Nuestra querida Manola acaba de fallecer a sus 95 años. Era
la lideresa de nuestra familia. Antes lo
había sido el tío Leopoldo, a quien llamábamos Papá Leo (el médico sanitarista
Leopoldo García Maldonado). Manola tenía una bella voz, una figura muy
atractiva, unos ojos verdes extraordinarios y una dulce cordialidad que nos
hizo amarla de manera entrañable desde que la vimos por primera vez.
Todos decíamos: ¿Qué pensará Manola? ¿Qué dirá Manola? Pregúntale a Manola.
Manola nunca se casó pues debió convertirse en eje de su
familia inmediata. Eva, su mamá, murió y Manolo, su papá, era un padre amoroso
cuando estaba en casa, lo cual no fue frecuente. Manola se convirtió en centro
del hogar, un trabajo a tiempo completo, tarea que compartió con su labor en el teatro, la cual la hizo
muy conocida y apreciada en ese mundo. Todos la queríamos y la respetábamos y
hubiéramos deseado tenerla siempre cerca, pero la Venezuela chavista hizo eso
imposible, nos disgregó y nos envió a los cuatro extremos del planeta.
Manola era la matriarca de la familia García Maldonado. Ahora,
con su partida somos pocos los que quedamos de esa generación de la familia. Quedo
yo, por edad, quizás, como el mayor. No estoy seguro de quien sigue en la cola
pero creo que es Alejandro García Maldonado, mi brillante primo psiquiatra o
Consuelito, la hija de mi tío Enrique.
Mi familia paterna es Coronel. Mi familia materna es García
Maldonado. Ha sido una combinación familiar de tranquilidad y aventuras, de
gente reposada y de gente apasionada, de lo tradicional y lo poco ortodoxo, de
la timidez y lo histriónico.
¿Cómo ocurrió que
una mujer de naturaleza muy activa, García Maldonado, mi mamá, se casara con un
hombre tranquilo, reposado, Coronel de apellido? Me contaba él (mi mamá lo negaba) que en Los Teques de 1930 mi mamá pasaba con
frecuencia por la Botica Camposano, de mi abuelo y de mi papá, en falda corta
de jugar tenis, saludando a mi papá, quien no jugaba tenis pero apreciaba la
belleza femenina. No sé cuántas veces
tuvo que pasar mi mamá frente a la botica antes de que se casaran, pero no
fueron muchas.
Pertenecer a esas
dos familias ha sido una maravillosa experiencia, dada la naturaleza tan
disímil de ambos clanes, los Coronel tan tranquilos y la rama García Maldonado a veces tumultuosa. Y esa simbiosis me ha
ayudado a tener una vida alternativamente reflexiva y de acción, dependiendo de
cuál cromosoma se ha manifestado en un momento dado.
La familia García
Maldonado
Mi
familia materna fueron los hijos y nietos del médico rural Leopoldo García
Maldonado y de Manuela Maldonado, oriundos del estado Mérida. En el desempeño
de sus tareas médicas, de buen samaritano, mi abuelo materno anduvo por mucha
de la geografía venezolana: De Caracas a Los Teques, a La Victoria, a Guanape y
San José de Guaribe… De su estadía en Guanape hay una memoria amable, en la
cual se dice:
Algunas
Familias de la Cuenca del Unare y Llanos Orientales
Dr. Leopoldo
García Maldonado, primer médico residente en San José de Guaribe.
En el año de 1914, llegó a esta población y se hospedó en la
casa de Don Miguel Rojas Correa, el Dr. Leopoldo García Maldonado merideño,
perseguido de la dictadura del General Juan Vicente Gómez. Permaneció en esta
región cinco años prestando sus servicios a esta población, a Valle de Guanape,
Guanape, y Clarines. Aquí se enfrentó a la gripe española en el año de
1918 y solicitaba medicina en los negocios y se iba por las barriadas recetando
y repartiendo medicamentos; a veces si las familias no tenían con qué comprar
alimentos les daba dinero de su bolsillo para que hicieran sus compras".
Leopoldo y
Manuela tuvieron nueve hijos. Manuela (la primera Manola) murió muy joven, de
tuberculosis. En Los Teques, primera parada en su trayectoria de médico
itinerante, nacieron Leopoldo y Manuel (Manolo); en La Victoria nació Filomena
(mi mamá). Luego vendrían Margot, Carmen
Emilia, Enrique, Alejandro y Víctor, no necesariamente en ese orden. Víctor fue
el último de los hijos.
