Vista lateral del barco
Parte I: De Brooklyn a
Southampton en el Queen Mary 2
Las realizaciones artísticas y utilitarias del
hombre, las culturas que modelan su vida,
las características mismas de la naturaleza que lo rodea, todos esos
factores modelan nuestra esencia humana. Por ello viajar contribuye tanto a la
comprensión de que y quienes somos.
Acabo de terminar, junto con mi
esposa, un viaje singular de 20 días, uno cuyo verdadero destino ha sido el corazón. Nada
parecido a aquellas interminables peripecias
de Richard Burton (no el explorador de Elizabeth Taylor, el primer
Burton) en Arabia y Africa, sino un pequeño viaje que pudiera calificarse de
rutina en el mundo de hoy, un mundo muy compacto en el cual es posible
desayunar en Caracas, almorzar en Nueva York y cenar en Madrid. Sin embargo, ha
tenido para mí una dimension especialmente espiritual.
Desde el año pasado y durante los
primeros meses de este año pude hacer un trabajo de investigación politológica por
el cual recibí una suma de dinero que no estaba planificada en mi “presupuesto ordinario” de ingresos . La suma
era suficiente para – por ejemplo - comprar una excelente cama nueva, algo
importante a nuestra edad, o para hacer un viaje, dos de los proyectos que teníamos algun tiempo
en gestación. Después de un profundo
análisis de unos diez minutos de duración nos decidimos por el viaje.
He explicado lo que hizo posible
nuestro viaje porque no creo que sea lo mismo hacer un viaje en base a una
posición de significativa afluencia económica que hacer un viaje gracias a ingresos
inesperados, lo que en el mundo del petróleo llaman un “windfall”. En el primer
caso viajar puede tornarse frecuentemente en una experiencia de rutina. En el
segundo caso tiene el potencial de llegar a ser una experiencia única.
Hemos regresado de nuestro viaje
a descansar en nuestra antigua cama pero, eso sí, muy enriquecidos por la
experiencia. El primer segmento estuvo constituído por un cruce del Atlántico ,
desde Brooklyn hasta Southampton, Inglaterra, en el “Queen Mary 2” y la segunda mitad, por una
visita a fondo de una de las ciudades más bellas y pintorescas del mundo, Madrid.
Fueron, realmente, dos viajes en uno, dadas las características muy diferentes
de ambos segmentos. No pretendo darles una muy detallada descripción de ambos
viajes sino algunas impresiones generales, acompañadas de reflexiones sobre lo
que ha significado para mí, tanto en términos puramente antropológicos como
espirituales (realmente no es posible saber donde termina lo uno y donde
comienza lo otro).
La fecha de salida de nuestro
viaje trasatlántico coincidió con la inminente llegada a Nueva York del huracán
SANDY, lo cual le dió a su inicio la fisonomía de una mini- aventura. Podríamos
viajar a NYC? Pudimos hacerlo en el tren, el cual se paralizaría horas después.
Habíamos comprado nuestros tickets con
bastante anticipación, por lo cual pagamos solo $49 por cada uno. En 3 horas y media estábamos
en NYC y fuímos de la estación Penn Station a Brooklyn en taxi, una media hora
adicional. La zona del terminal de Brooklyn donde se encontraba anclado el
Queen Mary 2 me impresionó por su fealdad y descuido y ofrecía un gran
contraste con el imponente perfil del barco que íbamos a abordar. La intensidad del viento se había incrementado
y la ciudad esperaba la llegada de SANDY en materia de horas. El taxi nos dejó
en las puertas del terminal y el personal de Cunard se encargó de nuestras dos
maletas. Las veríamos de nuevo dos horas después en nuestro camarote.
En la cubierta superior esperamos la salida
La primera experiencia agradable
que tuvimos fue la facilidad en pasar del terminal al barco. Llegamos temprano como a la una de la tarde.
El personal de inmigración estampó nuestros pasaportes y nos tomaron una foto
individual (para posible identificación de los cuerpos? ). El personal de
CUNARD nos asignó una tarjeta electrónica a cada uno, la cual serviría para
hacer cualquier compra o gasto, ya que dentro del barco no se maneja efectivo
(excepto en el Casino). Todo el procedimiento tomaría no más de unos 30
minutos, a pesar de la larga fila de pasajeros que ya había llegado. Caminamos por una larga planchada que daba
dos o tres vueltas vueltas y de repente….. nos encontramos dentro del Queen Mary 2, ya fuera de los Estados
Unidos.
