De Southampton a Madrid
Para ir de Southampton a Madrid
hay varias alternativas, casi todas muy costosas: el tren (via París, toma un
largo tiempo), un ferry y luego un tren, o un vuelo directo desde Southampton
(ridiculamente costoso, algo así como $900 por persona) o un vuelo desde
Londres. La alternativa más rápida y menos costosa es ir a Londres y tomar un
vuelo. Hay algunos baratos, de líneas aéreas como Ryan Air, o más costosos pero
de naturaleza más “regular”, de líneas como British Airways. Encontramos uno de
British Airways, de precio razonable, unos $200 por persona, que salía el mismo
día de nuestra llegada desde el London
City Airport, situado dentro de la ciudad.
Para llegar a este aeropuerto el
auto debió atravesar todo el centro de Londres, bastante transitado aun en domingo. Tuvimos un rápido
tour visual de la ciudad, incluyendo a
Harrod’s y Picadilly Circus. Este London City Airport es sorprendente, más
parecido, en su nivel inferior, al de Lagunillas que al de Maiquetía. De pequeño
tamaño debido a su ubicación, tiene muy pocas comodidades en ese nivel
inferior, donde los pasajeros deben registrarse. Las sillas son escasas y solo
existen un par de cafetines de muy modesto aspecto, donde es apenas posible
comer un costoso y modesto sandwich. Llegamos cuatro horas antes de nuestro vuelo,
por lo cual tuvimos que permanecer parados durante casi dos horas, esperando
poder chequear maletas. Una vez que chequeamos maletas y pasamos inmigración pudimos
entrar al nivel superior, muy cómodo, con tiendas atractivas libres de
impuestos y un sitio muy civilizado donde se podia tomar algo mientras
esperábamos la salida.
El viaje a Madrid fué de unas dos
y media horas, en un excelente Embraer 190. Este avión brasileño es uno de los
más cómodos jets comerciales pequeños que
existen en el Mercado. Este se encontraba impecablemente mantenido por British
Airways. Creo que éramos los únicos pasajeros no-españoles a bordo. El resto
parecía ser un gran grupo de amigos regresando a casa después de un fin de
semana en Londres, parejas jóvenes y todas muy
bien vestidas.
Debido a la diferencia de una
hora en Madrid y al largo proceso de salida de Barajas, un aeropuerto
reluciente e inmenso con un tren rápido que tomó 16 minutos en viajar de la
puerta de salida del avión hasta inmigración, llegamos a nuestro hotel casi a
la medianoche del Domingo.
El Hotel Gran Versalles
Seleccioné este hotel por
Internet, un tanto al azar, en base a precio. Por supuesto nos hubiera gustado
ir al Westin Palace o al Ritz ($400 o más la noche) pero esos días ya pasaron.
Debo decir que este hotel probó ser exactamente lo que requeríamos. Quizás lo
de Gran es una hipérbole pero
definitivamente es un sitio agradable, muy limpio, con un staff muy atento,
situado tan bien como sería de desear para quienes les gusta caminar. A la tasa
diaria de 76 euros, al menos en este época, no dudo en definirlo como de una
excelente relación costo-beneficio. Situado en la tranquila calle Covarrubias
tiene , a una cuadra, la estación de
metro de Alonso Martínez, desde la cual uno puede ir a los cuatro puntos
cardinales de Madrid o a las dos estaciones de ferrocarril, Atocha o Chamartin.
Pero la estación no fue necesaria. La usaríamos un par de veces. Nosotros
caminamos por Madrid y nos pareció hber visitado (mapa en mano) casi todos los
rincones de la maravillosa ciudad.
Que fuímos a buscar a España?
A España, a Segovia, a Madrid
fuímos (no necesariamente en ese orden de prioridades) a : (1), re-encontrarnos con nuestros orígenes,
(2), disfrutar de una de las ciudades más bellas del mundo, (3), inter-actuar
libremente, en nuestro idioma, con una cultura milenaria, (4), comer jamón,
(5), tomar vinos blancos del Albariño y tintos de las varias regiones de
España, (6) visitar Segovia, la ciudad de donde parentemente salieron los
Coronel que llegaron a Montalbán/Bejuma/Nirgua, en Carabobo y Yaracuy, la rama
de mi padre, (7), Ver la Alhambra, (8),
ir a una zarzuela, (9), ir a un tablao flamenco, (10), comernos una buena
paella, (11), ver Iglesias, museos, monumentos, calles pequeñas y balcones,
(12), visitar el salon de armas y la farmacia del Palacio Real con su colección
de frascos y tarros medicinales, (13), sentarnos a comer tapas y tomar vino en
las viejas tabernas de Madrid, (14), comprarnos algo bonito y barato, (15),
cualquiera otra cosa. En esencia fuímos a ser españoles por diez días, vivir
como españoles y tratar de sentirnos españoles.
