Navidad en tiempos de corona virus
Tres
reyes magos viajaron todo un día para llegar al humilde pesebre donde nacía
Jesús, el hijo de José y María. Los reyes Melchor, Gaspar y Baltasar le llevaron regalos al niño a
quien ellos reconocían como el hijo de Dios. Se guiaron por una estrella que
brillaba sobre el pesebre, una estrella especial que Aquiles Nazoa menciona en
su poema sobre la natividad.
Ya la Virgen tiende el manto sobre la hierba
olorosa
ya como delgada rosa
se dobla su cuerpo santo
y a través de un claro llanto
los ojos del buey la ven
llora el Niñito también
y la historia nos relata
que una estrella de hojalata
brilló esa noche en Belén.
José oyó llorar al niño y le dijo a María que seguramente era de hambre. María lo miró con
ojos en los cuales brillaban las lágrimas y le dijo: “No es hambre. Es
compasión. Él ya sabe a qué viene”.
La historia del nacimiento del niño Dios se
replica cada año, ya por más de dos mil años, y nos reafirma en la esencial bondad del ser humano, en su
capacidad de hacer grandes esfuerzos y sacrificios para dar consuelo a quienes sufren alguna tribulación.
La epifanía
de Belén encuentra ecos infinitos en los seres humanos, especialmente en época
de navidad, cuando la bondad inunda el corazón de los hombres. Durante los últimos días han estado llegando
a mi puerta mis amigos, como modernos reyes magos, portando viandas de navidad
para asegurarse de que no me faltarán en noche buena, ahora que mi esposa no
está conmigo.
Unos llegan
con el pan de jamón que es típico de nuestra navidad. Otros me traen ensalada
de gallina, botellas de vino, tortas,
dulce de lechosa, pastas, y, sobre todo, nuestro plato principal, las hallacas.
Esta generosidad me recuerda el salmo 23:5: “Mi copa se desborda de
bendiciones. Dispones ante mí un banquete….”.
Ahora
tengo mucho más de lo que puedo comer. Por lo tanto he decidido compartir poco
de estos tesoros navideños con mis vecinos. Y ellos, a su vez, me están
enviando panes de Vermont, jaleas de New Hampshire, cestas de frutas.
Hoy, a horas de que nuevamente nazca el hijo de Dios salgo
a caminar y veo que el pasillo luce brillante y cálido, como si estuviese
inundado por la amable luz de una
estrella.
La historia del nacimiento del niño Dios se replica cada año, ya por más de dos mil años...
ResponderEliminary en esa idea te deseo una feliz navidad Gustavo, en el encuentro con tus seres queridos con tu buen espíritu.
Tu amigo,
Humberto Acosta
Belo Horizonte
Brasil.
Otra vez Acosta!! Hasta cuando!! En cada escrito de Gustavo, Acosta tiene algo que decir, sin importar el tema.Como si quisiera figurar.
ResponderEliminarMario Moretti.
Rio de Janeiro, Brasil.
Búsquese alguien que lo quiera Moretti, es Navidad.
ResponderEliminarHumberto Acosta
Brasil.