A
medida que nos acercamos a la celebración de las primarias organizadas por la
oposición se acerca también una encrucijada que luce inevitable. Se trata de lo
que sucederá el día después de las primarias, cuando se conozca el nombre de la
persona ganadora en ese proceso. ¿Cómo
reaccionará ante esa encrucijada el régimen de Nicolás Maduro, cómo reaccionará
la oposición, cómo reaccionará el mundo exterior que observa nuestros acontecimientos?
Ya
nadie desconoce el acentuado favoritismo del cual disfruta María Corina
Machado. Su triunfo aparece como el más probable de los resultados de esa
primaria.
Al
concretarse su victoria surgirá de inmediato una primera encrucijada: ¿aceptará
el régimen de Nicolás Maduro a María Corina Machado como candidata de la
oposición para las elecciones presidenciales de 2024? Aunque en este momento
pesa sobre ella una “inhabilitación”, caprichosamente impuesta por el régimen
como maniobra política, ello no excluye la posibilidad de que consideraciones
estratégicas por parte del régimen y/o factores de presión externos puedan
llevar a levantar tal sanción, de la misma manera unilateral como fue impuesta.
Si
ello no sucediera María Corina Machado y Venezuela estarían ante una segunda
encrucijada, (a), aceptar la inhabilitación y lograr la aceptación del régimen
y el respaldo unificado de la oposición para que la ganadora “inhabilitada”,
gozando de la aceptación popular, pueda designar su remplazo, o, (b), seguir
adelante con su candidatura, con el apoyo popular, enfrentando una
inhabilitación a todas luces arbitraria, lo cual provocaría una crisis política
doméstica y regional de resultados impredecibles.
LAS DOS ALTERNATIVAS
La
primera alternativa sería de naturaleza fundamentalmente estratégica y creo que
obtendría el apoyo de la Sociedad Civil en su dimensión más amplia. Más difícil
sería obtener el apoyo del grupo de partidos que integran el frente opositor, a
pesar de ser un paso lógico y estratégicamente válido, dada la existencia de
agendas fuertemente personalistas en el seno de esa oposición.
El mérito estratégico de esta alternativa
pudiera ser muy grande si María Corina logra designar un remplazo que posea un
calibre democrático y de liderazgo similar al exhibido por ella. No digo con
esto que su remplazo deba ser de su mismo nivel carismático, puede serlo menos,
pero si deberá poseer su mismo nivel democrático y de integridad ciudadana, ya
que – de ganar – su gobierno deberá estar identificado plenamente con las
actitudes políticas y cívicas que le han dado a María Corina Machado su inmensa
popularidad. Existen venezolanos de las características deseadas de integridad,
honestidad y competencia y de las condiciones físicas y mentales necesarias
para representar dignamente esa candidatura ((yo puedo pensar en, al menos,
tres).
La
segunda alternativa tendría una naturaleza fundamentalmente principista y
encarnaría el lema que ha animado la candidatura de María Corina Machado, ese
de ir hasta el final. Se presentaría
su victoria electoral en las primarias como la expresión verdaderamente
legítima de la voluntad popular, en contraste con la decisión arbitraria de su
inhabilitación, la cual – puede argumentarse – representa un acto de poder abusivo,
llevado a cabo por un régimen ilegítimo, tanto de origen como de comportamiento.
No sería incorrecto catalogar la maniobra del régimen de inhabilitar a
candidatos que pueden derrotarlo como un golpe de estado, práctica criminal que se ha
hecho costumbre en estados fallidos como Venezuela y Nicaragua.
ME ADHIERO A LOS PRINCIPIOS
No
puedo ocultar mi preferencia por la segunda alternativa, ya que está en línea con
lo que Max Weber denominó la ética por convicción, es decir, el hacer lo que se
debe hacer en adhesión a principios y valores de rango universal, sin que las
consecuencias de la decisión la influyan. No se puede negar que esta es la
alternativa más arriesgada, ya que plantearía un conflicto político y social de
primer orden en el país y, probablemente, en la región. La otra alternativa arriba descrita sería más
afín a lo que se ha llamado ética de responsabilidad, la cual representa una
actitud respetable, aunque la veo como de efecto a corto plazo, sin que vaya a
resolver la cuestión de fondo que afecta la vida, el alma misma, de la nación,
la cual tiene que ver con Venezuela como país de libertad y de justicia o como
país que tolera la coexistencia pacífica con liderazgos criminales.
