miércoles, 28 de noviembre de 2018

Apuntes para una historia de la Gente del Petróleo, II





APUNTES PARA UNA HISTORIA DE LA GENTE DEL PETRÓLEO, II
Esta es la segunda entrega de mis notas sobre la GENTE DEL PETRÓLEO. El tema que toco abajo se refiere a la calidad ciudadana de los petroleros, percibidos por muchos venezolanos como tecnócratas, encerrados en sí mismo, sin contacto con la sociedad y la comunidad. Nada más lejos de la verdad. Mucha de esta percepción está motorizada por ideología. Los analistas petroleros marxistas o de izquierda pronunciada hablaron de la GENTE DEL PETRÓLEO  como poco patriotas e insensibles a las prioridades nacionales.

II. GENTE DEL PETRÓLEO Y LA COMUNIDAD.  HUMBERTO PEÑALOZA Y LUIS MARCANO COELLO
En Venezuela el papel ciudadano de la gente del petróleo ha sido parcialmente oscurecido por una leyenda negra generada por escritores utranacionalistas y/o marxistas. Uno de estos cronistas, Miguel Tinker Salas:http://produccioncientificaluz.org/index.php/espacio/article/viewFile/2145/2146 dice:los campos petroleros que surgen en Venezuela, después de 1920, representan una adaptación del modelo “fordiano” en el que la empresa no solo se preocupa por organizar los métodos de producción en sus instalaciones, sino que, además, desempeña una importante labor cultural y social para que los obreros y la sociedad en general se solidaricen con sus intereses. Este proyecto coincide con la gestión de una clase media emergente, que ve con beneplácito esta actividad e incide en la promulgación de sus objetivos. Por lo tanto, los campos y la actividad petrolera permiten un espacio para analizar la forma en que la industria transformó la vida de venezolanos y extranjeros, generando, no sólo conflictos culturales, sino también el desarrollo de un plan político y cultural, que repercute sobre los emergentes conceptos del proyecto nación y la noción de ciudadanía que surge en Venezuela a mediados del siglo XX”.
Para estos cronistas no solo las empresas sino sus empleados venezolanos eran parte de ún plan desnacionalizador. En las universidades venezolanas y en varias del exterior, especialmente en sus facultades de economía y sociología, han abundado los seguidores de los primeros criticos de la actividad petrolera en Venezuela, escritores como Salvador de la Plaza y Rodolfo Quintero.  Miguel Tinker Salas (Pomona College, California) afirma en su ensayo arriba citado:  “los campos desarticulaban al trabajador y a su familia, de las actividades rurales y los impulsaba hacia una nueva cultura de consumo que encontró expresión en los comisariatos de las empresas. Las viviendas y el espacio que otorgaban, para la interacción social, también contribuían a este proceso.El interior de las casas, normalmente dos pequeñas habitaciones, una cocina, y una sala desfavorecía la familia tradicional, que solía incorporar múltiples niveles de parentesco, o a distintos familiares”. Para Tinker Salas, el acceso a los comisariatos era la manera diabólica que habían encontrado las empresas petroleras para despertar en el venezolano la propensión al gasto innecesario. Además, sugiere Tinker Salas, las casas para las familias, parecidas a un hogar, con habitaciones, sala y cocina separadas, representaban una manera de atentar en contra la familia extendida del venezolano, la cual ya no podría compartirla, como si podía compartir el rancho. Agrega este autor, sin dar razón, que la nueva vivienda promovía el machismo. Hasta el deporte recibía críticas del ensayista, quien cita el siguiente párrafo de Rodolfo Quintero en su libro “La Cultura del Petróleo”: “Algunas empresas como la Creole, la Shell y la Gulf empleaban un director de atletismo, tanto en el oriente como en el occidente, y su misión era organizar e involucrar a los obreros en actividades deportivas con el fin de “reforzar su carácter moral” y asegurar su lealtad a la empresa.Muchos obreros se quejaban que era requisito participar en las actividades deportivas para obtener ascensos en el trabajo.Otros sectores de la sociedad censuraban esta práctica, indicando que sólo buscaba crear una “nueva cultura del petróleo” en la que el obrero se viera completamente absorbido por las actividades de la empresa”.
Para Tinker Salas: “Dentro de la organización administrativa de las empresas extranjeras, había dos categorías generales a las que los venezolanos podían aspirar, los llamados “office boys” y los “junior staff”.
Los términos utilizados para describir las áreas de trabajo que desempeñaban los venezolanos tendrían, según Tinker, un significado despectivo y expresaban la relación de asimetría que existía entre estos empleados venezolanos y los extranjeros, que eran designados el “senior staff. Esta marcada relación no sólo ocultaba un referente social y económico, sino que también comprendía un vínculo racial, ya que en su gran mayoría, los estadounidenses tendían a ser “blancos” dentro del contexto socio racial de su país, y los office boys y, los junior staff solían ser producto de un mezcla racial”, lo cual - dice Tinker Salas - promovía la discriminación racial y el tratamiento despectivo en contra de los nativos.  Realmente, esto es hilar bien fino.
Tinker Salas le dedica mucha atención a las publicaciones de las empresas petroleras en Venezuela. Dice: “Las diversas publicaciones de las empresas petroleras, crearon nuevos espacios, y hasta un nuevo público, para un conjunto de escritores y artistas venezolanos que incluía, entre otros a Mariano Picón Salas, Arturo Uslar Pietri, Juan Pablo Sojo, Ramón Díaz Sánchez, Miguel Acosta Saignes, Armando Reverón y Héctor Poleo. Los temas que estos intelectuales manejaban eran variados incluyendo, por ejemplo, ensayos de Juan Pablo Sojo sobre “Los Abuelos de Color” y “El Negro y la Brujería en Venezuela”, Miguel Acosta Signes acerca de los “Timoto Cuicas” en los Andes y otro de Mariano Picón Salas sobre el origen de la arepa en el país…. La labor de estos destacados autores y, su participación en las publicaciones de las empresas petroleras extranjeras, independientemente de sus intenciones, formaba parte de un proyecto político. La presencia de estos intelectuales en las revistas petroleras le brindaban cierta legitimidad a la actividad de las empresas extranjeras en Venezuela”. Mencionar estos escritores cómo sumisas herramientas de penetración cultural extranjera en Venezuela nos suena absurdo.
Tinker Salas termina su escrito citado diciendo: “El ensayo demuestra como las condiciones políticas dentro del país, facilitaron un acercamiento entre grupos de intelectuales, y sectores de la clase media que colaboraron con las petroleras extranjeras para difundir un proyecto de cultura nacional y sociedad civil, que a su vez le proporcionó cierta legitimidad a la actividad de las empresas transnacionales en el país….”.
Al contrario de lo que alega el ensayista, pensamos que fueron los intelectuales y los miembros de la clase media venezolana quienes consideraron los patrones culturales traídos por las empresas extranjeras como dignos de imitación. Ello representó un encuentro, no una captura. No es posible decir lo mismo sobre la manera cómo algunos intelectuales y académicos venezolanos han adoptado clichés marxistas para tratar de aplicarlos a los procesos políticos y económicos venezolanos.
Una perspectiva significativamente diferente sobre las comunidades petroleras del siglo XX puede encontrarse en el excelente trabajo de Sebastían Navarro Rodríguez: “Venezuela Petrolera: Asentamiento en el Oriente, 1938-1958”, en el cual se describe en detalle la aparición y evolución de poblados como Caripito, en los cuales se implantó un híbrido cultural que no solo fue moldeando la cultura de los venezolanos quienes vivieron allí sino – también – las de los extranjeros. Los procesos de urbanización llevados a cabo por las empresas petroleras produjeron una verdadera revolución cultural. El diseño del poblado o campamento, la aparición del agua corriente y de la escuela de la comunidad, para solo nombrar dos ingredientes significativamente nuevos en la provincia venezolana, promovieron una manera diferente de vivir para muchos venezolanos. Dos de las características más importantes de estos primeros asentamientos petroleros fueron la disciplina comunitaria y la democracia.  Existían reglas de convivencia, deberes y derechos y todos los habitantes tenían igual acceso a los servicios comunes. El estudio de Navarro Rodríguez permite apreciar el intercambio cultural que se llevó a cabo en los asentamientos petroleros desde una óptica más objetiva, desprovista de ingredientes políticos o ideológicos.
En 1973-1975 la Gente del Petróleo entró en el debate aciona sobre nacionalización de la industria petroera
En 1971 comenzó en Venezuela un gran debate político sobre cómo y cuando aplicar la Ley de Reversión de los activos petroleros en manos de las empresas. Esta discusión llevó a la creación, en Mayo de 1974,  de la Comisión Presidencial de Reversión y al anuncio hecho por el presidente Carlos Andrés Pérez de proceder a una reversión anticipada, antes de 1983, lo cual equivalía a una nacionalización. El presidente de la CVP en el momento, General Carlos Carnevali, se maniestó de inmediato de acuerdo y anunció que la CVP estaba preparada para tomar las riendas de la actividad. El congresante de COPEI, Abdón Vivas Terán, acusó a la industria petrolera de manejar indebidamente el Fondo de Garantía, acusación  refutada por Alberto Quirós Corradi cómo técnico venezolano, lo cual llevó a Vivas Terán a retractarse.
 Los asistentes al IX Congreso de Ingeniería celebrado en 1974 rechazaron la nacionalización inmediata y le exigieron al al sector político una actitud responsable. Sin embargo, en el Tercer Congreso Venezolano de Petróleo en junio de ese mismo año la tesis de crear empresas mixtas fue derrotada por la tesis de la inmediata estatización. Acatando esta decisión politica los técnicos y gerentes de las empresas petroleras consideraron su deber cívico entrar a participar en el debate y estructuraron la Agrupación de Orientación Petrolera, AGROPET, para dar su opinión sobre la manera de llevar a cabo la Nacionalización. Su primera actuación fue la de proponer a la Comisión de Reversión la creación de varias empresas operadoras estatales, verticalmente integradas, a fin de asegurar la eficiencia operacional y evitar la politización que los técnicos venezolanos veían llegar con la toma de control estatal de la industria petrolera. Durante esta etapa florecieron las alusiones directas por parte del sector político sobre la “no venezolanidad” de los técnicos petroleros venezolanos. En Noviembre 1974 Alvaro Silva Calderón dijo que la industria nacionalizada “no debe quedar en manos de quienes se formaron en la empresa privada y solo tienen una concepción mercantilista de la actividad petrolera” y Jaime Lusinchi expresó que los venezolanos en la industria petrolera tenían “mentes colonizadas”. La introducción del Artículo 5 en el proyecto de ley, por parte el gobierno, según el cual el estado podría en el futuro celebrar contratos de asociacion con el sector privado, trajo un recrudecimiento de los ataques del sector político en contra de los gerentes y tecnicos venezolanos del petróleo. Sorprendentemente, los mismos políticos de la izquierda (mepistas, comunistas, masistas, miristas) y hasta de la derecha  (COPEI) que condenaron con vehemencia el artículo quinto apoyarían mucho después la creación de numerosas empresas mixtas. Sobre este tema regresaremos en otro capítulo sobre la participación política de la GENTE DEL PETRÓLEO.
A fin de ilustrar el compromiso comunitario de la gente del petróleo deseo referirme  a dos ejemplos: Humberto Peñaloza y Luis Marcano Coello.
Petrolero de múltiples facetas: Humberto Peñaloza
