Desde hace unos dos años me reúno semanalmente a desayunar con tres
estadounidenses de clase media. La invitación me llegó del líder del grupo, con
quien comparto tareas de voluntario en un hospital. Me preguntó: “¿te interesaría
desayunar con nuestro grupo los miércoles”? Yo respondí afirmativamente, confieso
que más por cortesía que por verdadero interés. Me dijo que había dos vacantes
en el grupo. Le pregunté la razón y me respondió: “Se murieron”. Excelente
razón, pensé.
Los días estipulados el grupo ocupa el mismo sitio en el restaurant, es
atendido por el mismo mesonero, pide siempre exactamente lo mismo, un plato
llamado “el viejo plato tradicional”, es decir, huevos fritos, papas, pan
tostado, jugo de naranja y café, el cual tiene un precio especial de $6 para
los miembros de la tercera edad. No hay necesidad de ver el menú, ni el
mesonero pregunta que deseamos. Él sabe que todos queremos el “Old Standby”. El
sitio ofrece una tarjeta (¿que establecimiento no ofrece una tarjeta en USA?) , la cual
se presenta a la hora de pagar, como control de asistencias. Mi amigo, el líder del grupo, tiene ya 462
visitas al sitio, 462 semanas, es decir casi nueve años de asistencia casi
contínua. Yo soy un novato, con apenas 37 asistencias, ya que se me extravió la
tarjeta y no he tenido interés en renovarla. La tarjeta es importante para el
grupo porque cada cierto hito de asistencia es premiado con un descuento sobre
lo que ya es un costo muy modesto del desayuno. En ocasiones, uno que otro de
los miembros del grupo no paga nada. Yo siempre pago mis $6 (más impuestos), lo
cual es visto por mis compañeros como un dramático acto de despilfarro
financiero.
Este grupo me ha proporcionado una puerta abierta al mundo de la clase
media estadounidense. Mis tres compañeros son todos graduados universitarios:
ingeniería, uno; finanzas, otro; artes el tercero. Todos son de la tercera
edad, entre 65 y 80 años, soy el mayor del grupo a mis 83 años. Tres de
nosotros somos retirados, voluntarios en el mismo hospital, el otro está
todavía trabajando en un banco y sale a su trabajo al pararse del desayuno. Los
dos retirados tienen sus pensiones, el otro está a punto de tenerla. Yo no la
tengo. Los otros tienen sus hogares ya pagados, tienen hijos y nietos, andan en
autos que no son ni muy viejos ni muy nuevos. Pertenecen a una típica clase media-media.
Para mí estos desayunos han representado una lección continua de sociología
y de antropología cultural. ¿De qué habla el grupo? Los temas pueden, quizá,
resumirse así, en orden decreciente de frecuencia:
1. Familia
2. Iglesia
3. Deportes
4. Economía nacional o mundial, asuntos personales de dinero
(Impuestos, etc.)
5. Trivia, asuntos del momento, desastres naturales o eventos
nacionales diversos, que hicieron en Navidad, Día de acción de gracias o
Halloween
Esa es la lista. Sobre política no he oído nada en estos largos meses de
reunión semanal. Cada vez que he hecho un comentario sobre Trump, Obama o sobre
las elecciones, he obtenido un respetuoso silencio, alguna que otra sonrisa y
un pase a otro tema.
Los temas mencionados arriba son los componentes esenciales de sus vidas.
La familia recibe mucha atención. Las menciones sobre los logros de los nietos
en las universidades son muy frecuentes. Como buenos miembros de la tercera
edad en ocasiones la hazaña de un nieto es contada en sucesivas semanas como si
fuera por primera vez y siempre recibe la misma atención apreciativa del grupo.
Hay muchas anécdotas sobre visitas de familiares, sobre lo que la esposa ha
cocinado recientemente o de como el perrito de la casa tuvo que ser llevado al
veterinario debido a problemas estomacales.
Los otros tres miembros del grupo son todos de la misma denominación
religiosa, Metodistas, y pertenecen a la
misma iglesia. Los comentarios sobre el Pastor y el sermón son frecuentes, como
lo son los comentarios sobre las finanzas de la congregación o sobre el presupuesto
de la iglesia para el año. El Coro y sus actuaciones reciben bastante atención
del grupo. Uno de los problemas actuales es que al pastor, Coreano del Sur,
casi no se le entiende.
En materia de deportes tengo oportunidad de participar bastante más. Soy
fanático de los tigres de Detroit y los otros miembros del grupo dividen sus
preferencias entre los Yankees, los Cardenales y los Astros de Houston. Hablan
mucho sobre el fútbol americano pero no tanto sobre los profesionales sino sobre
los equipos universitarios, en especial sobre los de sus universidades. Hablan
mucho sobre baloncesto universitario y todos muestran un gran apego a su “alma
mater”, aún después de muchos años de haber salido de ellas. En eso los
acompaño pues yo amo a la Universidad de Tulsa y aún sigo con atención los
resultados de sus equipos deportivos.
En materia de economía se habla bastante de la situación del país, de lo
que sucede en Europa, de China y Rusia. En esta época comentan mucho sobre los
mejores programas para declarar impuestos, si H.R. Block o TurboTax y sobre los
detalles de cada programa, lo cual me deja en la luna, ya que mis declaraciones
de impuestos son de una gran sencillez.
