Para escribir esta nota me he apoyado en la obra de Joanne Ciulla: “Ethics,
the Heart of Leadership”, 2004
Una cosa es el liderazgo y otra
cosa es el ejercicio del poder político. Nicolás Maduro ejerce el poder
político pero carece de liderazgo. Luis Ugalde es un líder pero carece de poder
político. Más aún, un gobernante puede cambiar la fisonomía de una nación pero
no sería un líder a menos que cambie esa fisonomía para el bien de la Nación,
no para su deterioro.
Un gobernante puede ser eficiente
en la consecución de sus objetivos. Pero si esos objetivos son de
engrandecimiento personal, de satisfacción de deseos de poder eterno, ese
gobernante no es un líder sino, a lo sumo, un buen operador político. Esa es la
historia del difunto, a quien sus herederos políticos llaman el Comandante
Eterno, tratando de vivir políticamente llevando su ataúd a cuestas. Hugo
Chávez fue un mandatario que ejerció el poder con eficiencia para lograr sus
fines pero esos fines estaban lejos de ser los que necesitaba su país. Por
ello, dejó al país en la ruina. Fue un operador político eficaz, no un líder en
el verdadero sentido moral de la palabra.
James McGregor Burns, a quien
hemos citado en el pasado, decía que un líder debe actuar en todo momento en un
plano de valores de mayor nivel que sus seguidores, a fin de elevar la calidad
de la conciencia colectiva. Un líder que trate de liderar en base a consensos,
arreglos y negociaciones, tratando de lograr beneficios personales a costa de
sus seguidores, ese no es un verdadero líder.
Por ello McGregor Burns ha
desarrollado la teoría del verdadero liderazgo como un liderazgo transformador.
Este tipo de líder no diluye sus valores y sus principios para complacer a la
galería sino, de ser necesario, promueve el conflicto a fin de elevar la conciencia
ciudadana. En Venezuela han surgido en el siglo XXI dos ejemplos de ese tipo de
liderazgo: María Corina Machado y Leopoldo López, ambos dispuestos a transitar
el camino más largo en aras de sus principios.
Ese liderazgo transformador
requiere de dos ingredientes esenciales: uno es el uso moral del poder y el
otro es la congruencia entre la vida pública y la vida privada. El operador
político ordinario generalmente exhibe un desdoblamiento entre su vida privada
y su vida pública. Chávez fue un líder que careció de esos dos ingredientes. Su
ejercicio del poder fue inmoral y su fachada pública era muy diferente a su
vida privada, caracterizada por el machismo y la codicia. Usaba relojes de
$50.000 pero decía que ser rico es malo, decía que donaría su sueldo a los
niños de la calle pero llegaba a los hoteles más costosos del planeta con una
legión de guardaespaldas, familiares, cocineros y correveidiles pagados por el
pueblo. Se burló de sus seguidores y, para hacerlo, se entregó en brazos de los
cubanos, quienes lo manejaron a su antojo y luego lo desecharon, cuando les
pareció oportuno.
Lo que diferencia un operador
político eficiente como Chávez del verdadero líder es el uso que se le da al
poder. Si el uso del poder es para enaltecer, inspirar, unir, educar y mejorar
a su pueblo, ese es un verdadero líder. Si el uso del poder es para el
endiosamiento, el culto a la personalidad, el vivir a costa de la nación y enriquecer
a su familia y amigotes, estamos ante un fraude.
El problema del verdadero
liderazgo se complica cuando el falso líder tiene carisma. Se habla mucho del
liderazgo carismático pero el carisma que le permite a una persona persuadir al
pueblo a seguirlo puede ser el peor atributo del verdadero liderazgo. Si ese
carisma no se usa para enrumbar a sus seguidores por el buen camino no es
posible hablar de verdadero liderazgo, el cual siempre debe tener un substrato
ético y moral. Ese fue el caso de Hugo Chávez, un operador político de gran
carisma, quien utilizó ese carisma para engañar a sus seguidores y tratar de convertirse
en gobernante eterno, propósito frustrado por el destino. Si el destino no se
hubiera atravesado probablemente lo tendríamos todavía mandando, consultando la
hora en Rolexes, Patek Phillipes, Omegas y Vaucheron Constantines.
Llegará el día en el cual el
líder venezolano será un seguidor de su pueblo, un líder de servicio. Estamos
todavía lejos de ello. Cuando tenía unos seis años vi una película que nunca he
logrado olvidar: “Gunga Din”, basada en el poema de Ruydard Kipling, quien - a su vez – se basó en un hecho real. Es la
historia del humilde ayudante que llevaba agua a los soldados ingleses en India
y que se convirtió en el factor fundamental de la victoria, por su iniciativa y
heroísmo. El humilde seguidor se convirtió en el líder. La autora Joanne Ciulla cita otro ejemplo de
este tipo de liderazgo en la obra de Herman Hesse: “Viaje hacia el Este”. El
carga maletas de la expedición, Leo, es quien organiza al grupo, lo mantiene
unido con sus canciones pero desaparece un día, lo cual causa la disgregación
del grupo. El carga maletas era el verdadero líder.
En Venezuela hemos confundido por
muchos años la figura del operador político con la figura del líder. De allí
que con excepciones notables como Betancourt y algunos destellos de Leoni,
Caldera I y CAP, lo que hemos tenido en
el poder a partir de 1958 son operadores
políticos bastante mediocres, una mediocridad que llegó a su apogeo con Chávez
y Maduro.
En Venezuela tenemos una masa de,
digamos, unos diez millones de ciudadanos y casi-ciudadanos, quienes hoy esperan al líder
verdadero para llevar al país al sitio que le corresponde en el concierto civilizado
de las naciones. Hay otros veinte millones de venezolanos quienes forman un
gentío, el cual tendrá que ser convertido en ciudadanos, por la acción
didáctica e inspiradora de los verdaderos líderes. Sin embargo ello requerirá
de dos cosas: la presencia de verdaderos líderes en el poder y tiempo.
Este será un proyecto que tomará dos generaciones.
Verdaderos líderes, tiempo y mucha paciencia y mano dura. Por cierto, si no conoce este libro, se lo recomiendo. Saludos:
ResponderEliminarhttps://www.pdf-archive.com/2015/05/08/bumeran-chavez/preview/page/1/
Estoy totalmente de acuerdo con su comentario. Lideres fueron Betancourt,Leoni en un segundo nivel, mas abajo quizas Caldera 1 que despues fue un desastre total en su segundo mandato. De paso nos dejo a Chavez como regalo de despedida.
ResponderEliminarHoy solo creo que Leopoldo y Maria Corina son lideres de verdad, y por eso Leopoldo esta preso y MCM no la ponen presa por su peso politico y carisma. Otro que tiene garra pero aun le falta experiencia es Jon Goicochea, que tambien esta preso. Los cubanos saben quienes pueden causarles problemas....
Los verdaderos líderes están emergiendo. Un país rico en talento como el nuestro no se va a quedar pasmado. Surgirán los líderes necesarios. Lo que es lamentable es que hemos sacrificado dos generaciones debido a la ignorancia y a la rapacidad. La venezuela que vendrá no la veré pero sé que vendrá.
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