De estos puntos, fallamos en solo
dos: no vimos ni la Alhambra ni una zarzuela, por problemas de logística. De
Madrid a Granada, asombrosamente, solo hay dos trenes diarios y ambos estaban
llenos cuando podíamos ir. El bus toma cinco horas y el tiempo estaba muy feo
para tomar carretera. Por su parte la temporada de zarzuelas comenzaba, como
suele suceder (ley de Parkinson #4), la semana después de nuestra
salida.
El primer día en Madrid.
No pretendo darles un informe
round por round, día por día, de nuestra estadía en España. Pero si pienso que
es buena idea darle unas primeras impresiones, las cuales comenzaron desde que
despertamos el primer día en la bella ciudad. Lo primero que hicimos fue
prender el televisor. Varias cosas nos llamaron de inmediato la atención: una,
la calidad de la televisión española, tanto tecnicamente como en su
programación, es bastante alta, en algunos aspectos superior a la
estadounidense; las presentadoras de las
noticias en la televisión tenían cuatro características resaltantes: eran todas bellísimas, estaban muy bien
ataviadas, todas parecen llamarse Ana y todas se pintan el pelo. Esta última,
francamente, me pareció de importancia muy secundaria. En tercer lugar, los
temas principales de discusión en los medios eran tres: Las elecciones en los
Estados Unidos, la crisis económica y política en España, especialmente
elproceso de desalojo que afecta a muchos propietarios de viviendas y una
tragedia en el Madrid Arena, en la cual habían muerto tres jóvenes por haberse
producido una estampida al venderse mucho más entradas que las podia aguantar
el local. Nos sorprendió el grado de interés que existía en España sobre el
resultado de las elecciones en USA, tanto interés como el que podría existir en
Kalamazoo. En los restaurantes, en los sitios públicos oiríamos a los españoles
hablar de eso más que de cualquiera otra cosa, al menos durante los primeros
días de nuestra estadía allá.
Formulé mi primera hipótesis
sociológica sobre España así: Para ser genuinamente español es preciso
interesarse por la política estadounidense.
Primera salida del hotel
Al salir del hotel desembocamos
en la calle de Sagasta y cruzamos hacia la calle Hortaleza, una calle de
modestos establecimientos, la cual lleva directamente a la Gran Vía, a unos 800
metros de distancia. Para sentirse plenamente en Madrid es necesario llegar
cuanto antes a la Gran Vía. Esta avenida es a Madrid un poco lo que la Séptima
avenida es a Nueva York, no la más chic pero si una de las más bulliciosas,
donde es posible tomarle el pulso a la ciudad. Caminamos por la Gran Via hasta
la esquina de Santo Domingo y allí cruzamos a la izquierda por la calle de
Veneras, hasta llegar al monasterio de las Descalzas Reales, nuestro primer
objetivo para visitar, seleccionado al azar mientras tomábamos café. Llegamos a
la bella puerta de madera, anticipando el placer de encontrarnos con un pedazo
de historia de España y allí pudimos leer un cartelito que decía: CERRADO LOS
LUNES. Bueno, un pequeño inconveniente, pero siempre podríamos regresar otro
día. Pués bien, nunca pudimos entrar! O estaba lloviendo o estaba lleno el tour
o no era la hora o era dia de fiesta o había huelga general. Total: no vimos a
las descalzas reales.
Con Garcia Lorca
Tomamos la Calle de la
Misericordia y llegamos por allí a El
Corte Inglés. En realidad, no importa para donde uno vaya en Madrid se
encuentra inevitablemente con El Corte
Inglés. Ya que no pudimos ver el monasterio entramos a curiosear en ese
establecimiento gigantesco, tan importante para la vida española. De allí
desembocamos en la Puerta del Sol, el centro de España, el kilómetro cero desde
donde parten todos los caminos, un tanto venido a menos en su aspecto general.
Allí tomamos la Calle Mayor, hacia el oeste, la cual lleva a la Plaza Mayor.
