miércoles, 17 de noviembre de 2021

Un tsunami de amistad

 

                                                                      JoenSo, DevianArt

Por una buena parte de sus 88 años mi buen amigo se dedicó a la lucha  por obtener su lugar en la sociedad.  Trabajó muy duro, lo cual en ocasiones lo llevó a relegar a la familia a un segundo plano. En esos momentos  lo racionalizaba pensando que lo hacía para garantizar  la seguridad  económica de su  esposa y de sus hijos, proveerlos de lo esencial material.

Aunque ello era parcialmente cierto, lo que si también era cierto es que debido a esa lucha, cuyo campo de batalla estaba fuera de casa, mi amigo  llegaba al hogar, quizás satisfecho de sus progresos, pero sin energía para ser padre. Sus hijos, 10, 9, 6, lo esperaban pacientemente hasta altas horas de la noche, a fin de enseñarle sus hermosos dibujos y sus tareas escolares satisfactoriamente cumplidas. Y él los atendía, cruzaba algunas breves palabras con ellos y les daba una palmadita de aliento, lo cual era insuficiente para llenar las amplias alforjas emocionales  de sus niños. Después de un breve diálogo con ellos los despedía de su lado, un poco como el niño que regresa los soldaditos de plomo a la caja después de jugar con ellos.

Afortunadamente mi amigo se había casado con una mujer de gran nobleza, quien paciente y silenciosamente rellenó el vacío que el padre, más exitoso en el mundo externo que en el plano doméstico, no llenaba. Ella debió ser madre, “padre”, electricista y plomero.

Con el transcurso del tiempo advertí un cambio en mi amigo. Se fue convirtiendo en mejor padre y logró ver el día en el cual, de manera milagrosa, sus hijos se convirtieron en sus compañeros, en sus amigos. Eso sí, no antes de decirle que, como padre, en ciertas etapas fundamentales de sus vidas, él no había estado enteramente allí.

La  vida de mi amigo ha sido lo sufrientemente larga para hacer importantes y  necesarias correcciones. Hoy en día, gracias al ejemplo perseverante de quien fue su esposa, su relación con los hijos es cálida, extraordinaria. Ellos han pasado a desempeñar el papel de padres y madres de su ancianidad. Como en la novela de Pio Baroja, mi amigo transita por el camino de perfección, objetivo inalcanzable pero digno de ser la meta, ese anhelo por llegar a la casa luminosa situada en la colina.  

En ese camino mi amigo anda del brazo, apoyado, guiado, sostenido por los amigos. Ya no está en batalla, ahora anda tendiendo puentes. Y el resultado de tender puentes ha sido mágico.  Aunque aún quiebra lanzas en la defensa de sus valores y principios, en ocasiones con pugnacidad, el énfasis en su vida se ha trasladado al disfrute de la amistad. Ello le ha dado una vejez llena de sosiego en la cual procura ser útil, dar en lo posible, mostrar gratitud al recibir, descubrir el encanto de compartir con amigos con quienes puede bajar la guardia sin temor a ser mal interpretado, ejercer la empatía a plenitud.

Me dice que está admirado de la intensidad del afecto que recibe, lo describe como un verdadero tsunami de amistad. En el ejercicio de esa amistad mi amigo ha tenido la suerte de encontrar buena parte del sentido de su vida.    



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonita y sentida auto-reflexión. Un abrazo.
IC

Sebastián. dijo...

Un mensaje importante para ser más felices. Y desde ya una Feliz Navidad acompañado de sus familiares y amigos.
Con afecto,
Sebastián.

Mary Torres Calderón dijo...

Buenos dias Ing. Mis respetos, se que desea un buen dia para todos los venezolanos. Y eso lo hace un buen amigo, esos que son un "tsunami" de amistad, porque la primacía, es nunca y si lo hizo, virar de rumbo para no desacatar los principios que nos sustentan en este mundo, por la Divina gracias de Dios. En los comienzos de nuestra vida como padres,pues estamos aprendiendo con ellos, con los hijos a serlo, en tal sentido se cometen errores. Bien pero lo mas importante en todo esto es que, cuando hay reciprocidad en el amor y en este caso, al amor reciproco, fraterno entre padres e hijos pues las desavenencias siempre van encontrar soluciones.Ahora, de manera bastante personal, no tengo la menor idea como es el "SENTIR" de otros, pero la INDEPENDENCIA de los hijos, es un atributo que tal vez, muy pocos se den ese "LUJO" en un pais como el nuestro.Son sentimientos encontrados profundos entre agradecimiento y tristeza, pues, luchan con coraje y fuerza de voluntad, para cubrirse ellos también sus necesidades. Bien Ingeniero. Mi respeto de nuevo, y mi afecto. Los mas auténticos "tsunamis",de amistad, son los que nos inspiran en la divinidad del hijo de Dios, para emularle algo. Asi que reciba de El, todo el que yo, siento por nuestro Señor Jesucristo. Digamos Amen.Que este muy bien.