Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca se ha de volver a
pisar.
Caminante, no hay
camino, solo estelas en la mar.
Antonio Machado
Con el fallecimiento de
mi querido amigo Stephen Desmond Watkins ocurrido hace algunas semanas en Marbella,
España, el grupo sobreviviente de aquella Shell Venezuela que conocí y con
quien trabajé se hace aún más pequeño.
En 1952 obtuve una beca
de la empresa para continuar mis estudios de geología en la Universidad de Tulsa.
Allá me había ido un año antes por cuenta de mi padre, quien me enviaba desde
Los Teques la mitad de sus ingresos, unos $80 al mes, mientras el resto de la
familia vivía con la otra mitad. Cuando comencé a recibir el dinero de la beca,
unos suculentos $150 al mes, fui yo el que comencé a enviarles dinero a ellos,
ya que para mí $100 al mes eran suficientes. En 1953 pasé mis vacaciones de
verano en Maracaibo y sitios cercanos, en un programa de entrenamiento para estudiantes
que me llevó a Bucarito, en el estado Lara, a unirme a un grupo de geología de campo
al mando de un geólogo holandés llamado Eddie Van Der Meulen, luego al estado Trujillo
donde operaba un grupo de exploración sísmica y, finalmente, al laboratorio de
la empresa en Maracaibo, donde aprendí algo de palinología (estudio del polen
fósil, para establecer edades geológicas relativas) con el palinólogo Jan Müller
y micropaleontología del terciario (estudio de foraminíferos con poéticos
nombres, Globigerinas y Globotruncanas) bajo la guía de Hans Bolli y de un extraordinario
joven venezolano de apellido Fuenmayor. Mis recuerdos de esas vacaciones en
Maracaibo son inolvidables. Vivía en el campamento de Bella Vista, que tenía un
club donde se jugaba tenis y se tomaba shandy (una mezcla de cerveza con limonada).
Las mujeres de Maracaibo me cautivaron para siempre.
Me gradué en 1955 y regresé
a trabajar en Maracaibo, en las oficinas del edificio llamado Las Laras, de
gran belleza.
Mi oficina de geólogo estaba en el segundo piso
Muchos de los geólogos con quienes
trabajé y compartí tareas de campo luego serían de renombre internacional: Jan
Van Andel, Jan Hospers, mi entrañable mentor Konrad Habicht, Otto Renz, Hans
Schaub, Harold Reading, Eddie Frankl, Rudy Blaser, Bill Milroy, Jacques Follot (muerto en Argelia
durante la revolución de los Pied Noir), Jan Bodenhausen, Myles Bowen, José Méndez
Zapata, Gustavo Feo Codecido. Ellos
viven en mi memoria porque casi todos han fallecido (creo que Harold Reading aún
vive, en Oxford, donde se convirtió en un legendario profesor de geología y
José Méndez Zapata vive en Caracas, en buena salud).
Durante mi estadía en Maracaibo
conocí a algunos de los venezolanos quienes ya ocupaban posiciones de
importancia en la empresa, en especial, César Rosales y José Rafael Domínguez. Con
Domínguez tuve una amistad bastante estrecha y compartimos luego tareas en la
empresa y en PDVSA. Cuando coordiné en
PDVSA el proceso de racionalización que llevó el número de empresas de 14 a 4,
Domínguez fue miembro del Comité de Racionalización y me dio mucho apoyo.
Cuando fui transferido a
Lagunillas para aprender la fase de Producción, después de diez años en Exploración,
conocí a un grupo de venezolanos de quien aprendí esas nuevas técnicas: Simón Antúnez,
Ricardo Corrie, Hans Krause, Gustavo Inciarte, mi inolvidable Frank Rubio
(estadounidense) y me re-encontré con Miguel Fraíno, con quien había estudiado
en Tulsa y quien se había convertido en un extraordinario Petrofísico (Especialista
en interpretación de registros eléctricos). Afortunadamente este grupo aún se
encuentra activo. Miguel, Gustavo
Inciarte y Frank fallecieron. En Lagunillas
conocí a C.C. Pocock, quien llegaría a ser Chairman del grupo Shell y a su bella
esposa, quienes se interesaron por mi carrera., al encontrarme una madrugada
entrando al hotel Lagunillas cubierto de barro de perforación, mientras ellos
salían de una fiesta. Pocock me dijo: “Me alegro ver que hay quien trabaja duro,
mientras nosotros estamos de fiesta”. Un encuentro serendípico que marcó mi
carrera.
