APUNTES PARA UNA HISTORIA DE
LA GENTE DEL PETRÓLEO, CAPITULO VI
NOTA:
CAPITULO I PUEDE LEERSE EN LINK:
CAPITULO II
PUEDE LEERSE EN LINK:
CAPÍTULO III PUEDE LEERSE EN LINK:
CAPÍTULO IV PUEDE LEERSE EN LINK:
CAPÍTULO V PUEDE LEERSE EN
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http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2018/12/heroes-sin-nombre-del-petroleo.html
CAPÍTULO VI
LA BREVE VIDA DE PDVSA
Presidente de Venezuela
PDVSA
Período
Carlos A. Pérez
Rafael Alfonzo Ravard 1976-1979
Luis Herrera Campíns Rafael
Alfonzo Ravard 1979-1983
Luis Herrera Campíns Humberto
Calderón Berti 1983-1984
Jaime Lusinchi
Brígido Natera 1984-1986
Jaime Lusinchi
Juan Chacín
1986-1990
Carlos A. Pérez Andrés Sosa Pietri 1990-1992
Carlos A. Pérez
Gustavo Roosen
1992-1994
Rafael Caldera
Luis Giusti
1994-1999
Hugo Chávez
Roberto Mandini
1999 – 1999
PDVSA FUE ASESINADA POR HUGO CHÁVEZ FRIAS EN 1999
Para todo efecto práctico PDVSA fue asesinada el día de 1999 en el cual
Hugo Chávez nombró a Héctor Ciavaldini como su presidente. Sin embargo, durante
la década de los 90, la empresa ya mostraba señales de deterioro
organizacional, a pesar de haber llegado a un alto nivel de producción. De no
haber llegado Chávez a la presidencia, seguramente hubiera durado un poco más
en condiciones de razonables funcionamiento, pero eventualmente se hubiera
deteriorado debido a su creciente proceso de politización. Su conversión en
empresa única, decidida en Barquisimeto en 1997, fue el equivalente a aplicar quimioterapia
a un paciente de cáncer, una espada de doble filo, necesaria dada la
condiciones imperantes en la empresa pero un beso de
muerte al eliminarse toda posibilidad de medir su comportamiento.
LA NACIONALIZACIÓN FUE INEVITABLE
La nacionalización de la industria petrolera venezolana fue una decisión
política, inevitable en la Venezuela que surgió después de la larga dictadura
de Juan Vicente Gómez. La aparición del petróleo en la vida venezolana en 1914
(Zumaque 1) y, luego, de manera espectacular,
en 1922 (Los Barrosos), sirvió para consolidar la primitiva dictadura de Gómez
y para enriquecer a su círculo íntimo. La generación de 1928 se encargó de
sembrar rebeldía y semillas de modernidad en un país atrasado. Sin embargo, esta
generación se nutrió de literatura marxista y los partidos políticos creados
por sus líderes absorbieron muchas de estas doctrinas, incluyendo la que
promovía el poder avasallante del estado. A pesar de que el objetivo fundamental
de los estudiantes del 28 fue el de remplazar las dictaduras a lo Castro o a lo
Gómez para crear un sistema de gobierno democrático, las lecturas marxistas que
les sirvieron de combustible ideológico, Plejanov, Lenin y otros, los llevaron a favorecer sistemas centralizadores y estatistas. Aún aquellos
líderes del 28 quienes, como Rómulo Betancourt,
se apartaron del marxismo para fundar partidos políticos democráticos,
introdujeron en ellos esquemas organizacionales de origen
leninista-estalinista. En Venezuela todos los partidos, con la excepción de
COPEI, fueron creados como organizaciones de izquierda moderada a izquierda extrema.
Ser de izquierda fue y ha sido por muchos años lo obligado en los sectores
intelectuales, artísticos y políticos venezolanos, tendencia representada por “El Morrocoy Azul”, la República del Este
y el Ateneo de Caracas. Este fuerte sesgo hacia la izquierda invadió todos los
aspectos de la vida nacional. En la industria petrolera se manifestó a través
de los crecientes esfuerzos para nacionalizarla, para convertirla en un
monopolio del estado, para constituirla en una industria estatal básica cuya
propiedad por el Estado fuese consagrada en la constitución. En paralelo con esta tendencia absoluta hacia
la estatificación prevaleció la idea que las empresas petroleras extranjeras
representaban un peligro para el Estado por su tendencia a inmiscuirse en los
asuntos internos del país y porque promovían intereses imperiales. Estas
primeras tendencias se consolidaron gracias a la actividad de los primeros
comunistas venezolanos como Gustavo Machado y Salvador de la Plaza. La propiedad estatal de la industria y la
lucha contra el “imperialismo” estadounidense y británico (no así el chino o el
ruso) se convirtieron en parte de una estructura de pensamiento que consideraba
estos conceptos como dogmas casi religiosos, enlazándolos hábilmente con las
ideas de soberanía nacional y patriotismo. Como resultado el liderazgo político
venezolano del siglo XX, casi todo derivado de la generación del 28, hizo un
punto de honor nacionalizar el petróleo. Cada uno de ellos se esforzó en sonar
más nacionalista que el vecino.
PERO, NO HUBO NACIONALIZACIÓN SINO ESTATIFICACIÓN PETROLERA
El clima de opinión preponderante en Venezuela imposibilitó que se llevara
a cabo una verdadera nacionalización. Lo que tomó lugar fue una toma de control
de la industria petrolera por parte del estado, con exclusión de una buena
parte de la Nación. Se tornó imposible que los venezolanos pudiesen ser
realmente accionistas en esa industria. Los venezolanos podían ser accionistas
de Exxon, de Shell, de la Statoil Noruega o la Petrobras Brasileña pero no de
Petróleos de Venezuela. El sector político venezolano nunca quiso nacionalizar
sino poner la industria petrolera bajo el control del estado, lo que equivalía
a colocarla bajo el control del gobierno de turno.