Visitamos la Plaza Mayor y continuamos por esa calle, llegando rapidamente a
uno de los sitios más hermosos en su estilo que hayamos visto jamás: el
Mercado de San Miguél. Soy un ferviente admirador de los mercados, los
cuales me producen un gran sensación de bienestar. Son sitios donde las
riquezas de la naturaleza estan a la vista: las frutas, las flores, los
alimentos de todo tipo. Un mercado es un símbolo de riqueza y abundancia. En un
pequeño cubículo de ese mercado nos paramos a tomarnos una copa de un exquisito
amontillado de barril (me acordé del cuento de Edgar Allan Poe), de 2,5 euros y a comernos unas deliciosas aceitunas,
gratis. Este mercado se convirtió de inmediato en uno de nuestros sitios
favoritos y pudimos regresar al amontillado y las aceitunas con alguna frecuencia.
Mercado de San Miguel
Bajando por la calle de La Pasa
llegamos a un pequeño rincón llamado Plaza del Conde de Miranda, donde se
encuentra el antiguo monasterio de Las Carboneras. Asumimos que el nombre era
derivado de nuestro Francisco aunque no lo he verificado. En ese momento
experimenté el pleno impacto de la rica historia de esta ciudad maravillosa.
Estaba ante un Madrid de hace 400 años ya que el monasterio fué fundado en
1601. Toda esa zona central de Madrid está hecha de una arquitectura
estratificada, en la cual se super-imponen varios reinados y varias épocas
históricas.
Las Tabernas de Madrid
En la Taberna de Antonio Sánchez
Habíamos decidido no comer en
restaurantes sino en tabernas, sitios en los cuales es posible picar mientras
se disfruta de una copa de vino, sin
estar sometidos a un menu rígido. Había anotado varias que parecían ser las más
atractivas: Carmencita, en la Calle La Libertad; La Bola, en la calle del mismo
nombre; La Casa del Abuelo y La Taberna Del Corazón, en Nuñez de Arce y la
Taberna de Antonio Sánchez, por la zona de Tirso de Molina. De esas tabernas
dos ya no lo son. La Taberna de Carmencita desapareció a la muerte de su dueña,
victima de rencillas familiares, segun nos contó uno de los mesoneros de “El
Bocaíto”, situado en la misma calle. Y la Taberna de La Bola ya no es una
taberna sino un restaurante. Cuando entramos allí para “picar”, el encargado
nos dijo, con frialdad y nariz levantada: “Aquí no hay tapas desde 1895,
señor”. A lo cual solo pude balbucear
mis excusas por haber cometido un error de 120 años.
Para compensar, la Casa del Abuelo y la Taberna del Corazón, situadas
en la calle Nuñez de Arce, son extremadamente agradables. A la casa del Abuelo
fuimos dos veces, una para los callos, otra para el cocido madrileño. Los
callos fueron excepcionales, pero aun no entendemos cual es el misterio y la
fama del cocido. Resultó ser una combinación de una sopita de fideos con
algunas verduras, un trozo de morcilla y garbanzos, el cual desluciría frente a
un hervido de gallina o un sancocho cruzado.
En la Taberna del Corazón disfrutamos de una sopa de ajo
excepcionalmente buena. De regular calidad gastronómica nos resultó la muy
antigua Taberna de Antonio Sánchez (fundada en 1830) , en la calle Mesón de
Paredes, la cual tiene mucho ambiente y
lleva el nombre del buen torero madrileño que toreó en el Nuevo Circo de Caracas en los años 20.
Los Museos y las Iglesias.
Madrid es toda un museo abierto,
llena de historia en cada calle, en cada monumento, en cada iglesia. Yo tengo problems en los museos cerrados, me
canso mucho de estar de pié, caminando a un ritmo lento, pasando de cuadro en
cuadro, de obra en obra. A los 15 minutos estoy exhausto y las sillas no
abundan. Por eso prefiero ir a ver cosas muy puntuales: Guernica en el Centro
de Arte Reina Sofía, el Museo Thyssen Bornemisza, en donde me deleité con los
flamencos y donde encontramos una extraordinaria exposición de Gaugin y al
Palacio Real, donde había una pequeña muestra de Goya (Goyas un tanto
decepcionantes pero, quien soy yo para decir tal cosa? ).
Las Iglesias son numerosas y
riquísimas en objetos de arte, algunas oscuras pero con tesoros apreciables,
otras opulentas. Visitamos, entre otras, la Basílica Pontificia de San Miguel,
la de San Andrés, San Pedro el Viejo y La Colegiata de San Isidro.
