A mí me sucede con los ensayos sobre petróleo de Asdrúbal Baptista lo mismo
que me sucede con mucha de la poesía de T.S. Eliot: no los entiendo. Ello no
quiere decir que carezcan de valor. Por el contrario, Baptista tiene una
excelente reputación académica y en el ejercicio de las ciencias económicas. De
igual manera, T.S. Eliot es uno de los poetas más famosos de la lengua inglesa
y sus poemas, aunque frecuentemente difíciles de comprender, le llegan al lector
a través de la intuición, más que la razón.
El ensayo es diferente. Su materia prima es la idea, no tanto la magia de
las palabras o la belleza de las metáforas. Cuando leo esto de Eliot: “No cesaremos de explorar, y el final de
nuestra exploración será llegar donde empezamos y conocer el lugar por primera
vez”, me digo: “no lo entiendo pero me
gusta”.
Cuando leo a Baptista, http://anhvenezuela.org.ve/sites/default/files/libros/la-nacion-petrolera-venezuela-1914-2014.pdf : “El traslado al capital natural petróleo del imperativo de disponer de
una guía normal que oriente su uso y la evaluación de tal uso, según se da con
el capital qua capital y sus estrictos fines, asume en este caso rasgos de tan
extrema dificultad o hasta de insolubilidad, que obligan a pensar más bien en
la presencia de algún desacierto conceptual mayor en todo el esquema de cosas.
Y si no fuera un desacierto, a favor de lo cual, ha de saberse, median razones
muy poderosas, dicha insolubilidad descansa en que en el hilo argumental que
sostiene toda la conceptuación falta claramente un eslabón, a saber, aquél que
asegura el tránsito desde el capital natural petróleo y sus proventos hasta el
objetivo que se le asigna como propio”, no solo es que no entiendo sino que
el párrafo tampoco me produce una intuitiva aceptación sino hasta un intuitivo
rechazo. Me hace pensar: “Asdrúbal podría estarme metiendo gato por liebre y yo
ni siquiera me doy cuenta”.
Por ello me alegra encontrar otras secciones
del mismo ensayo que si entiendo y que plantean un tema interesante para el
futuro (que nos queda) del petróleo venezolano. Dice Baptista: “Las directrices
dominantes en los últimos años de la vida política del país son irrefutables,
dada su diafanidad. La conducción política del Estado ha asumido un extremo y
abierto estatismo, congruente con el poder económico que acompaña al Estado,
pero ahora sin máscaras ni cortapisas. Así ha terminado por desnudarse el vacío
doctrinario, de otro modo característico, de la vida política en las últimas
décadas: frente al estatismo extremo, el antagonismo no puede sino ser y no ha
sido más que un estatismo menos extremo, o más atenuado, o a lo sumo
disfrazado. Visto de otra manera, de una parte se intentan crear facciones de
clase, que nunca existieron en la práctica; mientras que del otro se ofrecen
argumentos doctrinarios en contrario, que de forma velada o abierta reafirman
la primacía concedida al Estado, que es justamente la cuestión bajo escrutinio.
Hay que conceder un punto, sin embargo. El liderazgo político, en el ejercicio
gubernamental al presente, se ha trazado como meta la utilización del poder económico
del Estado con miras a desarrollar un proyecto de marcada orientación no
capitalista para la sociedad venezolana…… la valorización de la propiedad del subsuelo
venezolano la lleva a cabo no la sociedad venezolana, cuyo curso quiere
dirigirse ahora hacia una conformación histórica no capitalista, sino el propio
mercado mundial, al que presiden y dominan relaciones productivas típicamente
capitalistas. Cómo habrá de producirse la resolución de esta abierta
contradicción entre el origen del ingreso que hace poderoso al Estado
venezolano en lo económico y el destino que se le quiere imprimir en la
actualidad, es un tema cuyo abordaje cabal se escapa de estas páginas. Sin
embargo, en dicha contradicción y en su superación histórica trasluce un tema
que muy bien pueden hacer aflorar las circunstancias concretas de la
confrontación que el país porta en su interior en el tiempo presente, y que no
es otro que la emergencia y consolidación de una posición doctrinaria liberal,
por francamente anti-estatista”.
No es que esté en su totalidad de acuerdo con lo que nos dice Baptista sino que, en este
caso lo puedo entender suficientemente, hasta
para poder estar de acuerdo o en desacuerdo con los diversos aspectos de su
planteamiento. Estoy totalmente de acuerdo con él en que el siglo XXI
venezolano se ha caracterizado por la dictadura de un estatismo avasallante. Y
también concuerdo con él en que el grueso de la oposición a este estatismo avasallante
está expresado, simplemente, como un estatismo más atenuado o disfrazado. En
Venezuela todos quieren ser más nacionalistas que el vecino.