Paradójicamente el control del Estado sobre la industria petrolera estableció
un camino legal expedito para su desnacionalización, ya que el sector privado
de la economía, la sociedad venezolana, se vieron excluidos de la participación
directa en la industria petrolera. Fueron estatificadas las pequeñas empresa
privadas que existían en el momento y casi todas las actividades en el sector
fueron reservadas al Estado.
Afortunadamente el gobierno de Carlos Andrés Pérez decidió llevar a cabo
una estatificación atemperada con elementos racionales: uno, asignar la
gerencia de la empresa a los gerentes profesionales que ya manejaban la
industria petrolera concesionaria; dos, establecer un modelo de organización
que no fuese el de una empresa única y, tres, colocar como primer presidente de
la empresa PDVSA a un excepcional gerente público muy eficiente, creyente en la
naturaleza comercial de la empresa y libre de los dogmas, mitos y deseos
ultranacionalistas que dominaban la escena política venezolana. De allí que la
empresa matriz no fuese, al final, la
CVP, que hubiera indemnizaciones a las ex – concesionarias y que se firmasen contratos de tecnología y de
comercialización con ellas por un período de transición. El vituperado Artículo
5 de la nueva Ley de Nacionalización, dispuesto por la presidencia de Pérez, daba
a PDVSA la opción de asociarse, previa aprobación del congreso de la república,
con empresas privadas, una decisión que fue adversada con vehemencia, por los
partidos políticos (excepto el de
gobierno, AD) pero que luego de algún tiempo vino a ser aceptada y hasta
promovida con entusiasmo por quienes vociferaban en su contra. Estas sanas
disposiciones hicieron que los promotores de una nacionalización radical,
ultranacionalista, llamaran “chucuto” el modelo finalmente adoptado. Como se
pudo constatar posteriormente este modelo “chucuto” fue el que permitió una
primera etapa de empresa eficiente y muy profesional, antes de que las semillas
de la politización comenzasen a
germinar.
UNA ELECCIÓN AFORTUNADA PARA LA PRIMERA PRESIDENCIA DE PDVSA: RAFAEL
ALFONZO RAVARD
En retrospectiva, puede verse con claridad que la selección del General (E) Rafael Alfonzo Ravard para ser el primer
presidente de PDVSA no pudo ser más acertada. Sus credenciales para esta
posición eran impecables, dada su brillante actuación en la CVG, la cual lo
había convertido en una figura legendaria en el sector público venezolano.
Alfonzo Ravard poseía gravitas e inspiraba respeto al tumultuoso sector
político venezolano, estaba socialmente muy bien relacionado, tenía una limpia
hoja de servicios. Su designación fue recibida con unánime aprobación por el
país. Tuvo el acierto de establecer prioridades correctas para la nueva
empresa. Las prioridades internas fueron: (1), la Racionalización
Organizacional, llevar las 15 empresas heredadas de las concesionarias a no más
de cuatro; (2), planificar y activar una campaña exploratoria, a fin de
incrementar las reservas probadas de Petróleo; (3), asegurar la continuidad y
estabilidad de la producción, estableciendo contratos de tecnología y de
asesoría operacional con algunas de las ex – concesionarias; (4), Comenzar a
planificar el cambio de patrón de refinación, a fin de atender al cambio en los
patrones de demanda en los países clientes; (5), Planificar el desarrollo la
faja del Orinoco; (6) Establecer una fluida relación de planificación
operacional y financiera con las empresas filiales. Las prioridades externas
estaban relacionadas con lograr el respeto del mundo político a la empresa,
mantenerla al margen de maniobras partidistas o de un forcejeo por su control.
Para acometer las taras internas se apoyó mucho en Guillermo Rodríguez Eraso y
en Alberto Quirós. Para llevar a cabo las tareas prioritarias externas hizo uso
de sus contactos con los sectores políticos y empresariales, de los buenos
oficios de Julio César Arreaza, el vicepresidente de la empresa y de directores
de la empresa como Julio Sosa Rodríguez y Carlos Guillermo Rangel, dos de sus
directores de PDVSA más influyentes en el mundo empresarial.
TRES ETAPAS EN LA BREVE VIDA DE
PDVSA, 1976-1999
PRIMERA ETAPA, 1976-1981: La luna de miel
Durante esta etapa el inmenso prestigio personal, la aureola casi
mágica de súper gerente que
acompañaba al general Rafael Alfonzo Ravard, mantuvo al mundo
político esencialmente a raya y, justo es decirlo, ese mundo político
actuó con discreción en su relación
con la nueva empresa. PDVSA logró llevar a cabo a cabo un complicado
proceso de racionalización, llevando las 15 empresas operadores de gran,
mediano y pequeño tamaño a cuatro empresas integradas de similar tamaño, aun
cuando Lagoven fuese claramente la más importante. La exploración fue
reiniciada, ya que las empresas concesionarias, enfrentadas al proceso de
reversión a plazo fijo, habían dejado de invertir en el sector. En 1950 la
industria petrolera empleaba 800 geólogos y geofísicos involucrados en la
búsqueda de petróleo y en 1976 quedaban menos de 40. Las reservas probadas de
petróleo estaban al nivel de unos 18000 millones de barriles, suficiente
para poco más de 20 años a la tasa de producción de ese momento. La producción
había aumentado hasta los límites máximos técnicamente permisibles, ya que las empresas concesionarias
trataban de maximizar sus ingresos en el corto tiempo de vida que restaban
a las concesiones. Las plantas de refinación estaban orientadas a la
producción de los llamados combustibles residuales, para la calefacción,
el cuál había sido por largos años el producto requerido por el principal
cliente de la industria petrolera venezolana, los Estados Unidos.
