Venezuela en Febrero 2016: enfermedad, ruina,oscuridad y hambre

Este título parecería una exageración amarillista pero, sin embargo, es esencialmente cierto en cada una de sus partes. Los enfermos venezolanos están en estado de indefensión, ya que las medicinas que requieren no se encuentran en el país. Para obtenerlas deben acudir a mercados farmacéuticos en Argentina, Colombia, España y USA, los más afortunados, mientras que los menos capaces de solicitar tal ayuda están muriendo o agravándose. Venezuela es un país quebrado, liquidando su oro en Suiza, con pagos de miles de millones de dólares pendientes en los próximos meses, para los cuales no tiene suficientes recursos, ver:  http://blogs.barrons.com/emergingmarketsdaily/2016/02/04/venezuela-debt-sched-will-maduro-introduce-reforms-friday/ . Es un país sin servicio confiable de luz eléctrica, hasta el punto de que el ministro del sector acaba de decirle a las empresas que deben generar su propia electricidad, porque el gobierno no puede hacerlo. Para justificar tal incompetencia le achaca la culpa al fenómeno llamado El Niño, aunque los  expertos en electricidad del Grupo  Ricardo Zuloaga, en excelente documento, demuestran que la situación ha sido generada por la incompetencia del régimen. El pueblo está pasando hambre porque no se producen alimentos suficientes en el país y no hay divisas para importarlos. 

Y frente a esta trágica situación de Venezuela tenemos un presidente y un grupo de burócratas aferrados a sus posiciones de poder, en abierta rebeldía frente al poder legislativo y renuente a hacer rectificación alguna. Al contrario pretenden llevar sus políticas suicidas al extremo. Todos los días parecen nuevas evidencias del saqueo al erario público cometido por esta pandilla de bandidos. En PDVSA, Corpoelec, los ministerios, CVG, la corrupción ha llegado a límites inimaginables, hasta el punto de que se estima que unos $300.000 millones han ido a los bolsillos de los burócratas del régimen y sus amigos banqueros, falsos empresarios, militares  y contratistas.

La situación de Venezuela no se resuelve con un diálogo cuya naturaleza sus promotores nunca han podido describir, ni se resuelve esperando que el régimen de Nicolás Maduro se dé cuenta de sus errores. Ya es evidente que la gentuza que está en el poder no acatará  la decisión del país de proceder a una profunda rectificación. Cada día que pasa surgen escenarios que antaño parecían impensables. Aunque todavía los escenarios más probables son los de (a), la renuncia inducida de Maduro y su pandilla o, (b), el de provocar la salida de este régimen por la vía de un referendo revocatorio, escenarios a los cuales les  doy un 60% de probabilidades, hay que considerar otros escenarios que comienzan a tener posibilidades de concretarse.  Uno de ellos es una insurgencia cívico-militar, como la que terminó con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Este escenario tiene hoy, en mi criterio,  una probabilidad del 25% %, la cual se incrementa de manera acelerada. Otro escenario que no puede excluirse, a pesar de que a los venezolanos no les agrade, es el de una intervención extranjera, vía la acción de la OEA y/o de las Naciones Unidas, en un país que se acerca al punto del caos social y económico sin que la gente del país actúe. Este es un escenario al cual doy un 15% de probabilidades, las cuales también tienden a incrementarse a medida que pasa el tiempo sin que haya una solución a la horrorosa crisis.  

Los dos últimos escenarios mencionados llevan consigo el riesgo de la violencia. Realmente, en Venezuela la gente ha dado muestras de una casi infinita paciencia, bien sea por su vocación democrática o por su “vivalapepismo”, o por una combinación de ambas características.  En otros países estas “trancas” políticas, estos rechazos del país en contra de líderes recalcitrantes, se han resuelto de manera violenta y sangrienta, como ha sucedido en la Rumania de Ceausescu, en la Italia de Mussolini, en la Panamá de Manuel Noriega o en la Libia de Gadafi.

Aún las imperfectas transiciones que barrieron bastante basura debajo de la alfombra, como las de Chile, Suráfrica, España, Polonia o Brasil, contaron con protagonistas capaces de pensar en el país y no solamente  en el “como quedo yo ahí” o en el “cuanto hay pá eso”. Pero, en la Venezuela de hoy,  lo mejorcito que el régimen puede exhibir como candidato a la transición es un Aristóbulo con plomo de corrupción en el ala,  rodeado de caimanes militares y civiles por todas partes, quienes exigen borrón y cuenta nueva.

Borrón y cuenta nueva, después de la tragedia financiera que han generado? No, mil veces no.  Una transición de ese tipo sería la mayor invitación para que en Venezuela se siga robando, matando, traficando en drogas, ya que – al final – todo se arregla con un apretón de manos. Y no solo eso, sino que se le estaría diciendo a los honestos, a quienes han pasado toda una vida apegados a las reglas del juego honesto, que son una cuerda de estúpidos, porque el crimen si paga.

Esta Venezuela de Febrero 2016 no se arregla por las buenas sino con la espada de la  justicia y del derecho en la mano.