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Una
sórdida historia sobre Petróleo, Corrupción y Codicia en el siglo XXI
Florilandia es un bello país
latinoamericano que exporta muchas flores, bananas y todavía algo de petróleo,
aunque hace algunos años exportaba mucho más de este rubro. Su territorio
incluye verdes selvas de la Amazonia, imponentes montañas nevadas y hermosas costas
y playas sobre el Océano Pacífico. Por
buena parte de este siglo Florilandia también ha sido el sitio de una sórdida historia sobre
petróleo, corrupción y codicia.
EL PETRÓLEO FUE SU GRAN NEGOCIO EN EL
SIGLO XX
En 1967 una empresa petrolera estadounidense,
Texoil, perforó el primer pozo petrolero comercial en la región de la Amazonia,
por lo cual - pocos años después, en
1972 - Florilandia decidió crear una empresa estatal de petróleos, PetroFlor,
la cual se asoció con Texoil para la explotación del petróleo en esa región, llegando
a poseer la mayoría de las acciones del consorcio en 1977. De 1967 a 1990 el
consorcio se mantuvo en operación hasta que en 1990 la empresa Texoil se fue
del país, después de haber obtenido un satisfactorio finiquito de sus actividades
por parte del gobierno de Florilandia y de la empresa Petroflor. Durante el
período 1972-1990 el consorcio generó ingresos para la Nación por unos $23000
millones mientras que el socio minoritario, Texoil, obtuvo un poco menos de
$2000 millones. Como es imperativo en este tipo de contratos ambos socios
siempre tuvieron pleno conocimiento de cómo se estaba llevando a cabo la
operación. Tanto la empresa estatal como el ministerio del sector debían supervisar estas operaciones y darles
su visto bueno o, por el contrario, establecer prohibiciones y multas cuando
estas operaciones no se ajustaban a las regulaciones técnicas de uso
internacional.
En la mañana del 17 de junio, 1977, el general a la cabeza
de la junta militar que gobernaba a Florilandia, dio un discurso en el palacio
presidencial, con asistencia de los embajadores acreditados en el país. Dijo,
entre otras cosas: “Hoy asistimos a la
toma del control del petróleo de Florilandia por parte del Estado. Desde hoy
nuestra empresa petrolera estatal será la dueña de la mayoría de las acciones
del Consorcio Amazonia y tendrá la última palabra en lo que se haga allí y como
se hará allí. El petróleo es nuestro, el petróleo es de Florilandia”.
Los aplausos de la multitud que se
agrupaba en la plaza mayor de la capital fueron estruendosos. Florilandia entraba
en plena propiedad y control de su
inmensa riqueza petrolera. Aunque Texoil seguiría operando, todas las
decisiones pasaban a las manos del gobierno de Florilandia.
A la salida de Texoil del país, en 1990,
Petroflor continuó la operación sin socios.
Durante todos esos años el descontento
de los habitantes de la Amazonía de Florilandia había ido en aumento. Sentían que la explotación petrolera no les
había dado los beneficios que hubieran deseado. Mientras el gobierno gastaba el
inmenso caudal de dinero recibido del petróleo en obras y servicios para otras
regiones del país o en gastos superfluos, ellos permanecían
semi-abandonados. Su actividad agrícola
había sido dañada por la operación petrolera, los pozos petroleros mostraban
derrames que contaminaban a los ríos y riachuelos de la región y los niños de la región crecían raquíticos
mientras que los ancianos parecían morir con demasiada frecuencia.
LA VISITA DE CHRISTOPHER DOER
En 1993 visitó la región el
estadounidense Christopher Doer. Era periodista, abogado recién graduado e interesado en los asuntos ambientales. Su
trabajo como periodista en América Latina le había dado un buen conocimiento
del idioma, por lo cual pudo hablar con los habitantes del lugar, en especial
con Hildemaro Castaño, el jefe de una de las comunidades más afectadas por la
actividad petrolera. Castaño le dijo: “Mire. Aquí el gobierno nos ha
abandonado. A pesar de la riqueza que obtiene por concepto del petróleo ha
descuidado casi totalmente nuestras comunidades. Aquí no hay servicios
adecuados de salud, de educación. El agua potable es escasa y debemos beber en ríos
contaminados por el petróleo. Las vacas mueren y los habitantes se enferman.