Corrí algunas aventuras
geológicas y políticas en Europa, Indonesia y Estados Unidos y regresé a Shell
Venezuela en 1970, compartiendo con Domínguez y con Marcos Marín tareas en
Shell sur del lago, donde perforamos un pozo que resultó seco. Cuando tuve que
ir a la directiva de Shell a reportar el resultado y mencioné que habíamos
encontrado el objetivo del Eoceno pero sin petróleo, Alberto Quirós, quien ya
era director, dijo: “Entendemos. Las operación fue un éxito científico pero el paciente
se les murió”.
En esa Shell Venezuela,
durante la década de los 70, trabajé en Caracas y llegué a conocer a la plana
mayor de la empresa. El presidente Jan De Liefde fue remplazado por Ken
Wetherell y el vicepresidente era Desmond Watkins, mi amigo recién fallecido,
quien luego quedaría como presidente de Shell Venezuela post nacionalización.
José Giacopini era el asesor de Wetherell para asuntos políticos. Alberto
Quirós Corradi ya ocupaba cargos de gran importancia y venezolanos como
Hugo Finol, Carlos Castillo, Samuel Wilhem, Rafael Pardo Ponte, Emilio
Abouhamad, Oliver Campbell, Ramón Cornieles, Pablo Reimpell, Nelson Vásquez,
Lucio Mazzei, J.J. Carrillo y otros ya ocupaban posiciones gerenciales/operacionales de alto
nivel. Jóvenes como Arnold Volkenborn, José Capobianco, Eustoquio García, Eduardo
Blanco (Mr. Magoo), Jorge Zemella, Luis
Giusti, Simón Díaz, Gustavo Inciarte y Hans Krause y aún más jóvenes colegas
geólogos como Vladimir Gamboa, Tito Boesi, Ovidio Suárez, Aura Neuman y José Matos, estaban muy activos en la
empresa. Quizás algunos entraron durante el tiempo en el cual se iba Shell y
llegaba Maraven, mi memoria ya no está clara.
Yo era Gerente de Relaciones Comerciales, a nivel
medio, y me tocaba – entre otras actividades de planificación estratégica y de
desarrollo organizacional - coordinar las actividades de la empresa con el Ministerio
de Energía y petróleo, en especial con el severo y extraordinario venezolano
que fue Luis Plaz Bruzual. Durante estos años comenzó a hablarse de
nacionalización y se llevó a cabo un gran debate nacional sobre este tema. Logré
fundar, junto con Marcos Marín Marcano y Odoardo León Ponte una asociación de
técnicos y gerentes petroleros, AGROPET, la cual jugó un papel importante en el
proceso de nacionalización. Durante los largos meses de debate conocí e interactué
con maravillosos venezolanos, a quienes recuerdo con gran respeto y afecto. No
podría enumerarlos a todos. Pertenecieron no solo a Shell sino a otras empresas
del sector. En una ocasión, Enero 1974, logramos hacerle seis presentaciones
sobre la situación de la industria petrolera al presidente Carlos Andrés Pérez
en Miraflores, donde él estuvo acompañado por su gabinete y miembros del
congreso. Esa reunión fue fundamental para sembrar en el presidente Pérez la
idea de que el proceso no sería tan sencillo como lo predicaban los integrantes
del sector político, para muchos de quienes el petróleo “salía fácil de la
tierra y se vendía solo” y “lo venían a
comprar en nuestros puertos”.
De aquel grupo de venezolanos y extranjeros con quienes
compartí tareas en Shell Venezuela quedan pocos. Las memorias se hacen más
difusas. Recuerdo todavía al catire Maal parado frente a las oficinas de la
empresa, primero en San Bernardino, luego en Chuao, al mediodía, viendo pasar
las muchachas y haciendo comentarios sobre su belleza. Recuerdo los choferes de
la Línea VOLLMER, todos maravillosos, en especial a quien fue mi chofer
después, el Señor González. Recuerdo a Tabaquito, ver: http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2014/08/the-death-of-tabaquitola-muerte-de.html, llevando los diarios a
las oficinas con su eterna sonrisa y su incurable optimismo. Recuerdo los
juegos de softball en los cuales gerentes, especialistas, choferes y mensajeros
se divertían en grupo. En uno de los cocteles en Maracaibo un joven recién
empleado se le acercó a Quirós y le dijo: “¿Vos jugáis softball? “. Y cuando Quirós
dijo que no, el joven le dijo: “¡Así no vais a poder progresar en esta compañía”!