El mayor,
Leopoldo, también fue médico. Estudió en Francia y en Caracas y se convirtió en
el eje de la familia después de la muerte de los padres, al principio de los
años 30. Leopoldo fue un destacado sanitarista y un gran colaborador y amigo de
Enrique Tejera Guevara en el estado Zulia, donde estuvo a cargo del leprocomio
de la Isla de la Providencia y tuvo un papel destacado en el control del paludismo en el país. Su orientación fue
hacia la gerencia médica. Se convirtió en profesor universitario y llegó a ser
Rector de la Universidad Central de Venezuela. Escribió abundantemente sobre
gerencia de hospitales y dejó importante obra escrita. El Dr. Enrique Tejera
Guevara le tuvo gran afecto. En una ocasión Tejera me dijo: “Leopoldo hubiera
podido llegar a ser presidente de Venezuela, por su talento organizativo y su
gran preparación. Pero, le gustaban demasiado las mujeres”.
Leopoldo fue
uno de mis primeros ídolos. Él fue quien me convirtió en amante de la música
clásica. Cuando lo iba a visitar me ponía música y, además, me hablaba del
compositor. Como resultado de esta cátedra libre en educación musical nunca
después pude oír música clásica sin averiguar sobre la vida del compositor y
sobre las circunstancias en la vida del autor que lo había llevado a componer
la pieza musical que escuchaba. Hasta su muerte, Leopoldo fue el patriarca de
la familia García Maldonado, lo llamábamos “Papaleo”.
Manuel, a quien
llamábamos Manolo (el papá de Manola), fue un personaje inolvidable, muy
diferente a Leopoldo. Lo que en Leopoldo era disciplina intelectual, en Manolo
era improvisada exuberancia. Manolo fue preso de Gómez, en el castillo de
Puerto Cabello, donde arrastró grillos por algunos años. No pudo salir de allí
enteramente en sus cabales. Salió libre y se dedicó a ser libre. Tenía una
bella y abnegada esposa e hijos a quienes adoraba, pero no era un Páter Familia
tradicional. Manolo era humorista, colaborador de “El Morrocoy Azul”, junto a
Otero Silva, Bracho Montiel, Kotepa Delgado
y Aquiles Nazoa. Allí tenía una columna: “Me dijo un Loco”, desde la
cual decía las cosas más audaces, con aire de distraído, a cuenta de “loco”. En
una ocasión Manolo fue apresado por la policía de Pérez Jiménez escribiendo
pintas en las paredes de Caracas que decían: “Apoya a Pérez Jiménez pero vota por URD”.
Manolo andaba
por Caracas y por toda Venezuela besando a todas las mujeres hermosas que
encontraba a su paso. Logró venderles a los presos de El Dorado un busto para
su plaza que dijo ser de Bolívar, aunque se parecía mucho más a Cecilio
Acosta. Hacía maravillosos trucos de
cartas y se desayunaba tres o cuatro veces en diferentes casas de sus
innumerables amigos. Una vez llegó a nuestra casa en Los Teques a desayunarse,
venía caminando desde Las Tejerías. Luego, otras de las familias del pueblo nos
dijeron que Manolo se había desayunado, otras tres veces, en sus casas. En una ocasión se fue a Buenos
Aires cuidando a un loco, se le acabó el dinero y regresó a Venezuela después
de haberle escrito un poema a Eva Perón, el cual le mereció el ticket de avión
del regreso.
Cuando yo era
un adolescente me regaló una colección completa de “El Cojo Ilustrado”, de
muchísimo valor. Un día regresé a casa y no la encontré. Mi mamá me dijo:
“Manolo estuvo por aquí y se la llevó. Me dijo que la tenía que vender”.
Manolo vivió la
vida en sus términos. En Barquisimeto, ya muy enfermo, se desayunó conmigo. No
le dejaban comer sino frutas. Yo tenía un plato de carne mechada, caraotas
negras y plátanos fritos, él un gran trozo de patilla. Cortó un pequeño pedazo
y empezó a deleitarse: “Que dulzura, que
maravilla, esto es delicioso”. Yo decidí seguirle la corriente. “Manolo, dame un pedacito, por favor”.
“Noooo. Esto es demasiado bueno, pero,
si quieres cambiamos de plato. Tu eres mi sobrino favorito”. Y así fue.
Manolo se comió la carne mechada y las caraotas y yo la patilla. Murió al poco
tiempo, viviendo en sus términos, como siempre había vivido, no sin antes
dedicarle unos versos a unas señoritas de apellido que no puedo repetir. Los
versos decían:
“En Barquisimeto hay mujeres muy
bellas
Que perdonen las XXXXXXX, que no
es con ellas”.
Mi tía Margot
se casó con un hombre cordial y bondadoso, José Briceño, comunista como Margot.