Fué la salida de un país menos
traumática que he experimentado jamás. Pensé yo en ese momento, al ver la fila
del personal, de uniforme impecable, dándonos un sonriente bienvenida : “Quien
iba a imaginar que el hijo de Jesús María estaría algun dia a bordo del Queen
Mary 2? ”. Cuanto me hubiera gustado que ellos estuvieran allí con nosotros. En alguna forma lo estaban,
si es verdad que cada ser humano representa la suma de sus antepasados y que la
ontogenia recapitula, de alguna manera mágica, la filogenia. Quizás algun día
yo pueda viajar a las estrellas con alguno de mis descendientes.
En el Queen Mary 2.
Nuestro resumen de viaje (Travel Summary) incluía el número de nuestra mesa en el
segundo turno del comedor Britannia (8:30 p.m.) y el número de nuestro camarote, tipo C1, estándar, en la
cubierta 5. Nosotros habíamos tomado unos ocho a diez cruceros, incluyendo uno
memorable en un bellísimo buque buque de Crystal por Alaska, pero nunca
habíamos visto una dimension como esta del Queen Mary 2. Descripciones del barco abundan en la web, por
lo cual no intentaré hacerlo aquí. Solamente mencionaré la impresion de gran tamaño,
pulcritud, el agradable olor de los recintos y la elegante sencillez que impera en aquel
edificio de doce pisos . El Queen Mary 2 es el segundo barco más grande en
existencia. Al llegar al nivel 5, en búsqueda de nuestro camarote, entramos por
el lado de la popa, mientras que el camarote estaba cerca de la proa. Ante nosotros se extendió un pasillo de longitud
aparentemente infinita, “toda horizontes como la esperanza”, diría Gallegos.
Eventualmente aprenderíamos a entrar a la cubierta 5 por el sector A, el más
cercano a nuestro camarote, a fin de evitarnos una innecesaria caminata por el area
de camarotes. Por otra parte, caminar es parte integral de viajar en este inmenso
barco. El restaurant Britannia, donde cenaríamos, está en el nivel 2, más cerca
de la popa. El King’s Court, para desayunos y comida tipo buffet en el nivel 7.
El teatro, el casino, el planetarium, la sala de bailes Queen’s Room, las
tiendas, la cubierta para caminar, la biblioteca, el salón Comodoro, los sitios
más frecuentados, están repartidos en los diferentes niveles del buque. Hay
ascensores que llevan a todos los niveles, por supuesto, pero decidimos caminar
arriba y abajo por las amplias escaleras y este caminar se convirtió en parte
integral y muy agradable de la experiencia.
Al entrar al barco se nos dijo
que el almuerzo estaba disponible en la cubierta 7, en el llamado King’s Court.
Era tipo buffet, con muchas ofertas de comida caliente, ensaladas, frutas,
jugos diversos, café, panes variados. Nos sentamos en una mesa pegada a una
ventana, con una vista a la Estatua de la Libertad, la cual se veía
asombrosamente pequeña y vulnerable contra un cielo gris que presagiaba la pronta
llegada de SANDY. Por el sistema de comunicaciones el capitán nos informó que
zarparíamos a las 5 p.m. porque no
consideraba prudente permanecer en el puerto un minuto más, en vista de la
situación del tiempo. Como a las 4 y media vímos a un gran barco contiguo al
nuestro soltar amarras y zarpar.
Después de almorzar fuímos a
nuestro camarote, el cual probó ser
excelente. Más que un ojo de buey tenía una ventana de moderado tamaño, muy
anti-claustrofóbica, desde la cual uno
podia ver el mar. Tenía una mesita de trabajo, televisión con varios canales,
algunos en vivo, otros de difusión de información sobre el barco y el viaje, un sofá, dos camas “twin” que pueden o no
unirse, un closet bien organizado y una sala de baño más grande de la que
hubiésemos esperado. En la mesa había una media botella de champaña POL ROGER,
non-vintage (la preferida de Winston Churchill) , muy fría, con una tarjeta de
bienvenida del capitán. No sé si todos los pasajeros reciben una a su llegada
pero verla y tomarla nos hizo sentir especialmente apreciados. También leímos
el Programa del Día: Temperatura, unos 15 grados centígrados. Vestimenta para
la cena de la noche: Casual, elegante (slacks, camisa de cuello, paltó, sin
corbata, nada de blue jeans o chancletas). A las 4:30 p.m. nos invitaban al
nivel 8, en la proa, en el bar de la terraza, con música en vivo para amenizar
la salida. En la noche, a las 7:45 p.m. habria un show de bienvenida, amenizado
por la Orquesta del Teatro de la Real Corte, con los bailarines Olena y Dan y
el cantante Michel Chartier. Y a las 8:30
p.m. nos esperaban para cenar.
