martes, 9 de abril de 2019

Seis reflexiones de un geólogo sobre la Constitución



Pido excusas de antemano a quienes piensen – con alguna razón – que un geólogo no tiene por qué estar reflexionando sobre la constitución, de la misma manera que un constitucionalista no debería estar hablando de metamorfismo y tectónica de placas. Sin embargo, en mi descargo, pienso que todo ciudadano, geólogo o no, tiene el derecho y el deber de reflexionar sobre la Constitución.
Se dirá, para qué reflexionar sobre la Constitución si, al fin y al cabo, los gobiernos que Venezuela ha tenido durante este siglo no la han respetado, sino violado una y otra vez? En efecto, el gobierno autocrático y abusador de Hugo Chávez, ya fallecido, convocó ilegalmente una Constituyente, hizo redactar una Constitución a la medida de sus deseos y le hizo modificaciones no consultadas ni siquiera con sus propios constituyentistas, previas a su publicación. Fue un íncubo que nació violado desde el principio. Hoy, una nueva e ilegítima Constituyente, repleta de aduladores y zombis, se propone una nueva Constitución. A la Constitución de Chávez seguiría la Constitución de Maduro.

                                          PRIMERA REFLEXIÓN
Mi primera reflexión es que una Constitución no se escribe o modifica para atornillar a un soldado resentido y acomplejado en el poder, tal como fue el caso de la Constitución de 1999. Tampoco puede ser otra que la sustituya con el fin de atornillar a un chofer de autobús en el poder. Una Constitución se aprueba para que dure cien o más años,  no una década. El hecho de que Venezuela haya tenido ya 26 Constituciones en 200 años sugiere que ni han sido bien pensadas ni mucho menos  respetadas por la Nación.
La Constitución no es un juguete de bárbaros. En particular, la manera como la Constitución de 1999 fue elaborada y  modificada extensamente en pequeño comité, refleja la mediocridad y la debilidad moral de quienes la elaboraron.

                                         SEGUNDA REFLEXIÓN
¿A quién, en su sano juicio, se le ocurre escribir una Constitución de 350 artículos? La Constitución de 1999 no es una guía básica para la Nación, es una detallada receta de cocina en la cual se listan ingredientes que no se encuentran o que no existen, debido a lo cual es una receta  imposible de ser ejecutada.  Por ejemplo, los artículos 76,78, 80-89, 99-101, 104, 108, 110-111, 117, son de imposible cumplimiento, ya que ni existen los recursos  que serían necesarios para hacerlos cumplir  ni existe el tipo de gobierno que podría esforzarse en cumplirlos. La Constitución de 1999 ha sido una gran mentira en manos de la pandilla de narcos y ladrones del chavismo pero, más allá de esto, es un documento prescriptivo en exceso, el cual nunca podrá ser cumplido por gobierno alguno. Una Constitución no debe ser una chaqueta de fuerza que se auto-imponga la nación sino una guía general, de amplia naturaleza filosófica, sobre el tipo de Nación que se desea ser.  Por ejemplo, el  artículo 87 de la Constitución de 1999 reza: Toda persona tiene derecho al trabajo y el deber de trabajar. El Estado garantizará la adopción de las medidas necesarias a los fines de que toda persona pueda obtener ocupación productiva, que le proporcione una existencia digna y decorosa y le garantice el pleno ejercicio de este derecho”. ¿Cómo puede consagrarse constitucionalmente una obligación del Estado que resulta imposible de cumplir?  Eso es demagogia,  populismo barato. La Constitución pierde majestad y credibilidad cuando contiene disposiciones claramente imposibles de cumplir.

                                            TERCERA REFLEXIÓN
Una Constitución debe contener misión y objetivos nacionales, no estrategias, las cuales son inevitablemente cambiantes. Al hacerlo así, el legislador convierte lo que debe ser un una carta magna en un simple  plan, el cual podrá requerir revisiones, excepto que al tener rango constitucional, tales revisiones se tornan complejas o imposibles. Consideremos el artículo 303 de la Constitución de 1999: Por razones de soberanía económica, política y de estrategia nacional, el Estado conservará la totalidad de las acciones de Petróleos de Venezuela, S.A., o del ente creado para el manejo de la industria petrolera, exceptuando las de las filiales, asociaciones estratégicas, empresas y cualquier otra que se haya constituido o se constituya como consecuencia del desarrollo de negocios de Petróleos de Venezuela, S.A”.  En este artículo se consagra constitucionalmente una estrategia, la cual  - en opinión de muchos venezolanos  - no tiene por qué poseer la inamovilidad que le confiere su inclusión en la Constitución. Más aún,  el artículo consagra constitucionalmente la identidad entre la empresa petrolera y el Estado venezolano, lo cual hace a Venezuela vulnerable de ser demandada por actores que quieran, en principio, ir contra la empresa.  

                                        CUARTA REFLEXIÓN
La proliferación de Constituciones  que hemos tenido, sus exuberantes dimensiones y niveles de detalle, así como el manifiesto desdén mostrado por muchos de nuestros  gobiernos en obedecerlas,  nos hace pensar que tenemos un  problema profundo, no de leyes o constituciones sino de actitudes colectivas. Nuestros  líderes han llegado a pensar que la validez de una Constitución se mide en kilogramos de peso, no en calidad de su contenido.

                                          QUINTA REFLEXIÓN
Aunque parezca paradójico, ya que hemos estado criticando la proliferación de constituciones, pienso necesario que la Venezuela que logre despertar de su pesadilla del socialismo del siglo XXI eventualmente estructure una nueva Constitución. La actual es de una intolerable mediocridad prescriptiva, de continua invitación a su desconocimiento y siempre estará saturada de la fetidez moral de quienes la elaboraron. Si esto llegara a hacerse algún día, no faltarán modelos de constitución que puedan estudiarse, a fin de elaborar una que no sea un monumento a la vanidad y a la cursilería, como es la Constitución de Chávez de 1999, sino un instrumento noble, breve y flexible, que no meta a la Nación en un chaleco de fuerza como es el caso actual. 
                                 
                                             SEXTA REFLEXIÓN
Si se pudiera simbolizar la constitución deseada con la morfología física y espiritual del legislador, diríamos que Venezuela necesita una Constitución  a lo Andrés Eloy Blanco, magro y puro de intenciones, no a lo Herman Escarrá, mofletudo y avieso.   

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