Papá, papá : la Exxon me está jalando las mechas!
La disputa legal entre ExxonMobil y Petróleos de Venezuela está dando algunos vuelcos inesperados. La disputa comenzó cuando el gobierno de Hugo Chávez decidió que el pago de las regalías en las asociaciones estratégicas de la Faja del Orinoco debía ser incrementado, ya que las condiciones originales de la contratación habían cambiado. Este cambio en las regalías estaba previsto en el contrato, por lo cual las empresas socias/ operadoras extranjeras tuvieron que acceder, aunque hubieran preferido ser tratadas de manera civilizada, por aquello de que “lo cortés no quita lo valiente”. El lenguaje de Chávez y de Ramírez, sin embargo, fue de patanes: fue un “tómelo o déjelo”, un “o corren o se encaraman”o un “si les pica rásquense”….es decir, la misma manera como a ellos no les gusta ser tratado.
Luego vino algo más espinoso. El gobierno de Chávez pensó que las empresas estaban haciendo demasiado dinero. Olvidaron que estas empresas habían invertido los capitales necesarios para echar a andar el negocio, habían prestado su tecnología y sus gerentes. De repente, cuando los precios internacionales se tornaron ampliamente favorables al vendedor, Chávez consideró que era el momento de dar el zarpazo. Les dijo a las empresas: “ahora yo quiero la mayoría de las acciones en el negocio”y “veré como y cuando les pago las acciones que ustedes están obligadas a traspasarme”. Rechazó las primeras objeciones de las empresas alegando que Venezuela era soberana y tomaba las medidas que debía tomar para resarcirse el daño que esas empresas le habían hecho al país por tanto tiempo. Las palabras “patriotismo”, “soberanía”, “independencia”y “anti-colonialismo” salieron como balas de ametralladoras de su boca y de la del futuro libertador de Bolivia, Rafaél Ramírez.
Los ministros del gabinete, así como Carlos Escarrá, Francisco Arias Cárdenas, los pupilos de Nicolás Maduro en Londres, Washington y Ciudad de México y otros miembros fundadores del Club de Aduladores Revolucionarios, CAR, exclamaron alborozados: “así se les habla a los imperialistas, no jile”. Cuando las empresas guardaron un prudente o atemorizado silencio, los bravucones de barrio incrementaron su agresividad: “Y tienen dos meses para decidir o comienzen a hacer sus maletas”. “Ya tenemos quienes los reemplazen”, “Eso de producir en la Faja lo hacemos nosotros mejor que los ladrones del imperialismo”.
Para sorpresa de Chávez dos empresas se negaron a aceptar el ultimatum: ExxonMobil y ConocoPhillips. Las dos decidieron no aceptar las condiciones perentorias del régimen chavista y la ExxonMobil decidió invocar la claúsula del arbitraje. Que dice esta clausula? Que si las partes no llegan a un acuerdo amigable, pueden dirimir sus diferencias en un tribunal de arbitraje de naturaleza internacional. Esta claúsula de arbitraje ha sido denunciada por Chávez como una entrega de soberanía. Lo cierto es que en el concierto de las naciones civilizadas no es ya muy posible que una de las partes pueda invocar una soberanía que le permitiría cambiar totalmente las condiciones contractuales sin que la otra parte pueda decir ni pío. Más aún, es discutible que una empresa del Estado de naturaleza comercial pueda invocar la soberanía nacional para saltarse a la torera las condiciones originales de un contrato. Estoy seguro que si Venezuela fuese mañana a firmar un contrato con la empresa China de Petróleos, no aceptaría la jurisdicción legal China como una única vía para dirimir potenciales desacuerdos . Eso sería “traición a la patria”, no es cierto, Ramírez?
En todo caso, ExxonMobil decidió acudir a un arbitraje para que le den lo suyo. Lo hizo preocupada, porque se hablaba de pagarle valor en libros, de pagarle en petróleo a futuro, en un lenguaje impreciso y arbitrario, con una actitud machista y vulgar. Todo bajo la sombrilla de la soberanía nacional, como repiten incesantemente desde Miraflores y La Campiña los socios de la empresa “Chávez y Ramírez, SRL”.
Ahora bien, ese concepto tan cacareado de soberanía y de independencia parece haber sufrido una nueva y brusca interpretación. Lo digo porque Alvaro Silva Calderón fue sacado precipitadamente de su retiro, como lo fue en su momento Alberto Muller Rojas, para ir a la OPEP, una organización internacional, a pedirle en nombre de Chávez que discuta y se pronuncie sobre la disputa legal entre ExxonMobil y PDVSA, dos empresas petroleras internacionales, ninguna de las cuáles es miembro de la OPEP. Venezuela es miembro de la OPEP, no PDVSA. Parece curioso que Venezuela vaya a la OPEP, una organización internacional, a pedir que se involucre en lo que el gobierno de Chávez ha definido como una decisión soberana de Venezuela. Al pedirle a la OPEP que interceda, Chávez está abdicando lo que él llama la “soberanía nacional”, o es que no entiendo bien?