Usted debería ayudarnos a que esto se conozca mejor, no solamente aquí en Florilandia
sino en su propio país”.
_ Deseo ayudarlos – respondió Doer – y
creo que es posible comenzar a recolectar información de la gente sobre sus
problemas de salud relacionados con el petróleo. Quiero ver algunos de los
derrames existentes y tener reuniones con los habitantes, para saber cómo se
sienten. ¿Cuál es la empresa operadora?
_ La empresa operadora es la gringa –
le dijo Castaño – aunque también participan
técnicos de Petroflor. Esta es una operación del gobierno, de manera que
no es posible que podamos denunciarlos con esperanza de ser oídos. Aquí nos
ayudan mucho dos Floridenses especializados en asuntos del ambiente, Pedro
Turupial y Luis Danta. Ellos vienen por
aquí con frecuencia y usted puede hablar con ellos. Yo tengo aquí sus
direcciones”.
Años atrás, en 1987, un terremoto
había destruido una porción del oleoducto que transportaba el petróleo de la Amazonia
a la costa del Pacífico produciendo derrames importantes de petróleo. La
capacidad de Florilandia para exportar petróleo se redujo en un 70%. La banca
multilateral acudió rápidamente en auxilio de Florilandia y financió la reparación,
la cual costó unos $900 millones, incluyendo los trabajos de limpieza de los derrames.
A pesar de ser un evento fortuito, el terremoto fue tan catastrófico que
empeoró la situación de los habitantes de la zona y generó resentimiento
adicional en contra de la actividad petrolera.
HAY QUE ACTUAR SOBRE ESTE CRIMEN, DIJO DOER,
PERO ¿A QUIEN DEBEMOS ACUSAR DEL CRIMEN?
Después de sus contactos iniciales en
Florilandia Christopher Doer regresó a USA convencido de que era deseable y
oportuno comenzar una acción legal en contra de las empresas petroleras que operaban
en la Amazonia de Florilandia. Su indignación por lo que él consideraba un inmenso
crimen ecológico era genuina y creía que la acción debía ser ejemplarizante.
Para ello se requería elegir cuidadosamente la parte acusada. Era evidente que
la responsabilidad legal por cualquier crimen ambiental cometido debía ser
compartida por los socios del consorcio. Pero ello significaría, pensó Doer, que
la empresa estatal de Florilandia, símbolo de nacionalismo, se vería involucrada. Y eso colidió con las ideas de
Doer, joven idealista, adversario de las grandes corporaciones, admirador de
los movimientos nacionalistas de América Latina de Cuba y Nicaragua. Además, involucrar
a Petroflor pondría a la parte acusadora en contra del gobierno del país, lo
cual era políticamente inconveniente. Al dejarla fuera de la acusación los acusadores
podrían contar con el gobierno como aliado.
En tercer lugar, pensó Doer, la empresa que realmente tenía dinero era
la estadounidense. Por todas estas
razones Doer llegó a la conclusión de que la parte acusada debía ser solamente Texoil.
Armado con esas ideas regresó a Florilandia y, con la ayuda de sus nuevos
amigos ambientalistas en ese país, logró organizar una acción legal colectiva
de miles de habitantes de la región contra la empresa estadounidense.
EL JUICIO CONTRA TEXOIL SE RADICÓ EN
FLORILANDIA
Inicialmente Doer trató de radicar la
demanda en USA, alegando que la justicia de Florilandia era “corrupta e incompetente”,
mientras que Texoil alegó que USA no
tenía jurisdicción en este caso y que el sistema de justicia de Florilandia “era
competente para conocer del caso”. Al fracasar en su intento de radicar la
demanda en USA Doer la llevó a Florilandia, al municipio donde la actividad petrolera había
sido más prominente. En ese período hubo un intento de negociar una transacción
entre las partes, pero la empresa
petrolera se negó a aceptar el pago de $140 millones que la parte acusadora
propuso en el momento.
El juicio comenzó a mediados de 2003 y fue acompañado de un
gran despliegue publicitario, manifestaciones cívicas y hasta pintorescas apariciones
de indígenas en traje nativo de la Amazonia en las calles de Nueva York. El
convenio mediante el cual la parte acusadora exoneraba a Petroflor y al
gobierno de Florilandia de toda culpa fue firmado antes de comenzar el juicio y
ello sirvió para que el gobierno y la opinión pública se manifestaran en contra
de la poderosa empresa extranjera demandada.