Difiero de Baptista cuando agrega
que: “El liderazgo político, en el
ejercicio gubernamental al presente, se ha trazado como meta la utilización del
poder económico del Estado con miras a desarrollar un proyecto de marcada
orientación no capitalista para la sociedad venezolana” Difiero porque
pienso que si hay un gobierno que ha llevado al máximo el ejercicio de lo que
el mismo Baptista define como capitalismo rentístico, ha sido precisamente el
que ha manejado al país durante lo que va de siglo. Su socialismo ha sido pura
fachada.
Y el resultado ha sido trágico.
Baptista termina este ensayo con un párrafo de particular importancia: “Cómo habrá de producirse la resolución de
esta abierta contradicción entre el origen del ingreso que hace poderoso al
Estado venezolano en lo económico y el destino que se le quiere imprimir en la
actualidad, es un tema cuyo abordaje cabal se escapa de estas páginas. Sin
embargo, en dicha contradicción y en su superación histórica trasluce un tema
que muy bien pueden hacer aflorar las circunstancias concretas de la
confrontación que el país porta en su interior en el tiempo presente, y que no
es otro que la emergencia y consolidación de una posición doctrinaria liberal,
por francamente anti-estatista”.
Quisiera creerle a Baptista que los venezolanos finalmente se han dado
cuenta de que el estatismo, sobre todo en materia petrolera, nos ha llevado a
la ruina. Quisiera creer que el país finalmente se ha dado cuenta de que el
estado, es decir, el gobierno, es decir, la oligarquía en el poder,
inevitablemente llega a usurpar el genuino interés nacional. Quisiera creer, en
fin, que la insensatez está finalmente de salida. Pero lo dudo, por aquello que
el picado de culebra se espanta si ve un bejuco. Basta oír y leer a los líderes
políticos de nuevo cuño, aún los más modernos, para darnos cuenta de que, con
contadas excepciones, el veneno del
estatismo también corre por sus venas. La maldición marxista que data de la
generación del 28 todavía pesa sobre la mente colonizada de este liderazgo para
hacerles pensar que el estado debe manejar directamente todas las empresas
definidas como “estratégicas”, léase, todas las actividades económicas del país
desde el petróleo hasta las líneas aéreas.
Después de la ruina de la industria petrolera a manos del régimen chavista,
a medida que intuimos el final de la fase aguda de esta pesadilla (ahora
vendrán etapas no menos traumáticas de recuperación) comenzamos a pensar en cómo
manejar lo que queda del petróleo venezolano.
¿A lo Gastón Parra o a lo Uslar
Pietri? ¿A lo Mieres o a lo Quirós
Corradi? ¿A lo IESA o a lo Universidad
Bolivariana?
Parece mentira, pero mucho del liderazgo político todavía habla de la necesidad
de recuperar a PDVSA, sin cuestionar su validez. Habla como religión del
petróleo en manos del Estado, a pesar de lo que hemos visto suceder en los
últimos 20 años. El lenguaje que se utiliza en una Venezuela apaleada por 20
años por la insensatez estatista todavía está lleno de clichés patrioteros, de
mitos y leyendas, de referencias al anti-imperialismo estadounidense, pero no
chino, o sobre soberanía, a pesar de ser hoy satélite político de Cuba, limosnero de la China y protegido de Rusia.
Ojalá Asdrúbal Baptista tenga razón y venga una corriente liberadora de
anti-estatismo, pero cuando lo vea lo creeré.
1 comentario:
PDVSA, despues de la desastrosa pasada de los chaburros, ladrones e incompetentes por ella, bajo el "liderazgo" principalmente de Rafael Ramirez y su combo, no tiene manera de recuperarse.
Cuando Venezuela salga de el regimen actual, habra' que crear otra modalidad para el desarrollo de la IPN. Creo que debe ser una empresa privada con participacion del Estado en forma minoritaria, y con sus acciones a la venta del publico en general. El mejor y mas inteligente esfuerzo que manejaron venezolanos idoneos, inteligentes, profesionales y con mucho conocimiento de la industria, termino' en fracaso. Sus preceptos se fueron lentamente erosionando por un Estado hambriento de dinero y con deseos de controlar el desarrollo de las actividades tecnicas y financieras. Pensar que los gobiernos futuros no haran lo mismo es creer en fantasias. Por supuesto, cuando entro' Chavez al poder, el zarpazo final grotesco y corrupto llego de sopenton.
Si hay seriedad y etica para recuperar la IPN, el gobierno debera' actuar como due~no de las reservas y no como concesionario operando las actividades. A ver si por fin Venezuela logra volver a ser un factor importante en los mercados mundiales, hoy mas dificil que nunca por las enormes nuevas capacidades de produccion en EE.UU. y otros paises gracias a nuevas tecnologias que han abierto millones de nuevos barriles de petroleo y gas al Mercado mundial.
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