UNA NOTA SOBRE LA TRANSICIÓN POLÍTICA QUE OCURRIRÁ EN
VENEZUELA
Aquí
presento ideas preliminares sobre aspectos de este proceso, el cual será de extrema
importancia para nuestro país.
Aunque
ya por un cierto tiempo se han notado indicios de una transición política en
marcha su pleno desarrollo comenzaría con la victoria de las fuerzas de cambio
en las elecciones de Julio de este año. Tan pronto se anuncie la victoria del
candidato unitario de oposición, Edmundo González Urrutia, comenzaría a correr
el plazo, excesivamente largo – por cierto – de unos seis meses para que se
lleve a cabo la transferencia de poderes al nuevo gobierno. Estos serán meses en
los cuales pudiera pasar cualquier cosa, con una pandilla chavista aún en
control del país, por lo cual se deberá extremar la vigilancia de la Venezuela
democrática y sus aliados internacionales.
El
paso que luce obvio en el momento de la victoria es la designación de un equipo
de cada lado, a fin de llevar a cabo la transferencia ordenada de poder. En
países de tradición democrática esto está abundantemente reglamentado y camina
sobre rieles. En el caso venezolano no existen reglas para esta transición
debido a la inexistencia, por los últimos 23 años, de instituciones legítimas.
En
USA, por ejemplo, seis meses antes de las elecciones, se
establece un Consejo de Transición que comienza a reunirse para discutir todos
los aspectos de ese proceso. El día después de las elecciones se provee al candidato
ganador y a su equipo de una sede y de apoyo logístico para comenzar el proceso
de transferencia.
En
Venezuela nada similar ha sucedido y es previsible que el régimen se muestre muy
poco cooperativo. Se requerirá extremar
la vigilancia de los venezolanos durante esta etapa.
1. PLANIFICACIÓN DE LA ACCIÓN DEL NUEVO GOBIERNO
DEMOCRÁTICO DURANTE ESTE PRIMER CICLO PRESIDENCIAL
El equipo de la candidatura de unidad
democrática debe estar trabajando ya, quizás desde hace meses, en la elaboración de un Plan para lo que será
el nuevo gobierno, identificando las grandes líneas estratégicas que deberá
tener su acción en los diversos años del primer período presidencial y la
estructuración de los equipos humanos que deberán manejar los diferentes
asuntos nacionales. Sabemos que existe un Plan elaborado por el equipo de la
candidata María Corina Machado, el cual podrá servir de base, con los cambios
que puedan ser necesarios a la luz de los últimos acontecimientos. Idealmente,
tales cambios y la improvisación en torno a las grandes líneas estratégicas
establecidas deberán mantenerse en un mínimo absoluto, ya que el nuevo gobierno
debe presentar una fisonomía decisiva y coherente ante el país desde el primer
momento.
DOS POSIBLES ETAPAS DURANTE LA PRIMERA
PRESIDENCIA
2. EL HUESO EN LA GARGANTA: COMO TRATAR A
QUIENES HAN ARRUINADO AL PAÍS
Este es un asunto de la mayor gravedad,
en torno al cual ya existe en Venezuela un movimiento orientado a tenderle al
régimen chavista lo que podríamos llamar un puente de plata. Analistas políticos
están apareciendo aquí y allá, en diversas publicaciones, hablando de la
necesidad de darle garantías al régimen saliente de que no serán perseguidos,
que sus derechos serán respetados, que no deberá existir venganza, Algunos promueven
lo que se acerca a una amnistía, basándose en lo ocurrido en otros países como
Chile (Pinochet), España (Franco).
África del Sur (Apartheid), a fin de
justificar una posible actitud de borrón y cuenta nueva. Con esta orientación,
más o menos intensa, he visto entrevistas y leído recientes artículos de José Ignacio
Hernández, Víctor Álvarez, Román Ibarra, Simón García, Eduardo Fernández y de respetables educadores como Arturo Peraza
S.J., en algunos de los cuales se sugiere que los miembros del actual régimen
que ha arruinado al país podrían hasta compartir el próximo gobierno, en una especie
de pacto de convivencia o de franca cogestión,
llegándose a proponer una diputación vitalicia para el impresentable Nicolás
Maduro (ver entrevista hecha a Víctor Álvarez en: https://m.aporrea.org/actualidad/n392673.html
).