Mi primer encuentro con Humberto Peñaloza no tuvo nada que ver con petróleo sino con música clásica. Me  encontré en Maracaibo a Peñaloza y a Aníbal Martínez, otro petrolero de acentuado sentido comunitario, en la tarea de crear una orquesta sinfónica, tarea a la cual me uní con entusiasmo. La primera junta directiva de la orquesta estuvo presidida por el geólogo Aníbal Martínez y creo recordar que yo fui uno de sus miembros. Recuerdo haber ensayado para ser narrador de la obra de Prokofiev, Pedro y el Lobo, pero creo que ello no llegó a materializarse.
En su condición de incansable promotor musical  Humberto Peñaloza seria el fundador, en 1975, de la Fundación Mito Juan pro Música, primer presidente de la Orquesta Filarmónica Nacional, en 1987 y presidente de la Fundación Juan Bautista Plaza, en 1993.
Humberto Peñaloza se graduó de ingeniero petrolero en la UCV y comenzó a trabajar con la empresa Creole. Cuando yo llegué a Tulsa a estudiar geología, en 1951, Peñaloza salía de esa universidad con una maestría en ingeniería petrolera. Su estadía en Creole duró poco, ya que en 1958 fue nombrado Gerente Comercial de la CANTV. En 1959 fue al ministerio de Minas e Hidrocarburos como Director de la División de Economía Petrolera. Fomó parte de la delegación venezolana que fue a Bagdad en 1960 a organizar la OPEP. Fue Gobernador ante la OPEP por Venezuela con sede en Ginebra y fue miembro del primer directorio de la CVP, en 1961. Sería, mucho después, miembro de la directiva de PDVSA, durante el período 1979-1984. Fue, también, el fundador y primer presidente de la Cámara Petrolera de Venezuela.  En el sector educativo participó en los procesos de creación de las escuelas de ingeniería industrial de la Universidad Católica Andrés Bello, la escuela de petróleo de la Universidad del Zulia y, como docente, en la escuela de petróleo de la UCV durante la década de 1960.
Humberto Peñaloza fue un notable empresario petrolero, fundando la empresa petrolera Mito Juan en 1965, a fin de permitir a los venezolanos poseer acciones de una empresa petrolera, algo totalmente novedoso para una época en la cual ya se comenzaba a hablar de estatizar la industria petrolera. La empresa llegó a tener unos mil acionistas y estableció producción propia en la zona de Oficina, Estado Anzoátegui. En 1975 esta empresa fue expropiada por el estado venezolano, por lo cual se ha dicho, con justeza, que lo que ocurrió en 1975 no fue una nacionalización sino una estatización.
La calidad ciudadana de Humberto Peñaloza fue mucho más allá de su condición de gerente y promotor petrolero. Fundó en 1972 la Emisora Cultural Caracas FM, la cual estuvo en el aire hasta 2004, poco antes del fallecimiento de su fundador, ocurrido en 2006. La emisora comenzó a radiodifundir en 1975 y se convirtió rapidamente en el refugio de los venezolanos amantes de la buena música. Dependiente de los aportes de empresas e individuos admiradores de Peñaloza la emisora no tenía propaganda comercial, lo cual contribuía a incrementar su atractivo para los oyentes.  En la Junta promotora de esta emisora estuvieron Peñaloza y su gran colaborador, el geólogo Aníbal Martínez. Entre los financistas originales de esa iniciativa estuvo el empresario petrolero Rafael Tudela, otro excelente ejmplo de promotor comuniario.  Además de la emisora el grupo de fundadores liderado por Peñaloza también comenzó a publicar la revista cutural “CANDIL”. La emisora cultural Caracas transmitía durante 18 horas diarias. Al cabo de poco tiempo la emisora sufrió de problemas económicos, ya que era difícil lograr que los oyentes suscribieran los aportes suficientes para su mantenimiento. El lema de la emisora fue: “Educar, Informar y Entretener, especialmente en la divulgación de los valores culturales”. No solo se nutría la emisora de los despachos de la BBC de Londres sino de los de otras emisoras de Europa. En 1980 la emisora comenzó a transmitir conciertos de la Filarmónica de Caracas.
 A partir de 1990 la labor ciudadana de Peñaloza se diversificó. Escribió seis ensayos sobre Ética y Valores Morales de Venezuela, en los cuales discurrió sobre la Descomposición Polítca y Social del País; la Ética en el Trabajo; el Componente Ético del Desarrollo Nacional y las Estrategias para reforzar los Valores Corporativos.
Esto que hemos enumerado arriba representa una labor ciudadana múltiple y gigantesca. Humberto Peñaloza fue Gente del Petróleo, un insigne venezolano, un planificador, un civilizador.  Al menos una plaza venezolana, un instituto cultural, una sede de la industria petrolera nacional deberían llevar su nombre. Sin embargo, en la Venezuela de hoy, agobiada por la mediocridad, las plazas y avenidas llevan el nombre de asesinos y ladrones y la faja del Orinoco fue rebautizada como Faja Hugo Chávez Frías.  
Luis Marcano Coello, el hombre que sembró el petróleo
Entre los venezolanos que unieron la acción a la palabra, sembrar el petróleo, pocos lo hicieron con el vigor y la determinación de Luis Marcano Coello. Su oportunidad llegó cuando la Compañía Shell de Venezuela fundó en 1952 el Servicio Shell para el Agicultor. Luis Marcano Coello se había graduado en 1951 con un doctorado en Genética, Citología y Patología Vegetal en la Universidad de Cornell, el primer venezolano en lograr ese nivel académico en la especialidad. Cuando José Giacopini Zárraga, Mauricio Báez y Víctor Ponte, entre otros promotores, lograron que la empresa Shell creara el Servicio, su primer presidente, Mauricio Báez propuso a Marcano Coello como su remplazo. Desde 1955 hasta 1994, cuarenta años, la vida profesional de Marcano Coello se confundió con la del organismo.
Tomaría demasiado espacio escribir sobre la historia de esta institución. El Servicio Shell para el Agriultor, luego FUSAGRI desde 1971, se especializó en colaborar con los agricutores venezolanos y latinoamericanos y en formar profesionales y técnicos en esta rama. Sus áreas de acción se extendieron por toda Venezuela dirigidas a prestar asistencia técnica a los agricultores, a hacer investigación agrícola, a formar profesionales en estas especialidades y a promover organizaciones afines, tales como han sido la Fundación para la Conservación de los árboles, FUNDARBOL, la Fundación Colegio Experimental de Agricultura del Mundo Unido, FUNDACEA y el Centro de Desarrollo Vitícola Tropical. En particular el Servicio Shell para el Agicultor se concentró en el cultivo de hortalizas y en el uso ópimo de los fertilizantes. Con el tiempo el organismo extendió su labor al cultivo de cítricos, a la ganadería de leche y a la administración de fincas, entre otras áreas de especialización. En 1993, por ejemplo, el organismo tenía 20 proyectos en todo el país, un presupuesto  equivalente a $2 millones y empleaba  unos 50 ingenieros agrícolas, muchos con doctorados y otros postgrados. Ya para esa fecha el financiamiento venía, en un 50%, de las empresas petroleras, un 25% del gobierno y el otro 25% de la empresa privada.  Después de la nacionalización las empresas Maraven y Corpoven apoyaron financieramente programas de FUSAGRI en el Sur del Lago de Maracaibo y en el Oriente del país. Nos dice Eddie Ramírez, quien fuera vicepresidente de FUSAGRI hacia el final de la década de 1990, que la llegada de Chávez al poder significó el final de ese organismo. El INTI, al mando de Adán Chávez, expropió sus instalaciones principales en Cagua sin indemnización alguna.
Luis Marcano Coello fue el principal motor de esa organización. Cuando Shell cesó de financiarla enteramente Marcano Coello logró conseguir suficiente ayuda económica de la empresa privada venezolana para seguir adelante, en especial de la Funadción Vollmer, la Fundación POLAR y la Fundación Eugenio mendoza. El impacto de esta organización sobre la agricultura venezolana fue extraodinario, no solamente en el aspecto de mejorar las cosechas y las ténicas agrícolas utilizadas en el país sino en el de formar profesionales en esa especialidades agrícolas. 
Marcano Coello fue  el ingeniero agrónomo  más internacional que ha tenido Venezuela. Fue presidente de la Asociación Latinoamericana de Fitotecnia, de la Asociación Latinoamericana de Ciencias Agrícolas, director de la Zona Andina del Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas, miembro de los directorios del Centro Internacional de Agricultura Tropical (Colombia), del Instituto Internacional de Agricultura Tropical (Nigeria), del Comité Técnico Asesor del Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional(Italia) y presidente de la Federación Internacional de Sistemas de Investigación Agrícola para el Desarrollo.
Su labor en FUSAGRI fue excepcional pero todavía sería protagonista de otra inciativa tan o más meritoria. Gracias a la iniciativa del Dr. Francisco Kerdel Vegas Marcano Coello estructuró en Caracas la Fundación del Colegio del Mundo Unido Simón Bolívar, Fundacea, la cual inicialmente presidió la señora María Briceño de Burelli. Este Colegio era miembro de la organización Colegio del Mundo Unidos( United World Colleges, UWC), fundado en 1962 en Gales y contaba con 17 planteles en cuatro continentes.  Los alumnos serían becados y residirían dos años en el colegio, para luego prestar servicio social como voluntarios.  Su presidente, el Príncipe Carlos fue invitado y vino expresamente a Venezuela para la inauguración del Colegio. La señora Briceño de Burelli ofreció en su honor una recepción en su casa.
Luis Marcano se dedicó de lleno al colegio, trasladándose a vivir en su sede, en Pedraza, Estado Barinas, donde se inició el adiestramiento de jovenes agricultores de toda la región latinoamericana. Cuando visité a Marcano Coello en el instituto me comentó que la lucha por la sobrevivencia del Colegio era cuesta arriba. Me dijo: “Gustavo, este pueblo tiene 22 botiquines pero no tiene biblioteca pública”.
Este colegio agrícola internacional fue una institución privada manejada por el incansable Luis Marcano Coello, dedicada a la educación rural. Fue alma mater para unos mil estudiantes de 44 países. En 2011 el colegio fue invadido por las hordas del chavismo, según lo narra la directiva del organismo: La directiva de la Fundación Colegio Experimental de Agricultura (Fundacea), acordó iniciar acciones legales para que se revoque la toma de su finca escuela, ubicada en Pedraza, estado Barinas, ocurrida el 21 de septiembre. Tal día se presentaron funcionarios del Instituto Nacional de Tierras (INTI) y efectivos del Ejército acompañados de un grupo de campesinos. Tomaron una parte de nuestra finca escuela, donde desde hace 25 años funciona el Instituto Universitario Experimental de Tecnología y Agricultura Simón Bolívar (IUETA SB), y entregaron una notificación que señala "el inicio del procedimiento del rescate de la totalidad de estas tierras", denunció Luis Marcano, presidente de Fundacea. Y agregó: “En los años 80, el Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE) había donado a Fundacea un lote de 676 hectáreas, con la condición de que fuesen destinadas al establecimiento del organismo, que este año cumple 25 años de funcionamiento, y en agosto pasado completó la graduación de casi mil jóvenes como TSU en Administración de Fincas, todos ellos becados total o parcialmente por el organismo académico de alcance internacional”.
El hermoso proyecto se mantuvo por 25 años pero, en 2004, el gobierno le suspendió la asignación que provenía de FUNDAYACUCHO. En 2008 le suspendió el apoyo del BANDES y en 2011 el régimen chavista procedió a la invasión de sus instalaciones. Para llevarla a cabo el régimen se apoyó en una llamada averiguación en la cua se acusó de “irregularidades administrativas” al hombre que había dedicado toda su vida al fomento de la agricultura en el país. La invasión de campesinos apoyados por la Fuerza Armada se concretó antes de que el Instituto pudiera ejercer su defensa. Apenas dos años después de este atropello falleció, a sus 90 años, el ilustre Luis Marcano Coello, el ilustre venezolano que cumplió fielmente la consigna de Arturo Uslar Pietri de sembrar el petróleo.