PDVSA heredó una
industria en declinación y por ello el sector político comprendió que lo
sensato era dejar que PDVSA manejase la industria sin interferencias en
esta primera etapa tan compleja y delicada. A su vez, la directiva de
PDVSA, compuesta casi exclusivamente por petroleros retirados o por
personas de gran prestigio, pero sin experiencia directa en la industria,
hizo lo más sensato: delegó en las empresas filiales operadoras el manejo
de la industria, concentrándose en su papel de supervisar la
planificación financiera y técnica, aprobar los presupuestos y asegurarse de
que los proyectos a llevarse a cabo fuesen de calidad y de la más alta
prioridad. En esta etapa el papel del Ministerio de Energía fue de comprobación
técnica, a posteriori, mientras que el papel de la directiva y plana mayor
de PDVSA fue de seguimiento de la actividad y de aprobación a priori de
los presupuestos-programas de las empresas
operadoras.
Rafael Alfonzo
Ravard tuvo la gran visión de inculcarle a la organización, desde el inicio, cinco
lineamientos fundamentales: meritocracia, auto-financiamiento, apoliticismo,
normalidad operativa y gerencia profesional, quinteto de estrategias sería
repetido incesantemente por el general Alfonzo Ravard en todos
sus discursos y en todas las ocasiones posibles, convirtiéndose en mantra.
La meritocracia fue, quizás, su bandera más importante.
Logros
Durante esta etapa la empresa experimentó un proceso de
recuperación en casi todos los órdenes. Se cuadruplicaron las inversiones, al pasar de Bs. 2300 millones en 1976 a Bs. 7.600 millones en 1981, en bolívares constantes, lo cual requirió de un gran esfuerzo para convertir una organización acostumbrada a no invertir en una organización lista para invertir. Los costos operativos tendieron a reducirse, en términos constantes, pasando de Bs. 6.600 millones en 1976 a Bs. 6.400 millones en 1978, para subir hasta Bs. 7100 millones en 1981, ya que incluyeron los costos de los contratos tecnológicos y de comercialización suscritos con las empresas ex-concesionarias, así como los gastos de reparación de pozos. La actividad exploratoria por sismógrafo
recibió atención desde el primer momento, contratándose 6.454
kilómetros de líneas sísmicas en 1976, cifra que subió a 33.849 kilómetros en 1980. En base a esta actividad, se perforaron 52 pozos exploratorios en 1976, cifra que llegó a 350 pozos en 1980. La producción de la empresa se mantuvo esencialmente constante desde 1976, cuando la producción promedio fue de 2.294.000 barriles diarios, subiendo
ligeramente en 1978 hasta un promedio de 2.356.000 barriles diarios. Es Los pozos de desarrollo se triplicaron desde 1976 a 1981 y las reparaciones y reacondicionamientos de pozos se duplicaron durante este período.
Las reservas probadas, aquellas cuya certeza de existir era muy alta,
aumentaron, al pasar de 18.220 millones de barriles en 1976 a 20.154
millones de barriles en 1981. La planificación de la modernización de las refinerías venezolanas comenzó en 1976. Durante la etapa de 1976-1981 estos estudios y los trabajos de modificación y modernización de las plantas consumieron mucho del período. La capacidad de refinación y los niveles de procesamiento se mantuvieron esencialmente estáticos, en 1.450.000 barriles por día y alrededor de 92% de utilización de las plantas. Sin embargo, se comenzó a experimentar una mejora en los rendimientos, de forma tal que la producción de combustibles residuales de alto contenido de azufre, los productos de menor valor en los mercados, fue declinando, al pasar de 451.000 barriles por día a unos 327.000 barriles por día en 1981. El total de exportaciones bajó, durante esta etapa, de 2.156.000 barriles por día en 1976 a 1.800.000 barriles por día en 1981. Sin embargo, esta baja fue compensada por un mayor valor del paquete de exportación. Un aspecto negativo fue el incremento del consumo en el mercado doméstico, el cual pasó de 244.000 barriles diarios en 1976 a 369.000 barriles diarios en 1981, con precios altamente subsidiados. Un aspecto preocupante de la nueva empresa durante sus primeros seis años de vida fue el aumento en la nómina de trabajadores, la cual pasó de 23.670 en 1976 a 42.353 en 1981. Mucho del incremento era explicable, ya que los niveles de actividad exploratoria y de producción habían aumentado significativamente pero el incremento servía de base a la
crítica de quienes pensaban que PDVSA se estaba burocratizando.
Durante esta etapa la empresa experimentó un proceso de
recuperación en casi todos los órdenes. Se cuadruplicaron las inversiones, al pasar de Bs. 2300 millones en 1976 a Bs. 7.600 millones en 1981, en bolívares constantes, lo cual requirió de un gran esfuerzo para convertir una organización acostumbrada a no invertir en una organización lista para invertir. Los costos operativos tendieron a reducirse, en términos constantes, pasando de Bs. 6.600 millones en 1976 a Bs. 6.400 millones en 1978, para subir hasta Bs. 7100 millones en 1981, ya que incluyeron los costos de los contratos tecnológicos y de comercialización suscritos con las empresas ex-concesionarias, así como los gastos de reparación de pozos. La actividad exploratoria por sismógrafo
recibió atención desde el primer momento, contratándose 6.454
kilómetros de líneas sísmicas en 1976, cifra que subió a 33.849 kilómetros en 1980. En base a esta actividad, se perforaron 52 pozos exploratorios en 1976, cifra que llegó a 350 pozos en 1980. La producción de la empresa se mantuvo esencialmente constante desde 1976, cuando la producción promedio fue de 2.294.000 barriles diarios, subiendo
ligeramente en 1978 hasta un promedio de 2.356.000 barriles diarios. Es Los pozos de desarrollo se triplicaron desde 1976 a 1981 y las reparaciones y reacondicionamientos de pozos se duplicaron durante este período.