A fin de llevar a
cabo transiciones políticas similares a
la que se daría en Venezuela se utilizan, al menos, dos mecanismos más importantes: UNA COMISIÓN
DE LA VERDAD y LA JUSTICIA TRANSICIONAL.
COMISIÓN
DE LA VERDAD
Esta figura ha sido usada en una u otra forma en no menos de cuarenta países de África, América Latina, Asia y Europa como paso inicial a la segunda, que es la aplicación de la justicia transicional. He estado estudiando un tratado sobre este tema, cuyo autor es el jurista Colombiano Jorge Enrique Ibáñez Najar, en el cual este constitucionalista discurre extensamente sobre este tema durante 836 páginas, (“Justicia Transicional y Comisiones de la Verdad”, Jorge Enrique Ibáñez Najar, Bogotá, 2017). En el caso de las Comisiones de la Verdad este autor menciona un caso venezolano, la llamada “Comisión Contra el Silencio y el Olvido”, instalada en Venezuela en 2011, con conclusiones presentadas en 2017, la cual debía estudiar las presuntas violaciones a los derechos humanos ocurridas en Venezuela desde 1958 hasta 1998, con énfasis en la lucha contra las guerrillas izquierdistas de las etapas presidenciales de Betancourt y Leoni. Esta fue una comisión liderada por Luisa Ortega Díaz, en la cual no hubo investigación del cruento golpe militar protagonizado por Hugo Chávez en 1982, en el cual murieron unas 200 personas, omisión que demuestra su carácter parcializado.
Esta
Comisión, así como otras convocadas por el régimen de Nicolás Maduro en 2016 y
2007, fracasó porque, buscaba objetivos políticos y no la verdad. Sus
integrantes eran gente del régimen, fichas pagadas, incapaces de ser objetivos.
Basta decir que entre las “víctimas” mencionadas por la Comisión se encontraba
el criminal guerrillero y secuestrador Fernando Soto
Rojas.
En la Venezuela democrática
que vendrá deberá existir una Comisión de la Verdad, integrada por venezolanos
honorables, la cual deberá establecer responsabilidades en base a los hechos
ocurridos durante la etapa chavista/madurista, haciendo uso de la abundante
documentación disponible. Al trabajo de esta comisión deberá dársele un límite
de tiempo razonable, que estimo en ocho a diez meses, para presentar sus conclusiones, incluyendo
la asignación de responsabilidades personales. El peligro es que sus
recomendaciones se echen en saco roto. En Liberia, por ejemplo, las
recomendaciones de una comisión de este tipo hechas en 2010 nunca fueron
implantadas y es hoy, 14 años después, como producto de la indignación popular,
que se están reactivando los procesos. Estos actos de desidia no deben ocurrir
en Venezuela porque abrirán, no restañarán heridas.
LA JUSTICIA TRANSICIONAL
Dice Rutio Teitel: “la justicia transicional puede ser definida como la concepción de justicia asociada con períodos de cambio político, caracterizados por respuestas legales que tienen el objetivo de enfrentar los crímenes cometidos por regímenes opresores anteriores”.
La llamada
justicia transicional no es un tipo especial de justicia sino la
justicia aplicada en una etapa de transición. No creo que deba establecerse en
la mente de los venezolanos que la justicia transicional pueda llevar a
perdonar u otorgar amnistías a quienes son responsables de muerte y destrucción
y robo en Venezuela, pues ello abriría el camino a la venganza y a una
acumulación de odios y resentimientos. Debemos recordar que ya existen
organismos de justicia internacional, a nivel regional (OEA) como global, en
las Naciones Unidas y en los tribunales de justicia (La Haya), que llevan a
cabo investigaciones sobre genocidio y violaciones de los derechos humanos en
Venezuela, crímenes que no prescriben, por lo cual sería paradójico que en el país
victima prosperara una tendencia a “pasar la página”, la cual está siendo
alimentada – como digo arriba - por
algunos sectores del país. Analistas diversos han opinado recientemente sobre
la posibilidad de establecer un cogobierno con el chavismo y de hacer borrón y
cuenta nueva en aras de la reconciliación entre todos los venezolanos, lo que
se ha dado en llamar “comer sapos”. Esta política blanda, de negación de la justicia,
sería la mejor manera de mantener abiertas las grandes heridas que el chavismo/madurismo
ha infligido a Venezuela.