He aprendido mucho sobre la cultura, las costumbres y las actitudes de la
clase media estadounidense participando con mis amigos en estos desayunos.
Aprendo no solo por lo que dicen sino de sus silencios, como decía el poeta T.S. Eliot en “The Cocktail party”. Lo que
para nosotros es tema obligado y, casi, único, de conversación, la política,
para este grupo es un tema tabú. En cambio, la religión, que es para nosotros es
un tema tabú, para ellos es un tema de la mayor importancia en la vida diaria. Como
cosa significativa, nunca han tratado de catequizarme, respetan mi silencio
sobre este tema.
De estas reuniones parece emerger un perfil del hombre de clase media
estadounidense: apreciativos de la familia, firmes asistentes a la iglesia de
su preferencia, casi todos convencidos de que deben hacer labor comunitaria,
apegados a la vida del hogar, interesados en ahorrar lo posible hasta llegar,
con frecuencia, a la frugalidad extrema, interesado en sus universidades y en
los deportes, con pocos deseos de discutir en grupo sobre política, lo cual no
quiere decir que no les interese. Parecería que su actividad en pro de la
comunidad es un deber religioso, ya que en el protestantismo el hombre se salva
no tanto por la fe sino por las obras. Estas
características integran lo que De Tocqueville llamó: “Las costumbres del
corazón”, a referirse a las cualidades del estadounidense.
Sería arriesgado extrapolar mis reuniones con este pequeño grupo a fin de
establecer un perfil colectivo de la clase media estadounidense pero creo que
mis desayunos con mis amigos me han permitido asomarme por una rendija a ese
mundo, el cual forma, se me antoja, la base sólida del éxito de la sociedad de
este maravilloso país.
Sr. Coronel, su grupo de desayuno est'a conformado por individuos pertenecientes a la Generaci'on Silente, aquellos nacidos entre 1925 y 1945 y a la Generaci'on de los Baby Boomers nacidos despu'es de II guerra mundial hasta m'as o menos los a#os 1965's. Esos eran definitivamente otros tiempos, cuando lo m'as importante era como Ud. bien lo describe la integridad de la Familia, la Iglesia y el Deporte. Los cambios socio-econ'omicos y culturales ocurridos despu'es de los a#os 70 en Estados Unidos y otras partes del mundo voltearon la tortilla. The woman's liberation, la pastilla anticonceptiva, el auge del divorcio, entre otros fen'omenos destronaron los roles de la Familia y la Iglesia y la sustituyeron por el apego al Dinero a lo material, y aun acentuado Individualismo/egoismo que es lo que hoy impera. No es cr'itica, solo un input para resaltar que es Ud. muy afortunado en poder compartir con amigos de los cuales quedan pocos. Anyway, let's celebarate life.
ResponderEliminarLo único que no me gusta de los desayunos que he probado en usa es el café, todo lo demás si me gusta. No se si en el local a donde va Coronel tengan maquina de espresso. Dígame la papita con queso y los huevos benedictinos. Ahora hay sitios donde se está viendo más la maquina de espresso y esta mejorando el puesto de barista. Pero no es que lo haya en todas partes.
ResponderEliminarEn Madrid se sufre con el café. Maloso. Hay sitios pero en general maloso. Y caro. Donde se sorprenderán es en Lisboa. Es como estar en cualquier barcito italiano. Buen café dicen ellos que traen loa granos de Brasil y ellos terminan el 'roast'. Yo lo que creo es que cuidan el arte al moler y más nada. Pero no digo nada, los portugueses son irritables a las críticas y uno como extranjero no quiere problemas.
Que bueno que Coronel tiene esa costumbre de ir con amigos. El exilio puede ser una situación algo solitaria.
El café es bastante bueno o, al menos, ya estoy acostumbrado a él. Además, lo tomo DECAF.
ResponderEliminarSoy afortunado en tener amigos de aquí y de allá.
También tengo un buen grupo venezolano que se reúne con frecuencia, para almorzar. En ese grupo el tema es, política. Como evitarlo?
Tenga cuidado Don Coronel, no trate de pasar por intelectualoide hablando idioteces de Trump.
ResponderEliminarSus amiguitos, si se quedan callados no es que no quieran hablar de politica o no esten interesados en politica, es que son parte de la generacion llamada años atras la mayoria silenciosa, muy conservadora y anti comunista hasta la medula. Por eso detestan a los democratas y principalmente a los Clinton.
Ademas, es muy posible que sus amiguitos tambien tengan 5 milliones en el banco ...
Qué purgante es la tal Anita...
ResponderEliminarY qué tiene de malo que esos señores tengan 5 millones en el banco? Si los tienen, los trabajaron. No estamos hablando de Venezuela.
ResponderEliminarPor otra parte,está claro que la tal Anita no está con los liberales o con la derecha sino con los demócratas y la izquierda. Trata de malponer a Coronel con los de "intelectualoide" y "hablando idioteces de Trump"...
Estará Anita siendo financiada por el "estado" venezolano?
Luego de oir las estupideces de Anita, no me queda la menor duda de que compite con Iris varela:Bruta de nacimiento, comunista por conveniencia y realmente una persona asquerosa.
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