Las reservas probadas, aquellas cuya certeza de existir era muy alta,
aumentaron, al pasar de 18.220 millones de barriles en 1976 a 20.154
millones de barriles en 1981. La planificación de la modernización de las refinerías venezolanas comenzó en 1976. Durante la etapa de 1976-1981 estos estudios y los trabajos de modificación y modernización de las plantas consumieron mucho del período. La capacidad de refinación y los niveles de procesamiento se mantuvieron esencialmente estáticos, en 1.450.000 barriles por día y alrededor de 92% de utilización de las plantas. Sin embargo, se comenzó a experimentar una mejora en los rendimientos, de forma tal que la producción de combustibles residuales de alto contenido de azufre, los productos de menor valor en los mercados, fue declinando, al pasar de 451.000 barriles por día a unos 327.000 barriles por día en 1981. El total de exportaciones bajó, durante esta etapa, de 2.156.000 barriles por día en 1976 a 1.800.000 barriles por día en 1981. Sin embargo, esta baja fue compensada por un mayor valor del paquete de exportación. Un aspecto negativo fue el incremento del consumo en el mercado doméstico, el cual pasó de 244.000 barriles diarios en 1976 a 369.000 barriles diarios en 1981, con precios altamente subsidiados. Un aspecto preocupante de la nueva empresa durante sus primeros seis años de vida fue el aumento en la nómina de trabajadores, la cual pasó de 23.670 en 1976 a 42.353 en 1981. Mucho del incremento era explicable, ya que los niveles de actividad exploratoria y de producción habían aumentado significativamente pero el incremento servía de base a la
crítica de quienes pensaban que PDVSA se estaba burocratizando.
En 1979 se le
hicieron modificaciones a los reglamentos de PDVSA, tales como el nombramiento
de dos vicepresidentes, se le dio al gobierno para asignar áreas de
competencia a los directores de la empresa y para analizar en detalle los
presupuestos de la empresa matriz y de las empresas
operadoras. La aprobación previa de los presupuestos-programa abrió una
puerta a la politización de la empresa. El nuevo ministro de Energía y Minas, Humberto Calderón Berti decidió establecer un mayor control de PDVSA por parte del gobierno y encontró el apoyo de los principales partidos políticos. Ya para 1979 se había disipado mucho del temor reverencial que los políticos le tenían a la industria petrolera y habían llegado a pensar que ellos podían manejar esta industria tan bien como los técnicos, quienes “ni siquiera parecían ser muy patriotas”. Celestino Armas decía, desde el Congreso: “Les hemos dado [a los técnicos] demasiada libertad”, mientras que el líder comunista Radamés Larrazábal alegaba que “el estado debía tomar el control de la exploración de la faja del Orinoco y establecer contratos tecnológicos de estado a estado”. (El Nacional, Junio 8, 1979, pág. D-17). Hugo Pérez La Salvia, quien había sido ministro del sector durante la presidencia de Rafael Caldera, fue un poco más lejos, al declarar: “Siempre he dicho que heredamos la gerencia de las multinacionales y creo que esos
gerentes tienen una mentalidad derivada de su trabajo con la concesionarias (Auténtico, #90, Marzo 5, 1979).
operadoras. La aprobación previa de los presupuestos-programa abrió una
puerta a la politización de la empresa. El nuevo ministro de Energía y Minas, Humberto Calderón Berti decidió establecer un mayor control de PDVSA por parte del gobierno y encontró el apoyo de los principales partidos políticos. Ya para 1979 se había disipado mucho del temor reverencial que los políticos le tenían a la industria petrolera y habían llegado a pensar que ellos podían manejar esta industria tan bien como los técnicos, quienes “ni siquiera parecían ser muy patriotas”. Celestino Armas decía, desde el Congreso: “Les hemos dado [a los técnicos] demasiada libertad”, mientras que el líder comunista Radamés Larrazábal alegaba que “el estado debía tomar el control de la exploración de la faja del Orinoco y establecer contratos tecnológicos de estado a estado”. (El Nacional, Junio 8, 1979, pág. D-17). Hugo Pérez La Salvia, quien había sido ministro del sector durante la presidencia de Rafael Caldera, fue un poco más lejos, al declarar: “Siempre he dicho que heredamos la gerencia de las multinacionales y creo que esos
gerentes tienen una mentalidad derivada de su trabajo con la concesionarias (Auténtico, #90, Marzo 5, 1979).
La luna de miel
había terminado.
Segunda etapa, 1981-1993: del razonable éxito
técnico a los inicios de la contaminación política.
Durante esta etapa
Petróleos de Venezuela se consolidó como empresa
petrolera de rango mundial. Las reservas probadas crecieron hasta llegar a los 65.000 millones de barriles en 1992, triplicando el nivel de reservas probadas que existían al inicio de las actividades de PDVSA en 1976. El rendimiento de gasolinas en las refinerías venezolanas casi se duplicó, pasando de 183.000 barriles por día en 1976 a unos 340.000 barriles por día en 1992 y el combustible residual de alto azufre se colocó a niveles bajos, apenas unos 240.000 barriles por día en 1992, la mitad de lo que era en 1976. La nómina de empleados continuó aumentando, colocándose en 55.000 en 1992. Después de la salida del general Rafael Alfonzo Ravard de la presidencia de la empresa, el período presidencial fue acortado a dos años, por lo cual PDVSA llegó a tener cinco presidentes en la etapa 1983-1993. Esta fue una medida poco sensata, la cual contribuyó bastante a la intensificación de las maniobras politiqueras de algunos de los potenciales candidatos a la presidencia y, aún en mayor escala, entre los candidatos a la Junta Directiva, algunos de quienes carecían de las credenciales necesarias para llegar allí, comenzando a pesar la amistad con el ministro o su identificación con el partido de gobierno.