A las 4:15, antes de zarpar, habría
un simulacro de evacuación, cada quien con su salvavidas. A las 8 p.m. se
podría ver la película “Men in Black”. Diseminados en los diferentes salones
del barco ya habían unas seis opciones de música en vivo: un cuarteto para
cuerdas, una arpista, dos pianistas, un baile de salsa y otros ritmos con la
orquesta del Queen’s Room, un disc jockey en el night club “G32”, el cual
estaría activo hasta las tres de la mañana.
A la cinco de la tarde zarpamos.
El pasaje se aglomeró en cubierta, en la terraza principal, a lo largo de todo
el barco, desafiando el viento que ya traía violencia y cortaba la piel. La
vision de la Estatua de la Libertad diciendo adiós y el paso del barco por
debajo del Puente de Brooklyn, con su
chimenea principal casi rozándolo, fueron impresionantes. La champaña Cliquot,
Brut, nv, corrió libremente entre el pasaje, a pesar de su precio de $16 la
copa. Al entrar en el barco habíamos decidido llevar este asunto de la champaña
hasta sus últimas consecuencias financieras, para lo cual me sentía razonablemente
respaldado con el dinero proveniente de
mi trabajo especial de cuatro meses.
Pagar con la tarjeta electrónica resultó psicologicamente positivo, porque uno
disfruta del espejismo de no estar gastando dinero verdadero . Zarpar en el
Queen Mary 2 y pasar al lado de la Estatua
de la Libertad tomando Coca-Cola definitivamente no entraba en nuestros planes.
After all, “we only live twice”, como decía Ian Fleming.
Iniciando el viaje
Al zarpar, a toda máquina, en
dirección noreste, el Queen Mary 2 claramente pretendía escapar del impacto
pleno de SANDY, tormenta que se acercaba desde el sur. Sus vientos se
sentirían, sin embargo, en una ancha área de unos 1000 kilómetros de diámetro.
Por lo tanto, se nos dijo que ya había comenzado la repartición masiva de tabletas contra el
mareo, y que se esperaba mál tiempo ese día, durante toda la noche y por buena
parte del día siguiente. En efecto, esa
noche el Queen Mary enfrentó olas de hasta unos 20 metros de altura y vientos
huracanados. A pesar de su maravillosa estabilidad y de no ser una mera brizna
de paja en el viento, aquel gigante daba apreciables bandazos. A medianoche nos
venció el sueño y dormimos “arrullados” por la tormenta. Cuando despertamos al
día siguiente, bien entrada la mañana, el Queen Mary 2 navegaba por un mar
muchos más tranquilo. La altura de las olas había bajado y la velocidad de la
nave la había puesto a una buena
distancia de la costa. Sin embargo, los vientos eran muy fuertes y estuvo prohibida
la salida a las cubiertas durante todo el día Lunes, segundo de navegación y
buena parte del Martes.
Las cenas en el Comedor Britannia.
La comida en general.
El Comedor Britannia es un gran salon de dos
niveles. En el nivel superior una orquesta de cuerdas toca música suave. Desde
el nivel inferior se oye pero no se ve a los músicos. Pensé: “Con tal que no
comiencen a tocar Más cerca de tí, Diós mío”. Es un comedor inmenso de una austera elegancia, muy
inglesa. Este es un barco inglés y su apariencia y decoración nunca nos permite
olvidarlo. Compartimos una mesa para cuatro personas con una pareja más joven,
muy agradable, quienes vivían en Southampton. Nos contaron que, con una semana
de vacaciones disponible, habían
decidido volar de Londres a NYC, tomaron un taxi desde el aeropuerto Kennedy hasta Brooklyn y abordaron el Queen Mary para
regresar a Southampton, sin pasar ni un minuto en NYC! Luego sabríamos que hay
viajeros en el Queen Mary 2 quienes van de Inglaterra a Estados Unidos o
viceversa y se regresan de inmediato,
sin siquiera dignarse tocar tierra. Su idea del disfrute es estar continuamente
a bordo del gigante, solazados en su actividad o inactividad preferidas.
