viernes, 29 de abril de 2022

VIAJE AL CORAZÓN DE LA LIBERTAD

Hoy, martes 26 de abril, estoy en Filadelfia y he pasado todo el día caminando dentro del corazón de la libertad. Para todos quienes la amamos, caminar por el centro de Filadelfia produce igual emoción que la de un  hadji en La Meca,  un católico en la plaza de San Pedro o  un melómano frente a la tumba de Sergio Rachmaninnov. Son unas 10 manzanas en el centro de Filadelfia que se caminan con reverencia y asombro ciudadano, reviviendo la historia de como una nación se hizo libre, cuanto sacrificio individual lo hizo posible y cuanta dedicación y generosidad pública o anónima contribuyó a forjarla.

La historia que se va revelando ante nuestros ojos al ver los sitios y objetos hoy sagrados, al leer sobre las gestas individuales, es una de generoso y desinteresado esfuerzo. Vemos honrados en bronce nombres que nunca habíamos escuchado antes, pilares fundamentales del esfuerzo. Por  ejemplo, Robert Morris, 1734-1806, de quien nunca había oído hablar y quien fue el financista de la revolución, por lo cual  terminó arruinado. Su  estatua está hoy en el centro de la ciudad. Benjamín Franklin está en todas partes, en los museos, en las tiendas de “souvenirs”, dando nombre a esquinas, museos e institutos.

En el edicicio del centro de la independencia un  niño de hoy y también un anciano, pueden sentarse en una silla, copia exacta de la silla utilizada por los firmantes originales, para “estampar” su firma en la declaración de la independencia.





 El empleado pulcramente uniformado que hace guardia al lado de la campana de la libertad nos cuenta la historia con  ojos humedecidos. No hay nada más contagioso que las lágrimas cuando hablamos de libertad.  





Camino por la calle Walnut hacia el oeste y encuentro el Museo de la revolución Americana y el museo Franklin a mi izquierda y, a mi derecha,  el museo de la Libertad. Al llegar a la intersección con la calle 5 veo un  jardín, florecido y adornado de “dogwoods”. allí está situado el Hall de la Independencia. En la calle 6, cruzo a mi derecha para llegar al edificio de cristal que aloja la campana. Al lado de este edificio  hay un pequeño lote de unos 200 metros cuadrados que marca el sitio de la primera casa de los presidentes, donde George Washington y luego John Adams vivieron durante sus presidencias.

Al cruzar la calle Market entro al  Centro de Visitantes, un primoroso edificio que contiene servicios de información, centro de ventas de souvenirs, un café y el baño público más pulcro que he visto en mi vida. Además veo numerosos panfletos turísticos sobre visitas cercanas, incluyendo la zona de los Amish. Hay un pueblo allí llamado INTERCOURSE, que me parece un destino atractivo, aunque quizás de difícil acceso para mí.  





Filadelfia es una ciudad interesante pero ha sido muy golpeada por la pandemia. Muchas de sus atracciones y restaurantes de nombres atractivos están cerrados y algunos se muestran señales de deterioro irrecuperable. Sus museos son extraordinarios pero, lamentablemente encontré cerrado la joya de la ciudad, el museo Barnes. Visité el Instituto Franklin de ciencias, sitio donde fui uno de los pocos adultos, lugar lleno de niños bulliciosos interactuando con los diversos puntos de exhibición,  donde uno puede verse todos los detalles acerca de su cerebro,  caminar dentro de un corazón o visitar a Harry Potter.

Estuve en el muy recomendado Mercado Terminal Reading, el cual es muy grande, con unos 80 sitios individuales de venta de todo tipo de comida, flores, frutas y vegetales, al estilo del mercado de las Ramblas de Barcelona o el de Madrid, pero no a la altura de estos. Allí me desayuné con un gumbo de camarones y unas  salchichas de cocodrilo en un sitio de comida “cajun”, no muy limpio. La señora vendedora no cesó de decirme “Darling”, muy a la “Gone with the Wind”. 

Cerca del mercado se encuentra el Barrio Chino, copia al carbón de los diversos barrios chinos de las ciudades estadounidenses (excepto el notable de San Francisco), con pequeñas cuevas oscuras donde se comen extraordinarios patos laqueados y maravillosos puestos de frutas (creo que los chinos acaparan las frutas más hermosas del mercado para venderlas en su barrio).

Comí en dos restaurantes que me llamaron la atención, ambos muy buenos: el MALBEC ARGENTINA, en la calle 2,  pequeño pero con unas carnes extraordinarias. Llegué a la hora del “happy hour” y comí brochetas con chimichurri y salchichas muy buenas y tomé malbec muy agradable, todo por $44.

Al día siguiente fui al “OLD BOOKBINDER”, en la calle Walnut, y comí media docena de ostras, una excelente ensalada de salmón y torta de chocolate, todo  con un aceptable “Chardonnay” de la casa, por $45, también por estar dentro del “happy hour”.  



Durante mi estadía de 2 ½ días en Filadelfia caminé 14 millas, según mi celular. Creo que demasiado para mi edad, mi talón derecho me lo está reclamando, pero si uno desea conocer una ciudad hay que caminarla.  Sobreviví en razonable forma.

Regreso a mi casa satisfecho de haber estado en el corazón de los acontecimientos que dieron origen a esta gran nación. La emoción que despierta la libertad no tiene fronteras ni nacionalidad. Al contrario, tiene un ingrediente contagioso. Salí de allí con las pilas recargadas en mi deseo y propósito de ver a Venezuela libre de tanta alimaña ignorante, cursi y corrupta, deseoso de seguir luchando no solo contra los criminales sino contra quienes le hacen la corte, esas versiones criollas de Patricia Hearst.  


2 comentarios:

  1. Se te ve muy bien Gustavo. En Caracas hay dos sitios buenos para comer ostras, el primero AltaMAR en Altamira, de buena factura. Las de Oceanico OYSTER BAR en Av. Panorama, C.C. Mirador, nivel PB, local 1, Lomas de San Román, Caracas (Excelentes). Es delicioso ver Caracas comiendo Ostras y tomando Cócteles Vodka con Absolut Watermelon.

    https://www.instagram.com/oceanico_rest/

    Va un buen abrazo,

    ACOSTA, MADRID.

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  2. Buenos noches Ing: Que gusto leerle.Sabe, mejor yo lo invito a comer arepas de harina en Merida, Exclusivas para usted.Tiempo sin saludarle, Que bueno que esta bien, Dios le bendiga a usted y a su familia.Mis respetos.

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