petrolera de rango mundial. Las reservas probadas crecieron hasta llegar a los 65.000 millones de barriles en 1992, triplicando el nivel de reservas probadas que existían al inicio de las actividades de PDVSA en 1976. El rendimiento de gasolinas en las refinerías venezolanas casi se duplicó, pasando de 183.000 barriles por día en 1976 a unos 340.000 barriles por día en 1992 y el combustible residual de alto azufre se colocó a niveles bajos, apenas unos 240.000 barriles por día en 1992, la mitad de lo que era en 1976. La nómina de empleados continuó aumentando, colocándose en 55.000 en 1992. Después de la salida del general Rafael Alfonzo Ravard de la presidencia de la empresa, el período presidencial fue acortado a dos años, por lo cual PDVSA llegó a tener cinco presidentes en la etapa 1983-1993. Esta fue una medida poco sensata, la cual contribuyó bastante a la intensificación de las maniobras politiqueras de algunos de los potenciales candidatos a la presidencia y, aún en mayor escala, entre los candidatos a la Junta Directiva, algunos de quienes carecían de las credenciales necesarias para llegar allí, comenzando a pesar la amistad con el ministro o su identificación con el partido de gobierno.
La calidad de los Coordinadores
en esta etapa fue extraordinaria. Quien vea el Informe Anual para 1991, por
ejemplo, y se encuentre con coordinadores de la talla de Alonso Velasco,
Humberto Vidal, Juan Carlos Gómez, Nelson Olmedillo y Vicente Llatas y, a
nivel de las empresas operadoras, con gerentes verdaderamente estelares
como Jorge Zemella, Julio Trinkunas, Joaquín Tredinick, Mario Rodríguez, Ángel
Olmeta, Arnold Volkenborn, Alfredo Gruber, Hugo Finol y Gustavo Inciarte
podrá ver que, con un equipo humano de esta calidad, la estabilidad
operacional de PDVSA
estaba prácticamente garantizada. Sin embargo, el proceso
destructivo del comején político había comenzado y, como suele suceder, los
menos competentes vieron en la manipulación y el acercamiento a los
poderosos una vía abierta para el progreso. La identificación con el
partido de gobierno se convirtió en una herramienta útil para progresar
dentro de la empresa.
La directiva nombrada en 1981 reveló el inicio de esta tendencia, ya que varios de sus miembros le fueron impuestos al General Alfonzo Ravard en base a su afinidad con el gobierno. En esta etapa la industria petrolera mundial entró en crisis mundial cuando los precios del petróleo colapsaron. Venezuela entró en dificultades financieras y en Agosto de 1982 las reservas internacionales de Venezuela habían perdido unos tres mil millones de dólares existiendo una fuerte fuga de capitales. En Septiembre de 1982 el gobierno de Luis Herrera echó mano del fondo de inversión de PDVSA, a pesar de la protesta general
de la oposición y de buena parte del país. Leopoldo Díaz Bruzual, presidente del Banco Central, se permitió decir que “la industria petrolera era poco productiva” (RESUMEN, #436, Marzo 14, 1982) a fin de justificar la acción del gobierno. La nueva Junta Directiva de PDVSA, nombrada en 1983, confirmaría la tendencia a la politización, al designarse a Humberto Calderón Berti cómo presidente de PDVSA. Aunque Calderón Berti era un técnico de altas calificaciones la gerencia de la industria y buena parte de la opinión pública esperaba que el nuevo presidente saliese de las filas de la industria, en las cuáles los candidatos de mayor jerarquía eran Guillermo Rodríguez Eraso, presidente de Lagoven y Alberto Quirós Corradi, presidente de Maraven. El nombramiento de Calderón Berti contó con el apoyo del mundo político, el cual desconfiaba de la gerencia profesional de la industria.
La directiva nombrada en 1981 reveló el inicio de esta tendencia, ya que varios de sus miembros le fueron impuestos al General Alfonzo Ravard en base a su afinidad con el gobierno. En esta etapa la industria petrolera mundial entró en crisis mundial cuando los precios del petróleo colapsaron. Venezuela entró en dificultades financieras y en Agosto de 1982 las reservas internacionales de Venezuela habían perdido unos tres mil millones de dólares existiendo una fuerte fuga de capitales. En Septiembre de 1982 el gobierno de Luis Herrera echó mano del fondo de inversión de PDVSA, a pesar de la protesta general
de la oposición y de buena parte del país. Leopoldo Díaz Bruzual, presidente del Banco Central, se permitió decir que “la industria petrolera era poco productiva” (RESUMEN, #436, Marzo 14, 1982) a fin de justificar la acción del gobierno. La nueva Junta Directiva de PDVSA, nombrada en 1983, confirmaría la tendencia a la politización, al designarse a Humberto Calderón Berti cómo presidente de PDVSA. Aunque Calderón Berti era un técnico de altas calificaciones la gerencia de la industria y buena parte de la opinión pública esperaba que el nuevo presidente saliese de las filas de la industria, en las cuáles los candidatos de mayor jerarquía eran Guillermo Rodríguez Eraso, presidente de Lagoven y Alberto Quirós Corradi, presidente de Maraven. El nombramiento de Calderón Berti contó con el apoyo del mundo político, el cual desconfiaba de la gerencia profesional de la industria.
La batalla de opinión que acompañó el
nombramiento de Calderón
Berti tuvo aristas de virulencia anti-petrolera, ilustradas por los escritos de Rafael Poleo, el editor de Zeta. En el editorial escrito #486 de Zeta, del 28 de Agosto de 1983, Poleo escribió: “El hecho de que no hayamos ajusticiado en su oportunidad a los enemigos de la OPEP pagados por la Exxon y la Royal Dutch Shell y a quienes desprestigiaron la nacionalización, no quiere decir que ahora debamos descuidarnos con ese mismo estrato”, un lenguaje violento demostrativo de un profundo resentimiento contra la gerencia petrolera. Los políticos extremistas aprovecharon las declaraciones de Gonzalo Barrios sobre los “gastos dispendiosos” en la industria petrolera nacionalizada para pedir controles más severos sobre la gerencia petrolera, lo cual llevó a establecer el control previo para PDVSA, una decisión que casi inevitablemente conduciría a la politización progresiva de la empresa.