martes, 27 de noviembre de 2018

U.S. FEDERAL REPORT ON CLIMATE CHANGE



**** US President Donald Trump has cast doubt on a report by his own government warning of devastating effects from climate change. Asked about the findings that unchecked global warming would wreak havoc, he said: "I don't believe it."
**** What an irresponsible president!
The federal government of the United States just published a report on Global warming that will leave no doubt in most readers about the magnitude of the global climate disaster already in motion, produced by greenhouse emissions, as a result of the intensive use of fossil fuels in the last eight decades. Most of the governments of the planet have recognized the gravity of this threat, except the U.S. government, led by President Donald Trump. In a politically driven action President Trump has dismantled all environmental provisions made by previous U.S. administrations and has withdrawn from the Paris Accord on Global Warming, while encouraging the full development of fossil fuels, recognized as the main culprit of global warming.
In this report the technical and scientific members of the federal government have described, in an unmistakable manner, the reasons why global warming has resulted in death and destruction in the U.S. and around the planet and are calling for immediate actions to protect what could still be protected. The disaster is already upon us.
Will someone act and make President Trump understand that he has been one of the main promoters of this disaster with his unfortunate decisions?  He is already guilty of gross negligence in this tragic situation. Unfortunately, in a deeply politicized society, split down the middle into democrats and republicans, “progressives” and “conservatives”, extremists of the right and extremists of the left, his followers have accepted his uninformed posture as a matter of dogma and refuse to see, in spite of all the evidence, the magnitude of the tragedy.
                              EXCERPTS FROM THE REPORT
                   READ IT HERE: https://nca2018.globalchange.gov/
Earth’s climate is now changing faster than at any point in the history of modern civilization, primarily as a result of human activities. The impacts of global climate change are already being felt in the United States and are projected to intensify in the future—but the severity of future impacts will depend largely on actions taken to reduce greenhouse gas emissions and to adapt to the changes that will occur.
Observations collected around the world provide significant, clear, and compelling evidence that global average temperature is much higher, and is rising more rapidly, than anything modern civilization has experienced, with widespread and growing impacts (Figure 1.2) (CSSR, Ch. 1.9). The warming trend observed over the past century can only be explained by the effects that human activities, especially emissions of greenhouse gases, have had on the climate (Ch. 2: Climate, KM 1 and Figure 2.1).
This report draws a direct connection between the warming atmosphere and the resulting changes that affect Americans’ lives, communities, and livelihoods, now and in the future. It documents vulnerabilities, risks and impacts associated with natural climate variability and human-caused climate change across the United States and provides examples of response actions underway in many communities. It concludes that the evidence of human-caused climate change is overwhelming and continues to strengthen, that the impacts of climate change are intensifying across the country, and that climate-related threats to Americans’ physical, social, and economic well-being are rising. 
Observed Change
Observations from around the world show the widespread effects of increasing greenhouse gas concentrations on Earth’s climate. High temperature extremes and heavy precipitation events are increasing. Glaciers and snow cover are shrinking, and sea ice is retreating. Seas are warming, rising, and becoming more acidic, and marine species are moving to new locations toward cooler waters. Flooding is becoming more frequent along the U.S. coastline. Growing seasons are lengthening, and wildfires are increasing. These and many other changes are clear signs of a warming world (Figure 1.2) (Ch. 2: Climate, Box 2.2App. 3: Data & Scenarios, see also the USGCRP Indicators and EPA Indicators websites).
Causes of Change
Scientists have understood the fundamental physics of climate change for almost 200 years. In the 1850s, researchers demonstrated that carbon dioxide and other naturally occurring greenhouse gases in the atmosphere prevent some of the heat radiating from Earth’s surface from escaping to space: this is known as the greenhouse effect. This natural greenhouse effect warms the planet’s surface about 60°F above what it would be otherwise, creating a habitat suitable for life. Since the late 19th century, however, humans have released an increasing amount of greenhouse gases into the atmosphere through burning fossil fuels and, to a lesser extent, deforestation and land-use change. As a result, the atmospheric concentration of carbon dioxide, the largest contributor to human-caused warming, has increased by about 40% over the industrial era. This change has intensified the natural greenhouse effect, driving an increase in global surface temperatures and other widespread changes in Earth’s climate that are unprecedented in the history of modern civilization.
 The unambiguous long-term warming trend in global average temperature over the last century cannot be explained by natural factors alone. Greenhouse gas emissions from human activities are the only factors that can account for the observed warming over the last century; there are no credible alternative human or natural explanations supported by the observational evidence. Without human activities, the influence of natural factors alone would actually have had a slight cooling effect on global climate over the last 50 years (Ch. 2: Climate, KM 1Figure 2.1).

The attitude of President Trump is criminal


lunes, 26 de noviembre de 2018

La doble castración de la Fuerza Armada venezolana




El militar venezolano del siglo XXI, con las honrosas excepciones que se conocen o están por conocerse,  es un espécimen doblemente castrado.
Por un lado, porque ha perdido el coraje de resistirse a la pandilla que ha asaltado el poder político, convirtiéndose en cómplice, al aceptar manejar de manera delictiva la importación y distribución de alimentos, al involucrarse en el contrabando de extracción de hidrocarburos, lo cual le da grandes beneficios a algunos de sus miembros, a participar – según acusación de países extranjeros – en el narcotráfico, al entrar a manejar empresas fantasma de servicios petroleros, al permitir la toma y control de territorio y recursos venezolanos por bandas de la guerrilla colombiana y por su estruendoso silencio institucional frente a estas múltiples muestras de prostitución en sus filas.
Por otro lado, porque ha aceptado con sumisión la invasión cubana castrista en nuestro país, una invasión de todas las esferas del poder político, social y económico, desde el circulo de protección de los máximos sátrapas, hasta el manejo de los datos personales de los venezolanos, pasando por el control de aeropuertos, puertos, agroindustria y hasta participación en los asuntos petroleros del país, sin contar el traidor aporte de miles de millones de dólares en transferencia al régimen de los hermanos Castro, el cual estimo en el orden de los U.S. $50.000 millones durante la etapa chavista-madurista que ha ido desde 1999 hasta hoy.
Esto es castración, en el más liberal sentido semántico de subordinación servil a los hermanos Castro. El símbolo más odioso de esta castración fue el sátrapa Hugo Chávez Frías, mascota de Fidel, fidelísimo como adolescente enamorado del carnicero del Caribe, siempre presto a financiarlo, a complacerlo, a seguir sus directrices, a reportarse con frecuencia a La Habana, donde llegó al extremo rastrero de celebrar reuniones del gabinete ejecutivo de su presidencia. El sátrapa pudiera haber recurrido a médicos venezolanos, estadounidenses, brasileños, a lo mejor de la medicina mundial para tratar sus aflicciones, pero prefirió ponerse en manos de la doblemente opaca medicina cubana, por lo que tiene de poco transparente y de incierta calidad. El curso de su enfermedad, su tratamiento en Cuba y su muerte, nadie sabe dónde,  fueron parte de un circo indigno animado por payasos como Ernesto Villegas, con informes y boletines productos de la conveniencia política de la pandilla, una zarzuela tragi-cómica que incluyó decisiones de estado ilegítimas, entre las cuales se encuentran las que condujeron a  la designación del correveidile principal de Chávez, Nicolás Maduro, como presidente de Venezuela, designación ilegítima permitida por los doblemente castrados miembros de las fuerzas armadas. Esta designación fue originalmente un deseo del agonizante Chávez pero se convirtió, después de su incapacidad física y mental y de su muerte, en una patraña urdida por el círculo íntimo de mafiosos como Jorge Rodríguez, Rafael Ramírez Carreño, Diosado Cabello y los castrados militares para asaltar el poder. Tarde han aparecido chavistas “originarios” y militares caídos en desgracia, ahora aparentemente arrepentidos de haber participado en este fraude o simplemente llorando la pérdida del poder, consolándose al contar – como el rico tío Mac Pato – sus inmensas fortunas en el exterior.
La Venezuela post-chavismo-madurismo tendrá una papa caliente en sus manos. ¿Qué hacer con la institución armada?  O, mejor dicho: ¿Cómo actuar frente a la institución armada?  Porque no hay dudas de que esta institución es parte de la tragedia venezolana, no parte de la solución para Venezuela, ni es posible visualizarla como aliada en lo que será el penoso y largo proceso de reconstrucción nacional. Esta es una institución podrida hasta las raíces, la cual representa un improductivo centro de costos para una Venezuela empobrecida. Es una institución parásita que no justifica el inmenso dinero que la Nación gasta en ella, debido a sus turbias actuaciones y a su negligencia frente a los inmensos problemas de soberanía nacional que sufre el país.
¿Tendrá algún día la Fuerza Armada venezolana la dignidad de suicidarse, para permitir que la Nación estructure un modelo nuevo de protección colectiva, de salvaguarda de su territorio? Lo dudamos y eso nos obliga a ser pesimista sobre el futuro de Venezuela, a menos por un período largo de tiempo. Sanear esta institución, si se comenzara hoy, tomaría dos generaciones.     

viernes, 23 de noviembre de 2018

Apuntes para una historia de la GENTE DEL PETRÓLEO

Considero deseable comenzar a escribir sobre la GENTE DEL PETRÓLEO por las razones que expongo más abajo. Lo que sigue es el primero de una serie de escritos sobre este tema que iré publicando en mi blog.

