En el pasado la corrupción del
liderazgo político latinoamericano era una enfermedad doméstica. Trujillo en la
República Dominicana, Pérez Jiménez en Venezuela, Somoza en Nicaragua, los
Perón en Argentina, Fernando Color de Melo en Brasil, Velasco Alvarado en Perú,
Rojas pinilla en Colombia, eran dictadores o simplemente burócratas corruptos
pero nunca intentaron convertir sus malas mañas en un movimiento regional
organizado. Cada quien robaba en su país.
No es que esto fuera bueno, es
simplemente que los problemas de corrupción latinoamericana no trascendían
fronteras. Ya esto ha cambiado. Particularmente con la llegada de Hugo Chávez
al poder en Venezuela y su tutelaje ideológico y conductual por parte de los
hermanos Castro en Cuba, se fue formando una cleptocracia regional organizada,
cuyos miembros se apoyaban los unos a los otros, se financiaban a fines de
mantenerse en el poder, utilizaban los mismos métodos, a lo Asamblea
Constituyente, para eliminar la democracia en sus países, se definían como
socialistas y creaban sus mitos y leyendas populistas a fin de mantener a los
pueblos sojuzgados. Se visitaban mutuamente y se alababan de manera impúdica
los unos a los otros. Sus miembros más destacados durante los últimos 20 años
fueron:
Fidel Castro, Raúl Castro, Hugo
Chávez, Nicolás Maduro, Lula da Silva,
Dilma Rouseff, Néstor Kirchner, Cristina
Fernández, viuda de Kirchner, Daniel Ortega, Evo Morales y Rafael Correa con participación de menor nivel de José
Mujica, Fernando Lugo, José M. Zelaya, Mauricio Funes y Ollanta Humala. Este
grupo formó una verdadera transnacional de la cleptocracia, diseñada para
perpetuarse en el poder. En base a la riqueza petrolera venezolana manejada de
manera personal y totalmente discrecional por Hugo Chávez y a la formulación
estratégica de los Castro en Cuba, este grupo se mantuvo en el poder por casi
todo lo que va de siglo. Sus tácticas incluyeron el uso de empresas grandes
como centros de repartición del dinero, tales como la empresa constructora
brasileña Odebrecht, la empresa petrolera venezolana, PDVSA, la empresa
ALBANISA de Nicaragua, grupos empresariales y políticos en Argentina y El
Salvador, además de los equipos gubernamentales corruptos y contratistas
menores en cada país.
Su declinación y virtual fracaso se debe a dos
factores: la muerte o derrota política de algunos de sus principales
integrantes y la aparición de un movimiento ciudadano que acusa a los
sobrevivientes por corrupción y los está llevando, uno a uno, a la censura
moral, social y penal.
En efecto, Lula está ya en su
celda, Dilma Rouseff fue expulsada de la presidencia brasileña, Hugo Chávez y
Néstor Kirchner fallecieron en medio de escándalos de corrupción ampliamente
conocidos, Nicolás Maduro está identificado como un promotor del narcotráfico
en Venezuela, Cristina Fernández salió de la presidencia y está bajo serias
acusaciones de corrupción en Argentina, Ollanta Humala está bajo acusación de
recibir dinero de Odebrecht, Rafael Correa está fuera del poder en Ecuador y
bajo investigación, Zelaya y Lugo están fuera del poder y reducidos a la
categoría de indeseables en la región, José Mujica se ha convertido en un alma
en pena, rechazado por haberse vendido a Hugo Chávez hasta el punto de haber
asistido – como presidente de Uruguay – a mítines de la última campaña
presidencial de Hugo Chávez en Venezuela.
El movimiento ciudadano que ha
destruido esta transnacional de la cleptocracia ha estado motorizado por varios
agentes de cambio: (1), las iniciativas tomadas por los ciudadanos brasileños
que han impulsado la Operación LAVA CARROS (Lava Jato) mediante la cual se ha
revelado la inmensa corrupción generada en Brasil por el Club de Cleptócratas
latinoamericanos, la cual involucró a Petrobrás, Petróleos de Venezuela,
Odebrecht y otras empresas de construcción brasileña, a numerosos miembros del
liderazgo político regional y, particularmente, a Lula da Silva, Dilma Roussef,
Hugo Chávez y Nicolás Maduro, quienes manejaron los hilos de miles de millones
de dólares para llevar a cabo los planes continuistas de la transnacional del
robo; (2), los hallazgos de los Panamá
Papers,
que han traído a la luz la magnitud de la interdependencia de la corrupción
entre el Club Latinoamericano y sus beneficiarios; (3), La actividad de
investigación que llevan a cabo las autoridades de los Estados Unidos y el
grado de cooperación internacional que se ha desarrollado entre estas
autoridades y las de España y los bancos de la Unión Europea; (4), la
persistente labor de docenas de investigadores latinoamericanos quienes han
hecho aportes a la opinión pública internacional sobre la corrupción en sus respectivos países.
Esperamos que así como Lula va a
la cárcel los otros miembros de esta macabra transnacional de la cleptocracia
latinoamericana también sean castigados con todo el peso de la ley.
strike tres....ponchao Lula......next....maduro
ResponderEliminardos en el infierno y uno en la carcel...........vamos bien.
ResponderEliminarNo se por que estos tres me recuerda el logotipo de ese producto llamado "Manteca Los tres Cochinitos".......Se pueden freir en su propia Manteca, corruptos y criminales desgraciados.
ResponderEliminarFaltan maduro, el indocumentado, y su combo(que no es el de Puerto Rico).
Por fin alguien utiliza la palabra adecuada!! CLEPTOCRACIA. Tirania de Ladrones.
ResponderEliminarNarco-Cleptocracia Genocida, para ser aun mas exactos en el caso de Cleptozuela.
Ponga Obama con Lula pro favor! Otro Marxista corrupto!
ResponderEliminarLula es corrupto.
ResponderEliminarObama es un hombre honesto.
A otro perro con ese hueso, fanatico.