martes, 3 de julio de 2018

CARTA A JOSE RODRIGUEZ ZAPATERO



Sr. Rodríguez Zapatero:
La historia política venezolana de este siglo ya incluye varios macabros protagonistas de apellido Rodríguez: Jorge, Delcy, Isaías y usted. La entrevista que “CLARÍN” le ha hecho en Argentina es una clara muestra de lo dañino que usted ha sido para la causa de la democracia y de la libertad en Venezuela. El autor de esa entrevista, Daniel Vittar, la clasifica apropiadamente bajo el rubro de ética y política, dos términos que usted hace grandes esfuerzos por separar
La entrevista lleva como título una cita suya: “Hay gente que complota, que quiere derribar a Maduro como sea”. Para usted el deseo genuino de los venezolanos de expulsar al dictador del poder es un complot, no el deseo genuino de un pueblo con ansias de libertad. Ya esto le ubica a usted en el campo de quienes defienden la dictadura. Y eso lo sabíamos, pero usted lo confiesa con desvergüenza.
Cuando le preguntan: ¿Por qué tanta insistencia en una mediación que fracasa una y otra vez? Usted responde: Por una razón evidente, y es intentar conservar la paz en un país que tiene un conflicto larvado desde hace casi 20 años. Es una sociedad donde hay dos visiones absolutamente contrapuestas de la historia, de lo que es el país.
Al decir esto usted pretende establecer una equivalencia moral entre una democracia y una dictadura, lo cual es inaceptable. Ello no puede atribuirse, en su caso, a simple ignorancia. Sus 33 viajes a Venezuela (¿pagados por quién?)  tienen que haberlo ilustrado sobre la situación de miseria que impera en el país, sobre la manera autocrática y abusadora que los regímenes de Chávez y Maduro han utilizado para mantener al pueblo venezolano carente de democracia, libertad, comida y medicinas. Por supuesto que hay dos visiones contrapuestas de país en Venezuela: una, dictatorial, represora y corrupta, que usted defiende y la otra, perseguida pero con anhelos de libertad, que es a la que usted se opone.
Le preguntan: Usted inició la mediación con prestigio, pero luego se vio opacado por su defensa del gobierno de Maduro. Como dirigente socialista, ¿por qué defiende un régimen que reprimió y mató más de 130 jóvenes en las calles, sólo el año pasado? Y usted responde: (Sonríe, irónico) Yo he ido 33 veces, conozco la sociedad venezolana. Conozco los actores, lo que pasa. Lo que se dice que pasa, y lo que no pasa. El viento de la opinión, el viento fácil de la opinión es considerar a Venezuela un estado fallido, y querer provocar una caída del gobierno. ¿Suena bien? Sí, suena bien. Cosecha aplausos de todos los poderes establecidos. Insisto, lo he vivido muchas veces. ¿Y luego qué? Luego la guerra.
Esta respuesta no deja duda alguna de qué lado se ha colocado usted. Pretende usted erigirse en el único observador de la situación venezolana que sabe, realmente, lo que ha sucedido en el país. El caso venezolano ha sido visto por el mundo entero, lo cual hace necia su pretensión. Peor aún, lo coloca  a usted en la posición de mentir con descaro, ante los ojos de millones de personas que saben bien lo que ha sucedido en Venezuela. Usted dice conocer a la sociedad venezolana. Como sus amigos son del régimen, es preciso pensar que lo que usted conoce es el componente gansteril  de la sociedad venezolana. Con infinita audacia objeta usted que se defina al régimen venezolano como un estado fallido a fin de provocar la caída del gobierno. ¿Es que la evidencia que existe ante sus ojos no le muestra a usted la naturaleza fallida de un régimen que reprime libertades, aprisiona a opositores, provoca el éxodo de millones de habitantes, somete al pueblo al hambre y a la indefensión, ha quebrado financieramente las empresas públicas y ha visto todos sus miembros de alto nivel indiciados de criminales y ladrones por los países civilizados del mundo? ¿Dónde están su decencia y su honestidad? Negar que este régimen de Maduro sea un estado forajido y fallido es admitir  complicidad y confirmar su condición mercenaria.
El periodista insiste: “Yo también estuve, cubriendo las manifestaciones, y puedo decirle que hubo represión. A ello usted responde: “Pero usted sabe que hubo policías procesados. Yo también vi cómo se quemaron vivos a tres chavales, a tres chicos. ¡¡Quemados vivos!! Es una sociedad que está al límite. En ese momento se estuvo a punto de que el conflicto desbordara, y en lugar de tener 100 muertos hubiésemos tenido miles. Y eso puede pasar en cualquier momento. En la hipótesis de que todas las críticas que le hacen a Maduro algunos gobiernos o algunos periodistas fueran ciertas, la respuesta no es, ni tampoco es lo que corresponde, aplicar sanciones, aislarlo, presionarlo y llevarlo a un bloqueo financiero más intenso que el que tuvo Cuba. Eso lo termina pagando toda la gente, con una economía como ya está de difícil. Esto es el fondo del problema. Hay algunos que decimos la paz, siempre; el diálogo, siempre. Intentémoslo nuevamente. Como el otro día cuando estuve con el Papa.
