Los tres Príncipes de Serendip
Nota: Mi proyecto FÁBRICA DE CIUDADANOS ha recibido ya el
apoyo de COENER, del Grupo de amigos de Houston, del Grupo de amigos de
Washington DC, del Grupo ULISES y del Foro Hatillano. Esta nota toca uno de los
temas que se desarrollarán en el proyecto
**** La casualidad no existe para quien está
atento al hallazgo
**** La
curiosidad lleva al descubrimiento
Hace casi 600 años, en 1557, Cristóforo Armeno publicó un pequeño volumen llamado, “Peregrinajio
di tre Giovanni Figliuoli del re di
Saerendippo”. El libro es una colección de historias cortas traducidas del idioma
persa, la historia de los tres príncipes de Serendip, los hijos del rey de la comarca que luego se llamaría Ceilán y
hoy se llama Sri Lanka, quienes fueron enviados por el padre a viajar para
educarse. En sus viajes hacen hallazgos
y descubrimientos que parecen producto del azar pero que son producto de su sagacidad
y poderes de observación. Estos hallazgos, generalmente provechosos, son los
que Horace Walpole, en 1722, dio en llamar “serendipity”, una nueva palabra que
él definió como la habilidad de hacer
descubrimientos felices de una manera inesperada.
Realmente, los descubrimientos y hallazgos de los tres
príncipes, más que inesperados, estaban relacionados con su gran capacidad de
observación, su insaciable curiosidad y la emoción que sentían de observar y
aprender del entorno. Los príncipes “encontraban”, no gracias al azar sino
porque siempre andaban buscando.
Una de las historias se refiere a un camello perdido. El
dueño les pide ayuda a los príncipes quienes le preguntan:
¿Es el camello tuerto del ojo derecho?
¿Le falta un diente?
¿Cojea?
¿Carga mantequilla y miel?
¿Lo cabalga una mujer embarazada?
Y le dijeron al dueño: Su camello debe
andar a unos pocos kilómetros por delante de nosotros.
El dueño respondió afirmativamente a todas las preguntas y pudo encontrar el
camello de acuerdo con lo que los príncipes le habían dicho. Ellos
habían deducido que el camello era tuerto del ojo derecho porque la grama del
camino había sido comida solamente del lado izquierdo. Los trozos de grama
remanentes eran de una forma tal que indicaban que al camello le faltaba un
diente. El contorno de sus huellas mostraba que arrastraba una pata. El
cargamento se identificaba por la presencia en el camino de hormigas y moscas
que perseguían la miel y la mantequilla. La mujer estaba embarazada porque
existían huellas de sus manos en la arena, la manera como la mujer embarazada
se levantaba del suelo después de descansar.
Hallazgos similares serían hechos mucho después por
Sherlock Holmes (Conan Doyle) o el Padre Brown (Chesterton), aquellos maestros
de la deducción.
Hoy en día estamos aprendiendo que estos hallazgos no son
enteramente casuales sino el producto de procesos cerebrales que generan la
observación y el conocimiento. Más que serendipia se trata de la existencia de
ventanas cerebrales que permiten a las neuronas entrelazarse por medio de las sinapsis,
poniendo en movimiento procesos que conducen al pensamiento crítico, a la
deducción y a la lógica. En los últimos 30 años hemos asistido al florecimiento
de una nueva ciencia, la neuroeducación, la cual se encuentra en la intersección
de disciplinas pre- existentes tales como la psicología, la sociología y la
medicina. Esta nueva ciencia utiliza el conocimiento del cerebro humano y de su
funcionamiento para optimizar los procesos de aprendizaje. Aunque sus
posibilidades son extraordinarias no ha pasado todavía del terreno de las hipótesis
y de las teorías y aún no representa una ciencia aplicable de manera confiable
a las estrategias de educación en el aula. Lo que ya se conoce, sin embargo, es
suficiente para comprender que la educación de calidad debe ser impartida por
maestros quienes estén al día con los progresos de la neuroeducación y que
ellos mismos hayan sido entrenados poniendo los conocimientos de esa nueva
ciencia en práctica.
Entre los campos de la educación que pueden beneficiarse
de estos nuevos conocimientos se encuentra la educación en valores, aspecto de
la educación del ser humano especialmente importante para la existencia de
sociedades civilizadas y armoniosas. Sin una masa crítica de buenos ciudadanos
activos no puede existir una sociedad que camine hacia el progreso. Venezuela
es un ejemplo dramático de esta aseveración. Un país con riquezas minerales
considerables se encuentra hoy reducido a la miseria más espantosa, debido a la
carencia de responsabilidad ciudadana por parte de sus líderes y, también, a la
indiferencia y lasitud de muchos de sus habitantes, quienes se acostumbraron a
depender del estado paternalista, el cual es hoy un estado forajido y fallido.
En el proyecto FÁBRICA DE CIUDADANOS que estamos
desarrollando, la neuroeducación deberá jugar un papel importante, no solo para
optimizar la manera y oportunidad de llevar a cabo el proceso de aprendizaje sino
para la formación de los maestros o tutores quienes llevarán a cabo la tarea de
la enseñanza. Ya se sabe que la educación en valores debe comenzar a los tres
años, mantenerse durante toda la pubertad y continuarla hasta el nivel universitario, ya que el neurocientífico
Francisco Mora nos dice en su libro “Neuroeducación” que hasta unos 26 años de
edad “los circuitos y redes neuronales de la corteza prefrontal del cerebro
humano aún representan los sustratos
neurobiológicos de los valores”.
¿Cuáles son los valores básicos que pueden enseñarse,
según el neurocientífico Francisco Mora?:
Puntualidad,
responsabilidad ante los compromisos, autosuficiencia, autocontrol, dominio
emocional del lenguaje, ética, respeto por el espacio ajeno, la libertad, la
dignidad, la igualdad, la nobleza, la justicia, la verdad, la belleza, la
felicidad.
A ellos agregaríamos la tolerancia, el uso racional del
tiempo y del dinero y la elaboración de un proyecto de vida.
Pensemos en lo importante que sería el poder contar con ciudadanos
venezolanos que puedan desarrollar algunas o todas estas cualidades como una segunda naturaleza.
Queridos
amigos:
Educar es mucho más que instruir. Educar es atender a la formación
integral de un ser humano responsable, socialmente contributivo, abierto a la apreciación
y defensa de la belleza y la naturaleza, alguien que sea realmente digno de su
nombre Homo sapiens. Sin suficiente gente como esta Venezuela jamás podrá ser
una nación civilizada. En este momento nos encontramos al nivel de los países
más atrasados del planeta, después de muchos años de darle a nuestra gente una
pésima educación ciudadana.
Venezuela precisa caminar hacia su redención rechazando
los atajos providenciales sugeridos por los
falsos Mesías. Necesita emprender el largo, hermoso y luminoso camino que
llevará a la transformación de nuestro gentío en una nación de buenos
ciudadanos activos. Cuando un nuevo gobierno democrático tome las riendas del
país le pondremos en sus manos un proyecto nacional que muestre ese camino.
Los proyectos educativos e iniciativas comunitarias que se hicieron durante el gobierno de CAP 1 (1974-1979) dieron resultados favorables, en especial los que incluyeron al campesinado. Los esfuerzos para rescatar Venezuela valen ahora más que nunca. ¡ánimo!
ResponderEliminarhttps://youtu.be/yxMp99Dr3AU