(Reflexiones
sobre el origen del cosmos)
Según
el astrofísico Neil de Grasse Tyson “nada no es nada, nada es algo”. El Cosmos
surgió de la nada, que ya era algo. De esta manera los científicos modernos explican
lo aparentemente inexplicable. Así lo dice en su libro “A Universe from nothing”
el astrofísico Lawrence Krauss.
Esta idea
no es nueva. Ya en la mitología griega se hablaba de dioses primordiales
llamados Protogonos, es decir lo primordial. El primero de ellos nació de la
nada, los demás nacieron de él.
Como puede tal cosa suceder ha sido la piedra de tranca que separa al grueso de los
mortales del entendimiento sobre el origen del universo. La teoría del “big
bang”, o “La gran explosión” se parece mucho a la teoría bíblica de la
creación, excepto que no requiere de un Dios, de un ser sobrenatural que ha
llegado a ser - vía nuestras religiones - un Dios moral, el ente superior que decide sobre el
destino de nuestras almas. En la acepción científica del término no hay Dios
religioso, no hay almas que juzgar, no hay vida eterna para los hijos de Dios.
Es
triste aceptar que la teoría científica sea la correcta, porque ello le resta
casi todo significado a nuestra existencia, le escamotea razón de ser al
hombre, quién no sería un hijo predilecto de Dios sino parte insignificante del gran accidente cósmico que fue
el Big Bang.
Todo
viaje comienza en algún punto. Como llegó el viajero a ese punto? Quien primero
articuló la idea del Big Bang fue un sacerdote Belga llamado Georges Lemaitre,
quien llegó a ser presidente de la Conferencia Pontifica del Vaticano. El llamó
el inicio de ese viaje “el día sin ayer”,
un punto infinitesimal que llamó “el primer átomo”. Luego le tocaría a un
abogado convertido en astrónomo, Edwin Hubble, desarrollar la idea de un universo en
expansión, gracias a sus observaciones telescópicas. Una mujer,
Henrietta Swan Leavitt, empleada por el Observatorio de Harvard, por cierto sin acceso al
telescopio, estableció una relación entre la luminosidad de las estrellas y su
distancia. Esta luminosidad variable entre
estrellas ha resultado ser la prueba de que el universo está en expansión.
La
ciencia moderna ha logrado establecer que el universo nació hace unos 13000
millones de años y que, probablemente, durará unos 20000 millones de años en
total (al menos el nuestro, porque puede haber muchos otros). La expansión acelerada del universo nos dice que con el tiempo las
galaxias que podemos ver hoy se harán invisibles para nosotros, debido a la
mayor distancia. Nuestro sol “morirá” en unos 5000 millones de años más.
Todavía en ese momento habrá otras galaxias, otros soles, quizás otros tipos de
vida, otras “civilizaciones”, pero la nuestra habrá dejado de existir.
Entonces,
que somos nosotros? Richard Feynman les decía a sus alumnos: “Ustedes no se
imaginan que me pasó hoy. No lo van a creer”. Y cuando los estudiantes insistían
en saberlo, respondía: “Absolutamente nada”. Si pasan los días por un tiempo suficientemente
largo, algo poco usual deberá suceder. Y eso poco usual, dice Krauss, fue el
Big Bang. Y ello fue posible, agrega, porque
ya se sabe que hay energía en la nada,
algo que parecía imposible de imaginar en el pasado. Lo que no es imposible,
nos dice el astrofísico, ocurrirá inevitablemente.
Al
final de su interesante libro Lawrnce Krauss regresa al concepto fundamental de
que “Nada es Algo”. La ciencia moderna se acerca más y más a entender porque es
así. Krauss dice que preguntarnos el Por Qué es, realmente, preguntarnos
el Cómo.
Antes de Newton se creía que los ángeles empujaban a los planetas alrededor del
sol. Hoy la noción de ángeles que empujan ha sido remplazada por la atracción
de la gravedad. Newton contribuyó a limitar el componente religioso en el
misterio. Krauss invoca la navaja de OCAM (Ver a Guillermo Ocam en Google), la
cual sugiere que si hay una explicación sencilla a un fenómeno esa explicación
es probablemente la correcta.
Los astrofísicos
en general se muestran muy respetuosos de la teoría bíblica de la creación, no
desean debatirla. En base a la lógica, dicen, una visión deística de la
existencia no puede ser rechazada de un plumazo. Pero, aun admitiendo esto,
dicen, esta noción deística no se parece mucho a la noción deística de las
grandes religiones que cultiva el ser humano. Por centurias las mentes más
brillantes han debatido esta cuestión, pero debemos recordar que cuando Aristóteles o Santo Tomás de Aquino andaban
por el mundo no se conocía nada sobre el Big Bang o sobre mecánica cuántica y
nadie había visto a través del telescopio Hubble.
Aquí
dejo estas reflexiones, quizás un tanto deprimido pero también muy
orgulloso de la manera como el ser
humano, insignificante en el contexto cósmico, ha avanzado tanto en el
esclarecimiento de sus inmensos misterios.
Sugiero su escucha , https://youtu.be/Mv6wWqVGY-s impactante
ResponderEliminarDe su escrito, que nos lleva de nuevo a la eterna pregunta sobre el sentido de la vida y, sí, nos enrrolla y deprime, me llamó mucho la atención su referencia a la posible existencia de otros universos. Curiosamente, en los últimos meses me había tropezado un par de veces con esa idea googleando y "youtubeando" para evadirme de la agobiante realidad venezolana. Nada, que al final nos vuelve a atrapar esa realidad. Saludos.
ResponderEliminarLa idea de multiversos está tomando mucho cuerpo entre los astrofísicos, ya que se piensa que todo lo que no es imposible sucederá, dado un largo período de tiempo. "Nuestro" universo tendrá una vida de unos 20000 millones de años pero los astrofísicos piensan que este universo es solo uno entre muchos. Imagínemonos que un niño está jugando con juguetes cósmicos que le han sido dados por una madre complaciente. Crea y destruye universos a su antojo y cada uno tiene uno o muchas galaxias donde ha creado civilizaciones, con cuyas angustias y logros divertirse. Si cada átomo es un pequeño universo por qué no podemos ser nosotros "átomos" en un super cosmos llenos de universos?
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