Esta es la respuesta de un cínico, Sr. Rodríguez Zapatero, por dos razones. La primera es que usted se permite dudar que el régimen de Maduro merezca las sanciones que se han impuesto (y muchas más). A la luz de la evidencia ello indica un sesgo favorable a Maduro que solo puede ser definido como complicidad. La segunda es que usted alega que, aun admitiendo la “hipótesis” de que hay desmanes del régimen, ellos no merecerían en su opinión las sanciones, ya que ellas son, en su criterio, “sufridas por la gente”. Por ello prefiere usted el “diálogo”.
Esta postura suya es inmoral. Si usted hubiera vivido en el período que precedió a la segunda guerra mundial, hubiera argumentado a favor del diálogo con Hitler, mientras Hitler comenzaba su destrucción de Europa, a fin de que Hitler entrara en razón. Siguiendo esta línea de pensamiento usted promueve la aceptación por parte de nuestro pueblo de  todas las humillaciones, los abusos y la degradación civil y militar, solo porque es mejor “dialogar”, un diálogo que usted mismo ha presidido anteriormente y ha constituido una farsa. Esta es una posición que merece el indignado rechazo de todo venezolano que tenga sangre en las venas y que no reciba dinero o favores del narco-régimen.
Como usted incluye al Papa en su postura en pro del diálogo, el periodista le pregunta: “¿Qué le dijo el Papa? Y usted responde: Coincidimos en el gran valor que había que poner en la vida política, en las circunstancias difíciles. Buscar la persuasión y no la presión. Ayudar a Venezuela. Por querer acabar con un gobierno que no te guste, podéis acabar con un país. Este es el problema”.
Es cierto que la postura del Papa ante la tragedia venezolana es bastante ambigua  y es vista con ojos muy críticos por muchos venezolanos. Usted dice conocer a fondo la sociedad venezolana pero llama en su auxilio al Papa, quien no conoce la sociedad venezolana como la conoce la Conferencia Episcopal Venezolana, la cual difiere significativamente del Papa en su postura frente a la dictadura.
Regresando a usted, nadie en su sano juicio puede creer que se trate, como usted dice, de acabar con un gobierno porque “no nos guste”. Decir esto es un insulto a los venezolanos. Queremos un cambio de gobierno porque este gobierno ha arruinado al país, ha empobrecido material y espiritualmente a los venezolanos, ha prostituido las instituciones y ha creado una legión de aduladores y pistoleros a sueldo para que lo defiendan en el campo internacional.  Un régimen que viole todos los principios y valores éticos que deben sustentar una sociedad digna es un cáncer que debe ser extirpado.
Cuando el periodista le dice: “hay situaciones graves en Venezuela, que usted no cuestiona, como la concentración del poder y el hecho de haber despojado al Parlamento de su función porque estaba en manos de la oposición”, usted responde: “Pero también deberíamos preguntarnos qué ha pasado con la oposición, y qué está pasando. Hay un problema de fondo…... Por qué no eligieron un candidato para estas elecciones. Es una pena porque si en estas elecciones hubiesen ido unidos, presentando un candidato, podrían perfectamente haber ganado, como pasó en el 2015”.
Repito que este es un lenguaje inaceptable por parte de alguien que ha desempeñado altas posiciones de liderazgo en un país civilizado. Desconocer y criticar la razón por la cual los venezolanos rechazaron las recientes “elecciones” es revelar una naturaleza insensible a la democracia y a la ética política. Se trata, Sr. Rodríguez Zapatero, de que las elecciones fueron convocadas por una Asamblea ilegítima, fueron convocadas en violación de las leyes venezolanas, líderes opositores fueron inhabilitados, el ventajismo oficial fue avasallante y el Consejo Nacional Electoral en funciones era ilegítimo e integrado por venezolanas corruptas ¿Le parece que no es suficiente? La región latinoamericana y la Unión Europea se manifestaron en firme posición de rechazo a esa farsa. Quienes validaron esa payasada por parte de la oposición, Falcón y su grupo, hoy están catalogados de colaboracionistas.
Continúa usted justificando la actitud dictatorial de Chávez refiriéndose a la rebelión popular de Abril 2002. Léase usted el libro: “El Silencio y el Escorpión”, de Brian Nelson, autor que originalmente tenía una postura pro-Chávez y tuvo que cambiarla. Allí encontrará una narración objetiva y detallada de los hechos.  Argumenta usted: “. El chavismo ha sido una ideología dominante, porque ha extendido su ideología por muchos países de Latinoamérica, y cree que sufre una ofensiva desde hace años para derrocar lo que significa la llamada revolución chavista. El chavismo existe, no hay que ir 33 veces a Venezuela, ni ser muy inteligente para entenderlo. Se sabe que socialmente es una realidad. Serán 5 millones, 7 millones (los chavistas), no sé. Y la oposición existe, obviamente”.
