Pido excusas de antemano a
quienes piensen – con alguna razón – que un geólogo no tiene por qué estar
reflexionando sobre la constitución, de la misma manera que un
constitucionalista no debería estar hablando de metamorfismo y tectónica de
placas. Sin embargo, en mi descargo, pienso que todo ciudadano, geólogo o no, tiene el derecho y el deber de reflexionar sobre la Constitución.
Se dirá, para qué reflexionar
sobre la Constitución si, al fin y al cabo, los gobiernos que Venezuela ha
tenido durante este siglo no la han respetado, sino violado una y otra vez? En
efecto, el gobierno autocrático y abusador de Hugo Chávez, ya fallecido,
convocó ilegalmente una Constituyente, hizo redactar una Constitución a la
medida de sus deseos y le hizo modificaciones no consultadas ni siquiera con
sus propios constituyentistas, previas a su publicación. Fue un íncubo que nació
violado desde el principio. Hoy, una nueva e ilegítima Constituyente, repleta de aduladores
y zombis, se propone una nueva Constitución. A
la Constitución de Chávez seguiría la Constitución de Maduro.
PRIMERA
REFLEXIÓN
Mi primera reflexión es que una
Constitución no se escribe o modifica para atornillar a un soldado resentido y
acomplejado en el poder, tal como fue el caso de la Constitución de 1999.
Tampoco puede ser otra que la sustituya con el fin de atornillar a un chofer de
autobús en el poder. Una Constitución se aprueba para que dure cien o más años, no una década. El hecho de que Venezuela haya
tenido ya 26 Constituciones en 200 años sugiere que ni han sido bien pensadas ni mucho menos respetadas por la Nación.
La Constitución no es un juguete
de bárbaros. En particular, la manera como la Constitución de 1999 fue elaborada
y modificada extensamente en pequeño
comité, refleja la mediocridad y la debilidad moral de quienes la elaboraron.
SEGUNDA REFLEXIÓN
¿A quién, en su sano juicio, se
le ocurre escribir una Constitución de 350 artículos? La Constitución de 1999
no es una guía básica para la Nación, es una detallada receta de cocina en la
cual se listan ingredientes que no se encuentran o que no existen, debido a lo
cual es una receta imposible de ser
ejecutada. Por ejemplo, los artículos
76,78, 80-89, 99-101, 104, 108, 110-111, 117, son de imposible cumplimiento, ya
que ni existen los recursos que serían
necesarios para hacerlos cumplir ni existe
el tipo de gobierno que podría esforzarse en cumplirlos. La Constitución de
1999 ha sido una gran mentira en manos de la pandilla de narcos y ladrones del
chavismo pero, más allá de esto, es un documento prescriptivo en exceso, el
cual nunca podrá ser cumplido por gobierno alguno. Una Constitución no debe ser
una chaqueta de fuerza que se auto-imponga la nación sino una guía general, de
amplia naturaleza filosófica, sobre el tipo de Nación que se desea ser. Por ejemplo, el artículo 87 de la Constitución de 1999 reza: “Toda persona tiene derecho al trabajo y
el deber de trabajar. El Estado garantizará la adopción de las medidas necesarias a los
fines de que toda persona pueda obtener ocupación productiva, que le
proporcione una existencia digna y decorosa y le garantice el pleno ejercicio
de este derecho”. ¿Cómo puede consagrarse constitucionalmente una obligación
del Estado que resulta imposible de cumplir? Eso es demagogia, populismo barato. La Constitución pierde
majestad y credibilidad cuando contiene disposiciones claramente imposibles de
cumplir.
TERCERA REFLEXIÓN
Una Constitución debe contener misión y objetivos nacionales,
no estrategias, las cuales son inevitablemente cambiantes. Al hacerlo así, el
legislador convierte lo que debe ser un una carta magna en un simple plan, el cual podrá requerir revisiones,
excepto que al tener rango constitucional, tales revisiones se tornan complejas
o imposibles. Consideremos el artículo 303 de la Constitución de 1999: “Por razones de soberanía
económica, política y de estrategia nacional, el Estado conservará la totalidad
de las acciones de Petróleos de Venezuela, S.A., o del ente creado para el
manejo de la industria petrolera, exceptuando las de las filiales, asociaciones
estratégicas, empresas y cualquier otra que se haya constituido o se constituya
como consecuencia del desarrollo de negocios de Petróleos de Venezuela, S.A”. En este artículo se consagra
constitucionalmente una estrategia, la cual
- en opinión de muchos venezolanos
- no tiene por qué poseer la inamovilidad que le confiere su inclusión
en la Constitución. Más aún, el artículo
consagra constitucionalmente la identidad entre la empresa petrolera y el
Estado venezolano, lo cual hace a Venezuela vulnerable de ser demandada por
actores que quieran, en principio, ir contra la empresa.
CUARTA REFLEXIÓN
La proliferación de Constituciones que hemos tenido, sus exuberantes dimensiones
y niveles de detalle, así como el manifiesto desdén mostrado por muchos de
nuestros gobiernos en obedecerlas, nos hace pensar que tenemos un problema profundo, no de leyes o constituciones
sino de actitudes colectivas. Nuestros líderes han llegado a pensar que la validez de
una Constitución se mide en kilogramos de peso, no en calidad de su
contenido.
QUINTA REFLEXIÓN
Aunque parezca paradójico, ya que hemos estado criticando
la proliferación de constituciones, pienso necesario que la Venezuela que logre
despertar de su pesadilla del socialismo del siglo XXI eventualmente estructure
una nueva Constitución. La actual es de una intolerable mediocridad prescriptiva,
de continua invitación a su desconocimiento y siempre estará saturada de la
fetidez moral de quienes la elaboraron. Si esto llegara a hacerse algún día, no
faltarán modelos de constitución que puedan estudiarse, a fin de elaborar una que
no sea un monumento a la vanidad y a la cursilería, como es la Constitución de
Chávez de 1999, sino un instrumento noble, breve y flexible, que no meta a la
Nación en un chaleco de fuerza como es el caso actual.
SEXTA REFLEXIÓN
Si se pudiera simbolizar
la constitución deseada con la morfología física y espiritual del legislador,
diríamos que Venezuela necesita una Constitución a lo Andrés Eloy Blanco, magro y puro de
intenciones, no a lo Herman Escarrá,
mofletudo y avieso.
Muy bue artículo. Lo puse en las redes.
ResponderEliminarMuchas gracias, María teresa. Mis mejores saludos para tí,
ResponderEliminarGustavo