Fernando Mires apoya a Olga K

Esta es Olga K, como aparece en el blog de Fernando Mires

En su blog el excelente filósofo Fernando Mires, quien opina casi a diario sobre los asuntos venezolanos desde Alemania, como es su derecho, ha escrito un artículo apoyando el ataque de la señora Olga K a los venezolanos quienes estamos en el exterior, ver abajo. Con un enfoque moderado pero cuya orientación no deja lugar a dudas, Fernando Mires se muestra a favor de lo que escribe la avinagrada señora.

Para Mires es lícito que nosotros, los miembros de la diáspora venezolana “opinemos” sobre política pero no es apropiado que “hagamos” política, diferencia bastante sutil, muy propia de un filósofo. Si aceptamos esta diferencia que establece Mires, debemos concluir – manteniendo las distancias -  que Bolívar en Jamaica no hacía política, solo opinaba. Miranda en sus viajes de búsqueda de apoyo para su batalla en contra del imperio español no hacía política, solo opinaba. De Gaulle en el exilio solo hablaba de política pero no era el jefe de la Francia de la resistencia. Gallegos, Betancourt, Andrés Eloy, Pocaterra, nunca hicieron política desde sus exilios, solo opinaron sobre política.

Lo siento, Don Fernando. Los venezolanos quienes estamos en el exterior estamos opinando y haciendo política con todas las herramientas posibles. Marchamos, gritamos, asistimos a dar testimonios en contra del régimen, escribimos para la prensa y contribuimos a crear opinión internacional en contra del régimen ladrón que recibe el apoyo subterráneo de mucha gente que, en Venezuela, se declara opositora. Marchamos en contra de las embajadas y legaciones llenas de parásitos y sanguijuelas que se han vendido al régimen por dinero, desde Washington hasta Madrid, Bogotá y Singapur. Muchos de nosotros, a nuestra edad, no podríamos estar en Valencia o Barquisimeto tirando piedras pero si estamos tratando de que los países civilizados del mundo aumenten su presión sobre la pandilla de ladrones y narcotraficantes que obliga a mucha gente mansa a humillarse de cuerpo presente, en las colas de los hospitales, mercados y oficinas públicas del terror.

Usted habla del aquí y el allá como si en el siglo XXI ello fuese válido. Muchos de quienes estamos fuera de Venezuela estamos, con frecuencia, mejor informados de lo que está sucediendo en Venezuela que nuestros familiares y compatriotas en Venezuela. La tragedia venezolana se desarrolla en Caracas, en Washington, en Madrid, en Moscú y Damasco. Sobre todo en La Habana. Hoy en día una persona puede desayunar en Washington, almorzar en La Habana y cenar en Caracas. Cuál es, entonces, el aquí y el allá? Usted, Fernando, está un tanto obsoleto, aunque no periclitado. La política venezolana se practica en el aquí de nuestro plantea, Fernando. Y en el ahora del internet, del twitter y del teléfono inteligente. Usted está pensando en palomas mensajeras.

En un párrafo de su artículo llega usted adonde quiere llegar en su defensa de Olga K. Dice usted: “En el caso venezolano he sabido de algunos que desde fuera del país llaman a no votar y a morir en las calles. Una segunda lectura más detenida del texto de Olga muestra que a esos y no a otros van dirigidos los dardos de Olga K.”

Este si es el nudo central del asunto, Fernando. Y se equivoca usted doblemente. Primero, al decir que los llamados son “a no votar” y “a morir en las calles”. Los llamados son, fundamentalmente, a dejar de ir a votar sin que se modifiquen los abusos, las ilegalidades, los fraudes, que han dominado el evento electoral en Venezuela desde el inicio de este gobierno de malandros. El llamado que nosotros hacemos es a dejar de ir como mansos corderos a votar en eventos que carecen de la transparencia más elemental. Una vez se llevan a cabo estos eventos sus resultados son aceptados mansamente, cobardemente, por los mismos miembros de la oposición que han sido víctimas directas del fraude. Ese ha sido el caso en Venezuela y contra eso protestamos no solo quienes estamos fuera sino millones de venezolanos quienes están adentro. No sé si Olga K protesta y como lleva a cabo su protesta, porque veo que considera ir a la calle como una condena de muerte. Claro que hay riesgo en defender la libertad y la democracia pero no por ello debemos abandonar la calle. Irse a la calle no tiene por qué ser una sentencia de muerte.  Es que no sabe Olga K que en nuestra constitución se garantiza el derecho ciudadano a la protesta, a la huelga, sin que ello deba ser objeto de represalia? Nuestra constitución menciona el deber de los venezolanos de rebelarse contra un régimen traidor.  Es que la represión del régimen es la ley que debemos acatar nuestro país? Es que debemos vivir arrodillados?  

