La gerencia de Petróleos de Venezuela - especialmente desde 2002 hasta hoy
- ha sufrido una constante involución
generada por la ruinosa política
petrolera impuesta por el chavismo. En efecto, Petróleos de Venezuela fue originalmente
creada como empresa petrolera capaz de competir en el campo internacional con
las mejores empresas del sector y dar dividendos a la nación, a fin de que la
Nación utilizara estos dividendos para el progreso de sus habitantes. Esta
filosofía de la empresa y esta actitud gerencial prevaleció por varios años,
con algunos problemas derivados de la politización de sus cuadros, la cual se
inició después de la salida del general Rafael Alfonzo Ravard de la presidencia
de la empresa y del escamoteo que el presidente Luis Herrera Campíns hiciera
del Fondo de Financiamiento de la empresa. Aunque esta politización se fue
acentuando año tras año, hasta 1999 PDVSA pudo mantener un razonable nivel de
gerencia profesional. La salida de la presidencia de PDVSA de Roberto Mandini y
su reemplazo por Héctor Ciavaldini le daría el golpe de gracia a la gerencia profesional
de PDVSA, brevemente interrumpido durante el interludio positivo de la presidencia
de Guaicaipuro Lameda.
La crisis gerencial en PDVSA estalló en 2002, cuando el difunto nombró a
Gastón Parra presidente de la empresa petrolera. Parra, a quien conocí muy
bien, era un profesor universitario dotado de una estrecha visión de la
industria petrolera, totalmente apegado a una visión marxista de la economía,
quien apenas habría visto un pozo petrolero en fotografías. Parra carecía de dotes
gerenciales y, dada su miopía ideológica, consideraba a los gerentes
profesionales de la empresa como apátridas y servidores del imperialismo
yanqui. La reacción de los gerentes profesionales de PDVSA ante este absurdo
nombramiento no se hizo esperar y ella causó el despido de 22.000 gerentes y técnicos
de la empresa e hizo posible su control político por parte del difunto. Después
de Parra vendrían Ali Rodríguez, Rafael Ramírez, Eulogio del Pino y Nelson Martínez,
todos ellos simples ejecutores sin chistar y, como en el caso de Ramírez, hasta
entusiasta generador de las suicidas políticas del chavismo en el sector petrolero.
Los gerentes de antes y los gerentes de ahora
La gerencia profesional que manejó a PDVSA, especialmente durante los años de Rafael Alfonzo Ravard,
tenía las siguientes características: (1) no hacía política dentro de la
empresa; (2), creía en la meritocracia, es decir, la promoción de los mejores;
(3), respetaba las normas y los procedimientos; (4), veía la empresa como eficiente
generadora de dividendos para la Nación; (5) poseía una perspectiva
internacional del negocio; (6), no se robaba los reales.
En contraste, los gerentes de PDVSA
hoy en día: (1) son simples fichas políticas del régimen y están ideológicamente
adoctrinados; (2), la meritocracia les resulta una mala palabra pues solo se
apoyan en su lealtad al régimen para progresar dentro de la empresa; (3), Se
meten las normas y procedimientos de lo que era una empresa comercial sana en el
bolsillo; ( 4), ven la empresa como caja chica del régimen y como posible
fuente de enriquecimiento; ( 5), tienen una visión parroquial del negocio
petrolero y han dejado de alternar con las gerencias de las grandes empresas
petroleras mundiales; (6), permiten y hasta promueven una corrupción galopante,
desde arriba hasta abajo.
Las diferencias fundamentales entre los gerentes de PDVSA de antes y los de
ahora son dos: su actitud sobre los objetivos de la empresa y su calidad ética.
Para los gerentes pre-chavistas PDVSA debía ser una empresa comercial, manejada
con eficiencia para generar divisas para la Nación, compitiendo en los mercados
mundiales con las grandes empresas multinacionales. Por años así fue y, como
resultado, PDVSA era reconocida como una de las cinco empresas mejor gerenciadas
del mundo. Sus gerentes actuaban en un marco de alta transparencia. El único
escándalo de magnitud que tuvo PDVSA pre-chavista fue el de los Petro-Espías y
fue denunciado de inmediato por la misma empresa y los culpables rápidamente
identificados. Algunos de ellos fueron
la cárcel, algunos se fugaron al exterior y viven hoy muy tranquilos,
disfrutando de sus dineros mal habidos. Algunos otros gerentes fueron
injustamente acusados y la injusticia fue reparada.
De resto, la gerencia de PDVSA fue muy criticada por dar “colitas” en sus
aviones a algunos miembros de la familia o a amigos, lo cual llevó al difunto
Chávez a “vender” los aviones de la empresa.
Pero, ¿qué pasa hoy en día? los gerentes de PDVSA han aceptado que la
empresa debe ser una empresa “social”, es decir, involucrada directamente en
importar y distribuir comida (podrida
con frecuencia), en fabricar ladrillos, criar búfalos y sembrar sorgo, mientras
sus labores medulares son trágicamente desatendidas. Estos gerentes viven en un
mundo ideológico absurdo en el cual utilizan un lenguaje pomposo sobre soberanía, segunda independencia, potencia
mundial, la salvación de la humanidad
y otras necias pretensiones difíciles de tomar en serio cuando la realidad es
que no pueden mantener debidamente sus instalaciones y cuando la producción petrolera
ha caído en un millón de barriles diarios desde 1998. Los escándalos de
corrupción en PDVSA son múltiples, tan horrorosos que hasta el mismo régimen ha
comenzado a hablar de fraudes por centenares de millones de dólares. En
realidad, PDVSA se ha convertido en una gran lavadora de dinero y los
escándalos se miden en miles de millones de dólares, como lo prueban las
investigaciones que se llevan a cabo en el exterior. Los aviones de PDVSA se
han multiplicado (hay más de cuarenta naves) y hoy día transportan familiares,
mucamas y amigas y amigotes extranjeros.
Eso sí, el payaso presidencial, Maduro, no se atreve a viajar en ellos porque
no confía en la “lealtad” de los pilotos nativos, prefiriendo Cubana de
Aviación lo cual es una prueba más del tutelaje que ejerce Cuba sobre esos
pobres diablos. Lo mismo pasaba en la Francia de los colaboracionistas con
Hitler.
Los resultados de esta involución no se han hecho esperar, están a la
vista, son incontrovertibles. PDVSA está hoy arruinada operacional y
financieramente. Tiene cinco veces más empleados que en 1998. Está endeudada
hasta el tuétano. Produce un millón de barriles diarios menos que en 1998. Fracasó
en sus cacareados planes para llevar la producción a cinco millones de barriles
en 2012… en 2015… blá blá blá; sus refinerías están semi-destruidas, los
tanqueros no aparecen por ninguna parte,
todos los días aparecen nuevas evidencias de corrupción; la planificación
estratégica es hecha, según dice el impresentable Del Pino, por 100.000 empleados,
se regala petróleo por razones políticas a Cuba y a los otros satélites de Cuba,
la empresa ha perdido todo prestigio internacional y nadie le vende a crédito.
Compatriotas: La centésima parte de los crímenes que esta gerencia ha cometido
sería suficiente para ponerlos a todos en la cárcel.
La involución ha sido trágica y muestra como los mejores fueron desplazados
por los peores. Lo que aquí digo está abundantemente documentado.
NOTA: cuando hablo sobre la gerencia de antes y de ahora no pretendo que
TODOS los gerentes de antes fueran intachables o que TODOS los gerentes de
ahora sean unos bandidos. Hablo de las mayorías que, en uno y otro caso, han
dado los resultados que están a la vista.