miércoles, 17 de mayo de 2017

CASEY y LEO: Dos figuras inolvidables del béisbol



Este año han sido publicadas dos biografías sobre íconos del béisbol, una de Casey Stengel y otra de Leo Durocher. No pude resistir la tentación de adquirirlas y las estoy leyendo en paralelo, Leo a Leo de 5 a 7 y leo a Casey de 7 a 9 p.m. Leo es más apropiado para la hora del coctél, porque su vida fue más frívola y frecuentemente rozó las fronteras del escándalo, mientras que Casey es más adecuado para la horas que preceden al sueño, porque ello casi me garantiza sueños amables y divertidos.
No que Leo Durocher no fuera divertido, en su estilo. Su vida fue un circo. Vestía de manera rimbombante, siempre gastaba el triple de lo que ganaba, se iba al hipódromo cuando debía estar en el campo de juego y se relacionó por muchos años con mafiosos de Nueva York. Su mejor amigo, a quien imitaba en el vestir y con quien vivía por meses enteros,  era George Raft, el actor de cine de incierta reputación. Su fama fue más por sus peleas con los árbitros que por la excelencia de su juego, aunque es cierto que fue un jugador defensivo excepcional. Su ofensiva era anémica. Babe Ruth lo llamaba: “el all-American out”. Peor aún, hasta en su lecho de muerte Babe Ruth sostuvo que Durocher le había robado el reloj. Por mucho tiempo desde la cueva del equipo opuesto los jugadores le mostraban a Durocher un afiche con un reloj, para recordarle la acusación de Ruth.
En materia de citas famosas, Durocher será siempre recordado por aquello de “La gente amable siempre llega de último” (Nice guys finish last) y por otra que le costó el alejamiento de su mamá: “Si estoy jugando la tercera y mi mamá cruza hacia el home con la carrera de la victoria, le meto una zancadilla”.
Durocher fue siempre uno de los personajes más odiados del béisbol pero, al mismo tiempo, uno de los de más colorido y de los más  admirados. Su longevidad como “manager” se debió al deseo feroz de ganar a toda costa, para lo cual se dedicaba a insultar a los jugadores del equipo contrario y a los árbitros, cada vez que pensaba que habían decidido en su contra (es decir, todos los días). Aunque su postura siempre tuvo algo de teatral, ella se conformaba a su naturaleza y ciertamente lo ayudó a consolidar su carrera.
Durocher hizo grandes tours mundiales durante la guerra con el cómico Danny Kaye, visitando soldados estadounidenses en todos los teatros de guerra y siempre – admitía  Kaye - lograba más risas que él. Seguramente era muy seductor porque, en un vuelo de Los Ángeles a Nueva York, enamoró a Laraine Day, actriz de Hollywood, ya casada, y al cabo de semanas se casó con ella. A pesar de su posterior divorcio, la bella Laraine siempre permaneció fiel a Durocher y fue la oradora el día que lo incorporaron de manera póstuma al Hall de la Fama. 
Durocher fue  uno de los pioneros de la integración racial en las grandes ligas. Cuando Branch Rickey compró el contrato de Jackie Robinson para el equipo filial de los Dodgers en Montreal y Jackie fue llamado para jugar con los Dodgers en un juego de exhibición, Durocher enfrentó una revolución en la cueva. Dixie Walker y otros jugadores se resistían a ir al campo con Robinson. Durocher les dijo: “No me importa si Robinson es negro, blanco o verde o si tiene rayas como una zebra. Yo soy el manager y digo que él juega”.  Sin embargo, una vez que lo tuvo jugando en su equipo no se llevó bien con él, pero sí con Roy Campanella, el receptor.
Por cierto, Rickey quiso contratar como el primer negro en las grandes ligas al campo corto cubano Sergio García y lo llamó para ofrecerle un contrato. Cuando le preguntó qué haría él si le negaran su entrada a un hotel por razones raciales, respondió categóricamente: “Yo mato a alguien”. De allí que no lo contrataran.
El genio de Durocher fue llevar a un equipo tradicionalmente perdedor a un paso de ganar la serie mundial y, luego, llevar a los Gigantes de Nueva York  a ganar una serie mundial. Por eso Durocher está en el Hall de la Fama.
Todos los años voy al National Portrait Gallery en Washington DC., una galería de óleos y retratos maravillosos. En el piso superior de esa galería hay una escultura a la cual voy a visitar y con la cual  converso por segundos, porque me parece que escucha, aunque no pueda hablar. Es de Casey Stengel, uno de mis ídolos del béisbol. Como Durocher, nadie parece saber el año exacto de su nacimiento. Le atribuían diversos sitios de nacimiento pero él afirmó que nació en Kansas City. Por eso, agrega, le apodaron KC, Casey.  
Su genio como manager siempre estuvo acompañado de su particular manera de hablar, a la cual se le dio el nombre de “stengalese”. Decía:  
“me mandaron a los Dodgers de Brooklyn, equipo que estaba en Brooklyn en ese  momento”
“Los buenos lanzadores siempre ganan frente a los buenos bateadores y viceversa”.
“Lo que arruina a un jugador no es tener relaciones con una mujer sino el esfuerzo que hace al perseguirla”.
A diferencia de Leo, quien se casó múltiples veces y tuvo relaciones fuera del matrimonio con otras cuantas,  Casey estuvo  casado con la misma mujer, su primer amor, por más de 50 años, hasta su muerte. Fue muy conservador y la pareja vivió toda su vida de casados en la misma casa.
Durocher era un extraordinario campo corto pero no bateaba. Casey fue un jardinero central bastante bueno y, además, bateaba. En sus comienzos intentó ser lanzador pero no dio la talla. Como era zurdo buscó el jardín central. Cuando terminó de jugar pasó a ser manager de un equipo de las ligas menores y lo llevó al campeonato. Si se hubiera retirado en ese momento hubiera sido olvidado para siempre. Pero, fue llamado para dirigir a los Dodgers y luego a los Yankees, a quienes llevó a siete campeonatos mundiales, un récord que quizá nunca será superado. Luego fue designado manager de los METS de Nueva York, los “adorables perdedores”, equipo que rompió récord de juegos perdidos en las grandes ligas y obligó a Stengel a preguntar un día: ¿“Hay alguien aquí que sepa jugar al béisbol”?
Casey fue llamado El Profesor, porque había estudiado odontología aunque nunca se graduó, y –con ironía -  por sus ininteligibles peroratas. Su comparecencia en el Congreso de los Estados Unidos, en Julio de 1958, es un clásico de la amable incoherencia. Dijo que el secreto de su éxito como manager era haber podido separar los cinco jugadores que lo odiaban de los cuatro que todavía lo estaban pensando. En otra ocasión dijo: “Solo hay tres cosas que pueden pasar en un juego de béisbol. Se puede ganar, se puede perder o puede llover”. O, “alinéense en orden alfabético, de acuerdo a la estatura”. Su vida en el campo de juego fue tan tumultuosa como lo fue plácida en la esfera privada. Le gustaba tomar y tenía una capacidad gigantesca para hacerlo sin embriagarse. En eso se pareció bastante a Durocher.
Dos íconos, dos gigantes del béisbol, seres originales. Durocher ganó 2009 juegos como manager, Stengel 1905. Pero Stengel ganó siete campeonatos mundiales, Durocher uno

