Todos los días Dorian Gray veía como su retrato, un óleo de cuerpo entero, iba mostrando las consecuencias de su depravación. Su cara, tersa ante los ojos de sus relacionados, aparecía en el óleo lleno de úlceras purulentas y su amable sonrisa en vida se mostraba en el lienzo como un rictus salvaje, teñido de sangre. Desde que Oscar Wilde publicó su novela “El Retrato de Dorian Gray”, la figura de una persona aparentemente sana pudriéndose por dentro debido a la fuerza de su maldad se ha convertido en uno de los grandes prototipos de la literatura.
Un
venezolano llamado Roberto Malaver me recuerda a Dorian Gray. Se define como
humorista y, en efecto, ha tenido una larga trayectoria en ese campo, en el
cual han destacado Aquiles Nazoa, Francisco Pimentel (Job Pim) y Laureano
Márquez, entre otros. Venezuela ha sido
pródiga en su producción de humoristas y aún aquellos que no ejercen esa labor
como profesión muestran generalmente una buena dosis de humor y de ingenio. Con
muy pocas excepciones han ejercido un humorismo amable, orientado a sembrar la
alegría y la esperanza.
Malaver
es diferente. Sin negarle talento, ha ido derivando hacia un humor denigrante,
agresivo y agrio, el cual puede complacer a quienes comparten sus complejos pero
ya no logra merecer el nombre de humor. Malaver trata de hacer reír degradando
a las personas a quienes dirige sus dardos.
Su
más reciente escrito publicado por APORREA toca fondo. Se titula DEBATE y puede
leerse en : https://www.aporrea.org/actualidad/a323193.html . En este
escrito nos dice:
¡En una noche tan linda como esta! ¡Qué vergüenza! ¡Qué pena, penita, pena
con Biden! El debate, donde ocho compañeros nuestros demostraron que viven bien
y están llenos de lugares comunes por todas partes, menos por una que los une
al cielo, fue una certificación de que el pueblo tiene que quererlo mucho a uno
para votar por alguna de esas personas. Era una competencia por ver cuál traje
era mejor y más caro. El de la compañera Barril Solórzano, o el de Súmate
Machado.
Este párrafo, como humor, es bastante pobre.
Intenta ridiculizar una iniciativa decente del mundo político venezolano, la
cual se compara favorablemente con la actitud de su íntimo amigo Nicolás Maduro,
quien ni siquiera se atreve a salir a la calle porque nadie lo quiere y tiene
su cabeza a precio por narcotraficante y torturador. El intento de humor que
ridiculiza los deseos de democracia y libertad no puede ser buen humor, apenas
es una desabrida morisqueta. Con este párrafo el óleo de Gray-Malaver muestra
nuevas úlceras purulentas. Notarán ustedes que su “humor” se basa en aplicarle
adjetivos ridiculizantes a sus víctimas: Barril Solórzano y Súmate Machado. Es
lo mismo que hacía el paracaidista Hugo Chávez cuando hablaba de Frijolito
Salas y lo mismo que dice Trump cuando habla de Joe “sleeping” Biden o de Ron
De Sanctimonious, intento de humor incivilizado
que degrada a quien lo utiliza, no al destinatario.
Gray – Malaver prosigue:
Así no se ganan elecciones. Diciendo
que todos unidos sumamos, todos separados restamos. Carajo, qué sapiencia. Qué
inteligencia. Hay que decir que solo se salvó la Universidad Católica Andrés
Bello, -UCAB- siempre dando el ejemplo de la democracia popular, como lo hizo
su antiguo rector, el cura Luis Ugalde, aquel gesto levantando su mano agarrada
a las manos de Pedro –golpe- Carmona y Carlos –CTV- Ortega, es un clásico entre
las democracias latinoamericanas. Una foto para la leyenda. Tres hombres unidos
por el vínculo de la democracia popular. Y ni lo recordaron ahí, merecía un
gesto, un homenaje, una palabra de apoyo, recordar que todos los que estaban
ahí participaron o apoyaron aquel golpe promovido precisamente por ese egregio
rector.
En este largo párrafo se concentra en
criticar burlonamente a uno de los más valiosos ciudadanos venezolanos, el
Padre Luis Ugalde. No hubo venezolano digno que no estuviese con las fuerzas
cívicas que sacaron a empujones a Hugo Chávez de Miraflores, regresado – sin
embargo - a su trono, gracias a Raúl Baduel
y el ejército traidor a la democracia y a los indudables errores de algunos de
los protagonistas de la rebelión.
