Aprecio
mucho la labor que nuestros jóvenes líderes han llevado a cabo para resistir
las agresiones de Hugo Chávez, primero, y de Nicolás Maduro después. Ellos
serán los encargados de conducir la reconstrucción de Venezuela durante este siglo XXI, labor que
no será fácil y que será, además, ingrata.
Entre esos
jóvenes líderes he encontrado mucha coincidencia de criterio con María Corina
Machado. Admiro en ella su consistencia, su inamovible postura en defensa de
principios y valores que yo comparto. Reconozco que compartir valores y
principios no es exactamente lo mismo que estar en lo correcto, pero ese es el
riesgo que la gente de bien debe correr. Creo que la postura irreductible de
María Corina Machado en defensa de principios y valores que ya muchos han
abandonado es digna de toda admiración y de apoyo.
Machado
acaba de exponer algunas ideas en la Cumbre Concordia 2019, en Colombia, con
las cuales me identifico plenamente.
Dice lo
siguiente:
Para
derrotar un régimen o un sistema de esta naturaleza, el punto de partida tiene
que ser de caracterización correcta. Obviamente, no estamos hablando de una
dictadura convencional, ni siquiera de un narco-Estado con apoyo cubano.
Debemos entender que lo que se ha configurado en Venezuela, la llamada
Revolución, es un sistema que tiene por detrás a todas las fuerzas criminales
del planeta, desde el narcotráfico, la guerrilla del ELN, la FARC, pasando por
las redes de contrabando de minerales, combustible y desde luego el terrorismo
islámico. Aquí en Venezuela, detrás de este sistema criminal, se mezclan
intereses de orden ideológico, económico, financiero, cultural y desde luego
geopolítico.
[Esto] ha
provocado una guerra no convencional en Venezuela, porque en nuestro país
existe un conflicto de orden transnacional y carácter criminal, y como tal
debemos abordarlo. Un conflicto, una guerra asimétrica, un conflicto no
convencional debe ser abordado en múltiples planos, como el tecnológico, de la
inteligencia, del ciberespacio, de la diplomacia, en el plano policial y
militar, pero muy especialmente, en el plano de la mente de la opinión
pública.
[Un]
segundo mito tiene que ver con que la transición en Venezuela, la salida de la
dictadura implicaría una guerra civil si hay respaldo internacional para
provocar esta ruptura. Eso es absolutamente falso. La población venezolana está
cohesionada como nunca, en nuestro país no existen conflictos, ni tensiones de
orden ideológico, étnico o religioso. El país está unido en una inspiración que
implica sacar a Maduro y a sus mafias e iniciar la reconstrucción democrática
de nuestra nación.
El otro
mito, la otra mentira es hacer creer que solo es posible una transición
ordenada si se mantienen a las mafias del poder en el gobierno de transición.
Es decir, dejar a los criminales y a las mafias militares, judiciales o
financieras, llevando adelante o participando en esta supuesta transición. Esto
obviamente impediría que se acabara la impunidad, que los recursos robados
fueran repatriados, que hubiese justicia a los delitos y crímenes de lesa
humanidad, pero peor aún, que Venezuela en el corto plazo, podía terminar en un
escenario similar a Nicaragua, donde estos criminales volvieran a tomar todo el
poder.
Estas palabras
son muy poderosas y expresan esencialmente las mismas ideas que yo he venido
sosteniendo. En síntesis: Estamos combatiendo un régimen fallido,
una cleptocracia regional y no simplemente un ‘mal gobierno” tradicional.
El 90% + de la población venezolana desea ver el fin de este oprobioso régimen
de narcotraficantes, ladrones y matones de barrio. Concuerdo con Machado en que
no sería digno ni tolerable conservar esta pandilla en un gobierno de
“transición”, pues ello sería tan inmoral como estratégicamente
equivocado.
Hay una indudable
presión doméstica e internacional para que los venezolanos barramos la basura
chavista/madurista debajo de la alfombra, permitiendo que permanezca en la raíz
de la Nación el veneno narco-populista. Esa presión es ejercida por Cuba, por
los países forajidos que han recibido ayuda del régimen, por los bien conocidos
mercenarios e ideólogos a sueldo en Venezuela y en exterior, por los compañeros
de ruta tradicionales del castrismo en los organismos internacionales, por líderes políticos venezolanos quienes
aspiran a figurar de nuevo y hasta por idealistas llenos de buena intención
quienes prefieren la sumisión a la rebeldía.
Esa
presión funesta debe ser combatida a todos los niveles porque Venezuela no
podrá ganar la guerra si se contenta con ver salir al quiste menor que es
Maduro, al precio de dejar intacto en el sistema nacional el gran cáncer del
chavismo/madurismo.
Quien no
quiera aprender de la historia está obligado a repetirla, decía Santayana. Pero
en este caso venezolano no se trata tanto de no querer aprender de la historia
sino de una conspiración consciente de esa alianza malsana descrita arriba, la
cual integra una mezcla de ambición, cobardía, astigmatismo moral que amenaza
con permitir que los bandidos permanezcan en el poder.
Es
lamentable que se tenga que luchar ahora, no solo contra el horror
chavista/madurista sino para neutralizar esa parte de la Nación que tenía
ideales similares a los nuestros pero que se ha entregado, rebajando su
original aspiración de libertad a la categoría de coexistencia pacífica con el
horror, en nombre del pacifismo y del relativismo moral.
Lamentable, pero es necesario luchar por
lograr algún día el retorno de la Nación a la comunidad civilizada y digna. Por
ello estoy con Machado y con todos los venezolanos quienes estén dispuestos a
dar esa gran batalla.
100% de acuerdo con el planteamiento de María Corina y de Ud.
ResponderEliminarEn este momento no hay otro posible. Sigo creyendo que hay una pirámide de corrupción que en el vértice tiene a los capos de la tiranía y que mientras desciende hacia la base incluye a políticos de oposición, periodistas, politólogos, sociólogos, encuestadores, "influencers" y twitteros, oportunistas todos que se benefician en un grado u otro.
Hay "tontos útiles" y odiadores de oficio hacia MC Machado pero creo que mucha gente está comprometida o recibe sus $ por vender la ilusión de salidas transaccionales, que cada día tienen menor aceptación.
Podria seguir, pero por hoy es suficiente.
María Corina siempre ha estado clara y con los pies en la tierra. Ningún otro líder de la oposición ha tenido la misma consistencia y claridad de propósito.
ResponderEliminarCreo que en segundo lugar está Guaidó, pero una vez se haya salido del desastre que hoy maneja el país y se hayan realizado las correcciones y limpiezas necesarias en el sistema electoral y judicial, ella es la candidata que mejor puede dirigir al país como Presidente. Cuanto antes, mejor!
Maria Corina, es el análisis más claro de la situación, la postura más firme ante esa situación, los principios y valores que no se negocian o se venden en aras de aquel viejo adagio, “el fin justifica los medios” si no se castiga al delincuente, si no que al contrario se premia, estaremos enviando una mala señal a las futuras generaciones en Venezuela y el mundo, a parte de que en el espectro legal sienta una futura Jurisprudencia para que cualquiera robe, mate o someta, sin castigo posible aparente más que una negociación.
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