque “le faltó burdel”. Dos prominentes venezolanos quienes
fueron testigos y actores del triste evento como José Giacopini Zárraga y Carlos Andrés Pérez, citados
por Bruni Celli, coincidieron en pensar que el presidente ha debido negociar con los golpistas,
a fin de sobrevivir en la presidencia. No negaban que la actitud de Rómulo Gallegos había sido digna y acorde con ética y principios, sino que tal actitud “no era
realista”. Gallegos no fue defendido por
casi nadie en Venezuela y apenas el jefe de la guarnición de Maracay, Gómez
Arellano, quiso apoyarlo con las armas pero nadie más movió un dedo.
Muchos años antes, en 1835, algo similar le había
sucedido al Dr. José María Vargas,
ilustre médico venezolano, quien duró poco tiempo en la presidencia para la
cual había sido elegido como primer presidente civil, antes de ser despojado de su investidura por
un golpe militar.
Muchos años después, cuando el militar golpista Hugo
Chávez fue derrotado en un intento de golpe muy cruento contra el presidente
democrático Carlos Andrés Pérez, el siguiente presidente, Rafael Caldera, sobreseyó su causa, “atendiendo
a la petición que le hicieran muchos demócratas”, como si la suerte de Chávez se tratara de un
concurso de popularidad y no una acción criminal punible de acuerdo a nuestras
leyes. Más tarde, cuando Caldera entregó
la presidencia a un Chávez quien violó su juramento de lealtad a la
constitución, al definirla como “agonizante”, el gran
civilista que había sido uno de los padres de esa constitución - bajó la cabeza en silencio. Después de esta
bochornosa inauguración, instituciones
del estado, así como destacados demócratas venezolanos quienes luego serían víctimas del régimen
chavista, le firmaron cheques políticos en blanco al nuevo autócrata.
Y hoy día, bajo la dictadura cruel, ignorante y rapaz de
Nicolás Maduro, alumno y sucesor de Chávez por decisión de los
cubanos, hemos visto a muchos venezolanos que militaban, o decían militar en
las filas de la democracia, aceptar pasivamente y, algunos, hasta de manera entusiasta, una
coexistencia pacífica con el régimen forajido, argumentando la necesidad de
aliviar el sufrimiento de los venezolanos.
Esta cobardía cívica, este abandono de los principios por
parte de élites y liderazgos que observamos hoy no es algo nuevo sino que ha
sido parte integral de nuestra historia
republicana, como es fácilmente comprobable. Por ello Andrés Eloy Blanco se
refería a Venezuela como “La que algo
tiene y nadie sabe dónde/ si en la leche, en la sangre o la placenta/que el
hijo vil se le eterniza adentro, y el hijo grande se le muere afuera”.
¿Qué es lo que le pasa a nuestra sociedad venezolana? ¿Por
qué nos mostramos incapaces, una y otra vez, de actuar en defensa de valores y
de principios que todos dicen atesorar, pero que pocos ponen en práctica? La
palabra que se me viene a la mente para definir este fenómeno es estanflación, no en su sentido económico
sino en el sentido metafórico de una aflicción del alma. En economía la estanflación
es un proceso en el cual el país sufre, al mismo tiempo, de estancamiento
económico y de inflación. En sentido figurado utilizo este término como el equivalente
social de una combinación de narcisismo (inflación) y baja autoestima (estancamiento colectivo). Somos narcisistas a título individual pero tenemos
una pobre opinión de nuestra sociedad.
Los venezolanos nos vemos en el espejo con aprobación y
es por ello que la búsqueda de la eterna juventud por la vía de la cirugía
plástica florece entre nosotros. Abundan nuestros testimonios sobre lo bueno
que es vivir en el más bello país del mundo, el país de las mujeres más bellas
del mundo, el país que le dio la arepa a la humanidad, donde están situados el
salto más alto, el rio más largo, el pico más empinado, el hielo más frío. Y, sobre todo, ser el país de Bolívar, donde
todo lleva su nombre: autopistas, aeropuertos, orquestas sinfónicas, becas,
premios, montañas, plazas, complejos arquitectónicos, la moneda, las revoluciones,
hasta la misma república bolivariana
de Venezuela.
Son pocos quienes se detienen a pensar que es necesario
ser más discretos y menos incestuosos en nuestra adoración, porque en todos los
países hay bellezas parecidas y hasta iguales o superiores a la nuestras,
porque todos los países tienen sus héroes y en muchos de ellos existen logros
científicos y artísticos que exceden los nuestros.
Aún en los momentos más difíciles de nuestra vida como
sociedad, como sucede actualmente, nos sentimos inmersos en una burbuja de
auto-complacencia.
Pero, al mismo tiempo que exhibimos este narcisismo que
nos ha hecho “los más felices”, según
algunas encuestas a nivel mundial, parece inocultable que nuestra sociedad
exhibe un bajo nivel de auto-estima. La consigna de muchos venezolanos parece
ser: “Yo soy chévere pero el país no sirve”. En esa dicotomía destructiva transcurren las
vidas de muchos venezolanos. A nivel individual
nos vemos como un crisol de virtudes, al
mismo tiempo que pensamos que como sociedad somos mediocres y estamos condenados
a permanecer chapoteando en el pantano de los segundones.
