Lago de Maracaibo, perforando un pozo
Décimo
viaje a Serendipia
HOTEL LAGUNILLAS, 3 a.m. de un día de Julio,
1963.
ENCUENTRO QUE CAMBIÓ MI VIDA
En
mi narración anterior describí las circunstancias que me llevaron a Lagunillas,
prácticamente a comenzar de nuevo mi carrera en SHEL, después de estar seis
años en el Departamento de Exploración. Al cabo de seis meses en Lagunillas
logré convertirme en un buen ingeniero de operaciones lacustres, ayudado por un
grupo de compañeros maravillosos, casi todos más jóvenes que yo.
Mi
trabajo me llevaba al Lago con frecuencia, a todas horas, cada vez que un pozo
estaba cercano a la profundidad final y debía ser evaluado y completado como
productor, o abandonado por no presentar indicios de petróleo comercial. A cualquier
hora del día o de la noche mi presencia podía ser requerida en la gabarra de
perforación, para lo cual llamaba al servicio de helicópteros. En varias
ocasiones debí llegar a una gabarra situada en el centro del lago o regresar a
tierra en aquellas frágiles burbujas voladoras, bajo una tormenta, con el
relámpago del Catatumbo rompiendo la negrura de la noche por segundos. Me
sentía orgulloso de hacer ese trabajo sabiendo que, mientras Venezuela dormía plácidamente,
estábamos generando la riqueza que le daba a la nación el ingreso necesario
para que pudiese atender debidamente a sus ciudadanos.
Una
madrugada de 1963, después de supervisar la completación de un pozo, regresaba del
lago muy cansado, con la ropa manchada de barro y aceite. Me dirigía a mi
habitación del Hotel Lagunillas (aún no tenía una casa en el campo y Marianela
y mis dos hijos vivían en Maracaibo con mis suegros). Entré al hotel en el
momento en el cual venía saliendo una pareja vestida de etiqueta, él de
elegante smoking tropical, ella – muy bella – de traje largo y fumando un
delgado tabaco. El contraste no podía ser más grande entre la pareja tan
acicalada y mi facha. Nos encontramos
frente a frente y el señor dijo: “Me reconforta saber que hay alguien
trabajando en la empresa mientras nosotros estamos de fiesta, ¿cómo es su
nombre”?
“Gustavo
Coronel”, le respondí. “”Soy geólogo de la empresa y vengo del lago”. La bella mujer me preguntó: “¿fue a atender al
nacimiento de un nuevo bebé”? Y le dije, sonriendo: “Así fue, señora”.
Nos
dimos las buenas noches y cada quien siguió su camino. Si hubiera entrado al
hotel cinco minutos antes o cinco minutos después, nunca me hubieran
visto.
Pero,
nos encontramos y ello cambió mi vida. Como supe después, me había encontrado
con C.C. Pocock y su esposa Nina. Pocock era ya vicepresidente de Shell
Venezuela e iría, eventualmente, a ser presidente de la empresa y el presidente
mundial (CEO) de Shell. Cuando nos encontramos estaba pasando una semana de
familiarización con las operaciones de producción de la empresa.
Un par de días después me llamó Raiza Prado,
quien era la asistente del Gerente General de Lagunillas, y me dijo que el Sr.
Pockock deseaba verme. Al llegar a la oficina Raiza me dijo: “Tiene como media
hora leyendo tu archivo y riéndose a carcajadas”.
Al
sentarme a hablar con Pocock me preguntó por mi carrera y como me sentía en la
empresa. Yo le dije que me sentía bien, que había tenido un contratiempo en la empresa y
había sido enviado a Lagunillas, lo cual él ya sabía por haber leído mi
archivo. Me preguntó si pensaba que mi salario era el adecuado y le respondí
que era un poco bajo, al compararlo con los de mis colegas de menor experiencia.
Un
poco después de esta reunión Pocock me llamó de nuevo a su oficina para
informarme que mi nuevo salario sería un 25% mayor del que tenía en ese momento
y para preguntarme si yo estaría dispuesto a ir a trabajar con la empresa en
Balikpapan. Yo respondí, agradeciendo el
aumento sustancial de remuneración y preguntando, “donde queda Balikpapan”?
El
Sr. Pocock me explicó: “Balikpapan está en Kalimantan, nombre que Indonesia a
su porción de la isla de Borneo. Allí tenemos un campo petrolero a unos 50
kilómetros de la costa, llamado Tandjung, donde producimos unos 60.000 barriles
diarios de petróleo muy parafinico. Transportamos ese petróleo por oleoducto a
Balikpapan donde está la oficina principal y donde tenemos una refinería. Es
una producción que tiene excelente demanda y que no queremos perder de exportar.