                                             BREVE RESUMEN HSTÓRICO


Aunque mucho se ha escrito sobre el petróleo en Venezuela poco se ha escrito sobre la Gente del Petróleo, el grupo de venezolanos quienes directa o indirectamente han participado en el desarrollo de lo que ha sido, alternativamente, una bonanza y una tragedia.
Desde que escribía en RESUMEN, en la década de 1970, vengo hablando no solo de petróleo, sino de la Gente del Petróleo. Así lo ha hecho notar el historiador Tomás Straka, al hablar de AGROPET, la Agrupación de Orientación Petrolera que fundáramos los técnicos petroleros en esa década para intervenir en el debate petrolero. Dice Straka: “Agropet es el antecedente más claro de lo que sería la «Gente del petróleo». Uno de sus principales promotores, Gustavo Coronel, fue quien impuso esta categoría en los artículos que sobre el tema publicaba en la famosa revista Resumen de Jorge Olavarría a principios de la década de 1980”.Ver: http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2014/05/politica-contra-gerencia-un-ensayo-de.html
La  historia no debe entenderse solamente en base a la ejecutoria de los grandes hombres sino como el producto de la acción combinada de líderes excepcionales y de múltiples miembros de sus generaciones, quienes con frecuencia  desempeñan papeles decisivos aunque poco conocidos en los acontecimientos. Los nombres que usualmente sobreviven en la memoria histórica son los de aquellos quienes logran estar en el momento preciso en el lugar preciso. Creo que es justo hacer un esfuerzo para reconocer y honrar a quienes hicieron posible que lo bueno sucedido sucediese.
En un sentido estrictamente histórico quizás el primer petrolero venezolano fue el Dr. José María Vargas, quien en 1839 describió una muestra de petróleo venezolano a pedido del general José Antonio Páez y tuvo la visión de decir que este material sería más valioso para Venezuela que el oro y la plata. Luego vendrían los hombres de La Petrolia, quienes le pidieron a Guzmán Blanco una concesión para explotar hidrocarburos, la cual les fue dada en 1878. El geólogo Orlando Méndez nos dice, con justeza, que Pedro Rafael Rincones puede considerarse como el primer operador petrolero venezolano, entrenado específicamente para esos fines en los Estados Unidos.
     La década de 1910. La familia Aguerrevere
Si hay una familia que pueda considerarse pionera en el sector petrolero venezolano es la familia Aguerrevere. En alguna obra histórica leí que esta familia Aguerrevere estuvo y sigue estado activa en el sector de la ingeniería y sus actividades conexas venezolanas desde la época de la Compañía Guipuzcoana. Los hermanos Pedro Ignacio y Enrique Aguerrevere acompañaron al geólogo Ralph Arnold en los años de 1911 a 1916 en la búsqueda de petróleo en Venezuela, la cual terminó en la identificación de  áreas promisorias, en las cuales se irían descubriendo los grandes campos petrolíferos venezolanos. Estos hermanos eran agrimensores y su padre, Santiago, uno de los ingenieros de más prestigio de la época, fue designado jefe del grupo agrimensor. Pedro Ignacio fue becado posteriormente para estudiar geología en Stanford, donde se graduó en 1920. Otro hermano, Santiago, también se graduaría de geólogo en Stanford en 1925. Pedro Ignacio y Enrique fueron de la primera Gente del Petróleo pero ambos se fueron a México y Colombia porque después de sus estudios no quisieron regresar a la Venezuela de Juan Vicente Gómez. Los testimonios de estos dos hermanos sobre su aventura con Arnold se encuentran en el libro “The First Big Oil Hunt”, bellamente traducido y editado por Héctor Pérez Marchelli y Andrés Duarte Vivas con el título de “Venezuela Petrolera: primeros pasos”, uno de los libros más importantes de la bibliografía petrolera venezolana. 
Otros de los pioneros de la Gente del Petróleo, miembros del equipo de Ralph Arnold, fueron Luis Julio Pacheco y  Martín Tovar Lange. Sobre Luis Julio Pacheco he recibido la siguiente información de su nieto, Luis Pacheco, también miembro destacado – casi cien años después -  de la Gente del Petróleo: Luis Julio Pio Pacheco Soublette nació en Caracas en 1889 y murió en la misma ciudad en diciembre 1973.  Aunque era ingeniero civil, cuando él estudió en la Universidad Central la gente se graduaba como doctor de la Escuela de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales porque no existía facultad de ingeniería como tal.  Trabajó la mayor parte de su vida profesional con la Caribbean/Shell y terminó su vida profesional jubilado en 1950”. Pacheco fue el encargado de tratar de minimizar los efectos del reventón del pozo Los Barrosos 2, en 1922. Tovar Lange cuenta sus experiencias en el mencionado libro de Arnold.
La década de 1920. La Gente del petróleo aún no existía como grupo
En 1924 existían en Venezuela 39 empresas petroleras, una venezolana, La Petrolia, y 38 extranjeras. De esas empresas solamente seis producían petróleo mientras que el resto estaba aún en la etapa de formalizar o evaluar sus concesiones. Ya la nómina del sector petrolero llegaba a unos 42.000 empleados, de los cuales unos 1200 eran extranjeros.  Sin embargo, no había ningún venezolano en la nómina gerencial y casi ninguno, al menos que sepamos, a nivel técnico. Existían también otras 14 pequeñas empresas en el sector petrolero, propiedad de británicos o estadounidenses, las cuales empleaban a 700 venezolanos y a 65 extranjeros. En esas empresas también se veía la ausencia total de profesionales o gerentes venezolanos, excepto quizás en el sector legal, ya que este era muy especializado para ser manejado por extranjeros. Otra actividad petrolera en la cual participaron venezolanos de manera distinguida fue en el sector salud. Por ejemplo, los jóvenes médicos Enrique Tejera Guevara y Leopoldo García Maldonado estuvieron activos en el estado Zulia combatiendo la malaria, como aliados de los especialistas ingleses en medicina tropical ingleses a Venezuela por la empresa Caribbean Petroleum Co. A estos dos médicos los conocí y pude hablar con ellos sobre sus experiencias en este campo. García Maldonado (1896-1983), me contaba que  su colaboración con los médicos ingleses, en especial un profesor de apellido Stephens, sirvió para promover la arquitectura de las casas de la costa oriental del Lago de Maracaibo, elevadas sobre el terreno, a fin de romper el contacto entre el mosquito de las ciénagas y la vivienda, en una época en la cual el DDT aún no había llegado.  Los testimonios de estos médicos y de los geólogos de la época ilustran sus sinceros esfuerzos para mejorar la situación social y de salud de los venezolanos de la provincia y contrastan con los despectivos comentarios de Salvador de la Plaza y de Rodolfo Quintero, testigos lejanos de la aventura petrolera, quienes acusaron en sus escritos a los pioneros del petróleo de ser transportados por la selva – como reyezuelos orientales -  por dóciles nativos. 
La década de 1930. Nace la gente del petróleo como grupo.
La Gente del Petróleo venezolana nació como grupo en la década de 1930, promovido desde el gobierno. Las iniciativas de Gumersindo Torres y, luego, de Manuel Egaña, en el Ministerio de Fomento, para promover un cuerpo técnico en el sector de los hidrocarburos crearon el semillero del cual se nutrió posteriormente  la Gente del Petróleo en el sector petrolero privado. En efecto, muchos de estos primeros funcionarios del Ministerio de Fomento llegaron a ser gerentes de alto nivel en las empresas petroleras durante  décadas posteriores.
Entre las primeras iniciativas del Ministerio de Fomento a inicios de 1930 estuvo el nombramiento de una comisión integrada por Siro Vásquez, ingeniero; Diego Bautista Urbaneja, abogado y Manuel Toledo Rojas, médico, a fin de encontrar fórmulas de evitar la contaminación de las aguas por el petróleo. Para hacer ese trabajo debieron estudiar lo que se hacía en otros países, especialmente en USA y México.