Esa Shell Venezuela es
una bella postal antigua, con sus colores un tanto desvaídos por los años, ya
que de mi primer contacto con ella han transcurrido 67 años. Para mí la Shell Venezuela fue gente, rostros,
personas y personalidades, con quienes pasé una buena parte de mi vida, quienes
fueron una importante parte de mi vida. En Lagunillas, La Haya, Yakarta,
Balikpapan, Hong Kong, Nueva York, siempre me sentí apoyado por su
organización. Nunca tuve que pedir un aumento de salario, el cual llegaba en el
momento preciso. Planificaron mi carrera con cuidado. Cuando fui director de Maraven
y tuve acceso a mi archivo personal de Shell pude constatar la atención que
recibí desde que llegué a Maracaibo en 1955, recién graduado, hasta que pasé a
Maraven, en 1976, unos maravillosos 21 años.
Todavía recuerdo como
salimos de Indonesia, en 1965, con lo que teníamos puesto, casi huyendo de un
país en plena y peligrosa crisis política.
Al entrar al barco que me llevaría a Hong Kong, el MS Victoria, me entregaron
un sobre abultado con el logo Shell. Contenía pasajes, dinero, información,
todo lo necesario para mi regreso a Venezuela, sano y salvo.
La madre Shell en
acción.
La CHELL, como la llamaban en Maracaibo.
Caminante, no hay
camino, solo estelas en la mar.
La anécdota del uniforme lleno de petróleo y el futuro Chairman es de las que más me gusta releer en su libro. Como Ud. nos señala en estas bellas líneas, Shell siempre se preocupó por una buena relación con los pueblos venezolanos. Mi papá me contaba que eran espléndidos en la promoción de libros y aportes al patrimonio cultural. Hace unos años sonó mi celular y una persona muy gentil me citó a las oficinas de Shell, que quedaban en ese entonces en la Av. Francisco de Miranda, en un edificio de última generación. No recuerdo una vista al Ávila como la de aquellos headquarters. Tenía Shell, en fase de preproducción, un proyecto para publicar una historia cultural del petróleo en el país y estaban haciendo "scouting" para armar un equipo de investigación. En ese momento ya tenía los tickets de avión para estudiar fuera de Venezuela, y así se lo hice saber al joven que me atendió, muy agradable, de apellido Mazzei. No recuerdo ahora su nombre, pero seguramente es familiar de su amigo, Doctor. Entiendo que no se pudo avanzar en la publicación porque coincidió con el inicio de la crisis que derivó el estado de cosas actual. Reciba un gran abrazo, muchas gracias por hacer notar el desempeño de tantos imprescindibles, que merecen más memoria y reconocimiento.
ResponderEliminarBellos recuerdos,
ResponderEliminarTus recuerdos de Shell, Gustavo, son en mucho lo que en forma paralela pasó en la Creole. Muchos profesionales serios y destacados, pero gente muy fácil de querer y ser amigo. Mi padre tuvo casi 40 años en Creole y muchos de aquellos que trabajaron con él me transmitieron su amistad en el tiempo, cosa que siempre agradecí y aprecié.
ResponderEliminarUn detalle sobre mi padre y su lealtad a Creole y la casa matriz la Standard Oil of New Jersey (SONJ, luego Exxon y ExxonMobil) donde trabajó entre otros lugares en NY como Gerente de Producción para la empresa a nivel mundial. Estando de vacaciones en Europa, creo que fue en Alemania, el carro que llevábamos encendió la luz de baja gasolina. Mi padre que manejaba pasó varias estaciones de Shell y de otras empresas hasta que con la gasolina casi acabada vimos una estación ESSO! De broma no quedamos varados en alguna zona boscosa en ése país. Exagerado, pero no era extraño las lealtades de marca a ése nivel! Mis respetos y un gran saludo.
Gracias Federico.
ResponderEliminarLas lealtades son eternas y se transfieren de padre a hijo. A mi me impresiona cuando voy de visita a la casa de mis hijos (eso era antes del virus) como todos los productos que ellso tienen en la nevera, en la despensa, en los baños, son los mismos que Marianela ha comprado por años. Que si el jabón tal, el aceite cual, los helados estos y el limpia vidros aquel. Ahora, por supuesto, es lo que se consiga y vas que chutas. Inclusive en lo referente al sacrosanto papel higiénico.
Gracias por tu comentario, Sebastián. La Sjhell siempre tuvo vocación comunitaria como lo evidencia el Servicio Shell para el Agricultor. Sus aportes a la Biblioteca Nacional, sus revistas culturales. En maracaibo se hablaba de Panoramna, de la frigidaire, de la Gillete, de la "Chel", como si fueran los productos genéricos. Cuando Rodríguez Araque andaba volando oleoductos en los 60 la Shell puso un aviso donde se cruzaban los dos oleoductos que iban a Paraguaná que decía: EL OLEODUCTO DE CREOLE ES EL OTRO. Este es un chiste que ilustra el buen nombre de la "Chel" en el Zulia.
