El astuto palangrista no quiere ser visto como un incondicional partidario de Hugo Chávez. Dice, para guardar sus espaldas: “ Siempre he sostenido que Chávez no es imprescindible”.
Pero agrega: “ sin embargo, viendo las cosas como están, casi que cambio de opinión”.
Y continúa: “ Pareciera como si un tsunami de errores haya esperado por su ausencia para arrasar con la vulnerable credibilidad que, a pesar de los pesares, ha mantenido el Gobierno revolucionario”.
Es decir, según el palangrista todavía hay credibilidad pero se necesita que Chávez regrese, ya que: “. Solos, sin la presencia del jefe sujetándoles sus ambiciones, [ministros?] aparecen envalentonados, responsabilizando al pueblo por lo que ellos no han sido capaces de hacer. Para muestra basta un botón: creen haber encontrado en el racionamiento de la energía la manera de apaciguar la crisis eléctrica.
Es la vieja historia de Cipriano Castro o de Juan Vicente Gómez, quienes tenían palangristas a sueldo, como los tiene hoy Chávez, para pedir a gritos que regresaran de Maracay o de donde estuvieran, para retomar las riendas del poder y consolidar su imágen de insustituibles. Eso les da mucho dinero, pero que triste papel hicieron y hacen hoy estos mercenarios del periodismo.
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