Pero mientras José era conciliador a Margot le encantaba una pelea. En su casa
de Catia, a media cuadra de la plaza Pérez Bonalde, pasé días de vacaciones de
adolescencia y allí conocí a comunistas agradables e inofensivos, como Aquiles
Nazoa, algunos de quienes hasta dormían en la sala de José y Margot. Cuando
Fidel estaba en la Sierra Maestra, Margot recogió mucho dinero para él. Hasta
yo debo haberle dado algún dinero, en aquellos años de euforia, cuando se creía
que Fidel sería un ángel democrático y no, como resultó ser, el verdugo y
carnicero de Cuba.
Enrique, el
arquitecto, era una notable personalidad. Preso en Palenque cuando Gómez, junto
a otros estudiantes de la generación del 28, se convirtió en uno de los líderes
del grupo, lo llamaban “el Fuehrer”. Enrique tenía la mecha muy corta y no
vacilaba en desenfundar su revolver. Tuvo una destacada actuación como
arquitecto y cerebro planificador del
desarrollo de Caracas en los años 40. Pasó, en un par de ocasiones, de la mayor
afluencia financiera a la quiebra, dada su naturaleza visceral, la cual siempre
parecía estar continuamente al borde de una explosión. Su vida fue tormentosa
pero en su vejez se dulcificó y vivió tranquilamente en Cagua, donde murió
rodeado del amor de su familia.
Sobre Carmen
Emilia es poco lo que puedo decir. Se casó con Oscar Ochoa Palacios y tuvo una
etapa feliz de su vida, cuando los esfuerzos urbanísticos de Ochoa comenzaron a
fructificar, en gran parte debido a su apoyo. Sin embargo, cuando la pareja
hizo dinero, el marido se casó con el ama de llaves, traída desde Suiza.
Alejandro García Maldonado fue uno de mis tíos
favoritos, lo quise mucho. Era de gran delicadeza en el trato, generoso, pulcro
y caballeroso, como sacado de una novela de Alejandro Dumas. Cuando me fui a
estudiar a USA escribía cartas a varios de mis tíos pero quien me respondía sin
falta era Alejandro. Y, además, me decía: “Tus
cartas tienen cualidades literarias”. Me daba ánimos. Alejandro tenía un
trato impecable, cortés. Cuando yo estaba recién casado en Caracas, viviendo en
un apartamento en Los Palos Grandes, cerca de su casa, lo visitaba con suma
frecuencia y admiré como sobrellevó su cruel enfermedad, Miastenia gravis, con
dignidad y entereza, poniéndose esparadrapos en los párpados para poder seguir
escribiendo sus artículos en “El Nacional”. Su novela: “Uno de los de Venancio” solo
perdió con la de Ciro Alegría: “El Mundo
es Ancho y Ajeno”, en el gran concurso Latinoamericano de Novelística de 1941.
Esa novela recibió comentarios que decían: “Miguelito Herrera, figura central de Uno de los de Venancio, es uno de los personajes más
trabajados de la novelística tradicional venezolana.. Creemos que esta obra debe ser tenida como
una de las grandes novelas venezolanas”. Alejandro fue jefe de redacción en “El Nacional”, cuando fue
Director Antonio Arraiz, Secretario General de Gobierno de Miranda en la época
de Medina Angarita y embajador de Venezuela en Ecuador y en Rusia.
Víctor, el
menor de los hermanos, fue un personaje apasionante. Fundador del Partido
Comunista de Venezuela, junto a José Ignacio Mayobre y los hermanos Fortoul,
fue un alma pura, atado de manera romántica e ingenua a una ideología que iría
a destruir una buena parte de la humanidad. Fiel a esa ideología se fue a
España a luchar contra el franquismo y fue herido y repatriado a Venezuela con
la enfermera que lo cuidó. Víctor vivió urdiendo grandes proyectos, siempre
lleno de entusiasmo, sin llegar a concretar ninguno. Mi madre lo quiso como a
un hijo. Cuando lo fui a visitar a la isla de Margarita, ya en sus últimos días
de vida, lo encontré en una pequeña cama colocada en el único ambiente de la
casita donde se encontraba. Al irme le dejé algo en sus manos que – en mi
opinión – representaba lo que él había sido toda su vida, un crucifijo.
Filomena, mi
madre, tuvo una trayectoria comunitaria bien conocida en Los Teques. Fue una formidable buena
ciudadana activa que hizo posible la educación de miles de niños pobres en Los Teques,
en su instituto HOGAR ESCUELA INFANTIL, después llamado “Consuelo de Marturet”.
De manera apropiada, hoy dos escuelas en Los Teques que llevan su nombre.
Esta familia
García Maldonado produjo una buena cantidad de hijos. Combinados con los que
tengo por la rama paterna mis primos sumaban más de cuarenta. He pasado muchos
días felices junto a ellos. En una época nos reuníamos los primos maternos
todos los domingos en casa de Yolanda, hija de Alejandro, y aquellas eran
verdaderas fiestas del buen humor.