Berti tuvo aristas de virulencia anti-petrolera, ilustradas por los escritos de Rafael Poleo, el editor de Zeta. En el editorial escrito #486 de Zeta, del 28 de Agosto de 1983, Poleo escribió: “El hecho de que no hayamos ajusticiado en su oportunidad a los enemigos de la OPEP pagados por la Exxon y la Royal Dutch Shell y a quienes desprestigiaron la nacionalización, no quiere decir que ahora debamos descuidarnos con ese mismo estrato”, un lenguaje violento demostrativo de un profundo resentimiento contra la gerencia petrolera. Los políticos extremistas aprovecharon las declaraciones de Gonzalo Barrios sobre los “gastos dispendiosos” en la industria petrolera nacionalizada para pedir controles más severos sobre la gerencia petrolera, lo cual llevó a establecer el control previo para PDVSA, una decisión que casi inevitablemente conduciría a la politización progresiva de la empresa.
El geólogo Humberto
Calderón Berti fue remplazado por el también geólogo Brígido Natera, un
tecnócrata casi químicamente puro, poco dado a las apariciones públicas,
durante cuya presidencia se adquirió la empresa Citgo y se contrató
la operación de la refinería Isla en Curazao. En cierta forma la
internacionalización comenzó con Natera, aunque no se fortalecería sino
varios años después. Natera gustaba de repetir que la industria
petrolera era “diferente”: tenía disciplina en el trabajo, respeto por los procedimientos
y la puntualidad. En el Congreso Nacional Natera tuvo momentos de enfrentamiento
con el mundo político. Terminó renunciando porque no pudo coexistir pacíficamente
con un entorno cada vez más politizado.
Brígido Natera fue
remplazado por el geólogo Juan Chacín, quien fortaleció la estrategia
de internacionalización. La capacidad de refinación se duplicó, gracias a
la incorporación de refinerías en el exterior y las exportaciones se
estabilizaron al nivel de los 1.500.000 barriles por día de crudos y
productos. Durante la presidencia de Juan Chacín se estableció una buena
relación entre PDVSA y el ministro del sector, Arturo Hernández Grisanti,
la cual se rompió al llegar a la
presidencia de PDVSA Andrés Sosa Pietri y al ministerio del sector Celestino Armas. El nuevo presidente de la
república, Carlos Andrés Pérez consideró que el presidente de PDVSA no
debía ser un petrolero salido de las filas de la industria, argumentando
que “PDVSA no era el ejército. Por lo tanto le ofreció la presidencia de la
empresa a Pedro Tinoco, a Julio Sosa Rodríguez, a Enrique Machado Zuloaga,
a Jorge Pérez Amado y a Andrés Sosa Pietri, quien le aceptó el cargo.
Sosa Pietri se manifestó partidario de la internacionalización,
de expandir PDVSA, de abandonar a la OPEP si esta organización no le
permitía a PDVSA crecer a los niveles deseados, aunque el Presidente Pérez
y el ministro Armas no se mostraron partidarios de la internacionalización sino
de la llamada internalización, la cual consistía en aprovechar la actividad
petrolera para generar valor agregado internamente.
El ministro Armas y su viceministro
Napoleón Lista comenzaron a hablar de tomar el control gerencial de la
industria y el Presidente Pérez adoptó una postura contraria a la internacionalización,
a la expansión de la industria y a lo que él llamaba el “estado dentro del
estado”. Sosa Pietri, por su
parte, promovió un plan de expansión de la empresa que la llevaría a tener
una capacidad de producción de 3.500.000 barriles de petróleo al día, a la
industria petroquímica a producir 10 millones de toneladas métricas al año
y a producir 200.000 barriles diarios de Orimulsión en 1995. La visión de
Sosa Pietri era la de convertir a PDVSA en una corporación energética
global mientras que el gobierno deseaba una PDVSA viendo hacia adentro y
muy alineada con la OPEP. Esta pugna se agudizó cuando el gobierno incrementó
el Precio Fiscal de Exportación, una reliquia de la época concesionaria
utilizada por el gobierno para ordeñar a PDVSA, lo cual llevó a PDVSA a endeudarse
para el financiamiento de sus proyectos. Sosa deseaba incrementar el papel
del sector privado en la industria petrolera pero el gobierno se oponía.
En el plano organizacional interno se incrementó la tirantez entre
coordinadores y directores. El ministerio deseaba nombrar directamente a
las Juntas Directivas de las empresas filiales y el ministro Armas envió
oficio a Sosa Pietri en ese sentido. Según alegó Sosa Pietri algunos de
sus directores comenzaron a erosionar su posición y a alinearse con el
ministro.
