En Venezuela
la noción de patriotismo siempre ha estado a la vanguardia de las virtudes
venezolanas. Hablamos de la necesidad de ser honrados, humanos, solidarios,
desinteresados, responsables y de tener muchas otras cualidades, pero la
referencia al patriotismo siempre está entre las primeras. Probablemente esa
característica esté reforzada por el papel que han jugado los venezolanos en la
lucha por la independencia de otros países latinoamericanos. En países vecinos nuestros equipos deportivos son frecuentemente
denominados los “patriotas”. Parece ser que el concepto de amor por la patria
está particularmente arraigado en nuestra cultura.
El
patriotismo es un concepto esencialmente positivo. Nadie puede objetar el sentir
amor por la patria que nos ha visto nacer, donde ha transcurrido la mayor parte
de nuestras vidas. Muchos de los momentos vividos han sido de felicidad o de tragedia
colectivas y los hemos compartido con nuestros compatriotas, lo que refuerza nuestro
sentimiento de pertenencia a una gran familia. Ganar una serie mundial de béisbol
amateur todavía es celebrado en Venezuela como un momento glorioso de nuestra
historia. ¿Quién no recuerda al “Chino” Canónico o a Benítez Redondo? Cuando el
deslave de Vargas todos los venezolanos lloramos juntos. Los certámenes de belleza
nos dieron ocasión de regocijarnos. Nos
sentimos orgullosos de los éxitos de nuestros compatriotas en el exterior.
Cerramos filas en solidaridad con las víctimas de terremotos y otras debacles
de la naturaleza en países hermanos. Reímos y lloramos juntos.
Esa es mucha
de la esencia del patriotismo. Ser habitantes de un hogar común, además de
reconocernos como familia. Rara vez me equivoco al ver un atleta en la
televisión al decir: “ese es
venezolano”. Y si habla, más rápidamente todavía lo identifico. Sentimos el triunfo
de un venezolano que es ahora presidente de MIT como nuestro. O decimos de Cruz
Diez: ese fue un gran venezolano. O de Gallegos: Ese fue nuestro presidente y
nuestro mejor novelista. Tenemos amplias
razones para sentirnos orgullosos de muchos de nuestros compatriotas.
Somos una
gran familia, no hay dudas. Y ello hace del patriotismo, casi, un sinónimo de
amor por la familia. Es hermoso sentirse miembro de la gran familia colectiva
venezolana.
Estas reflexiones también me llevan a otras
consideraciones sobre patriotismo que pudieran diferir de la tradicionalmente
manejada en Venezuela.
¿Cuál es mi
noción de patriotismo?
1.
Patriotismo es el amor por la tierra
que me vio nacer. No solo por nuestros paisajes sino, más importante aún, por
la gente buena, sencilla y cordial que hemos llegado a conocer y a tratar
durante nuestra vida. En este sentido, el patriotismo es un concepto estrechamente
enlazado con sentimientos de solidaridad
2.
Patriotismo es hacer todos los esfuerzos posibles, como miembro
de una gran familia, para que el país Venezuela llegue a ser una sociedad
civilizada, humana, solidaria, democrática y libre
3.
Patriotismo es tratar de incorporar a
nuestro terruño a la comunidad de sociedades que hacen posible que sus miembros
disfruten de una vida mejor, a través de los adelantos tecnológicos y
científicos,
4.
Patriotismo es conciencia de que
somos miembros de una sociedad global, con oportunidades y amenazas y de que la
defensa de esa sociedad global debe prevalecer sobre cualquier objetivo
parroquial. Los seres vivos, desde las hormigas hasta los seres humanos, hemos
aprendido que la supervivencia de la especie tiene mayor jerarquía que el logro
de los objetivos individuales. En este sentido el verdadero patriotismo trasciende
la búsqueda de una ventaja tribal y debe ser
definido como el logro del bienestar colectivo, de nuestro planeta. En última instancia
nuestra patria es La Tierra, más que las entidades político-territoriales en
las cuales ese planeta está dividido y las cuales han ido cambiando a través de
los siglos.
