*** Una reflexión al cumplir 84 años
Durante estos terribles años del chavismo embrutecedor muchos venezolanos
han dejado de soñar con un país posible. Han colocado sus sueños para Venezuela
en modo de espera, a fin de dedicarse a sobrevivir en medio de la pesadilla.
Sin embargo, no los han olvidado, solo los han puesto en el congelador mientras
salimos del lado oscuro de la Luna.
El más importante de estos sueños tiene que ver con una Venezuela de
ciudadanos, una Venezuela en la cual casi todos seamos contribuyentes al progreso
colectivo y no meros parásitos
chupadores de los recursos de la nación. Es el sueño en el cual una sociedad
venezolana cuya estratigrafía moral pudiese modificarse para cambiar de ser un simple gentío a ser una comunidad de ciudadanos. Haciendo una
estimación bastante subjetiva podemos decir que en Venezuela tenemos un 1% de
héroes, un 20% de buenas personas activas (ciudadanos verdaderos) , un 60% de
buenas personas pasivas (proto-ciudadanos), un 15% % de malas personas pasivas
(proto-criminales) y un 4% de
criminales, gente sin mucha posibilidad de redención, ya sea libre en las
calles o distribuida en colectivos, cárceles, ministerios, tribunales,
embajadas y empresas del Estado.
En nuestros sueños reconocemos que nuestra sociedad nunca podrá llegar a
ser una de héroes. El heroísmo es, por definición, excepcional y ni siquiera es
justo esperar que nos comportemos de manera heroica en nuestra vida cotidiana.
Nuestros héroes nunca representarán mucho más de ese 1% de la población ( y
creo exagerar, pues ello significaría tener unos 300.000 héroes en el país).
Tampoco hemos soñado en convertir al 4%
de criminales en gente buena. Y aunque creemos posible ir bajando el porcentaje
de gente mala pasiva, tampoco pensamos que ese es el grupo donde debemos hacer
un mayor esfuerzo de transformación.
La clave de la gran solución para nuestra sociedad siempre ha radicado en cómo
lograr incorporar mucho del 60% de personas buenas pasivas, los
proto-ciudadanos, al grupo de buenas personas activas, es decir, los verdaderos
ciudadanos. Invertir los actuales porcentajes de gente buena en nuestra
población para lograr un 60% de ciudadanos es la clave de la solución para
Venezuela. Una vez que el país adquiera una masa crítica de buena ciudadanía su
progreso estará asegurado.
Pero aun en los sueños no es suficiente con el QUE. Tiene que haber un COMO.
Decíamos y decimos que esto es perfectamente posible de lograr en un periodo
razonable de tiempo, unos 15 a 20 años, menos tiempo que el lapso de una generación.
Es más fácil que ir a La Luna y ya el hombre fue y regresó. En realidad, ya existen
países donde los ciudadanos son mayoría o están muy cercanos a serlo y ello se
ha traducido en progreso y felicidad social: los países escandinavos, Canadá,
USA, Inglaterra, Costa Rica, Uruguay, Chile, Barbados.
Como lo podemos hacer? Mediante la adopción, como política de estado, de un
programa masivo de educación ciudadana, el cual comience desde la escuela
primaria, continúe en la secundaria y lo acompañe hasta que el venezolano
culmine sus estudios. Este programa
deberá tener tres componentes principales: Un
buen diseño, orientado a promover las cualidades ciudadanas esenciales de
respeto, compasión, tolerancia,
apreciación del esfuerzo colectivo, respeto por los activos públicos y
disciplina social; un carácter masivo,
a nivel de país y una total independencia
del ciclo político, es decir, insensible a los cambios de gobierno. De
estos tres ingredientes esenciales el tercero será el más difícil de lograr, en
un país cuyos gobiernos tienden a hacer tabula rasa con lo que se ha hecho en
el período anterior pero ciertamente no imposible, si tenemos la sabiduría de
seleccionar estadistas honestos y no aventureros y demagogos, como los que
hemos tenido durante los últimos 18 años.
Es preciso no renunciar a nuestros sueños por una mejor Venezuela. Somos
mejores que lo que estos años de pesadilla llevarían a pensar. Es preciso estar
preparados para despertar de esta pesadilla con alegría
y optimismo. Después de esta larga noche se le abrirá a Venezuela un nuevo
camino de redención y reconstrucción
espiritual. Andémoslo.
Gracias Gustavo. Toca a cada uno de nosotros encontrar cómo contribuir a construir la nueva Venezuela.
ResponderEliminarEstimado amigo, la pelea nunca termina. En Canada hay un grupo que quiere cambiar el sistema de votaciones, y muchos esperamos que no cambie. Justin Trudeau al principio de su mandato hizo un aguaje, afortunadamente en eso quedó. La democracia canadiense está blindada, sellada y asegurada. Liberales y Conservadores se alternan pacificamente y todo sigue en calma. Claro que no todo es oro, hay baches. Pero el camino del señor, como dicen, está lleno de fracasos que se comenzaron con buenas intenciones.
ResponderEliminarY ser buen ciudadano no significa necesariamente estar involucrado en la vida politica e ir a votar. La abstencion puede indicar, a grandes rasgos, o que las cosas van mal o que funcionan y cada uno va a lo suyo. Una sociedad de ciudadanos es aquella donde prevalecen los valores y la gente tiene derechos pero tambien cumple con sus deberes. No hay sociedad perfecta pero de consuno con la educacion ciudadana es imprescindible el control de la gestion publica y la sancion.
ResponderEliminarExcelente escrito. Aunque todavia la pesadilla sigue y el pais y su economia estan en caida libre. Cada dia que pasa con este regimen criminal y marioneta de los cubanos aleja y dificulta esa tarea futura.
Hola Gustavo, mira lo que dijo esta joya ayer sobre las reservas in situ. Nos gustaria conocer tu opinion.
ResponderEliminarMe parece que estos individuos no se han dado cuenta de que ya existe el fracking, y llegó para qudedarse, y que como tú dices si seguimos así la bella faja quedará como la bella Rosalinda que era tan bella pero tan bella que nunca pudo desposarse.
https://www.youtube.com/watch?v=AYON5Rxexng