La comida en el Britannia
Voy a decirlo de una vez. La
calidad de la comida en el Comedor Britannia no es memorable. Es muy correcta,
con algunos atisbos positivos, especialmente en el ramo de las carnes (Steaks,
Lamb racks), patés, panes y postres pero generalmente indiferente y poco sexy
en el campo de las ensaladas y acompañamientos y hasta con algunas francas
decepciones en el campo de las sopas, sobre todo unas tipo gazpacho,
definitivamente contra- indicadas para diabéticos. El servicio es impecable,
preciso, a cargo de jóvenes Filipinos y los vinos de la casa, el Merlot y el
Chardonnay de CUNARD son excelentes, a $7 la copa. Siempre se puede tomar la
excelente champaña Cliquot, aunque recordemos, a $16 la copa. Los desayunos y almuerzos
también pueden hacerse en el Britannia, con un menú formal o en el King’s Court
donde son tipo buffet, con ensaladas, salmón ahumado, alguna comida caliente,
frutas y buenos postres. En general, la comida
del Queen Mary 2 al nivel del Britannia es facilmente olvidable. Las
evaluaciones que leí previamente eran muy elogiosas pero se referían a la
comida de los comedores para los pasajeros en cabinas de mayor costo.
Rudimentarias observaciones
antropológicas.
El Queen Mary 2 tiene dos clases
de pasajeros, diferenciados por el tipo de cabinas; quienes viajan en cabinas
con balcón y en suites tienen asignados comedores diferentes a los de los
paajeros en cabinas estándar y, por ello, no se mezclan a la hora de la comida.
Los primeros comen en el Princess Grill o en el Queens Grill o el Britannia
Club. Los segundos en el Comedor Britannia. Hay un restaurant pagado llamado
Todd English, abierto a ambas clases. Las dos clases de pasajeros, llamémoslas primera y turista, solo
se mezclan en el teatro y otras áras comunes . El pasajero típico que observé en nuestra clase estándar parecía ser casi todo Inglés,
un Inglés generalmente de aspecto sencillo, de clase media-media, muchos a
quienes uno esperaría ver en un juego del Manchester United contra Liverpool. Este
pasaje “turista” tendía a concentrarse en el Golden Lion Pub o en el Chart
Room, en los cuales existían programas diarios de preguntas y respuestas
(trivia), bingos y deportes de salón como “darts”y donde se tomaba más cerveza
que champaña. La “primera”clase se concentraba en sus salones exclusivos, o en
la biblioteca y en salones como el Club Comodoro, un elegante salon en el nivel
9, en la proa, un sitio para tomar excelentes Martinis antes de la cena, así
como en el Queen’s Lounge o en el Champagne Bar, en el Gran Lobby. Aunque el Comodoro es un salon abierto a
todos los pasajeros, el grueso del pasaje
estándar simplemente no aparecía por allí, quizás un tanto intimidado por su
ambiente sofisticado. Nosotros nos sentímos libres de ir a todos los sitios comunes, como miembros de
una clase media venezolana que se liberó, gracias a la hoy vilipendiada democracia
puntofijista, de esta pronunciada
conciencia de clases. En este sentido pudimos disfrutar de casi todo lo que la maravillosa
nave ofrecía, compartir tanto el mundo de la cerveza como el mundo de la
champaña.
Particularmente interesante es la
biblioteca de a bordo, de unos 8000 volúmenes, situada en la proa, en la cual
uno puede sentarse a leer un buen libro frente al mar. Las escasas sillas
tienen fuerte competencia y hay que madrugar para lograr una. La biblioteca
tiene una librería anexa, la cual llama la atención porque casi la mitad de sus estantes están dedicados
a obras sobre dos grandes desastres de la navegación: el Titanic y el Concorde.