La médula, la esencia del problema venezolano
de hoy es ético, no estratégico, no es de corto plazo sino de largo plazo, su
enfermedad no es tanto del cuerpo como del alma. Por ello, su intento real de
solución deberá abordarse en adhesión a principios y valores que son
universales e inmutables y que no dependen de la coyuntura. Por ello parece necesario
enfrentar el problema venezolano desde una perspectiva principista, aunque ello
sea el camino más difícil, en lugar de hacer concesiones a un régimen
claramente represivo e ilegítimo.
En
Venezuela abundan hoy los líderes políticos de corte tradicional quienes ven la
posible solución del dilema nacional desde una perspectiva pragmática, de
acomodo con el régimen, lo cual lleva a la aceptación de “comer sapos” para obtener
concesiones del régimen. Estos grupos definen a quienes hablan de principios
como rígidos fanáticos y hasta como sedientos de sangre y de violencia. Ello
obedece a una tendencia actitudinal histórica basada en lazos de amistad y de lealtades
tribales, más que en la aplicación impersonal de la ley. El precio que hemos
tenido que pagar por este enfoque de amable celestinaje ha sido alto, el de una
sociedad donde hoy impera la impunidad y donde la viveza criolla y la audacia
irresponsable son objeto de admiración. Esta tendencia ha llevado a parte de
nuestro liderazgo a la colaboración con el régimen, a suprimir el conflicto al
costo de la entrega moral, lo que he llamado en otros escritos “barrer la
basura debajo de la alfombra”.
Cuando
se abandona el blanco y negro ético se entra en el mundo del gris moral, de
infinitos matices, una selva del espíritu en la cual es casi inevitable
perdernos.
Conclusión
En base a estas consideraciones, soy partidario
de ir hasta el final, aunque respetaría
la alternativa estratégica de nombrar un
reemplazo para destrancar el juego, solo si María Corina es quien tenga la
última palabra sobre su identidad, la cual debe poseer impecables credenciales.
Tal alternativa más pragmática no
llevaría a torcer el rumbo positivo de la nación en el largo plazo, ni
obligaría a comer sapos.
3 comentarios:
https://x.com/Simonovis/status/1705000275889545652?s=20
Iván Simonovis
@Simonovis
Yuravic Ravello, forma parte de la productiva banda: “muñecas del petróleo” de PDVSA, esta chica hace uso despiezado de sus atributos dentro y fuera de la industria, todo bajo protección y el amparo de Rafael Tellechea.
La información viene de la misma PDVSA, donde los temas petroleros pasaron a un segundo lugar y los comentarios de pasillo tratan de la “casa de citas” del nuevo zar del petróleo venezolano.
PDVSA además del saqueo y corrupción es un centro de perversion moral.
Estoy de acuerdo con la estrategia de “irse hasta el final”. Eso de “irse hasta el final” como que se está poniendo de moda con tantos líderes mundiales cuestionados y amenazados por los regímenes que gobiernan en sus países y que usan el poder que tienen en contra de ellos. No será extraño que el pueblo ignore las eventuales circunstancias y elija a sus verdaderos líderes aún así sea desde la cárcel donde los quieren meter.
He ahí los casos de Maricori acá en Venezuela, Lula en Brazil, Netanyahu en Israel, posiblemente Trump en USA, etc.
Los pueblos están despertando o deberán despertar para no dejarse engañar por las mafias que los gobiernan.
Gerardo Márquez, gobernador de Trujillo, es un cobarde y delincuente, al instigar a la población a caerle a “ coñazos” a Maria Corina Machado. Imita a Rafael Ramírez Carreño, de igual calaña, quien amenazó con “sacar a coñazos” a los trabajadores de Pdvsa que no fuesen rojos.
Los rojos han dicho que no van a salir ni por las buenas ni por las malas, entonces hay que estar preparándose para sacarlos a "coñazos" que es asi como ellos lo entienden.
Brayan M.,
Maracay
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