viernes, 17 de febrero de 2023

GLOBALIZACIÓN: ENTRE LA CODICIA Y LA GRANDEZA

 





Esta mañana escuché a uno de mis compositores favoritos, Antonin Dvorak en YouTube, ver: https://www.youtube.com/watch?v=LhTpt90HJV8, su exquisito “Cuarteto Americano”, una de las composiciones más “americanas” que existen, compuesta por Dvorak durante su estadía en los Estados Unidos, en 1894.  Escuchándolo pensaba que yo, un venezolano de nacimiento, me deleitaba con la obra musical de un compositor checo austro- húngaro, bellamente interpretada por un cuarteto de cuerdas japonés, en mi laptop hecha en Corea del Sur.

Mientras escuchaba a Dvorak almorcé con una ensalada de tomates con cebollas peruanas, aguacate mexicano,  aceite de oliva portugués y tabasco del rabiosamente regionalista estado de Luisiana.  Luego me comería un salmón escocés con alcaparras españolas y una copita de albariño, la recomendación que me dejó el inolvidable Antonio Pasquali, nacido en Italia y sembrado en Venezuela.  

Mientras comía y escuchaba a Dvorak leía una noticia según la cual se anunciaba la inminente muerte de la globalización, ver: https://www.ft.com/content/0599878e-a820-4657-8e52-f069bb10d512

Lo que leí no me convenció.

Pienso que la globalización es una respuesta intuitiva a los problemas de un planeta cada vez más interdependiente, sujeto a aflicciones importantes que no pueden ser resueltas a nivel nacional. Peor aún, hay muchas aflicciones que se incrementan cuando se desean resolver al nivel nacional, como es el caso de la Amazonia. O el caso del curso del Nilo. O el problema del cambio climático, que es un asunto que no tiene fronteras. O las crueles  necedades de Putin tratando de adquirir más territorio para una Rusia que, aunque ya es uno de los países más grandes del planeta, aún permanece en el atraso.

Los tres jinetes del apocalipsis que han sido descritos por Moisés Naím en su libro “La Revancha de los Poderosos”, es decir, la polarización, el populismo y pos verdad, han incorporado la globalización al furioso debate que amenaza hoy la suerte de la humanidad. Algunas teorías conspirativas argumentan que una elite no identificada está tratando de implantar un gobierno mundial para apoderarse del planeta y que este movimiento está capturando los medios de comunicación y la sociedad civil para sus torvos fines. Entre los criminales mencionados en esta teoría estarían, entre otros, Bill Gates, George Soros. La teoría recibe el nombre de “Nuevo Orden Mundial”, ver más detalles en: https://www.isdglobal.org/explainers/new-world-order-explainer/?gclid=Cj0KCQiA6LyfBhC3ARIsAG4gkF_9XgnPEzzjgagyGDyp-MSAm4qUPdV4ilyKH9pmFCuilX1XLmU3HZYaAiAaEALw_wcB

En respuesta a la tendencia a la globalización hay movimientos nacionalistas que tratan de desandar ese camino. El BREXIT en Inglaterra es uno de ellos, la separación de Inglaterra de la Unión Europea, cuyos resultados positivos o negativos aún están en la balanza pero que ya muestran a una mayoría de ingleses arrepentidos. Otras reacciones a la globalización incluyen la presidencia de Donald Trump en USA, durante la cual el énfasis descansó sobre el concepto MAGA: hagamos de nuevo grande a América, poniendo su interés por encima de cualquiera otra consideración, sacando el país de la Convención Contra el Cambio Climático antagonizando la Unión Europea y elevando tarifas proteccionistas.

Otro ejemplo de esta actitud parroquial fue la de Bolsonaro en Brasil, según la cual Brasil desforestaba la Amazonia porque ella era territorio brasileño.

En esa línea de pensamiento USA y China parecen estar preparándose para una carrera hacia la Luna, para ser los primeros en hincar una bandera de posesión sobre el desnudo suelo del satélite, a fin de explotar sus “riquezas”. La locura de la polarización parece haber contagiado a las poblaciones del mundo, las cuales cada día solo pueden ver el azul o el rojo, la democracia o la autocracia, el petróleo o las energías renovables. O es Donald Trump o es Joe Biden, es el “yo hago con mi cuerpo lo que me da la gana” o la total prohibición del aborto.Es el respeto (y la promoción) o es la condena (y la violencia contra) los cambios de géneros. 

La línea de la sensatez y de la aceptación respetuosa de las diferencias ha desaparecido, para dar paso a una batalla campal mundial entre seres llenos de odio y resentimiento.

En esa línea de pensamiento incluyo la muy antigua reclamación de Venezuela sobre el territorio llamado Esequibo, objeto de un arbitraje desfavorable a nuestro país aceptado por nosotros en su momento, rechazado después de bastante tiempo, al hacerse público un memo del abogado de Venezuela Mallet-Prevost después de su muerte. No tengo idea de quien tiene originalmente la razón, ya que no soy un experto en ese complicado campo y cada lado tiene sus expertos que exponen argumentos que me resulta imposible evaluar con justeza. Creo que la postura de cada venezolano y cada guyanés sin experticia legal sobre este diferendo está hoy determinado por su nivel de patriotismo. Cada quien acepta la tesis que “mi país tiene la razón”. El agravante en este diferendo es que ya el territorio que fue concedido a Gran Bretaña es parte de una nación independiente que tiene la simpatía y la adhesión de hasta los mayores aliados del régimen chavista: Cuba y China. Cuba está políticamente al lado de Guyana y China tiene una empresa petrolera extrayendo petróleo de la zona que estaría en reclamación, por lo cual sus intereses están en el lado de ese país.

Pretender hoy recuperar un territorio que representa el 45% o más del territorio de una nación independiente, miembro de las Naciones Unidas, protegida por los mismos aliados de la Venezuela chavista que maneja el poder en Venezuela, luce realmente imposible. El despojo para Guyana que una victoria venezolana representaría sería hasta mayor que el despojo que puede haber significado para Venezuela el arbitraje original.

A la luz de la realidad y en términos planetarios, digo:

 Venezuela, país que ha degradado ferozmente sus  territorios, que no desarrolla sus recursos, que ha destruido una buena parte de su propio país, carece de autoridad moral para reclamar la mitad del territorio de una nación independiente.   Lo más grave es que tales pretensiones se acrecientan al descubrirse petróleo en esas áreas, lo cual muestra que no se trataría tanto de principios como de intereses comerciales. Y eso sería  doblemente condenable, habida cuenta que Venezuela mantiene más del  90% de sus recursos petroleros sin desarrollar.  

 Por qué no dedicar mucho de ese territorio a un gran parque ecolóigico para al bien de la humanidad? 

La sensatez llama a  establecer orden al uso y desarrollo de los recursos del planeta, olvidando nacionalismos y territorialismos que, quizás, tuvieron vigencia en un momento pero que ya han sido superados por las realidades de un planeta amenazado por la extinción, en gran parte debido a la codicia de líderes sin visión de grandeza.

 

 

 

 

 

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