Un líder democrático no hablaría del chavismo como una ideología dominante, como lo hace usted. Hablaría del chavismo como un intento de destruir la democracia, como un caso más de caudillismo corrupto, a lo Velasco Alvarado, Trujillo, Raúl Castro, Ortega, Somoza o Pinochet. El pueblo venezolano apoyó a Chávez, de manera circunstancial, por su prodigalidad, por sus limosnas y favores populistas que exigían, como contraprestación, lealtad política. Esa es la forma más abominable de chantaje. Que usted la valide demuestra su ínfima condición democrática. 
Dice usted: “Lo más importante que he aprendido en mi vida es que un buen demócrata no presume, construye la democracia. Que un buen demócrata ayuda a una situación difícil, no la dinamita”.
Permítame preguntarle: ¿contribuyó el golpe de Hugo Chávez en 1992 a ayudar a la democracia venezolana?  ¿Contribuyó su juramento en nombre de una “constitución agonizante” a consolidar la democracia? ¿Contribuyó  la transferencia hecha por Chávez a los Castro de unos $45000 millones en petróleo subsidiado a mejorar la situación del pueblo venezolano?  ¿Contribuyó la degradación de PDVSA a mejorar la democracia venezolana?  ¿Ha contribuido la prostitución de la Fuerza Armada chavista a consolidar nuestra democracia? ¿Quiénes, realmente han dinamitado la democracia venezolana?  Responda usted con honestidad a estas preguntas. ¿O es mucho pedir?
Dice usted: “la única alternativa en Venezuela es paz o catástrofe. Entonces, si me pregunta si se puede dialogar con el gobierno de Maduro, yo digo sí. ¿He dialogado? Sí. ¿Lo he convencido de cosas? De algunas sí y otras no.
Quien diga que las únicas alternativas para Venezuela son paz o catástrofe miente, sobre todo si se  interpreta la paz como el arrodillarse frente a un narco-régimen de ladrones e ignorantes. Para ningún  pueblo esto puede ser una alternativa digna y el político que lo recomiende es un vulgar colaboracionista. El diálogo es un intercambio deseable  entre personas u organismos que tienen diferencias de enfoque sobre un problema pero que son  honorables e intelectualmente honestas. Pero no puede haber diálogo constructivo entre gente honesta y criminales. No puede haber diálogo entre judíos y nazistas. Usted, Sr. Rodríguez Zapatero, habla más bien de negociación, de acomodos, que es a lo que parece estar acostumbrado. Y en ese tipo de intercambio la gente honesta corre el riesgo de dejar principios y valores sagrados en la mesa. Entre la paz de los sepulcros del chavismo y la catástrofe que profetiza usted o gente como Falcón, existen alternativas tales como la protesta cívica, la desobediencia civil, la huelga parcial o general, la sanción moral, el ponerse de pie como nación ante la barbarie que la oprime. Es esa alternativa la que usted debería estar apoyando, no la rendición de los buenos e indefensos ante el hamponato chavista. 
Se atreve usted a decir: “Hay que Dialogar. Parece que hay que recordar los fundamentos de la política. La política no es un método de objetivación. Que además es imposible objetivar porque cada uno tiene una visión de la vida”.
Cada quién tiene su visión de la vida, es cierto. Pero hay visiones que contribuyen al progreso colectivo y otras que destruyen las posibilidades de progreso. Usted pretende que haya equivalencia moral entre esas dos visiones, la que construye y la destruye y las considera capaces de transarse. Su postura de aceptación de las dos visiones como igualmente válidas está reñida con todo lo que se le enseña en la escuela y en el hogar a un hombre de bien.  
El periodista pregunta a Rodríguez Zapatero: ¿No serviría que Maduro dé un paso al costado, que la gente vote libremente? Y él responde: “El problema es que la gente votó a Maduro en las elecciones pasadas (en mayo pasado, donde el Presidente fue reelegido con el 67% de los votos). Claro, en estos comicios no participó la oposición. Fueron elecciones muy singulares, ¿no?
¿Y pese a no participó la oposición, usted confía y avala ese resultado electoral? “Sí. Lo más paradójico es que los que no confían no han ido a verla”.
Usted ha decidido avalar el resultado de las últimas elecciones, consideradas fraudulentas por el 85% de los venezolanos y rechazadas por  el mundo civilizado. ¿Qué puedo decirle sobre esta macabra confesión? En Venezuela tenemos un dicho popular: “Perro que come manteca mete la lengua en tapara” (tapara es la cuenca vacía de la fruta así llamada, que se utiliza como vasija). Es decir, quien tiene una mala costumbre siempre la repite.
  



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Rodriguez Zapatero trata de ofrecer una explicacion medianamente inteligente a su proposito en Venezuela, pero lo que está claro es que su único interés es la gruesa mesada que le paga Maduro, y que debe ser suficiente para que una vez caiga ésta dictadura de pacotilla, éste gran incapaz y corrupto pueda vivir cómodamente el resto de su patética vida. Sólo espero que el gobierno español investigue el origen de su dinero y lo pongan preso por primero no pagar impuestos y segundo que es dinero producto del narco-régimen venezolano.

Rodrigo dijo...

Leyendo su artículo tiene que lavarse la boca antes de hablar del general Pinochet sino sabe no hable, ahora entiendo porque los militares venezolanos no se rebelan contra el régimen de su país.