El siguiente párrafo revela a Gray-Malaver
en toda su perversión chavista:
Otra cosa que da mucho que pensar es que Embajada Radonski faltó al debate.
Manuel Rosales, quien pudo enriquecer ese debate con sus conceptos filosóficos
y su democracia antes de Montesquieu, también faltó. Faltó el Conde del
Guácharo, quien con uno de sus chistes malos y dedicados a su familia, pudo
arrancar una sonrisa a aquel grupo de habladores de tonterías. Ellos saben que
no hay programa. Y eso lo sabemos. Porque siempre hemos gobernado sin
programas, porque todo eso viene de afuera como el queso Emmenthal. Ellos
fueron los ganadores, porque sabían que no valía la pena estar allí para que la
gente se enterara de lo pirata que somos. Y de repente Embajada Radonski estaba
allí, porque el dictador lo llamó fantasma, y a lo mejor fue precisamente como
fantasma. Ese debate lo ganaron ellos tres, porque no fueron,…
Aquí nos dice que un debate no tiene
sentido, ya que en Venezuela nunca han existido programas de gobierno, puesto
que ellos son innecesarios o los traen de afuera. Este tipo da una anti
–cátedra de civismo y ciudadanía. Y agrega:
“los ganadores fueron quienes no asistieron”. Es decir, glorifica a quienes no acudieron
a la convocatoria, lo cual nos hace pensar que puede formar parte de una
conspiración de los invertebrados y los narco chavistas para impedir la vía
electoral en Venezuela. Venezuela tiene claro que Maduro y sus amigos y
mercenarios maniobran para no entregar el poder porque los espera la cárcel.
Sigue el “humorista”:
Los ocho candidatos que estaban allí derrocharon todo menos simpatía y
conocimientos. Y al final, en el momento de tomarse la foto de la cursilería,
Andrés – desamparado- Velázquez no sabía dónde ponerse porque en ninguna parte
se veía. Somos así, descolocados. Alguien dijo que lo mejor sería que
inhabilitaran a todos los candidatos que van a participar en las primarias,
para que así, estén en igualdad de condiciones. Y eso está muy bien. Lo malo es
que ya sabemos que la gente que está en el exterior no quiere votar por ninguno
de nuestros candidatos, porque hemos dado las prórrogas suficientes como para
que se inscriban los ocho millones de venezolanos que andan huyendo de la
dictadura, y apenas hemos llegado, dicen las cifras, a doscientos mil
inscritos. Ojala que no voten más en el exterior que aquí, porque entonces sí
seriamos el hazmerreír nacional e internacional.
Este largo párrafo contiene tres crímenes
contra la decencia y la dignidad del ser humano. Uno es hablar despectivamente
de la estatura de Velásquez, cuando un atributo físico no debe ser objeto de jocosidad
o desprecio. Lo segundo es pedir en son de chanza pero en serio que inhabiliten
a todos los precandidatos para que estén en “igualdad de condiciones”. El tercero es pedir activamente que nadie
vote en el exterior, celebrando los problemas que puedan existir en la
logística de la votación fuera de Venezuela.
Este sujeto Gray - Malaver está de frente
en contra de la búsqueda de una salida democrática en Venezuela, lo cual no es
sorprendente dado la íntima amistad que él dice tener con Maduro, Vielma Mora y
los otros miembros de la pandilla.
La siembra de odio que el
chavismo-madurismo ha llevado a cabo en Venezuela, apoyándose en compinches
como esta caricatura de humorista, ha contribuido a la degradación espiritual
de la Nación, una degradación profunda que tomará considerable tiempo en ser revertida,
siempre y cuando comencemos por
denunciar y enjuiciar a los mercenarios del odio.
Uno de ellos es este Roberto Malaver, anti-
humorista, quien se gana la vida sembrando discordia y resentimiento entre los
venezolanos.
No tiene credibilidad para criticar a otros cuando su crítica no es imparcial. Siempre sacando algo negativo cuando se refiere a su odiado Trump, pero no dice nada del corrupto Biden. El también le pone sobrenombres a los que desprecia. Que basura señor, por favor.
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