Por todas
esas consideraciones me desligo de la tradicional actitud de muchos compatriotas,
quienes dicen que todo lo que le dé ventajas a
Venezuela tiene que ser lo deseable, como, por ejemplo, llegar a
producir 10 millones de barriles de petróleo pesado de la faja del Orinoco, con
todo lo que ello significaría en términos de asalto al ambiente del planeta, el
cual ya está seriamente amenazado de muerte. O, por ejemplo, perdonarle a
Daniel Trump sus graves problemas de personalidad y de actitud porque se ha
convertido en nuestro mejor aliado en contra del horrible cáncer
chavista/madurista. Uno de esos admiradores de Trump me escribía diciéndome que
a él no le importaba que Trump fuese un patán porque no lo quería “para casarse
con su hija” y que lo que le importaba era su postura frente a Maduro. En vano
traté de decirle que uno puede apoyar una actitud sin tener que aceptar la otra. Otro ejemplo es el de las sanciones estadounidenses
en contra del régimen chavista/madurista, las cuales son criticadas por
venezolanos que argumenta que atentan contra nuestra soberanía. Dicen ellos que ningún
venezolano patriota debe apoyarlas y que hacerlo es “traición a la patria”. Pienso
que ese grupo ejerce un falso patriotismo porque lo utilizan como un disfraz
para esconder sus verdaderos sentimientos de odio contra lo extranjero así como
sus complejos de inferioridad frente a sociedades más desarrolladas que la nuestra.
Otro ejemplo es el desastre que ha generado la política de soberanía petrolera de Hugo Chávez y Rafael Ramírez, la cual ha
conducido a lo que vemos hoy, una PDVSA arruinada y desprestigiada mundialmente
por su incompetencia y corrupción. Esa gentuza se arropó con la bandera de
Venezuela para hacerle creer a los venezolanos que la alianza con China, Rusia,
Vietnam, Cuba, Bielorrusia, etc. era preferible a aceptar lo que ellos llamaban
“imperialismo estadounidense” en nuestra
industria petrolera. Es noción de falso patriotismo fue definida por Samuel Johnson como “el último refugio de los granujas” y de
manera igualmente condenatoria por Miranda, cuando dijo: “Bochinche, bochinche,
esta gente solo sabe hacer bochinche”.
Comulgo con
la idea de Andrés Eloy Blanco cuando decía que el jefe civil del pueblo había
tenido que hacer preso a su mejor amigo, el agricultor, por haber violado la
ley pero iba todos los días a regarle su sembradío. Podemos querer a nuestra
familia sin dejar de actuar como es debido frente a sus errores como miembros
de la sociedad. No comparto la grotesca advertencia de la matrona de los llanos
que le advertía, orgullosa, a las otras señoras del lugar: “Escondan a sus
becerras porque mi novillo anda suelto”, haciendo de la barbarie un motivo de
orgullo familiar. Patrioterismo no debe
remplazar al verdadero patriotismo, ni debe sacrificar la justicia y la razón a
la lealtad a la tribu.
Por ello no
creo que ni Gómez ni Chávez, mucho menos Maduro, son patriotas. Quienes han
asesinado, robado, encarcelado y torturado, quienes han convertid a Venezuela
en una hacienda particular o en un pantano moral pueden merecer ese apelativo.
Por ello no
he creído nunca en aquello de “Alemania sobre todos”, ni “Mi patria con razón o
sin ella” ni “Pongamos a América de
primero”, ni “la soberana Revolución Bolivariana”, ni “el Gran Salto Adelante”
u otros clichés que frecuentemente solo han servido para esconder el fanatismo
y las graves desviaciones mentales del liderazgo
político de turno.
Patriotismo
verdadero, sí. Patrioterismo, no.
ResponderEliminarExcelente artículo,
Lo publiqué en Twitter y Facebook
Saludos,
MT