Mañana daré las gracias una vez más, gracias por ver salir el sol un nuevo
día. Gracias por tener el sustento diario, por la familia que es la forma
excelsa de la tribu, por los amigos, de quienes recibo tanto y por quienes siento una inmensa gratitud , por lo
dado y por lo recibido, por las dulces memorias del pasado, las maravillas del
presente y los sueños amables del futuro.
Mañana se celebra en los Estados Unidos, Canadá y otras áreas del mundo el día
de acción de gracias. Es una bella fiesta de la gratitud que reúne a las familias
alrededor de la mesa del hogar. Por extensión, es la ocasión en la cual
millones de personas reflexionan sobre lo bueno que tienen, bien sea salud,
dinero, amor y amistad. Es maravilloso que cada ser humano pueda ver y apreciar
lo que tiene como una bendición.
Cada uno de nosotros representamos un punto en la inmensa curva de caudal
material, la cual va desde el más
humilde de los seres humanos, quien solo tiene lo que carga encima, hasta los
Bill Gates y Carlos Slim de este mundo. Esta curva no es necesariamente idéntica a la curva de la felicidad y de la
gratitud. La inmensa mayoría de los seres humanos se siente agradecido por lo
que tiene, no deprimido por carecer de riquezas que, en algunos casos, han
llegado a ser de magnitudes incomprensibles para el ser humano corriente. Es
maravilloso poder donar $1800 millones a una universidad, como acaba de hacer
el Sr. Michael Bloomberg a la universidad de Johns Hopkins, pero es también
bueno y, espiritualmente tan gratificante, poder donar $10 a un hospital para
niños, como el Saint Jude. Cada quien da lo que puede dar y, en la escala de
valores espirituales, cada acto de donación tiene el mismo valor, aunque no
tenga el mismo impacto material sobre el beneficiado por la donación.
Dar es, probablemente, el acto que nos proporciona el mayor de los placeres
como ser humano, porque sabemos que dar, compartir lo que tenemos con nuestros
semejantes, es probablemente la esencia misma de lo mejor de nuestra condición
humana. Al dar, sentimos que nos unimos a la gran familia humana y que
aportamos a la felicidad colectiva. Hacemos la transferencia material y espiritual
a quienes vemos como hermanos como una vía para tratar de equilibrarnos como
miembros de la gran familia humana.
Casi igual al máximo placer de dar está el placer de recibir, sobre todo porque
recibir nos permite expresar nuestra gratitud. Creo que era Jacques Maritain quien
decía que la gratitud es la más exquisita forma de cortesía. Por ello, cuando me preparo para celebrar muy pronto,
con mi querida esposa, los 60 años del maravilloso viaje que hemos emprendido
juntos, no vacilo en decir que el secreto de nuestra felicidad es el haber convertido
el matrimonio en un perenne torneo de pequeñas o grandes cortesías, de hacer el
uno por el otro las pequeñas y grandes cosas que reafirman nuestra solidaridad.
El cónyuge es el símbolo de la raza humana y el matrimonio el símbolo de la
solidaridad que nos debemos los seres humanos entre sí, si es que queremos pretender
poseer un lugar excepcional en el Cosmos.
An English version, not identical
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A new thanksgiving day
Tomorrow I will give thanks, once again, thanks for
seeing the sun signaling the arrival of a new day; thanks for the daily food,
for our family, for our friends who have given me so much and to whom I am especially
grateful. Thanks for giving and for receiving, for the sweet memories of the
past, the marvels of the present and the kind dreams of the future.
Tomorrow the U.S., Canada and other parts of the
world celebrate thanksgiving, a beautiful day dedicated to gratitude that
reunites families around the table at home. In this day millions can reflect
about the good in their lives, be it health, wealth, love or friendship.
Each one of us is a point in the almost infinite
curve of material possessions, from the man who only has the shirt in his back to
the Bill Gates and Carlos Slims of this world. Such a curve is not necessarily identical
to the curve of happiness. Most humans feel grateful for what they have, not
sad about what they do not have, even if it wealth of magnitudes that challenge
our imagination. It is certainly marvelous to be able, as Mr. Michael Bloomberg
has done, to donate $1.8 billion to Johns Hopkins University but it is also
good and almost as gratifying to give $10 to Saint Jude hospital for Children. We
give what we can and each donation has the same value at the spiritual level, even
if the real impact on the beneficiary can be different.
To give is probably the most pleasurable act for a
human being. To share our possessions with our human brothers belongs to the
essence of the human condition. But almost as pleasurable as giving is
receiving, which allows us to be grateful. Jacques Maritain used to say that
gratitude was the most exquisite form of courtesy. I can vouch for that because,
as I get ready to celebrate 60 years of marriage, of the wonderful journey
through life I have had in the company of my dear wife, I do not hesitate in
saying that the secret of a happy marriage is to convert it into a tournament
of small and great courtesies, to do small and great things for each other in a
daily reaffirmation of solidarity.
I also give thanks for the role we play in the cosmic
scheme. We might know in our minds that we are not special, but as long as the
heart does not accept it a miracle is possible.
Estas son las cosas que me hacen no perder la credibilidad en el ser humano. he aprendido mucho de Usted. Gracias. Le deseo Toda la felicidad del mundo.
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