En la década de 1930 los primeros organismos profesionales de alto nivel en la industria petrolera fueron las Inspectorías Técnicas del Ministerio de Fomento, en las cuales participaron Guillermo Zuloaga, José Martorano Battisti, Virgilio Penso de León; Carlos Alberto Velutini; Carlos Pérez de la Cova y otros. En este grupo estuvieron ingenieros quienes llegaron a altos niveles ejecutivos, tanto en el sector oficial como en las empresas petroleras privadas. De ellos llegué a conocer a tres: Guillermo Zuloaga, José Martorano Battisti y Carlos Pérez de La Cova.
Guillermo Zuloaga  (1904-1984) fue un geólogo graduado en MIT. Fue el primer Jefe de la Inspectoría General de Hidrocarburos del Ministerio de Fomento. Cursó estudios de primaria en el colegio Muñoz Tébar y secundaria en el liceo Caracas. Se graduó en filosofía y letras en la Universidad Central de Venezuela en 1924 y de doctor en geología en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (Estados Unidos) en 1930. Zuloaga colaboró con la creación del Servicio Técnico de Geología y Minería en 1936 y organizó los 2 primeros congresos geológicos venezolanos en 1937 y 1938. Ingresó a trabajar en la empresa Lago Petroleum Corporation en 1939. Tomó parte activa en la fundación de la escuela de Geología de la Universidad Central de Venezuela en 1940, y en 1956, fue uno de los primeros venezolanos que llegaron a nivel de directores en la empresa petrolera privada, al ser designado miembro de la junta directiva de la Creole Petroleum Corporation.
Lo vi en varias ocasiones, ya en su condición de Director de la Creole y su presencia siempre me pareció un tanto intimidante. Tenía, quizás fuese mi impresión de geólogo recién graduado, una actitud imperial y aristocrática. Quienes lo conocieron bien, sin embargo, lo describen como una persona sencilla, amante de la naturaleza en la gran tradición de Humboldt, interesado en la Isla de Aves, en los guácharos de Caripito o en historia petrolera. Fue un gran venezolano y uno de los primeros grandes miembros de la Gente del petróleo.
El segundo miembro del grupo salido del Ministerio de Fomento que conocí personalmente fue José Martorano Battisti. Lo conocí bien, e inclusive, fui su colega en la primera directiva de PDVSA. Martorano fue un hombre sorprendente. De perfil muy bajo,  fue promotor de importantes iniciativas petroleras desde la década de 1930 hasta bien entrada la década de 1970. Comenzó su carrera en 1937 como Inspector Técnico de Hidrocarburos en la zona de Mene de Mauroa. En esa época fue promotor principal del Instituto de Geología en Caracas. A inicios de la década de 1950 fue Consejero petrolero de la embajada de Venezuela en Washington. Dentro de PDVSA fue uno de los grandes promotores del INTEVEP, designado como su primer presidente. Martorano fue uno de los primeros venezolanos en llegar a la Junta Directiva de la Compañía Shell de Venezuela. Participé, indirectamente, en su designación como primer presidente del INTEVEP. En reunión de la Junta Directiva de PDVSA el General Alfonzo Ravard anunció que pensaba designarme como primer presidente del INTEVP. En ese momento le agradecí su intención  pero respondí que me sentiría incómodo allí, dado que el gran promotor del INTEVEP había sido Humberto Calderón Berti, por lo cual debía ser reconocido.  A ello el General Alfonzo dijo: “Vista la posición de Coronel, procederé a designar al Dr. José Martorano para la presidencia del INTEVEP”. Y así fue.
Tranquilo, callado, cordial, de suaves maneras, José Martorano tuvo una carrera brillante dentro de la industria petrolera venezolana. 
El tercer miembro de ese grupo que conocí fue Carlos Pérez de la Cova, en la década de 1980, cuando este profesional ya estaba retirado pero aún  conectado con la embajada de Venezuela en Washington.  El Dr. Pérez de la Cova había sido  gerente de alto nivel de Philips Petroleum y, luego, Ministro de Minas e Hidrocarburos en 1956.  Fue Encargado de Negocios en Washington durante la década de 1960 y embajador en Londres en la década de 1970.  En Washington tuve ocasión de invitarlo dos o tres veces a mi casa, a almorzar o cenar y le escuché muchas anécdotas de su vida de gerente petrolero y de diplomático.
Seis venezolanos fueron enviados a estudiar Ingeniería de producción y de Refinación de Petróleo en Tulsa y en Norman, Oklahoma
En Noviembre de 1930 el Ministerio de Fomento envió a la Universidad de Tulsa, Oklahoma a los ingenieros Manuel Guadalajara, Siro Vásquez y Jorge Hernández Guzmán a estudiar ingeniería de refinación  y a la universidad de Oklahoma a Edmundo Luongo Cabello, José Abel Monsalve y José Antonio Delgado Figueredo a estudiar ingeniería de petróleo. Solo tengo algunos detalles sobre la vida de dos de ellos: Siro Vásquez y Edmundo Luongo Cabello.
Siro Vásquez (1910-1990) tuvo una carrera excepcional. Después de graduado en Tulsa fue empleado por la Jersey (SOV) en 1938, junto con los también ingenieros Raimundo Molina y Federico Baptista. Vásquez llegó a ser  subjefe de producción en la Creole, Caracas, Director de Creole en 1953, Director de la Jersey en USA en 1965  y Vicepresidente de Exxon en 1970, el primer latinoamericano en llegar a ese nivel en Exxon,  coronando así una carrera profesional de 37 años.  No lo conocí personalmente pero me lo encontré en un avión a inicios de la década del  70, viajando de NYC a Caracas en compañía de una hija. Yo iba en un asiento al otro lado del pasillo (en esa lejana época yo viajaba en primera)  pero no me atreví a entablar conversación con él, porque parecía estar de mal humor. He debido decirle que ambos éramos ex - alumnos de la Universidad de Tulsa.
Ya en la década de 1930 Jersey tenía unos 3000 empleados en Venezuela, de los cuales unos 2500 eran venezolanos pero muy pocos eran técnicos o, aún menos, gerentes.
El otro venezolano de carrera muy destacada enviado a Oklahoma fue Edmundo Luongo Cabello (1909-1997). Nacido en Caripe Estado Monagas en 1909.  Ingeniero y Político. Casó con Olga Clementina Giliberti Gómez. Hizo sus estudios secundarios en el Colegio Sucre y terminó el curso preuniversitario en el Liceo Caracas. Cursó estudios superiores en la Universidad Central  de Venezuela, en la cual obtuvo en 1928, el grado de Doctor en Ciencias Físicas y Matemáticas. Ejerció libremente la profesión hasta el 15 de agosto de 1930, fecha desde la cual comenzó a prestar servicios en el Ministerio de Fomento.  Desde su regreso al país, hasta agosto de 1939,  desempeñó los cargos de Inspector Adjunto al Inspector Técnico e Inspector Técnico de Hidrocarburos. Desde 1939 a 1943 ocupó el cargo de Director de Hidrocarburos en el Ministerio de Fomento.  Participó en la redacción de la ley de Hidrocarburos  de 1943, como Secretario de la Comisión de estudio y redacción.  Participó, en 1949, en el primer contacto oficial entre Venezuela y las naciones productoras de hidrocarburos del Medio y Cercano Oriente, como miembro de la Misión Especial del Ministerio de Fomento.   En 1952 fue designado Ministro de Minas e Hidrocarburos en el Gobierno de Marcos Pérez Jiménez. Durante su ejercicio se concedieron nuevas concesiones y se dio gran énfasis a la conservación del gas natural. 
Algunas de las universidades extranjeras preferidas por la Gente del Petróleo durante el siglo XX
Desde las primeras décadas del siglo XX dos de las universidades preferidas por los venezolanos para estudiar especialidades petroleras fueron Stanford, en California y la Universidad de Tulsa, en Oklahoma. La preferencia por Stanford era lógica ya que Ralph Arnold, el geólogo que identificó las áreas más promisorias de Venezuela fue un graduado de esa universidad. Hoy día los graduados venezolanos de Stanford son legión e integran un grupo de alta distinción. 
La Universidad de Tulsa, mi alma mater, se convirtió en una de las universidades preferidas para los venezolanos quienes iban a USA a estudiar especialidades petroleras. En 1951 llegué allá a estudiar geología. Recuerdo haber ido  comprar un traje por cuotas en una tienda del centro de la ciudad. Al saber que yo era de Venezuela el dueño me extendió el crédito de inmediato, mencionando la corrección de quienes habían llegado desde Venezuela con anterioridad.