La justicia
transicional, dice el autor colombiano arriba citado, “tiene como objetivo el reconocimiento,
respeto, garantía y efectividad de los derechos humanos, particularmente los
derechos de las víctimas a la verdad, a la justicia y a la reparación, así como
la adopción de reformas institucionales y otras garantías de no repetición
Debe conciliar
los valores de la justicia y paz….. Debe esclarecer la verdad y satisfacer la
justicia… restaurar el tejido social roto por causa de la violación de los
derechos humanos.
La justicia transicional
es necesaria para ajustar las cuentas del pasado, de manera que se esclarezcan
los hechos y se castigue a los responsables…”.
Más claro,
imposible. Esto debe ser así porque debe mantenerse una memoria histórica, a fin
de evitar una repetición del pasado. Las amnistías, como la decidida en Argentina
para perdonar a los militares, 1976-1983, por la violación de los derechos
humanos de miles de argentinos llevó a la impunidad y, poco después, se tuvo
que ir a la condena de los culpables, como única fórmula de verdadera
reconciliación. El castigo a los culpables es un clamor popular en todas las
naciones sometidas a la garra de los dictadores.
Hay dos tipos de
justicia transicional: la justicia restaurativa y la justicia retributiva.
Restaurativa
El primer tipo “persigue la superación del conflicto y reparar los daños causados”,
página 419, del libro de Ibáñez Najar ya citado. En el caso venezolano
parecería una tarea imposible esa de reparar los daños causados, dada su magnitud.
En efecto, casi un millón de millones de dólares de ingresos petroleros
($1.000.000.000.000) fueron despilfarrados, robados o entregados a otros países
durante estos 23 años, suma imposible de reparar y a la cual Venezuela casi
seguramente nunca podrá tener acceso de
nuevo. Cualquier esfuerzo de naturaleza restaurativa que pueda hacerse en
Venezuela será de muy limitada dimensión, dada la situación de ruina imperante
en el país y su pronosticable modesta situación financiera en el mediano plazo.
Se deberá dedicar gran esfuerzo a la recuperación de los dineros mal habidos de
los delincuentes, hoy en el exterior en forma de depósitos bancarios en
paraísos fiscales o en bienes raíces adquiridos por los ladrones en los mejores
países del planeta. Un aspecto importante
de la justicia restaurativa podrá ser la recuperación de la dignidad de las
víctimas, levantar la auto estima de una sociedad que ha estado arrodillada y
oprimida por largos años.
RETRIBUTIVA
La justicia
retributiva trata de la imposición de penas y castigos. No está orientada a la
víctima sino al victimario, no repara daños materiales y morales a las víctimas
pero castiga el delito cometido por el delincuente. Esta justicia estigmatiza
al delincuente y no habla de perdón ni
de reconciliación con quien ha delinquido. Este es el tipo de justicia del cual
me hablaban mis padres cuando me decían que el crimen no paga, que el bien
siempre triunfaba sobre el mal, que el criminal debe pagar por sus actos. Esa
es una justicia de indispensable aplicación, so pena de tener que enfrentar
mañana el mismo problema que nos ha arruinado en estos años.
UNA REFLEXION FINAL
Creo que el nuevo
liderazgo deberá utilizar un nuevo
lenguaje en Venezuela que llame al pan pan y al vino vino. Creo que deberá
hablar de la política no ya como el arte de lo posible sino como el arte de lo éticamente
posible. Hace pocos días leí que un
líder de la oposición democrática definía a Maduro como un adversario pero no como
un enemigo. Yo discrepo. Maduro si es un enemigo. Es un criminal de la peor
especie. No ha sido un presidente legítimo que ha hecho una mala
administración. No. Es ilegítimo de origen y, ciertamente, de comportamiento. Aceptar a Maduro como
simple adversario, en un contexto “democrático”, es mala estrategia política y
una concesión indebida en el plano de los principios al horror que hemos
experimentado los venezolanos bajo su ignorante dictadura.