En efecto, que es lo que Chávez entiende como soberanía nacional? Es la facultad inapelable de su régimen para extorsionar, engañar e incumplir sus compromisos legales? Eso no es soberanía nacional en mi diccionario. Eso es ventajismo y abuso de poder. Menos puede ser soberanía nacional cuando, al ver que la otra parte hace uso de sus facultades legales y, además, le embarga unos activos en el exterior para garantizar el posible pago de los daños que alega, sale corriendo para donde papá OPEP, chillando: “Papá, papá, Exxon me está jalando las mechas”.
Chávez le ha hecho saber a la OPEP por conducto de su enviado Silva Calderón (para lo que quedó Alvaro en el ocaso de su vida pública!) que él considera la acción de ExxonMobil como “una agresión” y espera que la OPEP tome las medidas “conducentes”. Esto significa que Chávez confunde a la OPEP con una OTAN cualquiera o como una sucursal del ALBA. Hace unos meses el Rey de Arabia Saudita lo mandó a callar cuando trató de politizar la reunión cumbre de la OPEP. Ahora va por más, porque espera, ni más ni menos, que la OPEP amenaze a los Estados Unidos con un embargo petrolero, porque así como él ordena a Ramírez hasta cuando debe ir al baño, así piensa que Bush ordena a la ExxonMobil lo que debe o no debe hacer y que la CIA y Condoleeza están detrás de la ExxonMobil. Para que tienen un embajador en washington?
Pero esta absurda telenovela tiene un aspecto potencialmente muy peligroso. Para la OPEP hacerle caso a los pedidos de Chávez sería sumamente arriesgado. Significaría convertir un pleito entre dos entidades comerciales, promovido por la codicia e ignorancia de Chávez, en una crisis geopolítica que enfrentaría a dos líderes quienes están de salida y quienes no se distinguen precisamente por su sentido común. Lo más peligroso es que Chávez ya no tiene nada que perder. Recuerdo el poema de Aquiles Nazoa: “atraviesa la calle con el fácil desparpajo
del perro callejero,
quien a todo perder no pierde nada”.
Dios mío, en que manos estamos?
La disputa legal entre ExxonMobil y Petróleos de Venezuela está dando algunos vuelcos inesperados. La disputa comenzó cuando el gobierno de Hugo Chávez decidió que el pago de las regalías en las asociaciones estratégicas de la Faja del Orinoco debía ser incrementado, ya que las condiciones originales de la contratación habían cambiado. Este cambio en las regalías estaba previsto en el contrato, por lo cual las empresas socias/ operadoras extranjeras tuvieron que acceder, aunque hubieran preferido ser tratadas de manera civilizada, por aquello de que “lo cortés no quita lo valiente”. El lenguaje de Chávez y de Ramírez, sin embargo, fue de patanes: fue un “tómelo o déjelo”, un “o corren o se encaraman”o un “si les pica rásquense”….es decir, la misma manera como a ellos no les gusta ser tratado.
Luego vino algo más espinoso. El gobierno de Chávez pensó que las empresas estaban haciendo demasiado dinero. Olvidaron que estas empresas habían invertido los capitales necesarios para echar a andar el negocio, habían prestado su tecnología y sus gerentes. De repente, cuando los precios internacionales se tornaron ampliamente favorables al vendedor, Chávez consideró que era el momento de dar el zarpazo. Les dijo a las empresas: “ahora yo quiero la mayoría de las acciones en el negocio”y “veré como y cuando les pago las acciones que ustedes están obligadas a traspasarme”. Rechazó las primeras objeciones de las empresas alegando que Venezuela era soberana y tomaba las medidas que debía tomar para resarcirse el daño que esas empresas le habían hecho al país por tanto tiempo. Las palabras “patriotismo”, “soberanía”, “independencia”y “anti-colonialismo” salieron como balas de ametralladoras de su boca y de la del futuro libertador de Bolivia, Rafaél Ramírez.
Los ministros del gabinete, así como Carlos Escarrá, Francisco Arias Cárdenas, los pupilos de Nicolás Maduro en Londres, Washington y Ciudad de México y otros miembros fundadores del Club de Aduladores Revolucionarios, CAR, exclamaron alborozados: “así se les habla a los imperialistas, no jile”. Cuando las empresas guardaron un prudente o atemorizado silencio, los bravucones de barrio incrementaron su agresividad: “Y tienen dos meses para decidir o comienzen a hacer sus maletas”. “Ya tenemos quienes los reemplazen”, “Eso de producir en la Faja lo hacemos nosotros mejor que los ladrones del imperialismo”.