Hay cuatro venezolanos  ex - alumnos distinguidos de esa universidad: Siro Vásquez, Luis Giusti, Humberto Calderón y el suscrito. Formé parte de la Junta Directiva de la universidad durante la década de 1980.  Por T.U., como la llamamos,  pasaron petroleros venezolanos de primera línea. Recuerdo a venezolanos candidatos a post-grados en la etapa 1951-1953,  como  José (Pepe) Sagahún, Fernando Delón, Ricardo Flores, Alberto Santiago, Oscar Rojas Boccalandro, Pedro Márquez Gutiérrez (El Machete), Georgias Garriga y Belén Pérez Chiriboga.  Entre mis compañeros de estudios recuerdo a Omar Molina, Leonardo Moleiro, los hermanos Vivas (Virgilio y Edmundo), Ramón Rubio,  los hermanos Felizola (Régulo y Rómulo), Eleazar Niño (se regresó a Venezuela a ser General del Ejercito), Manuel Romero, mi gran amigo de siempre; José Aparicio, José Pereira, Arnaldo Serio y los inolvidables hermanos Puppo, de Puerto La Cruz, muertos en la flor de la edad, en un accidente de automóvil cuando regresaban de vacaciones a Venezuela.
Estos estudiantes regresaron a Venezuela a ser empresarios petroleros, gerentes de empresas petroleras, educadores, funcionarios importantes del ministerio de Minas e Hidrocarburos. En una cena que dimos en el Hotel Tamanaco, en Caracas, en la década de 1990, reunimos a unos 150 ex alumnos de la universidad para agasajar al entonces presidente de la universidad, Robert Donaldson.
1937. Se crea por decreto del Presidente López Contreras el Instituto de Geología
Los ministros encargados de estructurar el Instituto de Geología fueron Néstor Luis Pérez, Fomento y Rafael Ernesto López, Educación, ministerio al cual fue adscrito hasta su incorporación definitiva a la Universidad Central de Venezuela, unos pocos años más tarde. Los pioneros en la facultad de este instituto fueron Clemente González de Juana, geólogo español sembrado en Venezuela y  gran maestro de varias generaciones de geólogos venezolanos,  Alfonso Kroboth, un bondadoso checo, de hablar pausado, el geólogo-paleontólogo español José Royo y Gómez, el ingeniero de minas de Uruguay Carlos Fernández de Caleya, el ingeniero de minas español Enrique Rubio Sandoval, el farmaceuta devenido en ilustre paleontólogo nacido en Cuba, Pedro Joaquín Bermúdez, los geólogos estadounidenses Frances Charlton de Rivero, Hollis D. Hedberg y el geólogo suizo Louis Kehrer. En 1942 se graduaron los primeros geólogos de este instituto: César Rosales, José Rafael Domínguez, Carlos Key, José Pantin Herrera, Eduardo Guzmán (mexicano), José Más Vall y Leandro Miranda Ruiz.  Los conocí y fui amigo de todos ellos. Cuando llegué a Shell, primero como becario pasante en 1952 y luego ya empleado en 1955, recibí la ayuda y guía de Domínguez y de Rosales. José Rafael Domínguez fue posteriormente mi jefe en Shell Sur del Lago, mi colega director en PDVSA y sobre todo, un gran amigo. Domínguez fue un típico venezolano, de personalidad optimista y cordial, humorista y alegre. Cuando perforamos el pozo de exploración en el bloque B del Sur del Lago en la década de 1970,  tuve que presentar sus decepcionantes resultados ante la directiva de Shell de Venezuela. Dije que la perforación había llegado al tope del Eoceno a la profundidad exacta pronosticada pero las rocas encontradas eran lutitas y no areniscas, por lo cual no había petróleo acumulado.  Domínguez, mi jefe,  se apresuró a decir que el pozo había sido un éxito técnico. A lo cual Alberto Quirós intervino para decir: “Lo que dicen los geólogos es que la operación fue un éxito científico pero el paciente se murió”. 
Si bien Domínguez era extrovertido e irreprimible, su colega César Rosales era callado, misterioso, como un monje  salido de una novela de Humberto Eco, pero igualmente cordial y deseoso de ayudar a los jóvenes. Cuando llegué a Shell ya Domínguez y Rosales eran gerentes de alto nivel, superintendentes de campo, y ambos llegarían, en la década de 1960, a ser miembros de la Junta Directiva de Shell de Venezuela, al mismo tiempo que “Tony” Rojas, a quien casi no conocí y el Dr. Manuel Reyna, un notable abogado, casi siempre vestido de severo traje oscuro.  En una ocasión, en Houston, el Dr. Reyna bajaba en el ascensor del hotel donde nos hospedábamos, cuando entró un vaquero tejano con algunos tragos encima. Se le quedó viendo al Dr. Reyna y le preguntó: “¿Buddy, where is the funeral?  (¿Amigo, donde es el entierro?).
Los primeros becarios de la Jersey (Creole)
Desde 1937 la Jersey (Creole) comenzó a becar venezolanos para estudiar diversas especialidades petroleras. Entre los primeros becarios estuvieron Amos Salvador, Nicanor García, Rómulo Quintero, Eduardo Acosta Hermoso, Julio Sosa Rodríguez, Efraín Barberii, José Cirigliano, Domingo Casanova y Julio Casas. Muchos de estos becarios fueron a otras empresas a trabajar, después de algún tiempo en Creole. Los conocí a todos. Amos Salvador (1923-2007) fue un gran caballero y un geólogo brillante. Nació en Madrid pero se graduó de geólogo en la Universidad Central de Venezuela. Llegó a ser Geólogo jefe de Exxon y una leyenda profesoral en   la Universidad de Austin, Texas.  Nicanor García, geólogo, fue el primer venezolano gerente de la refinería de Amuay y Director de Creole. Rómulo Quintero fue presidente de Mobil, Venezuela y, luego, de Llanoven, desde la cual colaboró en el proceso de racionalización de empresas después de la nacionalización. Eduardo Acosta Hermoso fue presidente de la Petroquímica de Venezuela, empresa antecesora de  Pequiven, y tuvo una extensa actuación en la política venezolana Julio Sosa Rodríguez se convirtió en un gran capitán de empresas y promotor principal de la Universidad Metropolitana, además de ser miembro de la primera directiva de  Petróleos de Venezuela. Efraín Barberii fue insigne educador, fundador de la Escuela de Petróleo de la Universidad del Zulia, gerente de Producción de la CVP, historiador y mentor de varias generaciones de la Gente del Petróleo. A José Cirigliano lo recuerdo como leal y muy nacionalista, un segundo a bordo del legendario Luis Plaz Bruzual en el Ministerio de Minas e Hidrocarburos. Domingo Casanova tuvo una sólida carrera en Creole y terminó su carrera como miembro de la primera directiva de petróleos de Venezuela. Julio Casas fue un empleado ejemplar de Creole en el sector de las Relaciones Industriales, de tradición en la empresa, ya que su padre había sido capitán de un barco Creole por muchos años.
La década de 1940
En la década de 1940 comenzó el primer ciclo intensivo de venezolanización.  Todavía en 1941 Creole tenía solo  tres gerentes venezolanos de alto nivel: Alejandro Pietri era Director Legal; Guillermo Zuloaga era subjefe de exploración y Siro Vásquez era Jefe de ingeniería de petróleos. En Shell apenas acababan de ingresar los primeros graduados del Instituto de Geología.  Durante esta década se comenzaron a abrir de par en par las puertas de las empresas petroleras para los venezolanos. Ingenieros como Federico Baptista hicieron rápidos progresos en Creole. En 1948 se graduaron los primeros ingenieros de petróleo en la Universidad Central de Venezuela: Humberto Peñaloza, Valentín Acosta, Fernando Delón, Ricardo Flores y  Freddy Arocha. Este sería un grupo pequeño pero de  notable impacto en la industria petrolera venezolana. Los conocí a todos muy bien, a Flores de manera más superficial, en Tulsa, Oklahoma. En especial recuerdo a tres de ellos con especial admiración. Humberto Peñaloza fue un ciudadano ejemplar, autor de grandes iniciativas comunitarias y empresariales. Creó la empresa petrolera 100% venezolana Mito Juan, nombre de una formación geológica del occidente de Venezuela
Valentín Hernández Acosta surgió de un relativo anonimato en el sector diplomático venezolano a jugar un papel fundamental en el proceso de nacionalización (o, más apropiadamente, estatización) de la industria petrolera venezolana que se llevó a cabo en la década de 1970. De gran cordialidad, de hablar suave, con una discreta sonrisa en los labios, ocasionalmente apasionado, pudo liderar ese proceso con transparencia y elegancia en su condición de ministro de Minas e Hidrocarburos. Valentín se opuso, con razón, a mi nombramiento como miembro de la primera Junta Directiva de PDVSA, por ser yo un empleado petrolero activo y así me lo comunicó en persona. Él y yo fuimos igualmente sorprendidos por esta decisión del presidente Pérez.