Nos saldrá más barato dejarlo ir que preservarlo en Venezuela, Gustavo.
ResponderEliminarPor no dejar ir a Chávez a Cuba en 2002 fue que vino todo esto después, él
pedía unos cuantos millones e irse tranquilo con su papá Fidel. Miquilena
llamaba desesperado al calvo de Fedecámaras para reunir a la Asamblea y darle
los votos para una juramentación formal (Chávez había removido a Cabello como
su segundo) y así evitar lo que finalmente pasó cuando el mascaguayas del
Baduel se puso "institucional".
El chavismo nunca le perdonó arrepentirse tarde de esa mala decisión.
Baduel es el culpable de todo, el gobierno estaba caído hasta que él con su bocota dijo que la Guarnición a su mando no estaba de acuerdo con enjuiciar a Chávez.
ResponderEliminarAllí perdimos el país, todavía en 2002 había cómo salir del laberinto.
Y qué cosas, Chávez muere y pocos años después, Baduel le sigue, con edad suficiente para considerarse joven.
Los dos reyes de la baraja, unidos por un destino siniestro.
Acá no se vale "borrón y cuenta nueva". Que rueden unas cuantas cabezas es poco lo que se puede hacer por la destrucción y el atraso que han causado los rojos en Venezuela.
ResponderEliminarQue alguien comience a elaborar una lista con nombres de los imperdonables.
Eso no va a pasar. Cae borges y capriles junto a sus socios maduro y cabello. La robolucion es una sola. A estas alturas todos deberían saberlo.
ResponderEliminarNo todos están informados como parece que tu si lo estás por la manera que escribes. Bueno espero que caigan todos y sin perdonar para destruirlos.
ResponderEliminarEl gobierno estaba caído el 11A2002, fue la estupidez combinada con la sed de venganza que lanzó al traste la oportunidad de salir de Chávez. Por fuentes serias conozco que las decisiones que se manejaron a alto nivel allí tuvieron que ver con que Baduel no fue consideraro para nada en la línea militar, pusieron al payaso de Molina Tamayo como cabeza de playa del golpe (armada) y al almirante Héctor Ramírez Pérez (armada) como ministro de la defensa, a quien habia que llamar era a Baduel y ofrecerle el cargo para dirigir el ejército. Pero se ponen con esas pasiones y a querer echar trocha y mocha cuchillo y salimos trasquilados. 20 años más de gobierno nos metieron. Yo no sé qué va a pasar pero si Edmundo quiere un consejo gratis le diría que estudie lo que pasó el 11A que estuvimos a punto y por obviar que el Ejército en este país siempre ha dicho la última palabra, perdimos todo lo logrado aquel día, que no fue cualquier cosa (único país además de Chile que pudo librarse de los cubanos).
ResponderEliminarAl igual que Héinz y Peñaloza que detuvieron a Chávez en 1991 y CAP, con el informe de inteligencia en la mano, dijo que lo liberaran. Se sabía todo lo que estaban planificando para dar el golpe del 92, y aunque ustedes no lo crean, en el 88 con la salida de los tanques a capturar a Consalvi se dio la primer escaramuza. Nadie hizo nada por investigar qué hacía Hugo Chávez ese día de 1988 en el Batallón Ayala. Ese golpe del 92 es quizás el golpe más avisado de la historia, a las 12 del medio día del día 3 ya se sabía todo. Rangel Rojas, comandante del ejército dejó seguir el golpe, ochoa, ministro de la defensa ni se dio por enterado y fue a buscar a cap al aeropuerto, se dice que para detenerlo pero le faltaron cojones. Lo que dice Mario Ivan Carratú es que esa noche no había uno sino dos golpes. Nunca se sabrá pero no les parece extraño que querían meter preso a Héinz por crimenes de lesa humanidad y a Ochoa Antich nadie del gobierno jamás lo ha tocado y allí está en Caracas feliz de la vida a sus 90 años.
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