Por ello, la consigna parece ser: sálvese quien pueda. La
aspiración al bienestar individual, la cual es justa, va frecuentemente
acompañada de una actitud egoísta, según la cual el bienestar colectivo no
interesa, siempre y cuando nosotros estemos bien. Como resultado los principios
pasan a un segundo plano, dando paso al excesivo pragmatismo y a la racionalización
de las entregas éticas. Se piensa que “está bien ceder algo para obtener lo
deseado” y que ese algo siempre es pequeño.
Nuestra historia sugiere que esa ha sido con demasiada
frecuencia nuestra actitud colectiva, sin que ello signifique que no hemos
tenido nuestros puros de alma, héroes cívicos a lo Vargas y a lo Gallegos, quienes
han mostrado al país actitudes dignas de ser imitadas por el colectivo, hermosas
banderas que cayeron al suelo porque no hubo suficiente gente de coraje que las
recogiera.
Demasiados venezolanos han llegado a pensar que es
aceptable comprar el bienestar individual al alto precio de la entrega de los principios
y del abandono de lo que les enseñaron en el hogar y en la escuela. Con esta
carga invertebrada el país no tiene esperanzas de verdadera recuperación, la
cual solo será posible cuando los valores y los principios de la sociedad
lleguen a pesar más que los intereses a corto plazo de las élites, tanto las que están adentro del círculo de poder como las
que están tratando de entrar a cualquier precio.
Es hora de
comenzar a actuar a lo largo de las siguientes líneas:
NO ACEPTAR LA COEXISTENCIA CON EL RÉGIMEN DICTATORIAL E
IR A LA RESISTENCIA CIVIL, LA CUAL PUEDE SER EXPRESADA DE MÚLTIPLES MANERAS
DENUNCIAR ANTE EL MUNDO LOS CRÍMENES Y ROBOS DEL REGIMEN CHAVISTA
RECHAZAR LA FUERZA ARMADA COMO CÓMPLICE DEL GOBIERNO
FORAJIDO
HONRAR NUESTROS HÉROES CIVILES, ELLOS SON LA BASE FIRME
DE UNA SOCIEDAD
REPETIR COMO UN MANTRA QUE LA POLÍTICA ESTÁ SUJETA A LAS
REGLAS UNIVERSALES DE LA ÉTICA, NO TIENE SU PROPIA “ÉTICA”.
Esto que nos escribe Gustavo Coronel me hace recordar
ResponderEliminarlo que le dijo Jorge Giordani a Guaicaipuró Lameda:
"general Lameda, aquí el que no entiende nada es Usted, déjele de dar
consejos a Chávez para mejorar la situación de pdvsa,
aquí lo que necesitamos es que la gente sea cada vez más
y más pobre, porque los pobres son los que votan por nosotros, nos mantienen
aquí sabroso gozando todo este Poder y nuestros privilegios para siempre,
porque si los tenemos pobres entonces vivirán con las esperanzas de que
nosotros algún día los vamos a ayudar, pero si de pobres entonces pasan
a ser clase media se nos voltean y allí sí es verdad que no vamos a poder seguir
nuestra revolución, tenemos que crear más pobres para que la primera generación
resista y por ley natural se muera, la segunda se acostumbre a nosotros y
la tercera ya vea totalmente normal que nosotros estemos en el poder
y perdure nuestro modelo comunista para siempre".
No tienen idea del daño q ellos mismos se hacen por apoyar y darle fuerza a esa ideologia detructiva y cruel del comunismo
ResponderEliminarNo tienen perdón de Dios. No reacionan, ni siquiera porque sus familiares también son afectados por la situación. Muy triste.
ResponderEliminarAparte de la dañina mentalidad del "cheverísmo" de los venezolanos, de creerse que son "chéveres", que lo demás es inferior, lo cual menciona el autor del articulo, el problema también es que el gobierno hizo suyo la frase acuñada por el dictador Soviético Joseph Stalin quien dijo algo así como " .. lo que en verdad importa no es quien vota sino los que cuentan los votos ... " Ello es valido cuando era la Unión Soviética, y también lo es acá en Venezuela y hasta en el mismo Estados Unidos ...
ResponderEliminarMuy triste, pero la explicacion esta muy clara.....la gente es quien tiene que manifestar y vivir, con principios, etica y valores....en Venezuela y en cualquier parte...porque ya estamos viendo el proble en otros países.
ResponderEliminarSi no hay una reacción colectiva, un ponerse de pie, Venezuela no tiene futuro diferente al presente que estammos viviendo, un presente de sobrevivencia a duras penas, esperando el CLAP y el pernil de diciembre.
ResponderEliminarEs este el destino de nuestro pueblo? esto seería muy triste. Hay que rebelarse. En mi escrito arriba esbozo algunas de las maneras de manifestar nuestra rebelión. Debe haber otras.