En la década de 1980 Valentín me invitó varias veces a la embajada en Washington DC,  donde era nuestro embajador mientras yo recién llegaba al BID. Me contó sobre su vida y me mostró sus cuadros, incluyendo el primero (creo que era de Guayasamín) que había comprado con dinero que había recibido de su padre para comprar ropa. Al despedirnos me dijo algo que nunca olvidé: “Gustavo. Estoy aquí a tu orden. Solo te pido una cosa”. E hizo una pausa. Yo le dije: ¿“De que se trata, Valentín”?  Y me dijo: “Nunca me pidas dinero prestado”.
El tercer miembro de ese grupo, quizás el más inolvidable para mí, fue Fernando Delón. Lo conocí en Tulsa brevemente, cuando él era estudiante de post grado en ingeniería de petróleo y compartí en su casa uno que otro almuerzo preparado por su esposa Carola. Me lo encontré en Venezuela trabajando para Creole, cuando yo comenzaba a trabajar en Shell. Diez años más tarde me llamó, en 1965,  desde la CVP, en Maracaibo, para que me integrara al grupo de venezolanos de esa empresa y acepté porque, para mí, Delón siempre fue garantía de total honestidad profesional y porque pensé que CVP me necesitaba más que Shell. Renuncié a Shell, para decepción de mis superiores. El Sr. Pocock, quien llegaría ser el presidente de Shell a nivel mundial, en ese momento en Caracas, me dijo que una vez saliera de Shell, siempre estaría fuera de Shell. Ello no fue así porque, en 1971, me llamaron de regreso a Shell y allí estaba cuando se nacionalizó la industria. Cuando lo vi, años más tarde, Pocock me dijo de manera muy gallarda: “Tu tenías razón”.
En CVP trabajé bajo las órdenes de Fernando Delón, quien era el Director de Exploración y Producción, y siempre admiré su ética profesional. Tuvo un grave problema personal de alcohol que casi le costó la vida, el cual logró controlar y se mantuvo activo como consultor después de su salida de la CVP. En su comportamiento ético, como físicamente, Fernando Delón fue un hombre erguido, vertical.  Lo respeté mucho.  
La década de 1950
En esta década el programa de venezolanización en las empresas recibió gran impulso, no solo por el interés de las mismas empresas en lograr talento venezolano que pudiese remplazar a un personal extranjero más costoso, sino a la presión que se ejercía sobre las empresas desde el Colegio de Ingenieros de Venezuela. El gobierno venezolano había dado nuevas concesiones petroleras y la actividad de las empresas en el país se había intensificado. El impacto de la nueva Ley de Hidrocarburos de 1943 también se había hecho sentir y, durante la etapa 1947-1958 la inversión en el sector fue masiva, según indica Ramón Espinasa en reciente ensayo, ver:  https://prodavinci.com/lecciones-y-propuestas-para-la-reconstruccion-del-sector-petrolero-a-75-anos-de-los-acuerdos-de-1943/. Se intensificó la exploración,  la producción creció en unos 130.000 barriles diarios cada año y se instalaron grandes centros de refinación en el país. Cuando llegué a Shell, en 1955, todavía había pocos geólogos venezolanos en la empresa, José Méndez Zapata, Augusto Santana y Rafael Romero entre ellos. En el sector de Producción había más venezolanos y pronto entrarían más, incluyendo varios miembros de la primera graduación, en Julio 1957, de la escuela de ingeniería de petróleos de la Universidad del Zulia, fundada por Efraín Barberii. Este grupo tendría una destacada actuación en la industria petrolera nacional: Pedro José Ríos Lugo, Edgardo Ali Valero Zambrano, Lindolfo León Rodríguez, Ernesto José Agostini Oquendo, Pedro Luis Díaz, Lucio María Peralta García, Mauricio Tedeschi di Doménico, José Ulises Ramírez Olmos, Hugo de Jesús Vivas Rubio, Arévalo Guzmán Reyes Blanchard, Francisco Tobías Guédez Acevedo y Dilcia Elena Ramírez Lugo, quien fue la primera venezolana en graduarse en esta especialidad.
Miembros de ese grupo fueron al Ministerio de Minas e Hidrocarburos, como Agostini, Guzmán Reyes y Ulises Ramírez. Otros ingresarían a CVP tan pronto fue fundada en 1960, como fue el caso de Lindolfo León y de Edgardo Valero. Pedro Ríos, Dilcia Ramírez y Hugo Vivas, fueron a Shell, Tedeschi a Creole, Guédez a Mene Grande. La carrera de Arévalo Guzmán Reyes como funcionario del Ministerio de Minas e Hidrocarburos, luego de Energía y Petróleo, tuvo mucho impacto en el campo gremial y de la venezolanización, así como en lo relacionado con la conservación del gas natural, tema al cual le dio mucho énfasis. Guzmán Reyes fue un severo funcionario fiscalizador de las empresas petroleras privadas y un eficiente colaborador de Luis Plaz Bruzual. Hacia el final de su carrera fue miembro de la Junta Directiva de PDVSA.
Lagunillas, 1960
En los primeros años de la década de 1960, después de unos siete años como geólogo de exploración, fui enviado por Shell a Lagunillas, a trabajar como ingeniero de producción en el Lago de Maracaibo. Allí debí “comenzar de nuevo”, al lado de un grupo de jóvenes ingenieros de petróleo y geólogos, muchos de quienes eran más jóvenes que yo. Era un grupo extraordinario: Francisco (Frank) Rubio, Ricardo Corrie, Gustavo Inciarte, Simón Antúnez, Hans Krause, Miguel Fraíno, Enrique Hung, Marcos Marín Marcano, Diógenes Madrid, Efraín Barberii, Demetrio Quintero, Ramón Omaña, Carlos Medina, César Medina.
Era una Lagunillas vibrante, saturada permanentemente del característico olor a diésel que nunca podremos olvidar, como esos perfumes que nos recuerdan a una mujer querida. Era un campo extraordinario, con sus casas bien cuidadas, el Club, atención médica continua, buenas escuelas para los niños, un sitio ideal para trabajar y tener una familia. Se trabajaba muy duro ya que la oficina abría a las 6:30 de la mañana, si recuerdo bien, pero realmente nunca cerraba porque los pozos petroleros, como los bebés, nacían preferentemente de madrugada.  El cafetín del Sr. Martínez suplía la ausencia de un desayuno formal en la casa.
 Allí me re-encontré con Gustavo Inciarte. Lo había conocido en Norman, Oklahoma, cuando él estudiaba en la Universidad de Oklahoma y yo en la Universidad de Tulsa. Allí íbamos a jugar fútbol. El arquero de Tulsa era yo y el arquero de la Universidad de Oklahoma era Juan Roger, Pollón, quien haría una brillante carrera en Creole y quien era mi amigo desde las aulas del Liceo “San José” de Los Teques. Una vez jugamos en presencia de nuestro admirado novelista y presidente exiliado Rómulo Gallegos.
En 1968 se  creó el Instituto de Investigación Petrolera de la Universidad del Zulia, gracias a la iniciativa de los ingenieros Evanan Romero, Ricardo López y Marcias Martínez. Gustavo Inciarte donó muchos de los equipos de laboratorio para esta nueva institución, la cual se  convirtió, con el liderazgo de otro grande, Efraín Barberii y otros ingenieros de Shell como Adafel Rincón y Hugo Finol, en facultad de post-grado de Ingeniería Petrolera de la universidad. Después de la nacionalización, en 1976, Inciarte llegó a ser el Gerente General de Exploración y Producción de Maraven (ex-Shell) y en 1979 regresó brevemente a Lagunillas, como segundo a bordo del Gerente General de la División de Producción de la empresa, controlando una producción cercana al millón de barriles diarios. En 1980 se fue conmigo y con José Mavares, otro maravilloso profesional venezolano, a Meneven, a integrar su junta directiva y a compartir con esa empresa las experiencias que habíamos adquirido en Shell-Maraven.  De Meneven Inciarte fue a la Junta Directiva de Bariven y a INTEVEP, donde llegó a la presidencia en 1985.
En Lagunillas también conocí a Hans Krause, un petrolero de gran estatura. Su carrera profesional ha sido fundamentalmente con Shell, donde dejó una brillante hoja de servicios, desde que entró a la empresa como ingeniero de operaciones, en 1963, hasta que se retiró en 2000 como Vicepresidente y Director de las empresas Shell en Venezuela. Un notable aspecto de su carrera ha sido su actuación en la AAPG, Asociación de Geólogos Petroleros Americanos, organización en la cual ha recibido diversos premios, desde el de Servicios Distinguidos hasta el Premio Michel Halbouty (2018) por su excepcional liderazgo en su campo, el premio mayor que concede esta organización.

