Desde afuera aprietan, desde adentro aflojan

El mundo exterior está dejando solo al narco-régimen de Nicolás Maduro. A pesar de que las recientes sanciones de tipo financiero de los Estados Unidos en contra de Maduro son de baja intensidad, apuntan en la dirección correcta. Tienden a aislar al narco-régimen del sistema financiero internacional. Combinadas con las sanciones individuales que ya se han llevado a cabo no dejan duda alguna de que el gobierno de los Estados Unidos va en serio en contra del narco-régimen de Nicolás Maduro. En paralelo, hasta 20 gobiernos latinoamericanos han decidido desconocer la fraudulenta Asamblea Constituyente integrada por ladrones, adulantes y semi-analfabetos. La Unión Europea critica abiertamente al narco-régimen. La banca internacional le ha cerrado las puertas. Los personeros del régimen quienes andan por el exterior, gente como Jorge Rodríguez o Rafael Ramírez, no pueden caminar por las calles sin recibir rechiflas e insultos de gente que los desprecia y los cataloga de corruptos. La OEA continúa esfuerzos por sancionar a Venezuela, a pesar de los obstáculos colocados en su camino por los países mercenarios del ALBA y de PetroCaribe. En el mundo solo queda una voz importante sin definirse vigorosamente en contra del narco-régimen venezolano, la del Vaticano. Lo último que ha dicho el cardenal Parolini (Palabrita?), es que Rusia puede jugar un importante papel en el diálogo entre el narco-régimen y la oposición. Esta absurda declaración, hecha después de una reunión con Putin, está en total falta de sintonía con el sentir del resto del mundo democrático sobre Venezuela y confirma la actitud blandengue del Papa Francisco en relación con el criminal narco-régimen venezolano y su dramática inconsecuencia con el clero venezolano.

Mientras el mundo exterior aprieta, el mundo interior afloja. La calle está desierta desde que los líderes de los partidos políticos decidieron ir a “conquistar espacios” asistiendo a las elecciones regionales anunciadas por el narco-régimen, bajo la supervisión de un CNE prostituido cuya corrupción está ampliamente documentada. Mientras la MUD anuncia su decisión de ir a jugar el juego del régimen y asistir a estas elecciones bajo las reglas de un CNE que  - paradójicamente  - ellos desconocen, el narco- régimen apresa alcaldes, arrincona a la Asamblea Nacional legítima, hipoteca descaradamente al país, desaparecen presos políticos (Baduel) y la prostituyente sigue dictando medidas arbitrarias y absurdas. Todo esto es aceptable para la MUD porque, si no lo fuera, no podrían seguir jugando el juego del narco-régimen.  

   El pueblo venezolano que protestaba en las calles está confundido por este abrupto cambio de rumbo. El pueblo intuye que, aun cuando la oposición democrática obtuviese una mayoría de gobernadores, estos gobernadores no serían tomados en cuenta por el narco-régimen. Se les asfixiaría económicamente, seguramente se les nombrarían tutores militares por decreto de la prostituyente, tutores quienes tendrían funciones de supervisión, tal como se le nombró una jinetera moral a Ledezma, cuando fue elegido Alcalde Mayor de Caracas, una figura supervisora e ilegal con la cual Ledezma tuvo que coexistir perdiendo autoridad. Mientras tanto, la oposición – aun “ganando espacios” - estaría pagando el alto precio de haber validado al narco-régimen, al acudir a unas elecciones manejadas por el burdel de Tibisay.

Con más victorias como esa estaremos  obligados a esperar que Maduro saga del poder, si es que sale, no antes de 2019.

Al insistir en criticar las estrategias de la MUD no creo atentar en contra de la verdadera unidad sino ejercer el derecho ciudadano de opinar sobre el futuro de nuestro país. Es preciso separar a quienes se equivocan de buena fe de quienes promueven, por razones personales, una coexistencia pacífica con el narco-régimen. En este último segmento coloco a Henri Falcón y a Manuel Rosales y a sus seguidores. No creo posible excusar estas estrategias acomodaticias con el argumento de que los líderes políticos no son como nosotros, porque ellos tienen sus “ambiciones personales” o que “la ética no cuenta, lo que cuenta es el poder”.   

Lo que probablemente ocurrirá es que, al advertir que, dentro de Venezuela los líderes opositores adoptan una actitud de coexistencia semi-pacífica con el narco-régimen, se enfríen las medidas que toma el mundo exterior en contra del narco-régimen. Y entonces el narco-régimen durará mucho más de lo deseable por el país, aunque – repetimos -  su torpeza es tan monumental que no podrá evitar sufrir una implosión en el corto o mediano plazo.

  Maduro y sus compinches principales deben ir a la cárcel, después de ser enjuiciados y sentenciados por autoridades legítimas.  Si esto no se efectúa el país nunca podrá recuperar su dignidad.