Sukarno está expulsando a todo nuestro personal holandés e inglés y el partido
comunista de la isla amenaza con tomar nuestras instalaciones. Estamos estructurando
un equipo de expertos de múltiples nacionalidades – sonrió levemente - una
especie de legión extranjera, para manejar el campo y mantener la exportación
de nuestros productos. Si usted, Gustavo, acepta ir, sería nuestro gerente de geología
de producción en Kalimantan, a cargo de manejar todo lo referente a su
especialidad. Tendría un staff de cuatro geólogos indonesios como sus
colaboradores y estamos dispuestos a
ofrecerle un paquete de remuneración cuatro veces mayor de lo que usted tiene
en este momento, además de darle una promoción al nivel gerencial. “Debo añadir – continuó Pocock - que si acepta ir tendría que ser solo, al
menos por un período de tiempo que no podemos precisar aún, porque la situación
allá es delicada. No sabemos quién está realmente en el poder en Balikapan. La empresa
le pediría firmar una carta eximiéndola de toda responsabilidad por lo que
pueda sucederle en Indonesia y le aconsejará hacer un testamento y dejarlo en poder
de la familia”.
Prometí
pensarlo y me fui a Maracaibo, a compartir todo aquello con Marianela.
Esperando el ferry (aún no existía el puente), trataba de digerir todo aquello
y pensaba:
Balikpapan está cerca de Bali, ¿estará por allí todavía Dorothy Lamour?
Para
ir allá hay que pasar por Hong Kong, una de las ciudades más atractivas del
planeta y más exótica del planeta.
Y también
pensaba: “es muy peligroso. ¿Valdrá la pena?
Tendré que estar sin la familia por un tiempo indefinido. ¿Qué pasa si
digo que no, que futuro puedo esperar en la empresa si me niego a ayudarla en
esta crisis?
Al
llegar a Maracaibo me senté con Marianela y entre los dos tomamos la decisión
de irme a Indonesia, en las condiciones estipuladas, sabiendo los riesgos y en
vista de los posibles beneficios. Después supe que, de las 15-20 personas en
Venezuela a quienes SHELL propuso el viaje, solo cuatro aceptamos: Frank Rubio,
Roberto Rodríguez, Emmanuel Valbuena y yo. Frank falleció hace algunos años y
nunca más he podido contactar a Roberto y a Emmanuel. Nos fuimos a Indonesia y no exagero al decir
que, durante nuestra estadía allá, experimentamos
algunas aventuras de vida o muerte. Sin embargo, al cabo de un año, la situación en Indonesia mejoró y nuestras familias pudieron reunirse con
nosotros. En mi novela “El Petróleo viene de La Luna”, la cual puede leerse
gratuitamente en www.armasdecoronel.com, dedico un capítulo a la estadía en Indonesia.
Mi
comportamiento en Balikpapan recibió elogios de mis supervisores y, cuando regresé
a Venezuela, ya mi carrera ascendente en SHELL estaba pre-determinada. Sería
llevado gradualmente a director de la empresa o, eventualmente, su presidente,
ya que mi potencial fue definido como
“U”, es decir, ilimitado.
Durante
mi estadía en Indonesia había ahorrado casi todo mi dinero y pude regresar a
Maracaibo con unos U.S. $120.000, los cuales nos sirvieron para viajar por dos
meses por Asia, Hawái y California y, al llegar a Venezuela, construir nuestra
primera casa en Maracaibo.
El
encuentro con Pocock y su esposa en Lagunillas ciertamente cambió mi vida.
Luego vendrían otras experiencias, algunas aún más maravillosas. Ese encuentro fortuito
con los Pocock quizás no fue tan fortuito. Sucedió porque yo había aceptado
previamente ir a Lagunillas, al enfrentar abiertamente mis debilidades y había
decidido pagar el precio de mejorarlas. Creo
que esas decisiones me llevaron a ese encuentro en el hotel Lagunillas, a las
tres de una madrugada de 1963, un encuentro que cambió mi vida.
Walt Whitman escribió: “Now voyager sail thou
forth to seek and find”.
Ahora, viajero, anda a
navegar, a buscar y a encontrar”.
Hay una tremenda película llamada "The Year of Living Dangerously" que narra la caída de
ResponderEliminarquién en ese entonces gobernaba Indonesia, Sukarno (Kusno Sosrodihardjo). Como líder de aquel país fue una especie de Putin matando a diestra y siniestra. Pero de nada sirvió al golpeado país porque lo sacaron sus propios generales para que Suharto (Haji Muhammad Soeharto) llegara al poder y la cosa se pusiera aún peor. Sukarno murió en una cárcel de Suharto, unos 3 años después de haber sido derrocado.
"The Year of Living Dangerously" es protagonizada por Mel Gibson (como el visitante Guy Hamilton) y Sigourney Weaver. Es dirigida por Peter Weir.
Esa vivencia tuya en Indonesia tuvo que haber sido de adrenalina pura, Gustavo.
Así fue. Pero salió bien aunque ha podido salir muy mal. Tuvo riesgos de todo tipo que pudimos superar. LLevo esos dos años firmemente impresos en mi memoria de vida.
ResponderEliminarEsta aventura nuestra se convirtio en leyenda en SHELL, porque ellos no esperaban que este grupo pudiera mantener la producción, refinación y exportación de la manera que se logró hacer. El éxito de la misión fue más allá de lo esperado. Siempre pensé que esto era la materia prima para una película igual a la del "Year of Living Dangerously", quizás hasta con mayor "suspense" !
Excelente história de la vida Real. Y algo muy importante es reconocer las oportunidades que la industria Petrolera ofrecia a todos y cada uno de los que en ella laboraron.
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