En Noviembre del
año pasado, en este blog, ver: http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2018/11/comer-sapos-es-incompatible-con-nuestra.html
comentábamos un artículo de Michael Penfold titulado: “Sobre la naturaleza del
conflicto político venezolano” en el cual Penfold, después de haber hecho
una certera descripción de la tragedia venezolana, terminaba pidiendo una
negociación con el chavismo, en la cual se le diera a este grupo plenas
garantías políticas y judiciales. Postulaba Penfold que sería necesario “comernos varios sapos:
justicia transicional, sobrerrepresentación de las minorías, transferencias
fiscales aseguradas y amnistías de todo tipo”. Y
terminaba diciendo: ““Es más que evidente que la negociación [en esos términos de comer
sapos] es inevitable”.
En aquel momento
respondí a ese artículo diciendo: “Comer sapos, nunca, si es que Venezuela desea recuperar algún día su
dignidad. El país está hoy destruido material y espiritualmente. Su redención
futura incluye como componente fundamental, indispensable, la
recuperación de la dignidad ciudadana. Y la dignidad ciudadana de los
venezolanos jamás podrá ser recuperada si comemos sapos, es decir, si dejamos
de aplicar debidamente la justicia, si otorgamos amnistías a los
narcos, ladrones y asesinos del sistema chavista-madurista, si permitimos a los
criminales irse impunes. De igual manera es preciso rechazar de plano las
negociaciones, no importa quien las pida, así sea el Papa, así sea la Unión
Europea o el difuso y desprestigiado Grupo de Boston. Negociar con
esos desalmados que han arruinado al país llevará a la prostitución y abandono
de principios y valores que son sagrados”.
Hoy Penfold escribe un nuevo artículo en el cual, después de hacer otra
certera descripción de la tragedia venezolana, insiste en sus planteamientos
anteriores. No tenemos dudas de dos cosas: una, que Penfold desea sinceramente ver el
final de esa tragedia venezolana y, dos, que el camino que predica es
equivocado.
Y agrega: “Aún no existe en
el caso venezolano una oferta pública que sea altamente atractiva para todos
los actores relevantes que sostienen a la coalición dominante en el poder,
incluyendo a los militares, que los induzca a aceptar los beneficios de un
cambio político. Esa oferta pública, que debe ser el principal trabajo político
de la Asamblea Nacional, tiene que cubrir una oferta institucional en lo
militar (la amnistía es insuficiente), en lo transicional (no solo jurídico
sino sobre todo en lo político para que sea lo suficientemente inclusivo y que
impida que haya una cacería de brujas) y también electoral (que blinde la ruta
comicial y le garantice espacios a los chavistas para que no sean barridos”.
En mi opinión este párrafo de Penfold representa,
no ya una estrategia válida y compatible con la dignidad de las víctimas del
chavismo, sino una entrega. Su redacción nos causa malestar. Después de 20 años
de represión, de humillación, de soportar abusos, de ser confiscados,
apresados, torturados y asesinados, las víctimas del chavismo – dice Penfold- simplemente
no han logrado hacerles una oferta al chavismo lo suficientemente atractiva
para que dejen de arruinarnos. ¡Una oferta! Es decir, no basta con la tragedia
ya sufrida por el país. Es más que eso, el país parece haber sido incapaz de
haberle hecho a la pandilla de criminales en el poder una oferta lo
suficientemente “atractiva” para que salgan caminando tranquilamente de Miraflores
tranquilos a fin de que podamos volver a ser felices.
Penfold agrega que esa oferta debe ser lo suficientemente
buena ya que los militares tienen muchos beneficios actualmente, los cuales no
van a entregar. Dice: “los militares van a actuar corporativamente
pues controlan el sector petrolero, minero y alimentario además de todo el
comercio ilegal. Sus rentas pueden fácilmente representar más del 10% del PIB.
Es ilusorio pensar que los militares simplemente se van a quebrar internamente
a través de un golpe de estado para favorecer a la oposición o inmolarse por la
revolución sin proteger primero colegiadamente sus intereses”. En otras
palabras, debemos pagar una vacuna lo suficientemente grande para que nos
liberen, sin garantías de que no volverían al cabo de una breve pausa.
Antes de seguir adelante deseo decir que tengo
mucho respeto por Michael Penfold. Es un excelente politólogo, quien ha escrito
una serie de análisis sobre las posibles soluciones para Venezuela y ha llegado
a la fría y desapasionada conclusión de que lo que propone arriba es la única
vía posible para llegar a elecciones libres y transparentes. Deseo dejar claro
que no combato a la persona, combato su opinión.
