Desde 1999 Venezuela vive y
duerme con un cadáver arbitraria y erroneamente identificado como revolución. Este cadáver político es
personificado por un paracaidista inculto, sin preparación alguna para las
tareas de gobierno, llamado Hugo Chávez Frías. Su llegada al poder hizo posible
la transformación de un mandato normal en
un proceso grotesco al cual se le llamó revolución, en burda imitación de lo
hecho por Fidel Castro en Cuba hace más
de medio siglo.
Después de todos estos años de progresiva putrefacción el cadáver – misericordiosamente
- se ha apergaminado,
como le sucedió a la madre de Norman Bates, el protagonista de “Psycho”.
Ya son pocos, Chávez y su escaso entorno íntimo, quienes siguen hablando de la
“revolución” como si estuviese viva. El proceso politico venezolano existente
consiste en primitivas acciones de sobrevivencia en el poder, no importan ya las
maneras de hacerlo ni el impacto que las decisiones que se toman puedan tener
sobre el futuro de la nación. Es un proceso hasta ahora exitoso en su objetivo de
poder, debido a la naturaleza poco ilustrada e indiferente de amplios sectores
de nuestra sociedad y a la habilidad del paracaidista para mezclar una política
de dádivas con promesas populistas, con la coacción y hasta ingredientes pseudo-religiosos
que explotan la superstición de nuestro pueblo.
Lo que fué bautizado como una
revolución se reduce a un caudillaje al estilo del siglo XIX, eso sí, con grandes
cantidades de dinero petrolero. Como resultado de esa orgía de dinero y de la total carencia de transparencia, Venezuela
es hoy en un centro de corrupción y de inmoral desenfreno como no se había visto
nunca antes en nuestro hemisferio.
Lo que motiva esta reflexión no
es tanto hablar del cadaver llamado revolución, pués ese ya tiene algun tiempo
en una silla de ruedas, acumulando el polvo de la indiferencia o hasta el
desdén de quienes viven con el. Nuestro motivo de reflexión es la gente,
nosotros los venezolanos, quienes hemos consentido en vivir y dormir con este cadáver en descomposición
por largos años. Independientemente de las razones que hayamos tenido para consentir
en esta perversión el resultado sobre la
psiquis colectiva es el mismo: a través de ese contacto, la sociedad venezolana
ha adquirido el hedor de la muerte y de
la putrefacción, un fétor que tardará mucho tiempo en desaparecer, aun años
después que la momia que lo causa haya sido enterrada.
La sociedad venezolana está
impregnada del fétor de la muerte moral.
Esta etapa de trece años podrá,
inclusive, extenderse un tanto más. Digamos que puede llegar a ser de 15-20
años. A pesar de su horror podría ser considerada como historicamente breve. Pudiera
pensarse, por lo tanto, que una vez superada, la sociedad venezolana estaría en
capacidad de reanudar con rapidez una vida normal. Eso, lamentablemente, no es
así. Un ser humano sometido a una experiencia aterradora, a un proceso de
degradación física y espiritual, tarda mucho tiempo en recuperarse, aun después
que haya cesado la causa directa de su degradación. En el caso de la sociedad
venezolana el efecto es similar, quizás peor. Y lo será porque tenemos que ir a
buscar la causa de nuestra degradación
social en nosotros mismos. No fué una imposición la que nos llevó hacerlo. Fué el producto de una decisión colectiva
conciente – activa o pasiva - lo que llevó
a la sociedad venezolana a vivir y dormir con un cadáver putrefacto por estos largos
años. Aun quienes se opusieron a esa perversión y actuaron dignamnte título individual no pudieron hacer, como
sociedad, lo que hubiera sido necesario para impedirlo.
Esa decisión colectiva desnudó nuestra
naturaleza como pueblo. Me lleva a preguntar donde quedaron aquellos sueños de
grandeza de la sociedad democrática que emergió de la noche perezjimenista, aquella
sociedad que tuvo líderes de prestigio continental, la que comenzó a constituir
una clase media ilustrada y progresista, ayudada por el maravilloso empujón que
le dió la inmigración europea de la post-guerra. La desaparición abrupta que ha
experimentado esa sociedad nos hace pensar en las líneas de Keats: “Donde están
los cantos de la primavera, adonde fueron?”. Pero a diferencia de Keats, quien
nos recomienda: “No pienses más en ellos, tu también tienes tu música”, no
logro encontrar música redentora alguna en este trágico arroz con mango que es
la sociedad venezolana de hoy.
La sociedad venezolana deberá
caminar por mucho tiempo con el pesado fardo de su sentido de culpa. Le pesará
doblemente porque ha probado tener estrechos hombros. Algo deberá suceder en el
futuro, algo que no vemos en el horizonte aún,
para que los venezolanos podamos quitarnos de encima el olor a muerte y
putrefacción y podamos encaminarnos de nuevo, con la frente en alto, hacia la
grandeza.
El problema de origen es social: un país de irresponsables, regando hijos por todas partes, sin ética ni valores, con una dirigencia que, en vez de seguir una política de planificación familiar, educación e inmigración selectiva, creó el sistema clientelar que el chavismo perfeccionó.
ResponderEliminarSí, estimado amigo, este sistema perverso, la prostitución de la democracia, fue creado por los adecos. Corrompidos hasta el alma -en la tarea los acompañó Copei-, cómodos en sus oficinas con aire acondicionado, se olvidaron de todos los principios, mientras anidaba el huevo de la serpiente que se los iba a engullir.
El sistema funcionó montado en la riqueza petrolera, que aflojó todos los resortes morales y el deseo de trabajar con honestidad. Tal riqueza, que pudo haber sido una bendición, nos convirtió en flojos y pusilánimes. Y a las pruebas me remito: después de estos insufribles años, hemos sido incapaces de sacudirnos el yugo de esta dizque revolución, que no es más que un inmenso cogeculo -y me perdonan la expresión-.
Este pueblo irresponsable eligió el peor de los caminos: un militar, con la ñapa de su pasticho fascio-comunistoide.
Ahora sale el otro cadáver insepulto de Giordani a decir que lo regalado se tiene que acabar. lo que podría y debería ser una política seria, el aumento de la gasolina, no es otra cosa que meterle la mano en el bolsillo a la clase media para seguir alimentando el insaciable y mostruoso sistema clientelar que han montado, para seguir arrojando limosnas a su "target" -para emplear el terminacho de los "expertos en marketing", esos pseudo genios que creen que con jingles y cuñas van a desalojar al mostruo con pretensiones totalitaria que nos arruina el futuro-. Lo mismo con las tales comunas, no otra cosa que una forma de control social, de Apartheid y de reparto de limosna.
Estamos jodidos. Saludos cordiales.
PD: es monstruo, no mostruo...
ResponderEliminarSi la unica salida es Maiquetia, entonces si estamos jodidos.
ResponderEliminarSi otras sociedades han podido superar sus fracasos, nosotros tambien podemos.
No hay riqueza suficiente para pagar a los mercenarios cubanos, a los porta franelas y aceitar la maquina de corrupción, asi que a pagar mas por todo y mas impuestos directos e indirectos Cuba lo ordena.
EL Gobiernos Venezolano tiene dos grandes burocracias dedicadas solo a mantener a Chavez en el Poder son Millones de Empleados en Cuba y Venezuela cuyo unico trabajo es que Chavez siga en el Gobierno y que firme los cheques.