Por casi 30 años de mi vida profesional – entre
1952 y 1981 - llevé a cabo actividades
técnicas y gerenciales para empresas petroleras privadas y estatales, en unos
once países del mundo. En estas actividades hice mis mejores esfuerzos para
ayudar a esas empresas a encontrar, producir y comercializar petróleo de la
manera más eficiente posible, con apego a las normas ambientales existentes. Admito que nunca en esos años
pensé que la actividad petrolera representaba un peligro inmenso para el
planeta, algo que la comunidad científica venía detectando por largo tiempo.
¿Cuál era el problema? Que la producción de combustibles
fósiles, no solo el petróleo sino también – en menor grado – el gas natural y,
sobre todo, el carbón, generaba cantidades importantes de dióxido de carbono y
otros contaminantes a la atmosfera, degradando la calidad del aire y
contribuyendo al calentamiento global.
Cuando salí de la industria petrolera y pasé tres años en el
sector académico, en Harvard primero y luego Johns Hopkins, me fui educando más
sobre lo que los científicos habían estado detectando en el campo ambiental, el
impacto de los gases de invernaderos sobre el clima de nuestro planeta.
Los hallazgos científicos sobre este tema ya acumulan unos
cien años de aportes de centenares o miles de investigadores en todo el planeta.
Un excelente resumen de estos estudios puede verse en:
https://en.wikipedia.org/wiki/History_of_climate_change_science.
Allí podemos leer como en
1896, hace casi 130 años, el científico Svante Arrhenius pronosticó que los
cambios en el contenido de dióxido de carbono en la atmosfera alteraban la
temperatura en la superficie del planeta, debido al efecto de invernadero. En
1938 Guy Callendar conectó los incrementos de dióxido de carbono en la
atmosfera al calentamiento global. En el siglo XIX los científicos ya
establecían que el efecto de los volcanes, las corrientes oceánicas, las variaciones
solares y la existencia de dióxido de carbono en la atmosfera, todos estos
factores, contribuían en mayor o menor grado, al calentamiento global. El
ganador del premio NOBEL, 1966, Glenn Seaborg advirtió que el incremento de
dióxido de carbón alteraría el balance de calor en nuestra atmosfera. En 1968
un estudio hecho para el American Petroleum Institute por la universidad de
Stanford, Stanford
Research Institute for the American
Petroleum Institute , advertía que el calentamiento del planeta
haría que se descongelaran los polos, que se calentaran los océanos y que
subiera el nivel de las aguas.
En 1972 un estudio de John
Sawyer publicado en la revista NATURE 239: 'Man-made carbon dioxide
and the “greenhouse” effect', habló
de la influencia antropogénica sobre la generación de gases de invernadero
debido a la producción de combustibles fósiles. Pronosticó que este incremento
de gases generaría un aumento de más de 0.6 grados centígrados en la
temperatura promedio del planeta.
De manera, pues, que la
conexión entre el aporte del ser humano y la producción de gases de invernadero
no ha sido obra de un día sino el resultado de muchos años de estudios y
hallazgos por parte de una legión de científicos de todos los países.
LO QUE HA DEBIDO SER UN A ASUNTO PARA
SER RESUELTO EN CONJUNTO POR TODA LA HUMANIDAD ES HOY, TRAGICAMENTE, UN CAMPO
DE BATALLA IDEOLÓGICO.
Quienes advirtieron la
gravedad del problema pensaron, no sin lógica, que debíamos llevar a cabo una
reducción significativa del uso de combustibles fósiles, petróleo y carbón. A menor
uso de estos combustibles, se pensó, menor generación de gases de invernadero y
menor incremento de la temperatura en el planeta.
Sin embargo, otros muchos
negaron que los combustibles fósiles tuviesen la culpa del calentamiento
global. Dijeron que esto había sucedido antes en el planeta, cuando el hombre
no se encontraba presente. ¿Por qué
echarle la culpa ahora?
Esta discrepancia de perspectivas
echó rápidamente raíces políticas y económicas. En el campo político se
estableció una pugna entre la “izquierda” que advertía del peligro de producir
más y más de los combustibles fósiles y la “derecha”, que decía que esta teoría
era generada por quienes querían obtener
dividendos políticos y económicos. Se dejó de estudiar el argumento científico
para convertirlo en un problema ideológico, casi de fe religiosa, para quienes
lo negaban.
No es difícil ver que las
grandes empresas petroleras han estado en un dilema, ya que si decrece el uso
del petróleo pierden inmensas sumas de dinero pero han tenido que aceptar que
existe una correlación entre el uso de esos combustibles y el calentamiento
global, por lo cual están haciendo grandes inversiones en energía limpia (¡sin
dejar de invertir en nueva producción petrolera ¡). Esta ambigüedad de
actividades ha demorado mucho la transición energética.
A nivel político existe una
lamentable batalla suicida. Los liberales piden menos energía sucia, más
energía limpia. Los conservadores apoyan la continuación de un mundo energético
basado en combustibles fósiles. Evidentemente, esto se ha convertido en una
lucha “a muerte” que solo tiene que ver con intereses tribales, no con la suerte
del planeta y de todos nosotros. Como ejemplo, lo que hizo Trump en este campo
fue revertido por Biden y, de ganar Trump de nuevo, revertiría lo hecho por
Biden.
A PESAR DE LOS
ESCOLLOS LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA ESTÁ
EN CAMINO
Utilizaré párrafos
discretos (bullets) para ilustrar donde estamos en el proceso de cambiar el
modo energético del planeta. una investigación del New York Times, cuya primera
parte fue publicada el 18 de agosto de 2023, ver informe del periódico en: https://www.nytimes.com/interactive/2023/08/12/climate/clean-energy-us-fossil-fuels.html contiene los siguientes
datos:
·
La energía renovable
llegará en 2025 a superar el carbón como la mayor fuente de electricidad
·
El costo de generar electricidad
del sol y del viento ha disminuido significativamente y en algunas áreas es ya menor
que el costo de los combustibles fósiles
·
Este año la inversión
global en energías renovables será superior a la inversión en energía basada en
combustibles fósiles. Casi el doble: $2 trillones vs. $1 trillón (un
trillón es 1x10 a la doce)
·
China duplicará su
generación eléctrica eólica y solar para 2025
·
China invirtió el año pasado $600 millardos en energías limpias, la mayor
suma de todos los países
·
En USA el 23% de la electricidad
es ya derivada de energías limpias, un 10% más que la década anterior
·
La Unión Europea genera
hoy más electricidad de fuentes solares y eólicas que del gas natural que le
venía de Rusia
·
El servicio postal
estadounidense planifica invertir $10.000 millones de dólares en la adquisición
de 70.000 vehículos eléctricos durante los próximos cinco años, una tercera parte de su flota.
·
En Tulsa, la que fuera la
capital mundial del petróleo, la energía verde se está imponiendo. En Houston,
la nueva capital mundial del petróleo, la energía renovable también toma cuerpo.
Hay un remplazo importante de fuentes de trabajo del petróleo por fuentes de
trabajo en energías limpias.
Hay una transición energética en marcha. Es preciso que sea lo más rápida y
lo más armoniosa posible y que los seres humanos se pongan de acuerdo para
salvar el planeta de un gravísimo deterioro. Todavía el resultado final es
incierto por el inmenso peso de la inercia y de las ideologías en pugna
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