Y lo hago por dos razones principales: una,
porque es una vía meramente utilitaria, estratégica, desprovista del
ingrediente ético que debe ser inseparable de la aplicación de la justicia, de
la defensa de principios y valores colectivos sagrados. Desde Aristóteles para
acá los filósofos morales han mantenido que el buen ejercicio de la política no
puede ser moralmente neutral sino
promover activamente la creación de buenos ciudadanos. La Polis, decía
Aristóteles, debe dedicarse a la promoción de lo bueno. De otra manera una
asociación política sería solo una alianza de intereses particulares y una ley solamente
un convenio, en lugar de ser una regla del buen vivir. La búsqueda de soluciones
pragmáticas, con toda y su buena intención, sacrifica importantes aspectos de
dignidad y de derechos humanos que son fundamentales para una sociedad. Cuando
se promueve una solución que los ponga a un lado, aunque cuando tal solución
nos permitiera ganar la batalla, estaríamos perdiendo la guerra. Esto me lleva
a la segunda de mis razones para diferir de Penfold. Una vez que se haga la “oferta”
lo suficientemente “buena” para ser aceptada por la pandilla criminal y los militares
sean perdonados y su inviolabilidad garantizada; una vez que los líderes del
chavismo, quienes han arruinado al país material y espiritualmente, hayan
logrado salir del poder con garantías de ser tratados como el resto de los
ciudadanos quienes han sido sus víctimas, en ese momento, estaríamos invitándolos
– con nuestra actitud complaciente - a regresar
después de algún tiempo al poder, puesto que estaremos aceptando de manera
implícita que el crimen cometido por ellos fue una estrategia exitosa. Estaremos
abandonando las enseñanzas de nuestros padres
que nos hablaban de luchar contra la injusticia, contra la maldad. Tendríamos
que aceptar que aquello de que el “crimen no paga” era un cuento de camino. Si
quienes han tenido una vida éticamente bien vivida tienen que ir a sentarse en
una mesa, secretamente como recomienda Penfold, con quienes han tenido una vida
mal vivida para reconocerles su inmunidad
e iguales garantías ciudadanas a las de quienes siempre han sido honestos,
ello representaría una rotunda derrota moral, un reconocimiento de que el pillo
es el triunfador y hasta debe ser objeto de imitación para “tener éxito en la
vida”. Esa sería la peor lección de ciudadanía que los venezolanos honestos
podrían darle al país y la garantía de que, en pocos años, surgiría otro analfabeta
acomplejado que pudiera repetir la pesadilla chavista.
Penfold termina su nuevo artículo diciendo:
“la transición [en Venezuela] no es posible decretarla,
sino que es necesario acordarla políticamente a través de mecanismos de
negociación que muy probablemente sean secretos. Cualquier otra opción, que no
sea concertar políticamente un cambio radical del modelo existente, es condenar
al país a la profundización de un mayor caos económico y social, lo cual va a
conllevar a repercusiones migratorias aún más grandes en el resto de América
Latina. Las distintas fuerzas del país, por más que desconfíen el uno del otro,
no tienen ninguna otra posibilidad sino comenzar a cooperar para producir un
escenario de este tipo. Tan solo de esta manera, Venezuela puede llegar a
superar la miseria y la oscuridad en la que se encuentra tristemente sumergida.
La transición está cerca pero requiere de mucha astucia y olfato político para
ser construida”.
Para Penfold el triunfo
pasaría por la rendición. Según entiendo su planteamiento hay que darle a la
pandilla el mismo reconocimiento ciudadano que se la da a sus víctimas, hay que
cooperar con el enemigo si es que se quiere resolver el problema venezolano. Y
hay que hacerlo secretamente, a fin de que el grueso del país victimizado no sepa
lo que se está entregando. Solamente de esta manera, argumenta Penfold, podremos
superar la miseria y la oscuridad. Yo creo, al contrario, que esa negociación,
esa entrega de banderas y principios, esa rendición de los honestos a los
bandidos, ese abandono de la justicia, solo traerá más oscuridad, más vergüenza colectiva,
degradación social y resentimientos y venganzas, sentimientos negativos que se
incrustarán en el alma de los venezolanos por generaciones por venir e
impedirán la aparición de un país nuevo, digno, que pueda verse en el espejo
con orgullo.
i like this story
ResponderEliminarbibit kelapa wulung
kelapa wulung
Estoy de acuerdo con Coronel. No podemos aceptar una nueva humillación.
ResponderEliminarQué salgan tranquilos sin pagar por todos los delitos,crímenes vagabunderias que han cometido sería como darles un premio.
Pues yo creo que Penfold debe estar en la larga lista de quienes, de una manera u otra se benefician de la tragedia venezolana. Es que no se concibe esa posición en gente preparada y que se supone inteligente. Fïjese la denuncia que sale sobre pagos de Gorrín a Lopez-Tintori, que no he visto desmentida. Es que parece no hay hueso sano en Venezuela.
ResponderEliminarCada día me convenzo más de mi tesis de la pirámide de corrupción que empieza con Rafael Ramirez y en su base tiene un conjunto de todo pelaje que recibe su tajada, por ejemplo para tuitear contra los "guerreros del teclado" y apoyar, subrepticia o abiertamente el estado de cosas y la "salida" "negociada" y electoral.
Algún día espero se sepa toda la verdad.
Estoy plenamente de acuerdo con los planteamientos del Dr.Coronel
ResponderEliminarFPáez
Saja tidak tahum nama itu, kelapa wulung. Kelapa sama sama coco, coconut, tetapi nama wulung tidak tahum
ResponderEliminarterimah kasi, kelapa wulung. Umur panjang