En una ocasión,
antes de partir de Venezuela, invité a una reunión familiar a mi casa de Sabana
del Medio y asistieron muchos de ellos y fueron varios los que se quedaron a
dormir en la casa, colgando de hamacas bajo las estrellas. Fue, para mí, una
ocasión inolvidable que reunió a las familias García Maldonado y Coronel en
gran camaradería, por primera y quizás última vez.
LA FAMILIA
CORONEL
De mi familia
paterna, los Coronel, también tengo razones poderosas para estar muy orgulloso.
Han sido gente de bien. Mis antecesores paternos se asentaron esencialmente en
Montalbán y en Bejuma, ciudad, esta última, que contribuyeron a fundar al
regalar los terrenos donde crecería.
He podido trazar las raíces de esta familia
hasta la ciudad de Segovia, España, en la cual existe todavía la casa de los
Coronel-Senior, hoy convertida en un museo, situada en la Judería de la ciudad.
Los Coronel de Segovia fueron judíos sefarditas de origen y ello explica mi
gran afinidad espiritual con esa gran nación.
Desde Carabobo
mi abuelo paterno Rafael Coronel Arvelo, descendiente del poeta Rafael Coronel
Arvelo y del pirata Renato Beluche, migró hacia Los Teques. En esa aldea, hoy
ciudad, tuvo una farmacia, heredada por sus hijos, la Botica Camposano, y tuvo
la oportunidad de suministrarle a Arturo Michelena los remedios gratis para su
aflicción tuberculosa. Michelena le pagó a mi abuelo pintando su retrato, en
pequeño formato, el cual conservo. Verlo aquí:
Además de a mi
papá, nacido en Nirgua, tuvo cinco tíos y tías,
nacidos en Los Teques: Francisco, Esteban, Teresa, José Rafael y Anita, También
tuve una “abuela’, Fortuna, su segunda
esposa, a quién quise mucho y quien me
hacía unas maravillosas tortas con leche condensada para mis cumpleaños.
Esa familia
Coronel de Los Teques fue la que me dio el regalo de la tranquilidad interior que
hoy aún conservo, lo cual pude combinar con tendencias a las aventuras de la
familia materna, a fin de llevarme a vivir de manera maravillosa, sin un “dull
moment”’, sin un momento aburrido. La compañía de mi querida Marianela,
garantizaría mi felicidad.
Por ello creo
que terminaré mi vida con una sonrisa, espiritualmente tranquilo como un
Coronel, pero soñando con la próxima aventura como un García Maldonado.
Como bien dijo el fallecido Facundo Cabral, "la vida es una saga".
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=joXaGwXXHqQ
Feliz año 2024!
Señor Adbo
Montevideo.
Que bonita historia Gustavo. Feliz 2024!!
ResponderEliminarOops Victor
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ResponderEliminarSiempre lo he dicho.... eres Maravilloso
ResponderEliminarAy, pero que lindo ..
ResponderEliminarGracias por compartir estimado Gustavo Coronel Díos le conceda el descanso eterno y brille para ella la Luz perpetua en en paz Amén 🙏
ResponderEliminarGustavo Coronel borré esté mensaje BORRALOS TODOS GRACIAS DÍOS TÉ BENDIGA
EliminarEntonces son familia de mi madrina Josefina Coronel QEPD RIP y su hijo Eliecer Coronel excelente Médico ahora en Perú 🇵🇪 y ahijado de mis Padres gracias por compartir estimado Gustavo Coronel excelente felicitaciones 🙏👏👋👍🤗
ResponderEliminarGustavo Coronel borré esté mensaje
Eliminar*Feliz año nuevo 2024. No es el destino lo que importa, sino el viaje. Espero que disfrutes cada día de esta aventura llamada "vida". ¡Feliz año nuevo! Recuerda que cualquier momento es bueno para empezar. Aprende de los audaces, de los fuertes, de los que no aceptan concesiones, de los que vivirán a pesar de todo. Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la luz del amanecer. Eres la parte de la fortaleza de tu vida. Ahora despierta, lucha, camina, decídete y triunfarás en la vida; Nunca pienses en el destino, porque el destino es la excusa de los fracasos. Feliz año nuevo. No te preocupes por lo que no lograste el año pasado. Este nuevo año será una oportunidad para hacer más.*
ResponderEliminar*Díos Contigo dando lo mejor siempre Adelante Siempre 🚴♂️🚴♂️🚴♂️💪🚴♂️🚴♂️ parar JAMÁS*
Gustavo Coronel borré esté mensaje
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