Día trás día en Madrid
Todos los días salíamos en una
dirección diferente, para cubrir un sector nuevo de la ciudad. Hacia el este,
por la calle Génova se llega a la Plaza de Colón y allí uno puede continuar
para llegar a la muy chic Calle de Serrano o torcer al sur, por el Paseo de
Recoletos, atravesando la Plaza de Cibeles para llegar al bellísimo Paseo del
Prado y a los grandes museos de Madrid: El Prado, Thyssen y Reina Sofía. El
segundo día lo dedicamos a visitar el Museo Thyssen Bornemisza y de allí
tomamos hacia el oeste por la Carrera de San Jerónimo. Al frente del museo está
el hotel Westin Palace, el cual posee uno de los restaurantes más bellos de
Madrid, en el cual es posible tomar “brunch”, al “módico” precio de 80 euros
por persona.
El bellísimo comedor del Westin Palace
Por San Jerónimo regresamos al sector antiguo de la ciudad, a
tiempo para almorzar en una de las tabernas.
Al día siguiente fuímos hacia el
norte, por la calle de Almagro, hasta la Glorieta de Rubén Darío y luego, por
el Paseo de Eduardo Dato, a la Plaza de Chamberí, continuando por la calle de
Luchana hasta la Glorieta de Bilbao y de allí, serpenteando por estrechas
calles hasta la calle de San Bernardo para ir a tomarnos nuestro amontillado en
el Mercado de San Miguel.
A Segovia
Frente al acueducto romano
Pasamos un día inolvidable en
Segovia. Nos fuímos a la estación de Chamartín, una bella edificación, muy
pulcra y moderna, que avergonzaría a Penn Station de Nueva York, la cual es
demasiado grande y está muy maltratada. Esta experiencia de viajar a Segovia en
RENFE, la red nacional de ferrocarriles de España, fue maravillosa. El tren es bellísimo, nuevo,
moderno, muy veloz. En poco más de 35 minutos estábamos llegando a la estación
de Segovia, a una velocidad promedio de unos 230 kilómetros por hora. A
diferencia de los trenes regulares estadounidenses este tren tiene sillas
asignadas por número, de manera que elimina la angustia de entrar al tren para
ir a buscar rapidamente donde sentarse.
Fuí a buscar mis raíces en
Segovia. De allí parecen haber salido mis remotos antepasados. Hasta había una
casa en la ciudad, cerca de la Plaza Mayor, llamada Casa de Los Coronel. Quizás
por ello todo acerca de Segovia me produjo una fuerte sensación de “déjà vu”. La Casa de los Coronel ya no
existe como tal, ya que es mejor conocida
como la Casa de Abraham Senior y aloja hoy el Centro Didáctico de la Judería. Abraham
Seneor ( Senior ,1410-1493), llamado “el ultimo de los rabinos”, es una figura
histórica de primera importancia en Segovia y España. Fué el tesorero de los
reyes católicos, aportó dinero para los viajes de Colón y, en su momento,
decidió convertirse al catolicimo para no tener que salir de España (aunque todos los indicios
sugieren que siguió fiel a su religion). El 15 de Junio de 1492 Senior, quien
ya tenía unos 81 años y una fortuna estimada en unos seis millones de
maravedís, fue bautizado con el apellido Coronel, teniendo como padrinos a
Fernando e Isabél. A su muerte, la gran casa de Senior fue dividida y su hijo Iñigo Coronel se convirtió en el
propietario de una parte, lo cual, probablemente, explica la mención que encontré sobre la Casa
de los Coronel. Un hija de Iñigo, María Coronel, se casó con Juan Bravo, uno de
los héroes de Segovia por haber liderado una insurgencia contra la corona. Hoy
en día la estatua de Juan Bravo se encuentra frente a la catedral.
En la puerta de la casa de Abraham Senior, o de los Coronel, ahora el Centro Didáctico de la Judería en SegoviaInterior de la casa de Abraham Senior
Pasamos el dia caminando por
Segovia, por la ciudad amurallada, patrimonio de la humanidad, dominada por el acueducto, la catedral y el
Alcázar, visitando la fascinante judería, la catedral, fría y un tanto sombría
pero llena de tesoros artísticos y sus calles pobladas de gente joven. El día
era esplendoroso y, desde la relativa altura de la ciudad disfrutamos de la
vista de los campos de Segovia con la sierra de Guadarrama al fondo. Almorzamos
en el Mesón de Cándido, cuyo dueño probó ser extremadamente afable y accedió a
fotografiarse con nosotros.
Al final de la tarde regresamos a
Madrid. Me sentí muy emocionado por esta visita a lugares que considero como
parte de mis raíces.