Simón Antúnez, ingeniero de petróleo, no poseía la misma estatura de Krause pero también ha sido  un gigante profesional.  En Lagunillas, cuando los conocí, andaban frecuentemente juntos. Antúnez veía a Krause hacia arriba y le decía “Tú no eres normal”. Simón se graduó en la Universidad del Zulia en 1962.  De inmediato ingresó en Shell, Lagunillas. De Shell/ Maraven salió en 1998 hacia INTEVEP. Su participación directiva gremial y organizativa en la Sociedad Venezolana de Ingenieros de Petróleo ha sido extensa y de especial importancia, por lo cual ha recibido merecidos reconocimientos. De Antúnez me ha llamado siempre la atención, como también fue el caso de Humberto Peñaloza,  su gran rango de intereses humanísticos y su gran cultura, la cual va mucho más allá de los conocimientos típicos de su especialización. 
1960-1970
 En la década de 1960 y, de manera más pronunciada aún, en la década de 1970, el proceso de venezolanización se acentuó. Ya para la fecha de la “nacionalización” de la industria, Enero 1976, la gerencia de la industria estaba casi totalmente en manos de personal venezolano.
                       Ya la Gente del Petróleo se contaba por miles.
2002-2003
En 2002 y 2003 sus filas serian seriamente diezmadas por el desequilibrado mental que ocupo la presidencia de Venezuela hasta su muerte en 2012, con la complicidad de Ali Rodríguez Araque y Rafael Ramírez Carreño. Esa historia ha sido bien contada, ver Eddie Ramírez: “La Indoblegable Sociedad Venezolana”  y “Ni un Paso Atrás”.