La mediación a los más altos niveles de la política, el intento de conciliar conflictos entre dos países o dos líderes, es una de las instituciones más antiguas de América Latina. Los políticos y jerarcas religiosos de la región muestran siempre una gran disposición a mediar, quizás porque ello les daría un gran prestigio en caso de éxito o, en todo caso, notoriedad. La verdad, sin embargo, es que la mediación a esos altos niveles rara vez ha tenido éxito. La conciliación de conflictos es una técnica valiosa a nivel corporativo o entre personas comunes pero rara vez produce los efectos deseados a nivel de país. Ello se debe a que los conflictos a ese nivel generalmente son generados por razones políticas y sus protagonistas, o uno de ellos, no muestran mayor interés en la conciliación, ya que es el conflicto el que sirve sus propósitos. Por ello la mediación de Oscar Arias en Honduras estaba condenada al fracaso. Así como lo está la mediación de Leonel Fernández entre Uribe y Chávez y lo hubiera estado cualquier esfuerzo de mediación entre la Alemania de Hitler y la Gran Bretaña de Churchill. El conflicto en estos casos es de naturaleza filosófica, es un conflicto entre modos de vida o sistemas políticos, no un simple conflicto territorial, ambiental o comercial.
En el caso específico de Uribe y Chávez el conflicto es vital para la supervivencia de Hugo Chávez en el poder. Puede tener, y ha tenido, estiramientos y encogimientos, generados por Chávez como estrategia, pero siempre con el propósito de acentuarlo en el mediano y largo plazo. La razón es sencilla. Chávez necesita un enemigo en la región, así como Ahmadinejad en Irán requiere desesperadamente de un conflicto crónico con Israél.
Por ello la mediación de Leonel Fernández no pasa de ser un acto más de pantallería latinoamericana, a la que nos tienen tan acostumbrados nuestros líderes simiricuires. Leonel va a Bogotá, viene a Caracas, regresa a Bogotá, quizás con la mejor buena intención o quizás buscando el premio Nobel de la paz, en intentos de cerrar la brecha entre los dos países, pero no quiere darse cuenta de que tal brecha es necesaria para uno de los dos líderes en pugna o hasta para los dos. Por ello se ha dicho que la alta popularidad de Uribe se debe, en buena parte, al antagonismo de Chávez o que Chávez mantiene su agresiva postura contra Colombia porque necesita mantener “inspirados”a sus amigos forajidos de las FARC, de Nicaragua y de Bolivia.
La mediación es generalmente una especie de manga para chalecos o, como decía Borges sobre el conflicto Malvinas/Falkands: un intento de conciliar entre “dos calvos peleando por un peine”.
Hola Sr. Coronel:
ResponderEliminarOiga, en puro son de chiste, debe usar otra foto de Fidel. Se parece a Ud.!
(No se ponga bravo, por favor)
carrramba, como que sí! Ya no la uso más,
ResponderEliminarGustavo
SR. Coronel,
ResponderEliminarUsted está haciendo uno de los mejores trabajos de escribir sobre estos criminales y bandidos como Chavez, soy colombiano detesto la forma de ser de ese personaje llamado chavito, le quiero decir que yo tambien tengo un blog hablando de las noticias de Colombia, pero 60% se habla de este falso (presidente) que lamentablemente tienen nuestros hermanos los Venezolanos.
http://colombiasuramerica.blogspot.com/