5 comentarios:

Ubaldo dijo...

Que sabrosa su cronica sobre éstos dos grandes de las Grandes Ligas. Hablando de Venezuela, tuve el honor de ser amigo de Juan Antonio Yánez, el famoso Yanesito. Trabajamos juntos en el hipódromo por varios años (cuando Caldera 1) y nos echamos tragos juntos muchas veces. Gran bebedor y gran conversador. Todo su conversación giraba en torno al béisbol. Por ejemplo, una mujer fácil, era un fly al cuadro. Todos gritaban: es mía. Cuando algún echador de varilla le preguntaba, desde cúando no...(referiéndose al sexo) repondía: "chico, tienen que avisarme que para la próxima temporada, voy a tener un juego, fecha y hora. Y lo más probable es que tengan que suspender el juego por lluvia. Ya por su edad decía que ya cruzó tercera e iba para home. Fue agradable e inolvidable haberlo conocido, hablar de béisbol, del Venezuela, de lo que fue para él, de cuando le quitaron su equipo, de recibir ya viejo, una pensión de La Guaira. Su risa, el tabaco. De la liga de verano, conocí a Guillermo Valentiner, dueño de Laboratorios Vargas, y a Alejandro Kaufman del Cementerio del Este. Es interesante el punto de vista de los dueños, y puedo asegurar que los tres se divertían.