En días posteriores nos dedicamos
a visitar todos los rincones restantes de Madrid. Caminamos por la bella Calle
de Serrano, con su tiendas lujosas, solo para ver y hasta conseguimos algunas
pequeñas cosas de muy buen gusto a precios razonables. Fuímos a ver flamenco,
al palacio real, a la ópera, regresamos con frecuencia al Mercado de San Miguél
y, por una larga semana vivimos la vida cotidiana del español. Y eso sí, siempre
regada con vinos de Albariño, Ribera del
Duero o Verdejo. Y muchas aceitunas de todos los tamaños y todos los colores.
Notas aisladas
Le dedicamos una larga tarde a
almorzar una inmensa paella a la Valenciana, en la Barraca, situada en la Calle
La Reina y a digerirla caminando por La Chueca, donde hay un gran número de tiendas
de zapatos (Calle Augusto Figueroa) y
visitar otro Mercado, el de San Antón. Vimos pocas librerías pero pude entrar
en dos muy buenas. Las ediciones de libros que se venden en España son
bellísimas, pero los precios son altos. Compré un libro de tapa blanda que me costó
21 euros, casi 30 dólares (“El abuelo que saltó por la ventana y se largó”, de
Jonás Jonasson).
Hay un sitio en Madrid donde no
entraré más nunca: el Café Gijón, en el Paseo de
Recoletos. Allí nos cobraron 52 euros, casi setenta dólares, por un desayuno
para dos personas consistente en un plato de huevos revueltos, dos cafés para
cada uno y dos trozos de pan. Ni loco
regreso allí! Fué la única experiencia desagradable que tuvimos en nuestra
estadía en Madrid. Le pido a mis 184.887 seguidores que no vayan a ese sitio.
Madrid: la grandeza de España bajo ataque
Así como en Segovia, en Madrid se
respira y se constata en cada momento la grandeza de España: avenidas, paseos, parques, monumentos, soberbias fachadas, extraordinarios balcones,
las pequeñas y grandes plazas, Madrid es un inmenso deleite visual. Representa
la grandeza de un país de gran diversidad cultural, de extraordinaria gente.
Caminando por Madrid pudimos admirar la belleza de las mujeres, la prestancia
de los hombres y sus elegantes vestimenta, lo cual se facilita en el otoño. “No
he visto todavía un solo par de zapatos que no sea bello”, me decía mi esposa,
aunque mi mirada tenía otras prioridades.
Además, la gente es cordial, solícita con el visitante, orgullosa de
mostrar lo que tiene. Esta es la sensación francamente predominante que
obtuvimos en nuestra visita.
Pero, cuidado! Encontramos
señales preocupantes de una progresiva enfermedad del alma, de una duda
colectiva del español sobre su grandeza y sobre su capacidad de seguir siéndolo,
una duda que tiende a erosionar el balance aun francamente positivo que
percibimos en el país.
Cuales son algunas de estas
señales preocupantes?
1. Los
grafittis, las pintas, el abuso de la pintura, lo cual afea y hasta pone en peligro de muerte
la belleza de significativos sectores de la ciudad. Vimos en Madrid un proceso que podríamos definir como macro-vandálico.
Es un proceso suicida si admitimos que, al afear la ciudad, el habitante atenta
contra si mismo, contra su calidad de vida. Muchas paredes están pintorreteadas
más allá de lo imaginable, las taquillas externas de muchos bancos asfixiadas en pintura, pequeños pero numerosos
afiches del general Franco, a quien se le pide que “regrese”, llamados a la
violencia y a la guerra civil. Quienes hacen esto? A quienes vi haciéndolo fue
a jóvenes, aparentemente los llamados NI-NI (ni estudian ni trabajan) y a algunos manifestantes el dia de la huelga
general, el pasado 14 de este mes.
Bancos vandalizados durante la huelga general del 14/11
2. Existe
una depresión colectiva causada por la situación económica. Hay un alto nivel
de desempleo, mucha gente ha perdido sus viviendas o está en peligro de
perderlas y la prensa y la televisión hablan incesantemente de este problema
que ya llega a ser agobiante.
