Un libro de versos, un frasco de vino, una hogaza de pan y tu a mi lado....... ese sería mi paraíso
Reflexiones próximo a entrar en la novena década
Tengo un largo viaje ya recorrido, en el cual – concordando con
los consejos de Constantino Kafavis en su poema ITACA – he llegado a muchos
puertos y he visto muchas cosas maravillosas, sin encontrar demasiados monstruos
en mi camino. En ese largo y extraordinario viaje, acompañado por una bella y
noble mujer durante casi todo el trayecto, me admiro de lo feliz que he sido y
no puedo explicarme con entera claridad las razones de esa felicidad. Aunque no existe una fórmula mágica universal, si hay
algunos rasgos que pueden ser comunes.
Pienso que la razón esencial de mi felicidad ha sido haberle
encontrado, desde muy temprano, un sentido a la vida. Y ese sentido que le he
encontré a la vida desde que tuve uso de razón, a los 8 o 9 años, consiste en haberme
relacionado con lo maravilloso y bello del mundo y haber descubierto a muy
temprana edad la facultad de soñar. Esa temprana identificación con lo bello y maravilloso
del mundo me llevó al disfrute de la literatura y de la música desde muy temprano.
Descubrí a Dumas, a Verne, a Baltasar Gracián, a Walter Scott, a Tchaikovsky,
Debussy y Gershwin casi en mi primera infancia y ya no pude pensar en vivir sin
ellos y sin muchos otros más como ellos. Y los sigo descubriendo.
El sentido de la vida como disfrute de la belleza del mundo se
reforzó con lo aprendido en mi hogar, esencialmente
a través del ejemplo de mi madre. Desde pequeño pude darme cuenta que ella vivía
para servir, que había puesto su vida a trabajar por la felicidad y el bienestar
de los menos favorecidos. Era una campeona de las causas justas y del bienestar
de la comunidad. Y eso la llenaba espiritualmente de manera total y sin
necesidad de predicarlo. Su ejemplo me inspiró a seguir sus pasos,
sencillamente observando como vivía su vida. MI padre era menos activo en el
campo social pero tenía un feroz sentido del deber hacia su familia y su
trabajo y el ejemplo de esos dos padres formó la base de mi educación
espiritual.
Como ellos no eran religiosos
yo tampoco lo he sido y, en eso, también he seguido sus pasos. La fe religiosa
nunca entró en nuestro hogar, aunque nunca fuimos, ni lo soy hoy,
anti-religioso. Me considero un humanista, pero enteramente basado en mi
apreciación, respeto y amor por el ser
humano y en la conciencia del deber de hacer el bien. No me siento
particularmente orgulloso de no tener fe religiosa y acepto que la fe
proporciona a muchos un sentido de la vida que los ayuda a ser felices y a
navegar por los mares azarosos que suelen presentarse en nuestro viaje. Pero si
siento cierto orgullo de haber sido feliz y de haber vivido la
buena vida sin pensar que ello me proporcionará una recompensa en una vida después de la vida. Desearía
estar equivocado en este escepticismo, no
tanto por mí, sino por los seres que he
amado y quienes ya no están conmigo, ya que me resulta difícil resignarme a su
total desaparición. En este sentido, comparto el instintivo sentido de justicia
que nos dice que el bien debe ser recompensado pero, al mismo tiempo, una vocecilla me dice que la justicia no aplica a los
accidentes cósmicos y, eso es - agrega
la vocecilla - lo que somos nosotros.
Motivos de Alegría
Hay algunos ingredientes de mi felicidad que he podido
identificar con razonable grado de certeza:
· Una irrefrenable
curiosidad por conocer de todo, lo cual hace de cada día una oportunidad para
expandir mis horizontes. El universo está tan lleno de maravillas y hay tanta
gente extraordinaria en nuestro mundo
que nunca podremos llegar a conocerlas y conocerlos debidamente. Y esto nos
lleva a celebrar cada nuevo amanecer
· La necesidad de servir,
de ser útil, de lo que he llamado ser buen ciudadano, porque siento que es mi deber y que, al hacerlo, sigo fielmente las
instrucciones y enseñanzas que recibí de padres, maestros y amigos. Siento la
necesidad de probarles, ahora a sus sagradas memorias, que cumplo sus
enseñanzas. Ellos son mis accionistas en mi empresa imaginaria dedicada a la promoción de la vida buena y debo presentarles
un informe que me permita recibir su aprobación
· Una progresiva
apreciación de la belleza en el ser humano y en la naturaleza que nos rodea. A
medida que me acerco al fin de mi viaje establezco una progresiva identificación
con lo bueno, en un afán de fusionarme con esa fuerzas positivas de nuestro
mundo
· Una intensificación de
los sentimientos de compasión y del amor. Compasión por quienes no pueden ser
felices y a quienes tiendo una mano real o imaginaria. Amor, porque es el sentimiento
que nos llevará a validar nuestra condición de Homo sapiens. Al hablar de amor
no me refiero solo a nuestros sentimientos instintivos de afecto sino también
hacia aquellos por quienes no sentimos
atracción.
Este artículo de opinion es realmente hermoso y muy humano.
ResponderEliminarMi admiración.
Todo un ejemplo de ser humano y de enfoque de vida.
Mis sinceros deseos de Salud y Felicidad