Sosa Pietri fue reemplazado
por Gustavo Roosen, gerente de primera
línea de maneras más suaves, quien se concentró en
consolidar la empresa en los mercados internacionales, llegando a vender, en 1991, los volúmenes más altos de su relativamente corta historia, aprovechando la crisis política en el Oriente Medio. Sin embargo, la empresa entró en dificultades financieras debido a la necesidad de hacer inversiones cuantiosas para mejorar su capacidad de producción y a la existencia de una fuerte carga impositiva que llegó en ese año a representar el 82% de sus ganancias netas. El valor fiscal de exportación, que había sido aumentado al 20% (valor de exportación se calculaba a un 20% superior del valor real de venta, para efectos de pago del impuesto sobre la renta) durante el período presidencial de Sosa Pietri fue reducido a 18% y sería
eventualmente eliminado en 1996. Roosen pensó que las inversiones
requeridas por la industria petrolera necesitarían la participación del sector privado nacional e internacional. En ese sentido, Gustavo Roosen comenzó a promover el proceso que luego se llamaría “la apertura”.
línea de maneras más suaves, quien se concentró en
consolidar la empresa en los mercados internacionales, llegando a vender, en 1991, los volúmenes más altos de su relativamente corta historia, aprovechando la crisis política en el Oriente Medio. Sin embargo, la empresa entró en dificultades financieras debido a la necesidad de hacer inversiones cuantiosas para mejorar su capacidad de producción y a la existencia de una fuerte carga impositiva que llegó en ese año a representar el 82% de sus ganancias netas. El valor fiscal de exportación, que había sido aumentado al 20% (valor de exportación se calculaba a un 20% superior del valor real de venta, para efectos de pago del impuesto sobre la renta) durante el período presidencial de Sosa Pietri fue reducido a 18% y sería
eventualmente eliminado en 1996. Roosen pensó que las inversiones
requeridas por la industria petrolera necesitarían la participación del sector privado nacional e internacional. En ese sentido, Gustavo Roosen comenzó a promover el proceso que luego se llamaría “la apertura”.
La tercera etapa, 1993-1999: Lo
Positivo, la apertura petrolera. Lo
Negativo, reaparece la empresa única.
Negativo, reaparece la empresa única.
La llegada de Rafael
Caldera a la presidencia, en 1993, llevó al Ministerio de Energía y
Petróleo al ingeniero Erwin Arrieta. En una sorprendente decisión el
ministro Arrieta terminó de un plumazo con el sistema de ascensos
basado en la meritocracia, uno de los pilares sobre el cual había
descansado, con algunos tropiezos, la industria petrolera estatificada, al
recomendar al Presidente Caldera el nombramiento de Luis Giusti para la
presidencia de PDVSA. Giusti era en ese momento vicepresidente de Maraven,
una de las empresas filiales.
El nombramiento de
Giusti significó pasar por encima de los presidentes de esas filiales,
Julio Trinkunas, Roberto Mandini, Arnold Volkenborn y Eduardo López
Quevedo, todos quienes estaban muy calificados para optar a la presidencia.
Esta recomendación, aceptada por Caldera, le dio un palo cochinero a las
normas de PDVSA. No era, por supuesto, que Giusti
careciese de méritos. Giusti era un gerente brillante, intelectualmente agudo, con una visión amplia del negocio, pero ello también era cierto de
Volkenborn, Trinkunas, Mandini y López Quevedo. Lo que parecería a
muchos cómo un asunto meramente formal y sin importancia, fue para la
gerencia de PDVSA el aviso del final de la meritocracia, ya que en una corporación meritocrática y organizada no debe haber sorpresas en los ascensos. En el grupo Shell se decía que, cuando el presidente se retiraba, empleaban a un nuevo mensajero (office boy).
careciese de méritos. Giusti era un gerente brillante, intelectualmente agudo, con una visión amplia del negocio, pero ello también era cierto de
Volkenborn, Trinkunas, Mandini y López Quevedo. Lo que parecería a
muchos cómo un asunto meramente formal y sin importancia, fue para la
gerencia de PDVSA el aviso del final de la meritocracia, ya que en una corporación meritocrática y organizada no debe haber sorpresas en los ascensos. En el grupo Shell se decía que, cuando el presidente se retiraba, empleaban a un nuevo mensajero (office boy).
El impacto de
esta decisión en el seno de PDVSA fue muy negativo y la desmotivación y
el resentimiento llegaron a niveles nunca antes existentes en la
organización. A pesar de que se continuó hablando de meritocracia,
este concepto perdió mucho de su contenido y pasó a formar parte de la
retórica vacía que los venezolanos acostumbran asociar con el mundo
político.
El planteamiento
estratégico esencial de PDVSA durante la presidencia de Giusti fue la apertura
al capital privado. La expansión de la industria petrolera era necesaria pero
no debía significar, solamente, el crecimiento de PDVSA, sino el
incremento en el aporte del sector privado internacional y nacional a esa
expansión. No hay dudas que, después de la presidencia del General Alfonzo
Ravard, ninguna otra presidencia tuvo mayor impacto en PDVSA que la de
Luis Giusti, quien tomó decisiones estratégicas muy importantes, algunas
muy positivas, otras no.
Entre las decisiones
positivas estuvo la Apertura, la
decisión de abrir las actividades de exploración y producción de PDVSA
al capital privado nacional y extranjero a fin de potenciar la capacidad
de crecimiento de la industria petrolera mediante el aporte de recursos
financieros, técnicos y gerenciales privados. La apertura estuvo dirigida
a la intensificación de la exploración para aumentar las reservas
probadas, al
aumento de la actividad de producción y al desarrollo de la Faja del Orinoco. Uno de sus aspectos fue la firma de 33 contratos de operación con empresas privada a partir de 1993, los cuáles añadieron unos 400.000 barriles diarios de producción, así como convenios de riesgo, en los cuáles las empresas contratistas aportaban los recursos financieros necesarios para explorar. Se licitaron ocho bloques bajo esta
modalidad, con la participación de 16 empresas privadas, lo cual
produjo nuevas reservas probadas de unos 500 millones de barriles, con una inversión de $700 millones enteramente aportada por las empresas privadas, utilizándose un 80% de servicios y equipos nacionales.