Gustavo dijo...

Buen comentario sobre Yanesito, amigo Ubaldo.
Esos dos que comento eran espectaculares. Yogi Berra era especial. En venezuela ha faltado un cronista que escriba más sobre nuestro beisbol, el cual tuvo mucha gente destacada.

Anónimo dijo...

Les tengo una cancioncita a Lilian Tintori y Canada'!

Liberenseee, liberenseeeeee, liberense, liberenseeeeeeee...!

Bolivarrrr, bolivarrrrrrrrr, bolivar, bolivarrrrr!

Mueranseee, mueranse, mueranseee en el intentooo, mueeeranseee!

Anónimo dijo...

Gustavo, acá una referencia a Elio Chacón y Casey Stengel. Elio tuvo sus 15 minutos de gloria cuando lston Howard, en el 2do. juego de la Serie Mundial de 1961 Yankees-Reds, perdió la bola lanzada por el pitcher, un passed ball, y Chacón se vino ariesgadamente de tercera a home. Muchos siguen hablando del robo de home, que nunca fue anotado así. Hay varias anecdotas de Casey con Elio. Acá una:

https://books.google.es/books?id=5O8sAgAAQBAJ&pg=PT8&lpg=PT8&dq=casey+stengel+++++y+elio+chacon&source=bl&ots=qTFpcvTyJV&sig=grqMPFEnGnfRZy7DSiT6WC8cu3M&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwii0oT3vPnTAhXJPxoKHay3BpIQ6AEITzAL#v=onepage&q=casey stengel y elio chacon&f=false

Stengel había tomado nota del arriesgado avence de Chacón en ese juego de la SM de 1961 y los Mets lo tomaron en el Draft de expansión de 1962. Acá una anecdota de Elio con los mets de Casey:

"But of all the Mets’ players, perhaps no story better illustrates their hapless plight than that of shortstop Elio Chacón. An eager 25-year old from Venezuela, Chacón kept running into the outfield and knocking down center fielder Richie Ashburn as he was about to catch a fly ball.

Chacón didn’t speak any English, so fellow outfielder Joe Christopher explained to Ashburn that if he was going to catch a fly ball and saw Chacón coming out to get it, all he had to say was “¡Yo la tengo!” (“I’ve got it!”), and Chacón would pull up.

So Ashburn practiced the phrase and memorized it, and a game came along where a shallow fly ball was hit towards him. As Chacón came sprinting out, Ashburn shouted “¡Yo la tengo, yo la tengo!” and put his hands up to catch the ball—and was bowled over by Frank Thomas, his left fielder.

Stengel summed it all up this way, “Come and see my amazin’ Mets. I been in this game a hundred years, but I see new ways to lose I never knew existed before."

(http://lukedockery.com/tag/casey-stengel/)

Acá algunas interesantes opiniones sobre Chacón-Stengel:

http://www.ultimatemets.com/profile.php?PlayerCode=0038&tabno=7

Stengel no opinaba bien de Chacón, tal vez había perdido el tono como manager por su edad. Elio Chacón fue un buen jugador

Anónimo dijo...

Dijo Bolīvar, Simón ...
Mi pazzz pais os dejo...
Mi pazzz país os doy...
No como el Mundo lo da...
Paisa que hasta en Colombia se vive mejorrr...
Bicharracos perdedores Venezolanos...
Que hasta desde la tumba los jodí...
Ja ja jaaaaa...!
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