Monseñor Edgar Peña
Parra, alto funcionario del Vaticano y natural de Maracaibo, acaba de reunirse
con el dictador Nicolás Maduro. Fue entrevistado por la Voz de América y
creemos importante comentar la entrevista, porque se trata de la postura oficial de la
iglesia católica sobre Venezuela, verla completa en: https://www.costadelsolfm.org/2022/11/21/monsenor-edgar-pena-parra-hablo-sobre-la-reunion-que-sostuvo-con-nicolas-maduro/
Lo primero que uno se
pregunta es si el Vaticano debe reunirse con el dictador Nicolás Maduro, uno de
los gobernantes más crueles y destructivos del planeta, quien ha generado la
ruina de su país y condenado a sus habitantes a una vida azarosa, llena de miseria
y represión. La desastrosa actuación de Maduro y su pandilla de narcos ha sido
causante de la fuga de unos siete millones de venezolanos del país, en búsqueda
de comida y libertad. Mi criterio es que tal reunión indica debilidad por parte de la
representación oficial de la iglesia católica mundial y envía una señal
negativa acerca del liderazgo moral que el Vaticano debería representar.
Quisiéramos pensar que esta reunión ha sido motorizada por la buena fe, con la intención de aliviar en algo
el sufrimiento de los venezolanos, pero existe el peligro que haya sido un
resultado de una postura más bien política por parte del Vaticano, en lugar de
la postura ética que está obligada a mantener en todo momento. El Vaticano es
una fuerza moral más que un estado con intereses geopolíticos y es un error
grave olvidarlo.
Monseñor Peña Parra ha
debido pasar amargos momentos durante esta reunión y, luego, al tratar de
justificarla. Ello se deja ver en la ambigüedad de sus respuestas al
entrevistador de la Voz de América. Dice que “la iglesia católica espera que
Venezuela tenga un diálogo sostenible y productivo….”. Sugiere que “algo
positivo está sucediendo y puede suceder”, sugerencia que no puede menos que
oxigenar al dictador. “Algo se mueve en
positivo”, agrega, aun cuando no sabe “cuan profundo sea lo positivo. Que algo
positivo está ocurriendo, dice es mi impresión… basada en la gente que pasa por
Roma”, aunque – agrega – que “ personas serias me hablan de un 85% de pobreza’.
Monseñor Peña Parra dice
que le transmitió a Maduro “el deseo de la santa sede que Venezuela tenga un diálogo
constructivo… aprovechando las circunstancias que se han dado, como la guerra
entre Rusia y Ucrania… , Venezuela es un país que tiene mucho que decir en el campo
energético”. Monseñor Peña Parra parece decir que Venezuela debe aprovechar la
crisis petrolera actual para ser de nuevo un país petrolero importante. De esta
manera el representante del Vaticano parece apoyar un renacimiento petrolero
venezolano, el cual no puede darse a menos que el dictador Maduro obtenga
concesiones que son éticamente inaceptables.
Cundo habla de la aplicación
de justicia Monseñor es cauteloso: “Cada proceso tiene su personalidad, pero
procesos como el que hemos llevado nosotros requiere precisamente confrontarse
con eso (la paz y la justicia). Quise subrayar en general de la paz, que, para
lograrla, es necesaria la reconciliación y el perdón, pero al mismo tiempo es
necesaria la justicia”.
En lo que nos dice Monseñor queda abierta la interrogante sobre el
balance entre justicia y “reconciliación”. Creo que el Vaticano debe ser más
rotundo en recalcar que la justicia debe prevalecer, no dejar dudas sobre el
camino preferido.
En lo que se refiere al éxodo de venezolanos, Monseñor
no habla de los horrores relacionados con esta trágica diáspora y sobre lo que hemos
visto en el cruce del estrecho del Darién, sino que dice: “En relación con la
migración venezolana, no sé en este momento cuánto sea el flujo de gente que
sale. Quizás todavía hay gente que quiere salir. Sé que hay un progresivo
interés por volver a la nación de algunos. Se comienza a verificar que, ahora,
que viene diciembre, muchos de los que podías venir, han venido”.
De nuevo, considero que esto es un intento de
estar bien con Dios y con el diablo, lo cual es
- en mi opinión - una señal que la política prevalece sobre la ética en la
postura del Vaticano.
Monseñor tiene una impresión final: “Me llevo
esta imagen de una Venezuela que da la impresión que, a todos los niveles,
quiere seguir caminando, eso lo he notado, cada quien en la circunstancia en
que está. Venezuela no se ha dejado…”>
Es decir, Venezuela lucha. Ese es un mensaje
positivo. Pero está bastante lejos de ser el mensaje que el Vaticano debe dar
sobre la tragedia venezolana. ¿Si el
portavoz de Jesús en la Tierra no es
capaz de enfrentarse abiertamente al dictador Maduro, a su crueldad y a su
pandilla de narcos civiles y militares,
¿Si
este es el mensaje del Vaticano, que podemos esperar de naciones que consideran
normal no tener amigos sino intereses?
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