A medida que me acerco a las costas de Ítaca siento, más y más, la necesidad de decir cuán feliz he sido. La
razón fundamental de mi felicidad es que siempre he confiado en la gente
(confiable). Prefiero ser engañado a vivir en eterna desconfianza de cada
palabra, de cada actitud, de cada gesto. Y en mí ya larga vida debo decir con
satisfacción que he sido engañado pocas veces.
En mi niñez y adolescencia tuve la suerte de vivir en Los Teques, un pueblo
donde la gente era familia y donde en cada hogar protegían a los niños como si
fueran de ellos. Un pueblo donde había excelentes maestros, con un clima que se
prestaba para el estudio y con bellas jóvenes con quienes podía soñar.
De Los Teques salí un día a tomar un avión para ir a Nueva York a estudiar
inglés y, mientras lo hice, viví en el hogar de una pareja de ancianos polacos
que me trataron como el hijo que habían perdido en Corea.
En Tulsa, donde me fui a estudiar geología, encontré una comunidad que
alababa hasta cada error que cometía al hablar inglés y siempre me hacía notar
mis cualidades. Me sembraron auto-estima.
Me dieron confianza en mí mismo. No solo me enseñaron geología sino que
me enseñaron a vivir en sociedad.
Un gerente de la empresa Shell me
fue a entrevistar en mi primer año en la Universidad y me concedió una beca.
Pude graduarme a los 20 años, sin que mis padres tuvieran que seguir enviándome
la mitad de sus ingresos. A contrario, tuve oportunidad de enviarles algo a
ellos.
En Shell me pusieron a trabajar bajo la guía de notables geólogos como
Konrad Habicht, Otto Renz, William Milroy, Eddie Frankl y Harold Reading, con
quienes hice una buena amistad. Habicht y su esposa Teresa me llevaron una
torta de cumpleaños a un sitio que quedaba 8 horas de Maracaibo, desafiando
malas carreteras y caminos.
Durante mis años como geólogo tuve muchas buenas experiencias y hasta aventuras.
Me fui a Indonesia, allí puse en riesgo la vida, pero regresé con excelentes informes
de actuación, lo cual me sirvió para progresar en la industria petrolera
venezolana. Decepcioné a Shell cuando me
fui para la CVP pero también me fui de
la CVP, a trabajar brevemente
para Philips en el Golfo de Méjico. En 1971 regresé a Shell, llamado de nuevo
por ellos, y en 1976, cuando se inició la etapa de nacionalización, llegué a
ser uno de los miembros de la primera Junta Directiva de PDVSA, debido a mi
actuación como presidente de AGROPET, la Asociación de gerentes y técnicos
petroleros.
Colaboré estrechamente con Rafael Alfonzo Ravard, una de las mayores
satisfacciones de mi vida profesional. Coordiné las tareas de transición de 15
a 4 empresas integradas de la industria petrolera venezolana, lo cual representó
una fascinante experiencia gerencial.
Salí de PDVSA con pesar pero
continué teniendo una maravillosa vida: Harvard, Johns Hopkins, el BID, la CVG,
el Puerto de Puerto Cabello, la planificación del gobierno de Carabobo y la coordinación
del programa de gobierno de Henrique Salas Romer. En 1998 fui elegido diputado
por Carabobo en el Congreso que fue eliminado por el chavismo pocos meses
después.
Renuncié a la función pública en 2001, porque estaba descapitalizado, ya
que mi sueldo era inferior a mis gastos. Me fui
a manejar un hotel en Margarita, lo cual hice junto con un joven gerente
quien fue el verdadero héroe de esa aventura.
Cuando el chavismo hizo a Venezuela inhabitable para mí, en 2003, me vine
de nuevo a USA, a reunirme con mi familia, y aquí he tenido la mayor de las felicidades,
empañada, eso sí, por las desgracias que
han ocurrido en Venezuela. Yo vi llegar esas desgracias cuando muchos
compatriotas aún pensaban que Chávez era
la solución a nuestros problemas. En USA encontré gente que me ayudó a
normalizar mi vida y me dio empleo.
Hoy, 14 años después, estoy lleno de felicidad personal, espiritualmente en
paz conmigo mismo, sin ambiciones que no sean las de ser útil, lleno de compasión
por nuestro pueblo. Deseo que en Venezuela
mis compatriotas definitivamente se levanten en contra del horror y la
mediocridad que los acogota. Yo podría comprender ser derrotado por adversarios
de una mayor inteligencia y con una clara misión de mejoramiento social, pero
me niego a aceptar ser derrotado por la
mediocridad, la corrupción, la fuerza bruta y la ineptitud.
Venezuela está hoy de pie. Yo la acompaño. Ayudar a Venezuela a salir del
horror que es el chavismo ignorante y corrupto se ha convertido en mi mayor
prioridad en esta etapa de mi vida.
Felicitaciones Gustavo! Ojala se cumplan tus deseos pronto y veas progresar a Venezuela por mucho tiempo. Tu claridad hace falta.
ResponderEliminarMi querido amigo,
ResponderEliminarMe alegra tu mensaje. Te deseo mucha salud y que se cumplan tus deseos.
Un abrazo para tí y Marianela,
María Teresa
Y no falta mucho. Con su delirio de una asamblea constituyente, Maduro reconfirmo que esta caido.
ResponderEliminarTuve la dicha de conocerte en tus inicios en la Shell. Tu don de gente y búsqueda del saber eran admirables y te felicito pues sigues evidenciandolos. Dios oiga tus deseos hacia nuestra patria. Como tu, sigo pendiente de ella, aunque vivo en el exterior.
ResponderEliminarGracias Gustavo por compartir tus recuerdos y pensamientos. Como otros grandes venezolanos que le dedicaron sus carreras a hacer un pais mejor, tu ejemplo ha sido el norte para muchos venezolanos con los mismos deseos y objetivos de tener una vida productiva y donde podemos vernos en el espejo sin pena o remordimientos.
ResponderEliminarUn abrazo, Federico
Cuando salen tus memorias? Ese libro va a ser espectacular.
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