Uno se pregunta la razón de esto. Claro, el Queen Mary 2 es un digno heredero
de la tradición de la gran nave trasatlántica, llena de “glamour” y de
elegancia, personificada por el Titanic en su momento. Y el Concorde fué motivo
de orgullo para Inglaterra hasta el desastre sufrido en Francia. Pero esa
insistencia en lo del Titanic y el Concorde se parecía demasiado a la
proverbial mención de la soga en la casa del ahorcado. Algo así como exhibir la
pelicula “Aeropuerto” en un largo vuelo repleto de pasajeros temerosos de viajar
en avión. Debo reconocer, sin embargo, que la sensación de seguridad y
estabilidad que inspira el Queen Mary 2 es total.
Vestimenta, charlas,
espectáculos, música clásica, artistas.
Tres noches de la semana la
vestimenta es formal, de etiqueta, es
decir, Tuxedo/Smoking o traje oscuro para los hombres y traje largo o de fiesta
para las damas. Por dos noches es semi-formal:
Paltó, corbata, no jeans para hombres y traje de coctel para las damas.
Las dos noches restantes es casual, elegante, sin corbata y con paltó. Esta
etiqueta es estrictamente aplicada, quien salga con chancletas no es visto
nunca más, posiblemente utilizado para el menu del siguiente día. Tuvimos dos
bailes de etiqueta, uno llamado Royal Ascot y otro llamado Blanco y Negro. Algunos
pasajeros lucían diversas condecoraciones en las noches de gala. Si lo hubiese
sabido me hubiera llevado mis medallas de aplicación y de buena conducta obtenidas
en el bachillerato del Liceo “San José”, de Los Teques, las únicas
condecoraciones que he recibido en mi día, algo de lo cual siempre me he
sentido orgulloso.
Durante la semana se ofrecieron
varias charlas de expertos en diversos temas, dos sobre política estadounidense
por el Profesor James Thurber (hijo del
humorista del mismo nombre), dos sobre los grandes musicales de Hollywood de principios
del siglo XX y otra sobre Cole Porter, por
el historiador George McGhee, una sobre los limites del Cosmos por el astrónomo
Mark Butterworth, dos sobre el Concorde
por el capitán de aviación Tim Orchard y otra sobre el futuro de la aviación por
el ex-aviador militar Ross Priday. Vimos un show sobre las estrellas en el
Planetarium. Las películas fueron excelentes,
entre ellas una de Richard Gere llamada “Arbitrage” y una bellísima version
filmada de Madame Butterfly, con una soprano japonesa espectacularmente buena.
En especial nos cautivó un soberbio guitarrista
clásico Inglés, cuyo nombre lamentablemente no recuerdo. Este joven terminó su
concierto con dos composiciones de Antonio Lauro: El Marabino y El Negrito. También
nos gustó mucho un pianista de estilo un tanto rimbombante, de la escuela del
fallecido Liberace. Además de estos espectáculos y shows en cada salon había
casi siempre música en vivo. A lo largo del barco hay sillas y mesas con juegos
tipo “Scrabble” y con rompecabezas para armar, los cuales tienen una
sorprendente cantidad de adeptos entre los viejitos (definidos como todos los
mayores que yo). Hay clases de gimnasia,
bridge y de tejer. Como decía Oscar Wilde, pude resistir la tentación de hacer
gimnasia sentándome a leer.
El tiempo
Solo el dia miércoles y, en
parte, el Jueves, amanecieron soleados y
con una moderada temperatura exterior.
Como por arte de magia las cubiertas se llenaron de sillas con gente alineada
frente al mar. Todos le sacaron provecho al breve mar primaveral mas que
otoñal.
Internet
Hay un centro de Internet donde
dan clases para usar este u otro programa. No lo usé en absoluto porque la hora
cuesta unos $50 y vi que era muy lento. Desesperaría saber que uno debe pasar
la mitad de su tiempo esperando que aparezca lo que uno desea. Esa desconexión
con algo que se ha convertido en una adicción de nuestras vidas fué
especialmente saludable. Nada sobre Venezuela por ocho días. Nada sobre
nuestras peripecias como país. La televisión si traía noticias sobre el
terrible impacto de SANDY en la costa este de los Estados Unidos. Llamamos a
los hijos a ver como les había ido. En general, bien, con algunos daños menores
a una de sus viviendas.