ResponderEliminarIngrese en el año 1974 al Instituto Venezolano de Petroquímica(IVP), en Maracaibo al Departamento de Materiales. Al poco tiempo me di cuenta que todos los supervisores, incluyendo el Gerente, habían trabajado en La Shell y cerca del 90% del personal de campo también. Es decir, la cultura Shell estaba instalada en el Departamento de Materiales del IVP. El Catálogo Maestro de Materiales era una imagen del código MESC creado por La Shell. El Manual de Organización y Métodos también. En el año 1975, por decreto presidencial, el IVP es transformado en PEQUIVEN y pasa a ser filial de PDVSA. Una gran cantidad de Gerentes de la nueva empresa provenían de la Shell y otros de la Creole. El Milagro de la Petroquímica se debió en gran medida al aporte de la cultura Shell. Francisco Ávila Carrillo fue el Gerente de Materiales en el IVP y luego en PEQUIVEN. Había sido el primer venezolano en ocupar el cargo de Gerente de Materiales de Shell para el área del Caribe. Pepe Lugo, proveniente de Shell fue el primer Gerente de RRHH en Pequiven en El Tablazo. Rafito Morillo abogado, también proveniente de Shell fue el primer gerente de RRPP de Pequiven en El Tablazo. Sin duda, el legado Shell, fue mucho más allá de su organización. Gracias Sr. Coronel.Saludos. Freddy Riera(Editor de El Candil Pedregalero).
ResponderEliminarGracias, Freddy. Felicitaciones por tu publicación. Recuerdo a Pedregal en los años 50, cuando hice geologia de campo en toda esa región, desde Sabaneta hasta Bariro, desde Pedregal hasta Churuguara. Mucha tuna, mucha guasábara, mucha gente buena.
ResponderEliminarGustavo, todas esas cualidades extraordinarias de la empresa Shell son exactamente igual de aplicables a las otras empresas petroleras como: Texaco, Mobil, Gulf, Sun Oil, Phillips, Creole, Chevron,etc. que operaron en el pais.
ResponderEliminarNo tengo dudas de que es así, Mario. Los recuentos de mis colegas de Creole y de Mene Grande lo confirman. Muchos de ellos fueron hijos de petroleros, quienes crecieron en los campos petroleros y sus memorias están generalmente llenas de nostalgia de una vida amable y segura. Esa es la otra cara de la moneda a la pintada por la leyenda negra que abunda en las novelas de Diaz Sanchez, Otero Silva, o en los ensayos de Rodolfo Quintero o Salvador de la Plaza. O, ahora, Miguel Tinker Salas, profesor venezolano en Pomona College, California.
ResponderEliminarClaro, al principio hubo diferencias entre los campos de los gerentes y de los obreros, pero ellas se fueron cerrando a medida que la educación a todos los niveles y el ejemplo iban consolidando una cultura general. Chávez amenazaba con eliminar el golf por ser jueh=go de ricos y resulta que el mejor de los golfistas venezolanos, Jonathan Vegas, es hijo de un empleado petrolero y le debe su destreza a la vida en los campos petroleros, no en el Country Club.
Hola Gus, demasiado exarcebado es ese resentimiento del venezolano promedio hacia la industria porque la meritocracia les duele. Lo de Tinker se explica porque muchos profesores zurdos viven maravillosamente allá en los united y van por el mundo descalificando y acusando a los demás de reaccionarios. Pero viven es allá en Las Californias gozando el mejor sistema económico del mundo con la mejor moneda del mundo, en Caracas viviendo sin agua ni luz y ganando en bolívares fuertes los verás cuando Potosí se llene de riquezas de nuevo. Lo de los comunistas locales es producto de lo mismo, bueno tú mejor que yo sabes, acá ha venido a escribir solicitándote réplica hasta nada más y nada menos que el mismísimo Potellá. Ah, y el "marqués", arrecho porque según él participar en un gobierno como el de Chávez no lo hace cómplice. A todo esto hay que sumarle esa actitud sabrosona e irresponsable de muchos venezolanos de los 70 para acá, que resulta en quién cumple la Ley y las normas es bobo y el que no es "vivo". Bastante lo analizó Renny Ottolina en sus vídeos en YouTube. Tuvo una corta existencia el italovenezolano, el primer hombre que empezó a decir las cosas cómo son en los medios de comunicación venezolanos. No pudo predecir a Chávez pero si nos ponemos a ver se cumplió su profecía de que por allí comenzaría la debacle. En su corta existencia, la de Renny, sólo dejó esas reflexiones... ¿Resultado? Esa descomposición generalizada a la que los comunistas llaman "logro" e invitan a imitar.
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