Un cronista deportivo retirado quien vive en
mi edificio camina de vez en cuando conmigo e, inevitablemente, hablamos de
todo un poco.
Me dice “con alguna frecuencia siento un
nuevo dolorcillo. Esto es normal en un cuerpo humano que ya ha excedido en 14
años la expectativa de vida”. Y me agrega, usando un símil de su profesión: “Veo
lo que me sucede como un maratón en el cual participan varios corredores… Hay
como como diez maratonistas inscritos y para ellos la meta es mi fallecimiento.
Unos no tienen chance pero otros sí”.
“Te confieso”, añade, “que soy testigo hasta
divertido de esta gran carrera por ver que es lo que termina conmigo”.
Yo guardo silencio y él continúa: “Los
principales cinco corredores en este maratón macabro son los mismos que acechan
a la mayoría de quienes se atreven a transgredir, no importa cuan brevemente,
las fronteras “normales” de la mortalidad: Cáncer, Cardiopatía, Artritis,
Neuropatías y problemas respiratorios. Como buen maratón requiere aguante más
que velocidad, es una labor de desgaste, por lo cual corren conservando sus
energías mientras se aproximan a la meta”.
“Los veo correr de forma rítmica, sudorosos,
cada uno tratando de mantenerse a la par con los otros, sabiendo que ya han
transcurrido cuatro quintos de la carrera. Aunque estoy consciente de que se
trata de mi vida la que está en juego, mi deformación profesional me lleva a la
fascinación por el titánico maratón que se desarrolla ante mis ojos. En algunas
etapas de la carrera he visto como Cáncer
pierde energías y como Cardiopatías parece
surgir, exhibiendo un aire de optimismo que parece decir: ya esta carrera es mía. Pero ello puede ser una expresión de falso
optimismo, porque te diré que la artritis se está combinando con neuropatías para ganar terreno.
“Como espectador del drama que se desarrolla
sobre mi destino último”, me dice el
vecino, “hago lo posible por retardar el progreso de estos corredores, pero he
advertido que cada vez que trato de detener el progreso de alguno, ello se
traduce en el adelanto de otros. Algunas corredores que parecían haber
abandonado la carrera, como los problemas respiratorios (hace 50 años que dejé de fumar, me agrega) hoy parecen tomar – lo digo sabiendo que ello suene paradójico –
un segundo aire”.
Según dice mi vecino ya los maratonistas se
acercan la meta final. Mi vecino los ve,
cabeza a cabeza, sin que pueda estar seguro de quien será el ganador.
¿ganador?
Supongo que habrá que llamarlo así, aunque
llegar a la meta significa la muerte de mi vecino. Todavía no hay corredor
alguno en estos maratones cuya meta sea la Inmortalidad. Ni siquiera hay muchos llamados Centenario.
Los seres humanos estamos programados
para terminar nuestras presencias en un
período que si bien es cierto se ha alargado, aún es bastante breve. Quizás sea
un consuelo pensar que en la Roma de Augusto el maratón de la muerte era muy
corto, de 25 años. Hoy tiende a cuadruplicarse.
Lo que me dice mi vecino me hace reflexionar
sobre lo que le espera al Homo sapiens como especie. ¿Extinción? ¿Significativa Longevidad? ¿Inmortalidad? Todo es posible.
Hoy en día ha aflorado una tendencia
inexplicable hacia la auto destrucción. Todo el mundo anda de mal humor y como
deseoso de caerse a golpes con el vecino.
Sin embargo, hemos probado ser impredecibles y bien podríamos sorprendernos
agradablemente.
Deseo pensar que una solución a esa insensata
tirantez que existe hoy entre los seres humanos, la cual llevaría a su extinción en la Tierra, podría
ser encontrar una manera de viajar a las estrellas o, más modestamente, hacia
la Luna y Marte, donde puedan establecerse avanzadas del Homo sapiens que
entiendan que lo que nos está sucediendo
aquí en La Tierra ha sido el resultado de nuestra estupidez y que la raza humana pueda tener la oportunidad de comenzar de nuevo.
Por supuesto, podría ser que esto es
simplemente una película montada sobre un carrusel, que da vueltas y vueltas
eternamente, una fábula cósmica que no termina nunca.
¿Podrá realmente el Homo sapiens realizarse
como ser superior, ya sea en nuestro pequeño y bello planeta Tierra o en alguna
otra estrella? Esta es una historia que
quizás nunca podrá contarse, sobre la cual mi vecino el cronista deportivo ni yo sabemos la respuesta.
Ayer estaba viendo un programa en YT, Gustavo, dónde la sociedad había avanzado tanto en el futuro que ya era posible vivir años y años, ejemplo 120 años. La única condición del "Gobierno" era que la gente no fuera inteligente (para no ser críticos al sistema). A los 14 años te daban una computadora para que fueras parte de la sociedad y con ella un número de identificación y una clave que te permitía entrar al mundo virtual y ser alguien en el sistema (¡atención que estamos hablando de una serie del 85, no había ni internet ni redes sociales!).
ResponderEliminarObviamente, ellos tenían que cerciorarse que no fueras una amenaza a la estabilidad del sistema de cosas, entonces tenían un GRE o SAT que se llamaba "examen de gobierno" para demostrar tus conocimientos pero ojo con esto no para ser muy bueno o destacarte del resto de los examinados, sino todo lo contrario, para demostrar que no eras un peligro para la sostenibilidad del status quo por tu capacidad de ser crítico.
Leer autores por tu cuenta, ir a bibliotecas o museos, rechazar las verdades impuestas por una especie de ente rector, era lo contrario a lo que deseaba el sistema.
Si por mala suerte demostrabas ser muy inteligente, eras eliminado por tu pensamiento crítico. Eso te podía convertir en un antisistema y acabar con el dominio del "Gobierno". Chávez hubiera sido muy feliz logrando algo así.
Te dejo el enlance para que veas la serie:
https://www.youtube.com/watch?v=KLiYbJD7etA
Creo que lo que quisiste decir fue el comentario con el escrito?
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