Para sorpresa de Chávez dos empresas se negaron a aceptar el ultimatum: ExxonMobil y ConocoPhillips. Las dos decidieron no aceptar las condiciones perentorias del régimen chavista y la ExxonMobil decidió invocar la claúsula del arbitraje. Que dice esta clausula? Que si las partes no llegan a un acuerdo amigable, pueden dirimir sus diferencias en un tribunal de arbitraje de naturaleza internacional. Esta claúsula de arbitraje ha sido denunciada por Chávez como una entrega de soberanía. Lo cierto es que en el concierto de las naciones civilizadas no es ya muy posible que una de las partes pueda invocar una soberanía que le permitiría cambiar totalmente las condiciones contractuales sin que la otra parte pueda decir ni pío. Más aún, es discutible que una empresa del Estado de naturaleza comercial pueda invocar la soberanía nacional para saltarse a la torera las condiciones originales de un contrato. Estoy seguro que si Venezuela fuese mañana a firmar un contrato con la empresa China de Petróleos, no aceptaría la jurisdicción legal China como una única vía para dirimir potenciales desacuerdos . Eso sería “traición a la patria”, no es cierto, Ramírez?
En todo caso, ExxonMobil decidió acudir a un arbitraje para que le den lo suyo. Lo hizo preocupada, porque se hablaba de pagarle valor en libros, de pagarle en petróleo a futuro, en un lenguaje impreciso y arbitrario, con una actitud machista y vulgar. Todo bajo la sombrilla de la soberanía nacional, como repiten incesantemente desde Miraflores y La Campiña los socios de la empresa “Chávez y Ramírez, SRL”.
Ahora bien, ese concepto tan cacareado de soberanía y de independencia parece haber sufrido una nueva y brusca interpretación. Lo digo porque Alvaro Silva Calderón fue sacado precipitadamente de su retiro, como lo fue en su momento Alberto Muller Rojas, para ir a la OPEP, una organización internacional, a pedirle en nombre de Chávez que discuta y se pronuncie sobre la disputa legal entre ExxonMobil y PDVSA, dos empresas petroleras internacionales, ninguna de las cuáles es miembro de la OPEP. Venezuela es miembro de la OPEP, no PDVSA. Parece curioso que Venezuela vaya a la OPEP, una organización internacional, a pedir que se involucre en lo que el gobierno de Chávez ha definido como una decisión soberana de Venezuela. Al pedirle a la OPEP que interceda, Chávez está abdicando lo que él llama la “soberanía nacional”, o es que no entiendo bien?
En efecto, que es lo que Chávez entiende como soberanía nacional? Es la facultad inapelable de su régimen para extorsionar, engañar e incumplir sus compromisos legales? Eso no es soberanía nacional en mi diccionario. Eso es ventajismo y abuso de poder. Menos puede ser soberanía nacional cuando, al ver que la otra parte hace uso de sus facultades legales y, además, le embarga unos activos en el exterior para garantizar el posible pago de los daños que alega, sale corriendo para donde papá OPEP, chillando: “Papá, papá, Exxon me está jalando las mechas”.
Chávez le ha hecho saber a la OPEP por conducto de su enviado Silva Calderón (para lo que quedó Alvaro en el ocaso de su vida pública!) que él considera la acción de ExxonMobil como “una agresión” y espera que la OPEP tome las medidas “conducentes”. Esto significa que Chávez confunde a la OPEP con una OTAN cualquiera o como una sucursal del ALBA. Hace unos meses el Rey de Arabia Saudita lo mandó a callar cuando trató de politizar la reunión cumbre de la OPEP. Ahora va por más, porque espera, ni más ni menos, que la OPEP amenaze a los Estados Unidos con un embargo petrolero, porque así como él ordena a Ramírez hasta cuando debe ir al baño, así piensa que Bush ordena a la ExxonMobil lo que debe o no debe hacer y que la CIA y Condoleeza están detrás de la ExxonMobil. Para que tienen un embajador en washington?
Pero esta absurda telenovela tiene un aspecto potencialmente muy peligroso. Para la OPEP hacerle caso a los pedidos de Chávez sería sumamente arriesgado. Significaría convertir un pleito entre dos entidades comerciales, promovido por la codicia e ignorancia de Chávez, en una crisis geopolítica que enfrentaría a dos líderes quienes están de salida y quienes no se distinguen precisamente por su sentido común. Lo más peligroso es que Chávez ya no tiene nada que perder. Recuerdo el poema de Aquiles Nazoa: “atraviesa la calle con el fácil desparpajo
del perro callejero,
quien a todo perder no pierde nada”.
Dios mío, en que manos estamos?
Dan pena ajena sus comentarios y se evidencia lo apatridas y lamesuelas norteñas que son
ResponderEliminarPregunto
¿Que beneficios perdieron con la llegada de Chavez para comportarse de esta manera?
Si no responden sus lectores se pueden hacer muchas conjeturas que nos les convendria