Recibo este mensaje de una querida amiga desde mi adolescencia y juventud en Los Teques, después de mucho tiempo sin saber de ella:
Hola Gustavo.
Supe de tu correo y no he
querido perder la oportunidad ahora en la última década de mi vida expresarte
la influencia que tuvo Filomena, tu mamá, en mi infancia y formación cultural.
Yo estudié en una escuela pública
¨ Jesús María Sifontes” de Los Teques, donde la Directora era María Teresa de
Nezer y junto con Filomena y Perla Ettedgui colaboraba en la preparación de los
“Actos Culturales” que preparaban en el Colegio y que nosotras actuábamos, con
la animación de tu mamá en el piano tocando los temas a ser representados.
Yo sentía un atractivo de oírla
tocar el piano y desde entonces siempre ha sido mi instrumento favorito, también
quise aprender a tocarlo, algo que no pude realizar porque mis padres no podían
pagar las clases y mucho menos comprar un piano. Después de muchos años aprendí
algo en un órgano que tiene acompañamiento y las notas en colores y he logrado
sacar algunas canciones.
Por la escogencia de temas
a representar pude saber de las zarzuelas, cuentos, valses, polkas, música académica
y argumentos de ballets y así fui una tímida violeta en un jardín encantado, un
enano de Blanca Nieves, las 7 de la noche en el ballet ¨La danza de las Horas¨,
una patinadora del vals ¨Los Patinadores¨ de Strauss y un cisne del ¨Lago de
los Cisnes¨.
Como ella visitaba
frecuentemente a mamá escuchaba su
interesante conversación y por ella conocí que había otro mundo fuera de las
fronteras del pueblo y que existían otras oportunidades para las jóvenes,
aparte de las que se ofrecían localmente de ser secretaria, ama de casa,
enfermera o maestra.
Junto con el apoyo de mamá
pude terminar mi bachillerato cursando el quinto año en Caracas ya que no existía
en Los Teques, viajando todos los días en autobús en la mañana y regresando en
la tarde.
Así entre en la Universidad
Central y culmine mi carrera y ya conoces mi trayectoria en Geología, muy
diferente de lo que hubiera sido mi vida en Los Teques.
Todas estas vivencias he
querido compartirlas como un homenaje a mi agradecimiento a esa bella persona
que fue Filomena.
XXXXX
Y mi respuesta:
Querida XXXXX:
No sabes cuanta emoción he sentido al leer tu bella nota. Hablas de la
última década de tu vida, pero espero que Dios te conceda años más. ¿Que son noventa
o cien años para un geólogo? Además, para nosotros el tiempo no ha
transcurrido.
Tu mensaje me recuerda que no solo
es importante el camino que nos queda por recorrer sino que lo es también el que hemos
recorrido. La memoria de Filo es hoy un tanto difusa, murió hace casi 50 años, pero
saber que influyó en maravillosas personas como tú me causa una gran
alegría.
Yo también estuve dos años de primaria en la escuela primaria Jesús María
Sifontes, donde aprendí sobre los insectos y la Luna y donde me enamoré de mi
maestra, la Negra Decanio, amor que se convertiría en epistolar y duraría hasta su muerte, ocurrida muchos años
más tarde. La Nagra seguía mis pasos y disfrutaba de mis éxitos y lloraba con
mis fracasos.
Cuanto me has hecho sonreír con tus papeles en las veladas de Los Teques.
Estoy seguro de que fuiste una adorable patinadora y un bello cisne.
Elegiste, como yo lo hice, la
geología, eso de tratar de imaginarte lo grande de este planeta nuestro en base
a la observación de lo pequeño, como decía el gran maestro Hans Cloos. Me
siento orgulloso de ser tu colega. Como tú, yo también viajé a diario en
el autobús de Venancio, todos los días al Liceo Andrés Bello de Caracas a
terminar mi quinto año de bachillerato, desafiando a diario la muerte por aquellas
espeluznantes curvas de la bajada hacia Caracas, por, admirando las rocas
metamórficas del Cretácico a mi paso por la carretera vieja Los Teques- Caracas. Salíamos
casi de madrugada hacia Caracas y regresábamos en la oscuridad a Los Teques. ¿Cuándo
hacíamos la tarea? No lo recuerdo.
La influencia social de Filo, la cual fue múltiple, no solo una a uno, como
en tu caso, sino a través de su trabajo comunitario. En una ocasión hice un pequeño cálculo, más o
menos así:
Estimé que La Casa Cuna Infantil que se llamó “Consuelo de Marturet” que mi mamá manejó en Los Teques por casi 40
años con su grupo de fieles amigas y colaboradoras, generó la educación y
sustento de unos mil quinientos niños durante ese período. Si esos egresados
fundaron unas 800 familias, las cuales – a su vez - produjeron sus propias familias, es posible
que el trabajo de Filo haya influido
positivamente en, por decir algo conservador, unas 12.000 familias venezolanas (y sigue influyendo, con
el paso del tiempo). Ese es el gran valor de la actividad comunitaria de una
persona dedicada y perseverante. Tiene un similar poder al interés
compuesto del mundo financiero.
Además de eso, como bien me dices, ella era una incansable predicadora de
uno en uno, con sus amigas y amigos tequeños. Entre otras cosas siempre me ha sorprendido
la visión universal que desarrollaron muchos tequeños de aquella aldea. Allí
Herman Hesse y Thomas Mann eran nombres familiares. Muchos tequeños se regaron por el mundo. Un día,
caminando por Madrid vi venir al gitano más gitano que había visto en España.
Resultó ser Roberto Henríquez, el hijo del dueño de la botica que quedaba
diagonal con la plaza Bolívar. Julio
Barroeta se fue a Italia, yo a Tulsa. Nos hicimos geólogos tú, Pancho Moreno y
yo, asomándonos al cosmos desde el rincón de los pinos del parque de los
Coquitos, el que nos legara Gustavo Knoop.
Te recuerdo mucho y a tus padres, siempre con gran afecto. Filomena fue
siempre una gran amiga de tu mamá y de todos ustedes. Estamos enlazados por haber crecido en Los Teques, comunidad inolvidable
e irrepetible, a la cual nunca me cansaré de atribuirle cualidades mágicas. Los Teques produjo mucha gente feliz, incluyéndonos a nosotros.
Con mucho amor,
Gustavo
Mi blog es el www.lasarmasdecoronel.blogspot.com
Por todo lo que has contado Los Teques era
ResponderEliminaruna especie de epicentro de cosas culturales tan importante como Caracas.
Fernández Morán decía que escogió crear el IVIC
donde está por el clima de la zona. Iba en un avión y avistó ese tremendo
terreno. La temperatura se mantenía entre los 18 y 27 grados en los años 50 del siglo pasado.
Lástima que los politiqueros rencorosos fregaron al científico
y éste tuvo que emigrar para siempre jamás. Si mi memoria
no me juega una mala pasada murió en Estocolmo. Pero creo
que Verónica su hija cumplió su deseo de ser traído a
Maracaibo.
Buenos recuerdos Gustavo que alegran a tus amigos aquí en el foro,
es importante seguir en contacto con toda esa gente que conociste
(la que era de buena entraña, por supuesto).
ResponderEliminarMuy bella historia.
Me alegro que disfrutes este nuevo encuentro con amigos de la juventud.
Recordar es Vivir
Pienso mucho en tí y me alegra te mantengas activo.