El juicio duró ocho años y, al final,
la empresa Texoil fue condenada a pagar $9500 millones a la parte acusadora. El
dinero que sería obtenido por el equipo legal acusador se estimaba en un 10%
del total, casi mil millones de dólares. No solamente ello representaba una
gran victoria de la parte acusadora, percibida como la víctima, sino una
inmensa remuneración para sus abogados.
TEXTOIL PRESENTA PRUEBAS DE CORRUPCIÓN DEL
JUICIO Y LE DA DRAMÁTICA VUELTA A LA
SITUACIÓN
Después de haber recibido una
sentencia tan desfavorable la empresa demandada no se rindió y comenzó a
presentar pruebas de la corrupción que había prevalecido durante el juicio.
Entre muchas otras revelaciones dijo que:
1.
El experto nombrado para elaborar el informe de los daños
ambientales había sido elegido por la parte acusadora
2.
El informe del experto, quien carecía de credenciales
suficientes para actuar en este caso, había sido escrito por una empresa consultora
contratada por la parte acusadora. Posteriormente, esta empresa consultora
admitió que ello era cierto
3.
El experto recibió un pago de $400.000 de los abogados de
la parte acusadora
4.
El informe final del juez no fue escrito por él sino por
otra persona, quien estaba pagado por la parte acusadora
5.
Porciones no utilizadas de un video elaborado por la
parte acusadora para promocionar su causa fueron obtenidas por la parte acusada
y sirvieron de base para demostrar los fraudes y falsificaciones cometidos por
los abogados de la parte acusadora. El video fue presentado en tribunales
6.
El gobierno de Florilandia, especialmente a partir de
2007 hasta la promulgación de la sentencia había llevado a cabo una labor de intensa intimidación sobre
los jueces a cargo del juicio y de odio en contra de la empresa Texoil,
incluyendo una campaña propagandística llamada Manos Sucias en Florilandia, la cual satanizaba a la empresa y pretendía obligarla a pagar cuanto antes el
dinero de la sentencia.
Armada con todas estas revelaciones la
empresa acusada fue a juicio en una corte de USA, demandando al abogado
principal de la parte acusadora. En base a las pruebas allí presentadas el
abogado de la parte acusadora fue sentenciado por extorsión, sobornos y fraude
generalizado y condenado a pagar los costos legales incurridos por la parte acusada
en el juicio radicado en Florilandia.
Posteriormente una sentencia del tribunal
internacional de Las Haya confirmó esta sentencia y condenó a la república de
Florilandia a pagar parte de esos costos, ya que el Tribunal Supremo de ese
país había confirmado la sentencia fraudulenta en contra de Texoil.
LA CAMPAÑA MANOS SUCIAS EN
FLORILANDIA.
El gobierno de Florilandia fue parte
activa en este proceso caracterizado por el fraude y la extorsión. Creó y financió una campaña llamada Manos Sucias en
Florilandia a partir de 2007, al llegar
a la presidencia del país un discípulo del dictador venezolano Hugo Chávez. La
campaña se inició con una visita del nuevo
presidente a la región. En esa visita metió su mano en una zona de derrame
petrolero, a fin de que fuera fotografiada y se convirtiera en el símbolo de la
campaña. Fue muy infortunado que la prensa internacional observara que el sitio donde el presidente metió la mano no
era uno de los sitios donde Texoil había estado activa 17 años atrás, sino un
sitio donde el operador había sido PetroFlor. La campaña continuó invitando a
gente famosa por ser famosa y artistas de Hollywood, conocidos por su
admiración por Hugo Chávez y Fidel Castro y a otras personalidades quienes
tradicionalmente se habían alineado con la extrema izquierda en América Latina,
incluyendo uno que otro premio Nobel. Estas personas pretenden hoy captar al
movimiento ambientalista mundial a su causa, politizándolo y poniéndolo al
servicio de un fraude. Ojalá que no tengan éxito.
Una vez que se conocieron los detalles
del gran fraude cometido por los acusadores de Texoil en Florilandia la opinión
pública mundial se ha dado cuenta de quien realmente ha tenido las manos sucias
en Florilandia.