Un ensayo para la muerte
Siempre es una lección en
humildad constatar que cuando salimos de la circulación por días o semanas el
país y el mundo siguen tan mál o tan bien
como siempre. Uno realmente no cuenta. En este sentido, un viaje se convierte
en algo así como un ensayo general sobre nuestra muerte. Ofrece la oportunidad
de observar al mundo desde una posición externa, donde ya no somos actores.
Ojalá que algunos quienes se creen indispensables se dieran cuenta de su
esencial insignificancia. Esta sensación
se incrementó grandemente cuando ví el espectáculo sobre las estrellas en el
planetarium. Somos pequeños habitantes de un pequeño planeta girando alrededor de un
pequeño sol, en una pequeña galaxia como hay millones y todavía hay uno que
otro insecto en algun rincón del mundo que se cree predestinado, no me joroben.
LLegada a Southampton
El capitán nos dijo que
llegaríamos a Southampton el domingo 4 de Noviembre a las 6:30 de la mañana y
así fué. Para mí que estuvo dando algunas vueltas por allí durante la noche, a
fin de cumplir con su pronóstico con absoluta precisión. Después de desayunar y
de un ordenado proceso organizado por colores (marron para nosotros),
desembarcamos. El viento helado y una lluvia persistente nos dieron la
bienvenida. Debo reconocer que sentí la
misma alegría de desembarcar de la bella nave que la que sentí al embarcarme en
ella. A diferencia de la zona de embarque en Brooklyn, Southampton nos pareció
muy limpia y acogedora, llena de pequeños parques y calles muy pulcras. Había
contratado un auto para ir al aeropuerto llamado London City Airport, en
Londres, un viaje de dos horas largas, para tomar un vuelo de British Airways
para Madrid, donde pasaríamos diez días.
Este segundo segmento del viaje será objeto de
otra nota. Ya llevo 3600 palabras y tampoco es bueno abusar.
...gustavos!
ResponderEliminar...you are back my friend!
...what/guat a nice boat trip!
...the adecos of venezuela said: "we ...will come back!". they should have said: "we will be back!"
...finally: the only society of "comunas" that i know of that work with problems are: the cabuts, and the amish and hutherites! and religious orthodox morale and ethics is what permits it! there are no thiefs, and they live and work in family groups, with their own properties in conjuntion efforts!
...i think chavez is shooting in the dark once again with the "comunas", which is intended to sink Venezuela into worse archaic legal problems and property issues!
...nobody wants any harm to anybody, but who has the right of which Venezuela do Venezuelan's want?
.
.
.
...as to life jackets, it should be compulsory to have a small survival suit for frigid waters...!
ResponderEliminar.
.
.
...i prefer to do a Caribbean cruise in more "warm" waters, just in case of having to float there for some time in only a life jacket!
ResponderEliminar...i invite you to do a Arctic (Ark-tic)(Noah's Ark!) cruise! With food and sewerage (open ocean dump) for one year!
.
.
.
...thanks for not going to Rome to see the "coliseum"(canada has many like Harrison lake and hot springs, bc.). TO RETALIATE IN MODERN TIMES AND RELIVE ANCIENT TIMES IS NO PROGRESS!
ResponderEliminar.
...to the 'animal defenders' of Canada and Europe, but not defenders of humans rights, i accept bull fighting and the beautiful Madrid! Long live latin and spanish laws!
.
...Bull fighting is a good "burn away" of the thirst for human sacrifices, and the "boxing fighting" used in games of hockey! KEEP BOXING FIGHTING TO PROFESSIONAL BOXING, THEY DO NOT HAVE IN VANCOUVER, BC.! You see somebody might not like it! What a contradiction!
.
.
.
...as to social classes and divisions on this beautiful floating ship, i admire your humility!
ResponderEliminar...i am amazed nobody tried to make you sick with "something"!
...as to common areas, ocean water "full of their dumps", sure is a common area!
.
.
.
Interesante el relato y el viaje. Pronto leere la segunda parte. Una pequeña acotación: el puente que pasaron al salir de Brooklyn es el Verrazano, que une a Brooklyn con Staten Island. Saludos
ResponderEliminarcorrecto sobre el puente. Lo sabía y n embargo lo dije mál. Por cierto, parece ser que Verrazano, un explorador italiano que dió al puente su nombre, fue comido por caníbales en las antillas.
ResponderEliminar