Pareciera que si Olga K hubiese vivido en la Venezuela colonial se hubiera pronunciado en contra de los intentos de Gual y España, contra la invasión de Miranda, contra los “bochinches” de los patriotas. Qué horror, hubiera dicho, si lo que debemos hacer es tratar de coexistir pacíficamente con la monarquía!

Yo, a título personal, digo que para expulsar al régimen del poder hay que ir a la calle. La protesta abierta es lo que puede redimir a nuestro pueblo. Y para decirlo no tengo que estar viviendo en Venezuela, porque mis derechos ciudadanos no desaparecen al salir por Maiquetía. Como venezolano tengo el derecho de decirlo, de promoverlo y ni Olga A, ni Olga B ni Olga K ni usted, Fernando M, me van a hacer sentir culpable de ejercerlo. Mucho lo hice antes y puedo hacerlo ahora, si es necesario.

Abajo transcribo el link al artículo completo de Fernando Mires y cito la porción que atañe al caso de los venezolanos quienes están afuera.

http://polisfmires.blogspot.com/2015/04/fernando-mires-proposito-de-un-articulo.html

“Para que no se me enreden los dedos voy a escribir Olga K en vez de Olga Krnjasky.Y voy a escribir un artículo sobre un artículo suyo: El de Olga, un artículo-estampida. Uno de esos que salen disparados desde el alma y se reproducen como conejos al interior de las redes. ¿Por qué lo haré? Porque creo que el suyo es un artículo que lleva a pensar más allá del artículo. Si no fuera así solo me limitaría a recomendarlo. Por eso, más que escribir sobre, voy a escribir a propósito del artículo de Olga K titulado “A los chavistas que están aquí y a los opositores que se fueron”.

El primer punto al cual me voy a referir tiene que ver con el aquí y el allá de lo político. Un aquí y un allá que hace referencia a la localización de lo político y que me hizo recordar automáticamente una tesis de Hannah Arendt. La política, decía ella, ha de tener lugar siempre en el aquí y en el ahora.

Aquí y ahora significa practicar la política en un espacio y en un tiempo determinado. Arendt pensaba evidentemente en la polis griega. El debate político que tenía lugar en el ágora no se refería a temas abstractos, sino al aquí y al ahora de la vida ciudadana. ¿Hemos de declarar la guerra a los espartanos después que se unieron a los persas? ¿Hemos de permitir que Sócrates vague por las calles sembrando dudas entre los más jóvenes? ¿Hemos de permitir que la populista Aspasia (esposa de Pericles) quiera controlar a todos los asuntos de la ciudad?

La política es existencial; es “cosa viva”; no puede ser jamás separada de sus coordenadas de tiempo y lugar. La política, en síntesis, “se hace”.

Pero una cosa es hacer a la política y otro –este fue el punto que faltó precisar a mi estimada Olga K- es opinar sobre política, ya sea de modo oral o escrito, sobre cualquier país del mundo. Lo digo, pues a través de una primera lectura, pareciera que Olga K niega a los venezolanos que se han ido la posibilidad de emitir opiniones sobre la política de su nación.

Por supuesto, nadie puede –en sentido estricto- hacer política desde fuera de su país, pero desde fuera sí se puede opinar sobre política tan bien o a veces mejor que desde dentro.

Yo mismo he escrito muchos artículos sobre Bolivia, Chile, Cuba, España, Venezuela e incluso sobre Rusia, a pesar de que desde hace más de veinte años nadie me ha visto cerca del Kremlin.

Estimo incluso que para un analista político, analizar la política interna de diversos países no solo es un derecho; es, además, un deber. Mas, al opinar, estoy consciente de que cuando escribo sobre los países nombrados, no estoy haciendo política. Por lo tanto, si Olga hubiera hecho la obvia distinción entre el hacer y el opinar –tal vez por obvia no la hizo- habría evitado algunos injustos ataques a su persona.

Opinar sobre política desde el exilio o destierro o simplemente desde otro país, es un derecho, y en mi caso, un deber profesional. Hacer, o creer que se hace política desde fuera, es una estupidez. Lo sé por experiencia.

¿Deberé recordar el tiempo del exilio chileno cuando algunos que ni siquiera habían rozado la superficie política te querían dar lecciones sobre lucha armada? Muchos, evidentemente, hablaban desde la voz de su propia e injustificada culpa. Por el contrario, quienes de verdad nos habíamos metido hasta el cuello en esa terrible historia, sabíamos que hacer política desde fuera es casi siempre una imposibilidad. Por eso solo nos limitábamos a opinar. Amigos cubanos me han contado historias parecidas sobre la tragedia de su propio exilio. En el caso venezolano he sabido de algunos que desde fuera del país llaman a no votar y a morir en las calles. Una segunda lectura más detenida del texto de Olga muestra que a esos y no a otros van dirigidos los dardos de Olga K.”.