3. Esta
depresión colectiva alimenta la duda en los españoles sobre la capacidad del
país de salir adelante. El modo general es de rechazo a los politicos y a los
bancos. A los politicos, ya sean de un signo o del otro, se les considera insensibles,
vividores y corruptos. A los bancos se les achaca la mayor responsabilidad de
la pobre situación económica. Rajoy y Rubalcaba, los líderes de los dos grandes
partidos politicos, son vistos como la cara y el sello de una misma moneda de
incompetencia. Durante las horas de la tragedia del Madrid Arena, la cual ha
indignado a los españoles por lo que revela de negligencia del Ayuntamiento,
corrupción de los vigilantes del local y
mala fé empresarial, la alcaldesa Ana Botella se había ido para un “spa” en
Lisboa!
4. El
estado de ánimo negativo de los españoles se concentra en el rechazo a las
medidas de austeridad que implanta el gobierno. Dicen que esas medidas solo
acogotan a los más pobres pero no tocan a los ricos. Es un tema muy difícil de
evaluar para un visitante. Sin embargo, este es un sentimiento que trasciende a
España, que se extiende por toda Europa y, me temo, que adquiere características de una pandemia. La gente
tiene una tendencia a desear que la solución de los problemas colectivos sea a
costa de los demás, no de ellos. Tiende a pensar que si se le exige un
sacrificio es a ellos solos y no a los demás. Por lo tanto, se resisten. No
confían en que la repartición del sacrificio es equitativa. Hay una crisis de
confianza.
5. Este
estado de ánimo puede estar llevando a muchos españoles a pensar que el país ya
no es lo que era, a dudar de su capacidad de acometer tareas de grandeza. De
nuevo, es una sensación que comparten muchos pueblos del mundo hoy en día.
Hablen con un argentino, con un venezolano, un griego o hasta con un
estadounidense y advertirán similares tonos de desaliento.
Con los españoles
con quienes conversé, en una taberna, en el hotel, en el taxi o en la calle,
les dije con mucho fervor que debían sentirse muy orgullosos de su país, que me
sentía admirado de mucho de lo que veía en España. Y lo dije sinceramente. LLevo
nueve años fuera de Venezuela, viviendo mi
sueño Americano, ese sueño que presenta múltiples facetas para cada quien. He
sido feliz en este gran país que es los Estados Unidos y aquí pienso terminar
mis días. Pero España tiene mucho de admirable, mucho de bueno, tiene grandes
bellezas y una gente bonita y emprendedora. Y creo que este momento de crisis
es una oportunidad para que ese gran pueblo demuestre, una vez más, su
grandeza.
Hemos regresado
de España con el corazón lleno de emociones y de alegres asombros. Hemos sido
españoles por diez días y nunca olvidaremos esta bella experiencia.
Apreciado Coronel,
ResponderEliminarSoy Venezolano de "crianza" mayormente, pero de sangre Inglesa, Española(segun algunos datos), etc.
Y adivina que? Yo como buen Ingles logre visitar la Monarquia en Londres, cuando era muchacho! Hoy ya he sido hecho un 'adulto-niño' canadiense!
Lastima que no visito ni la Monarquia Inglesa, ni la Española!
Le muestro unas pocas fotos de Londres en mi blog: abiteinthechunk.blogspot.com ; no me acuerdo si tengo unas en facebook cuyo link esta en el blog; etc.
Olee torero!
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Gustavo
ResponderEliminarEspero te guste el libro, y que a los 100 no tengas que saltar por la ventana.
El libro es de un humor histórico muy particular.
Luis
Saludos cordiales: Hace poco tiempo estuve en España. Visité Sevilla, Barcelona, Bilbao, San Sebastíán y Madrid. Mi preferida: Sevilla, un encanto de ciudad. Barcelona, lo espectacular. San Sebastián, bella -casi coincido con el Festival de Cine-.
ResponderEliminarPor cierto, en Madrid aproveché para comprar libros que, en Venezuela, no se consiguen y los que sí están al doble acá en Caracas -imagínese, y a Ud. le parecieron caros-. Casualmente adquirí también el del abuelo de 100 años que salta por la ventana. No lo he leido todavía.
Uno, muy recomendable es el del científico Laurence Smith, el Mundo en 2050.
Estuve buscando por todas partes el libro de 2006 Payasos y Monstruos, de Sánchez Piñol, pero no tuve suerte, agotado y tampoco en las de segunda mano. Es sobre los dictadores africanos, tan parecidos al monstruo-payaso que nos destruye.
http://www.amazon.es/Payasos-monstruos-Albert-Sanchez-Pi%C3%B1ol/dp/8403097093
ResponderEliminarEstoy leyendo para unos datos legales solo de logica y algunos no actualizados de la justicia americana!:
ResponderEliminarInadmissible Evidence - by: Philip Friedman
Gracias por el dato de Amazon.
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