En la Faja del Orinoco se establecieron varios proyectos paralelos con la
participación de siete empresas petroleras poseedoras de
tecnología avanzada, lo cual permitió aportes importantes de nueva
producción de crudos mejorados. La apertura petrolera acercó más el proceso de la industria petrolera venezolana a una verdadera nacionalización, pues se permitió a las empresas venezolanas entrar más de lleno en el negocio petrolero.
aumento de la actividad de producción y al desarrollo de la Faja del Orinoco. Uno de sus aspectos fue la firma de 33 contratos de operación con empresas privada a partir de 1993, los cuáles añadieron unos 400.000 barriles diarios de producción, así como convenios de riesgo, en los cuáles las empresas contratistas aportaban los recursos financieros necesarios para explorar. Se licitaron ocho bloques bajo esta
modalidad, con la participación de 16 empresas privadas, lo cual
produjo nuevas reservas probadas de unos 500 millones de barriles, con una inversión de $700 millones enteramente aportada por las empresas privadas, utilizándose un 80% de servicios y equipos nacionales.
En la Faja del Orinoco se establecieron varios proyectos paralelos con la
participación de siete empresas petroleras poseedoras de
tecnología avanzada, lo cual permitió aportes importantes de nueva
producción de crudos mejorados. La apertura petrolera acercó más el proceso de la industria petrolera venezolana a una verdadera nacionalización, pues se permitió a las empresas venezolanas entrar más de lleno en el negocio petrolero.
La extrema izquierda
criticó la Apertura y la internacionalización. Para analistas como Gastón Parra
y Francisco Mieres, PDVSA no debía usar ni un centavo de capital que no
fuese el propio. Gastón Parra, por ejemplo, opinaba (Aporrea, Abril 1999)
que el plan de expansión de Luis Giusti ha debido reducirse, a fin de permitirle
a PDVSA llevarlo a cabo sin necesidad de inversión privada. Añadía Parra
que planificar la expansión de PDVSA basada en el aumento de la demanda
mundial de petróleo “era muy arriesgado”, ya que este crecimiento sería muy
moderado. La realidad fue otra: la demanda mundial de petróleo que existía
en 1999 creció significativamente pero encontró una PDVSA enanizada por el
chavismo.
La decisión de
terminar con el modelo de múltiples empresas operadoras para transformar a
PDVSA en una empresa única fue, hemos dicho, lógica en atención a la realidad
de la empresa hacia el final de la década de 1990, pero ello aceleró el proceso
de deterioro de PDVSA y fue el preámbulo de la inmensa tragedia que comenzaría
con la llegada de Hugo Chávez al poder.
Trinkunas era el hombre, pero Caldera era un tipo muy extraño. Mucha de la tragedia actual se la debe Venezuela a ese sujeto. Siempre detestó a CAP porque no toleraba el amor que el pueblo tuvo con el líder andino. Caldera, llanero al fin, hombre de grandes resentimientos y necesidad de elogio. Recuerdo en trinkunas a un tipo bien tranquilo y sosegado, el tipo de CEO que pudo haber llevado a la industria petrolera a un despegue definitivo. Murió en 2015.
ResponderEliminarLo recuerdo bien y con mucho afecto. El y Volkenborn eran los más presidenciables, en mi opinión, sin que ninguno de los presidentes de las filiales desmereciera.
ResponderEliminarEntre todos los presidenciables que menciona Gustavo no esta Luis Giusti, el que a la postre resulto ser el elegido. No creo que el Presidente Caldera se equivoco, mas bien "la pego" puesto que Giusti resulto ser el artifice da la Apertura Petrolera,gracias a la cual el desarrollo de la Faja Petrolifera del Orinoco fue posible. Hay que reconocer que el potencial de Luis Giusti era muy superior al de los otros presidenciables de Gustavo.
ResponderEliminarMuchos venezolanos con enorme capacidad y condiciones personales fueron lo que desarrollaron la IPN, antes y después del 76. Ese comentario en que explicas que la industria fue estatizada y no nacionalizada la hice yo en un momento que tomé el micrófono durante una reunión en Maracaibo que promovió el Colegio de Ingenieros poco antes del año 1976. Nadie opinó al respecto. Y lo dije porque ya habían al menos dos empresas venezolanas con actividades: Mito Juan y Petrolera Las Mercedes.
ResponderEliminarPero el diseño original y los primeros años de Pdvsa fueron un éxito. Si hubo un decaimiento paulatino de la idea en dejar a los profesionales manejar las operaciones mientras PDVSA se encargaba de los temas políticos y estratégicos. Pero con Chavez la IPN comenzó su deslave hacia el desastre actual.
Y hablando de Mito Juan, recuerdo que compre en 1957 una accion de Mito Juan por diez(10) Bolivares!! Los vendian en el banco Union.
ResponderEliminarCorrijo: 1967
ResponderEliminarSobre lo que dice Mario Moretti opino que no es posible echar el reloj atrás. No sabemos lo que Volkenborn o Trinkunas hubieran hecho como presidentes de PDVSA, probablemente algo muy similar a lo que hizo Giusti. La idea de la Apertura no fue exclusiva de un hombre sino de un equipo. Lo que digo en mi escrito es que saltar la secuencia meritocrática de ascensos le significó el principio del fin a PDVSA. No he dicho que Giusti carecía de méritos, solo que no le tocaba. Cuando se rompe el procedimiento establecido y probado para improvisar se corren toda suerte de riesgos.
ResponderEliminarOlá, pessoal aqui. Meu nome é Fumo Sadiku, morando na cidade de Malindi, no Quênia. Quero contar um pouco mais sobre um homem de bom coração chamado Benjamin Breil Lee, que trabalha com serviços de financiamento como oficial de empréstimos, o Sr. Benjamin Breil Lee me ajudou a obter um empréstimo de 37.115.225,00 xelins no meu tempo tentando tentar me levantar para aumentar meus negócios, sei que há alguns de vocês aqui que estão em dificuldades financeiras para conversar com o Sr. Benjamin sobre o aplicativo 1-989-394-3740 Ou também com seu E- pessoal. mail on lfdsloans@outlook.com Estou muito feliz com o que ele fez por mim e pelo contador do banco, também pelo contador Hernandez Lucas. Muito obrigado pelo seu trabalho bem-feito.
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